62. Glotoncito
—Él tiene que aprender a confiar en ti, no tú en él —Wes está afuera de la jaula de Glotoncito mientras yo estoy dentro, desde su lado sin duda es fácil dar consejos—. Acércate un poco más.
—Y yo tengo que aprender a confiar en ti, ¿a qué si? —le reclamo, sin apartar mi vista del león.
—Prometí a mi hijo ayudarte, ¿recuerdas?
Glotoncito está en la esquina de su jaula, recostado sobre heno seco y yo estoy frente a él temblando de miedo.—¿Qué hago ahora?
—Da un paso más y así cada cinco minutos.
De todas formas moriré entre sus fauces, ya qué más da. —De acuerdo.
Baron informó a Wes que Glotoncito será usado durante el acto ilusorio en el que voy a morir. Por lo que ahora Wes quiere que me gane su confianza, para que cuando llegue el momento en el que nos presentemos, el león, a pesar de estar narcotizado, se niegue a atacarme. Eso es lo único que Wes ha querido decirme sobre el plan de que ideó con Baron.
—Ya está confiando en ti —dice, una hora después.
He hecho esto durante tres días seguidos, pero hoy si debo tocar al león. Afortunadamente él cede y me deja acariciar su melena. —Es muy dulce.
—Cuando no tiene hambre —ríe Wes.
—¿Por qué no quieres que los soldados sepan que este león es tu mascota?
—Alguno le diría a Eleanor y lo sacrificarían —responde, triste—. Lo único que consiguió mi hijo es que participe cada vez menos en Reginam. Participó la última vez, pero por ti lo hará otra vez.
—Así que vas a devorar a una campesina que desafió a la reina —digo risueña al león.
Wes hace rodar sus ojos. —No te va a devorar, Elena.
—¿Crees que le hagan algo si no lo hace?
Me dolería que Glotoncito muera por mi culpa.
—No, es un león demasiado valioso Aunque pueda que sí castiguen a Xavier por ser el encargado.
Ojalá hagan eso.
Xavier. Hoy es la segunda vez que me reúno con él en el Cenicero. Soy la única Filia que practicará antes de Reginam.
—Hablé con la reina —dice, cuando por fin nos vemos— y me ordenó que tú intervención sea la más vistosa de todas.
—Me siento halagada —sonrío. No puedo dejar el sarcasmo de lado.
Xavier suelta una risa tonta y se limpia una uña en lo que espera que soldados entren al Cenicero a un caballo. —¿Reconoces a este caballo? —pregunta con malicia.
—¡Regalo! —corro hacia mi caballo y acuno su barba entre mis manos—. ¿Por qué él? —pregunto, queriendo llorar.
—¿No es obvio? También alimentará a las fieras.
—¡No! Por favor, él no.
Xavier adora verme suplicándole. —Fue una solicitud especial de la reina. A menos que...
—¿Qué?
¿Qué quiere?
Xavier me rodea y sonríe maliciosamente. —Harás un espectáculo de acrobacias sobre el lomo de tu caballo. Tu caballo... en movimiento.
Maldita vieja rata. —Pero Regalo no morirá —insisto. Creo que estamos negociando.
—Te doy mi palabra de sacarlo de la Rota en cuanto termines tu participación. Además, es un caballo pura sangre —agrega, recordando dolido nuestro primer encuentro—. Sería un desperdicio sacrificarlo. Esta vez sí vamos a subastarlo.
Su palabra para mí no vale nada, pero no tengo otra opción.
—¿Eso es lo que haré en Reginam? ¿Acrobacias sobre mi caballo?
—Esa es la primera parte.
Alzo un poco mis cejas. ¿Qué tanto quiere Eleanor humillarme? —Entonces hay más.
—Lo demás es sorpresa. Porque si lo sabes nos arriesgamos a que arruines el espectáculo... y nadie quiere eso. Bueno, nadie excepto tú, claro —se burla.
Glotoncito. Sé que la segunda parte tiene que ver con Glotoncito.
—Debo practicar con Regalo entonces —digo, mirando con un poco de miedo a mi caballo.
—Sí. Te ayudaré con eso después de que te tomen las medidas para tu vestuario.
Lila entra al Cenicero minutos después y trae con ella un metro, un lápiz y un cuaderno. No mostró ninguna emoción al verme, y aunque al principio me sentí dolida, después comprendí que no nos conviene que Xavier sepa que nos conocemos.
—Lila ha diseñado los vestuarios para los Filius por más de veinte años —sisea Xavier—. Pocas veces hemos tenemos a una Filia en el espectáculo, así que le pedí que se luzca mucho al diseñar tu vestido.
¡Qué honor, maldita sea!
Lila no demuestra emoción alguna. No obstante, mientras está midiendo mis brazos, sujeta durante un par de segundos mi mano, demostrándome de esa manera su apoyo. Una de las cosas buenas que tengo que agradecer a Gavrel es que gracias a él la conocí a ella y al Maestre Adnan.
Me subo al lomo de Regalo para que Xavier escoja las acrobacias que haré sobre este. Explica que tendrán que ser cinco, una por cada vuelta que Regalo haga alrededor de la Arena de la Rota. La primera me pondré de pie sobre su lomo, la segunda haré un ángulo con mi pierna derecha; la tercera me pararé de manos, la cuarta deberé hacer otro ángulo con mis pies, así, parada de manos; y por último me apoyaré en mis manos para girar en redondo sobre el lomo de Regalo. Todo con él... en movimiento. Afortunadamente Xavier no quiere que Regalo corra rápido para que el público disfrute más. Aún así quiero matarlo, pero hay soldados aquí para protegerlo de mí y los muchachos.
Me caigo cinco veces antes de hacer bien la primera acrobacia, y al menos diez durante la segunda. Xavier decide que debo practicar todos los días hasta que me domine a mi misma. No me quejo, por lo menos esto me entretendrá y alejará de mi mente la idea de que pronto voy a morir, que no me pesa tanto como llevar en mi consciencia la muerte de Thiago.
Alan y Wes me acompañan durante la tercera práctica.
—¡Te es cada vez más fácil, Elena! —me aplaude Alan, que no disimula disfrutar que durante mis acrobacias mi vestido caiga de un lado al otro, permitiéndole admirar mis piernas.
Wes ha tenido que codearlo al pillarlo babearse encima. A mí no me incomoda que Alan me admire. Al contrario, espero que los soldados que no están custodiando le hagan llegar la información a Gavrel y se joda.
Aplaudo cuando por fin comprendo que si quiero mantener el equilibrio sobre Regalo tengo que colocar mis manos y piernas de forma simétrica. Me siento orgullosa de lo que Regalo y yo estamos logrando. Nuestro único problema ahora es que la Arena de la Rota es mucho más grande que el patío del Cenicero y allí sólo practicaremos el día antes de Reginam. Suspiro, resignada. Qué más da. Ya pocas cosas importan cuando sabes que tu suerte está echada.
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¿Impresiones?
¡Se están sumando muchos lectores! Les agradezco infinitamente recomendar por todos lados Reginam, con eso y con sus comentarios y votos me ayudan mucho :') ♥
Estamos a... cuatro capítulos de terminar.
Otro dibujo de Monse Sarabia publicado en el grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros.
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