4.4) Las cuatro caras de la dama
Hola mis queridos lectores a estas alturas ya deben de saber que los aposentos de nuestro querido Leowen están en una torre. Quizá no saben que estos aposentos cuentan con una segunda planta lo que sería una buhardilla en el punto más alto de la torre. Un lugar donde cualquier niño hubiera ubicado su zona de recreos, pero Leowen no quiso usar ese espacio para ello. Él prefería tener la buhardilla repleta de libros y papiros, allí guardaba los objetos que más le agradaban incluso tenía un rincón donde guardaba sus mayores tesoros, pero eso ya es otra historia.
¿Saben que significa esto? ¿Que los aposentos estén en lo alto de una torre y que tengan además una buhardilla? Os lo diré rápidamente, escalones y más escalones.
El pobre Velkan iba escaleras arriba y abajo para llevar el señorito allí donde quisiera. Lo mismo le sucedía a la señora Norris y a sus ayudantes cuando le servían el desayuno al señorito en sus aposentos. No hablemos de las sirvientas que se encargaban de cambiar cada día las sabanas de lino que, aunque estaban acostumbradas ahora debían de cargar con más sabanas y telas para la pequeña habitación junto a los aposentos de Leowen donde Velkan se había instalado, pues él se había convertido no solo en las piernas de Leowen sino en su propia sombra.
A fin de cuentas, mis querido lectores, entre idas y venidas, más bien entre subidas y bajadas aquellos escalones se habían convertido en una especie de desierto con cascadas vertientes de sudor. El gran esfuerzo que realizaban todos y cada uno de los sirvientes por y para el señorito tenía sus trabas, tarde o temprano todo tiene un límite, incluso la compasión abrazada a la bondad.
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Día 3
En la casa cueva estaba Onawa, el niño de piel verdosa, leyendo como era de costumbre, sumergido en mil y una aventuras cuando una fuerte ventisca le hizo perder el hilo de la historia. Desde bien pequeño sabía que significaba eso, ella estaba aquí y con suerte traería compañía, no le importaba con quien viniera su mamá, ver otra cara siempre era de agradecer. Onawa se puso sus harapos rápidamente dado que ella detestaba la costumbre de él, mamá siempre le decía que no debía ir desnudo por la casa cueva, que él era un niño con educación y sabiduría, no un bárbaro de tres al cuarto.
Lhynna se adentró en el pasillo en busca de Onawa y ahí mismo lo encontró con el cordel y sus prendas torcidas, muestra de que se acaba de vestir a toda prisa, pero hoy no tenía ganas de recordarle como debía de comportarse, hoy necesitaba abrazarlo y estrujarlo como se le antojase. Hoy necesitaba consuelo, el consuelo que no pudo dar a la familia Lockheart la noche anterior, no podía seguir con el día de hoy sin abrazar, el regalo que le dieron los dioses, su querido hijo Onawa. La dama Lhynna se abalanzo hacia él lo cogió en brazos y lo levanto con fuerza, él empezó a reír a carcajadas, ese pequeño monstruito empezó a parecer un niño humano con esa mirada repleta de alegría.
Pasaron la madruga desayunando en familia, un pastel casero de calabaza, mientras hablaban de su día a día. Verlos era algo digno de admirar, ambos sentados uno junto al otro en esa mesa de madera, la dulzura que transmitían madre e hijo residía en esos pequeños detalles que se les escapaban. Una mirada inocente atenta a las palabras de su mamá, un dedo húmedo directo a la mejilla de su hijo cuando este es atacado por el pastel, un bufido de indignación seguido de una mueca y finalmente dos sonrisas al unísono acompañadas de ese brillo en sus miradas.
Melion, el guardián de la Riva recorría a alta velocidad los extensos jardines de palacio a lomos del mejor ejemplar de las caballerizas. La mirada de Melion y los resoplidos de este denotaban una cierta inquietud y urgencia en encontrar a quien andaba buscando, cuando ya estaba a punto de darse por vencido diviso en la lejanía una sombra encapuchada junto al sendero del lago, su búsqueda había finalizado.
—¿Dónde te habías metido Lhynna? están todos buscándote, eres tú la organizadora del servicio, no yo ni la señora Norris, tu decidiste tener este trabajo— dijo Melion algo alterado.
—¿Acaso tu no escogiste este trabajo? Recuerdo cómo te presentaste y dejaste a tu clan para venir a trabajar aquí— dijo Lhynna con una sonrisa pícara y dulce.
