33. Ahora soy la aprendiz de Moria
—¿Por qué quieres saber eso, Elena Novak? ¿Los rebeldes siguen ocultando cosas a la nena de papá?
Quiero pensar que no fue un error visitar a Moria, ya que puede llegar a ser insoportable si se lo propone.
—Ya me conoces, soy curiosa.
Necesito estar segura de que estoy haciendo todo bien con Gavrel. Ayer me tomó por cuarta vez y sigo pensando que él obtiene más de mí que yo de él. Y me niego a lidiar con eso.
Moria hace esto todos los días desde hace cinco años. Necesito sus consejos.
—Te lo preguntaré de diferente manera. ¿Qué dices o haces para obtener la información que das a las Serpientes una vez que...
Madre Luna, me siento como una prostituta pero me lo merezco.
—Te entendí la primera vez, Elena Novak —Moria me dedica una sonrisa astuta—, pero estoy intentando encontrar las palabras adecuadas para explicarte. —Caminamos juntas por la plaza. La gente nos mira mal, pues saben a qué se dedica Moria—. Prostituirse no es tan fácil como parece.
¿Tenía que utilizar la palabra prostituirse? Maldición, Moria.
—No pensé que lo fuera —musito, mordisqueando un poco mis uñas. Los nervios me están superando.
—Primero tengo que ganarme la confianza de mi cliente y conocerle para saber cómo y cuándo interrumpirle o preguntar algo importante sin importunarle o levantar sospechas —explica. Miro a Moria intentando comprender—. Los hombres me buscan porque se sienten solos o incomprendidos, Elena. Nadie, ni si quiera sus esposas, los escuchan o hacen sentir queridos, comprendidos e importantes —Asiento con la cabeza. Eso lo entiendo—. Mi deber es darles la atención que necesitan en todos los sentidos y volverme su amiga —Su amiga—. Primero sólo me ven como un objeto. Ni siquiera tienen la mínima consideración por mí —Siento un poco de compasión por Moria al escuchar eso—. Después, conforme los hago sentir cómodos, nuestra comunicación mejora y me gano su confianza —Confianza. Es como atraer a una presa—. Deben sentirse queridos, comprendidos e importantes. No olvides eso. Queridos, comprendidos e importantes.
》Si se sienten tensos cuando me visitan, les doy un masaje y les pregunto qué va mal. A veces hablan de problemas triviales, no obstante, a veces son problemas más importantes: pago de impuestos, desacuerdos con el Burgo o algo que interese a al Partido.
Ahora lo entiendo. Debo ser más que la amante de Gavrel, debo ser su confidente.
—Es admirable que te arriesgues tanto —la elogio.
Ella sonríe satisfecha. —Alguien tiene que hacerlo.
¿Alguien tiene que hacerlo? Sí, nosotras dos.
—¿Por qué de pronto de interesa este tema? —pregunta Moria, sospechando de qué va mi duda.
Me encojo de hombros. —Curiosidad.
Ella no me cree. —Sé escuchar, Elena.
No somos amigas, Moria.
—Curiosidad, Moria. Es sólo curiosidad.
Al regresar al castillo tropiezo con Gavrel en el corredor frente a la biblioteca. Él está apoyado sobre la pared... esperándome.
—Me estaba preguntando dónde estabas —dice, seco e interponiéndose en mí camino.
Ah mierda, quiere una explicación. ¿Qué se cree ahora? ¿Mi marido?
Quisiera responderle que:
1. No es asunto suyo.
2. No soy su mujer... O al menos no en el sentido de pertenencia. No es como si, cual vaca, tuviera marcada una "G" de Gavrel en una nalga.
Pero no debo olvidar quién soy yo y quién es él. Príncipe y sirvienta. Y tampoco debo olvidar lo que dijo Moria sobre cómo debo tratarle: Querido, comprendido e importante.
Sonrío tímida. Cínica. —Fui a visitar a una amiga —me excusó—. La princesa Isobel me autorizó salir cuando quisiera.
Él me mira mal. Ya no está enojado, pero tampoco está contento. Es mi culpa. Los últimos tres días Elena Novak ha estado a su entera disposición.
Queridos, comprendidos e importantes.
—¿Qué tal su día, Alteza? —pregunto, de forma sumisa, tal como imagino que a él le gusta que yo sea.
Mi intención es cambiar nuestro tema de conversación, sin embargo él no deja de verme como si intentara averiguar algo. ¿Qué?
Me indica seguirle y, como ya se nos hizo costumbre, nos encerramos en la biblioteca.
Le pregunto si quiere una copa de vino, acepta y eso mejora un poco su humor. Quizá no debí preguntarle cómo va su día, quizá fui demasiado lejos. ¿Por qué le platicaría algo tan importante a una campesina?
Moria hace parecer esto tan fácil cuando en realidad no lo es. Y hay que tomar en cuenta que ella tiene cinco años de experiencia.
Camino hasta el pequeño bar situado junto al escritorio de la biblioteca, busco la botella de vino, sirvo y regreso a entregar a Gavrel la copa.
Estoy de pie frente a él, que ahora está sentado en el sofá frente al maniquí del vestido de bodas de Farrah; y, solemne, espero a que beba de su copa.
Así, tras un silencio incómodo, Gavrel golpetea con sus dedos el sofá, indicándome que me siente a su lado.
Hago lo que me pide.
Los dos miramos un largo rato el vestido de Farrah, aunque no con la misma deferencia; y supongo que esperamos a que alguno de los dos diga algo. ¿Por qué? Nunca hablamos antes de...
Me remuevo en mi asiento. Aunque? según Moria, debo cambiar lo de estar en silencio. Sin embargo, ya le pregunté algo a Gavrel y no me ha respondido. ¿Debería intentar hacer otra pregunta?
—¿Extrañas a tus amigos, Elena? —me pregunta él, adelantándose.
Bendita mi suerte porque me va a facilitar esto. Pienso bien mis palabras antes de responder.
—No tengo muchos amigos, Alteza —digo—. Y a los pocos que tengo los veo cuando los tengo que ver —Estoy un poco nerviosa. Espero estarme explicando bien—. Sé... Sé que están bien.
Garay, Gio, Sigrid, Marta. Incluso Kire. Cada uno de mis amigos está viviendo de acuerdo a la suerte que eligió.
—Entoncesno extrañas a nadie —dice, abordando otra vez la misma pregunta.
¿Quién es "Nadie" según él?
—Extraño a mi hermano —digo, sin pensarlo e inmediatamente me arrepiento. No quiero hablar de Thiago con Gavrel.
—¿Cómo se llama? —pregunta él, admirado.
Es tarde, ya abrí el pico. —Thiago.
No preguntes más.
—¿Qué edad tiene?
Nerviosa, paso mi lengua por mis labios. En verdad no quiero hablar de Thiago. —Siete.
El príncipe insiste en saber más y, dudosa, le platico un par de travesuras de Thiago.
—Es toda una calamidad —opina, tras escuchar la vez que mi pequeño liberó a dos gallinas con tal de que mamá no las cocinara.
Me suelto a reír. —Sí. Sí... La asociación de Gallinas de Bitania está en deuda con él.
Gavrel sonríe y por alguna razón eso me hace sonreír también. Me gusta hablar de Thiago. No hay nada en el mundo que ame más que a mi hermano y supongo que hablar de él, al final, me relaja y hace sentir más cómoda.
—¿Te gustaría llevarle un obsequio?
Si. No. ¿Qué?
—Eh... Sí, yo... Tal vez encuentre algo en la plaza —balbuceo. No sé qué más decir.
—Deberías llevarle algo.
—Sí, eso creo.
—Dame un segundo —Gavrel salta del sofá y se apresura a salir de la biblioteca. ¿Qué rayos? Pronto regresa sosteniendo un extraño objeto en su mano, que, cuando coloca sobre el alfombrado frente al sofá, camina de un lado al otro.
Me quedo boquiabierta, es un soldadito de madera. Un soldadito de madera... mecánico.
—Es mecánico —confirma Gavrel, complacido consigo mismo—. Funciona cuando le das cuerda.
—Vi uno igual en las ventas afuera de la Rota. —digo, sorprendida y arrodillándome frente al soldadito.
Gavrel asiente. —Pero te puedo asegurar que este es especial ¿Crees que le gustará a Thiago? —pregunta, esperanzado y atento a mi respuesta.
¿Qué? Miro a Gavrel sin comprender. ¿Qué está intentando?
—Le encantaría, sí —trepito—. Thiago, ciertamente, amaría tener algo así, pero...
—Entonces llévaselo.
No puede ser. —¿En serio?
—Sí —Gavrel le vuelve a dar cuerda al soldadito—. Me encantaría que él lo tuviera.
¿Está de broma? Parpadeo muchas veces, dudando. —No tiene por qué, Alteza, yo...
—Es un placer —me interrumpe, mirándome con la intención de no permitirme no aceptar su favor.
Supongo que no pasa nada si acepto.
Sonriendo, hago dar vueltas al soldadito sobre el alfombrado.
Thiago de verdad amará esto.
Gavrel no tarda en despedirse de nosotros.
—¿No va a quedarse más tiempo? —pregunto, un poco desilusionada.
¿No quiero que se vaya? Debe ser porque me aburro estando sola.
—Me gustaría pero estoy invitado a tomar la merienda con Isobel, la condesa Cuac Cuac y su hija —explica, riendo tímidamente al decir "Cuac Cuac".
—Oh.
Y como estoy segura de que no le entusiasma la idea, le doy ánimo con una sonrisa. Él la acepta y hace su camino hasta la salida, ahí abre la puerta y sale de la biblioteca. Sin embargo, cuando parece haberse marchado, vuelve a abrir la puerta.
—Sobre mi día... —dice, asomando un poco la cabeza. Asiento a manera de darle a entender que sé a qué se refiere—, acaba de mejorar, Elena —Me sonríe—. Acaba de mejorar.
Y se va. Finalmente se va... dejándome con una extraña sensación de culpabilidad que, atribuyo, al hecho de haber aceptado un obsequio del hombre que más debo odiar.
...
Los gritos histéricos de Eleanor me siguen despertando abruptamente a eso de la media noche. Pienso que otra vez es eso. No obstante, pronto advierto que no... esta vez se trata de una sirena. ¡Una sirena! Son los altavoces de la plaza de la reina. ¿Fuego? ¿Fuego en el castillo?
Salto de mi cama a la ventana. A lo lejos veo una llamarada. Un momento...
La Rota. ¡La Rota se está incendiando!
Oh, Madre Luna... Madre Luna...
Estoy que aplaudo. ¿Esto es obra de las Serpientes? ¡Tiene que ser! ¡Viva el Partido!
Salgo de mi habitación y busco el área de servicio. Hay soldados y criados corriendo de un pasillo al otro.
—¡La Rota se está incendiando! —gritan todos, fingiendo estar preocupados, pero en el fondo también celebran.
¡La Rota, símbolo del poder de los Abularach, está cayendo!
Quizá no debería... pero lo hago. Voy camino hacia la planta baja,
—¡Marta! —llamó, cuando encuentro a mi amiga en las escaleras, que al verme deja avanzar al grupo de sirvientas que la acompañan y se detiene.
—Elena —llora y tiembla. ¿Qué pasa?—. Justo estaba pensando en buscarte.
—¿Qué pasa? —pregunto, alarmada.
—Dekan.
No entiendo. —¿Lo enviaron a apagar el fuego?
Marta niega con la cabeza y se suelta a llorar con más intensidad. —Él es parte del grupo que provocó el fuego.
Oh, Madre Luna, ¿el novio de Marta es rebelde?
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¿Me extrañaron? xD Aunque dudo que no más que a Gavrel o Elena.
¿Sigue poniéndose tenso esto? xD
El grupo de Hedda cumplió su parte... esperemos. Sabremos más durante el siguiente capítulo :) ♡
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