—Pero yo— Melion no pudo evitar enrojecer su semblante y encoger sus hombros. Al recordar la situación en palacio dijo —vamos no hay tiempo que perder sube, te lo explicare por el camino— Lhynna sin pensárselo dos veces salto encima del caballo y se agarró a Melion para no caerse, provocando un suspiro de alivio y comodidad en el guardián de la Riva.
Resultaba que en palacio les esperaba una calurada tropa de sirvientes que la señora Norris, ama de los fogones, apena podía tener calmado. Cuando Melion y Lhynna llegaron se encontraron con Velkan, Iliana, Roldar entre otros trabajadores del servicio de palacio. Pedían encarecidamente que se buscara una alternativa para los aposentos del señorito, aunque todos le tenían mucho aprecio y querían lo mejor para él consideraban que el Monte sudoroso, así llamaban ahora las escaleras del torreón, era una gran traba para dar Leowen el mejor de los servicios. Lhynna al ver los cubos de agua helada y lo trapos que portaban la gran mayoría comprendió en las condiciones en las que trabajaban, y tras hablar con Velkan que era indudablemente quien más usaba el Monte sudoroso, cedió a las peticiones del servicio. La dama Lhynna mando a muchos a preparar unos nuevos aposentos del señor, y acepto la petición de Velkan, quien sin duda miraba por Leowen.
Un silbido irrumpe en el bosque de dragos y no se trata del viento ni de los lamentos del padre drago, se trata de algo más oscuro y veloz. Una nube de partículas negras que arrasa con todo lo que se encuentra a su paso dejando el rastro de la mera ausencia a su paso, seguimos a esta extraña nube hasta uno de los senderos donde se encuentra con un conductor de carromato que ignora su presencia. Dicha nube ya no silba ni ruge, solo acecha al carromato como si fuera su presa, ¿el tiempo atmosférico se está volviendo loco o tenemos una especie de ente a punto de realizar una de sus fechorías? Un escarabajo de color zafiro y ojos granates observa la escena desde la distancia que le ofrece una hoja de un abedul, espera pacientemente a que el conductor del carruaje pase a su vera. El escarabajo salta sobre la nube y pese a su gran tamaño consigue mantener el equilibro sobre ella, la nube en cierta manera se ha convertido en su montura voladora.
Lhynna agradece que la mayoría de los sirvientes anden ocupados con los nuevos aposentos del señorito, pues así solamente ella puede estar al servicio de la duquesa y de Leowen. Ahora debe ir a buscar las provisiones que no pueden generar. Dos veces por semana, llega por encargo de la duquesa, un carromato repleto de todo tipo de provisiones, en especial alimento. Cuando el conductor del carromato baja le muestra a Lhynna su cargamento y ella comprueba que esta todo.
—Esta tarde muchos del servicio andan ocupados, coja sus caballos y mañana le devolvemos el carruaje, ¿le parece?— dijo Lhynna
—Por supuesto dama, ¿tiene el listado del próximo encargo?— comento el conductor intrigado mientras soltaba los caballos y se subía a uno de ellos. Lhynna inclino la cabeza a modo de afirmación y mostró un papiro que el conductor cogió antes de marcharse.
Lhynna se dispuso a amarrar el carruaje a un poste para tal uso, pues ese camino tenía una ligera inclinación y más valía prevenir que curar. Estando la dama entretenida anudando las cuerdas, el escarabajo y la nube se adentraron con discreción en el carruaje, en cuestión de minutos Lhynna noto como la fuerza que ejercía la cuerda disminuía a la par que un silbido emergía del interior del carromato. La dama fue a observar que sucedía en el carromato, la nube emergió del carromato por el lado opuesto, evitando así ser vista, Lhynna abrió la cortina del carromato y lo que encontró en su interior la dejo completamente sorprendida.
El carromato estaba prácticamente vacío, apenas quedaban unas migajas y en medio del desastre estaba un escarabajo azul de grandes proporciones tumbado con las patas hacia arriba comiendo tranquilamente carne embutida. El escarabajo que se alimentaba felizmente noto un bufido similar al de una bestia fue en ese preciso instante cuando vio a la dama repleta de odio contenido, sin poderlo evitar el bello escarabajo se hizo “popo” y emitió un sonido estridente, nada propio de su especie. La Dama agarro el único embutido que quedaba y se subió al carruaje, como una posesa empezó a perseguir y golpear al escarabajo.
—¡Se puede saber que estás haciendo, bichejo insensato!— gritaba la dama Lhynna realmente atacada —¡como has podido comerte el embutido del señorito bicho ceporro!, ¡así de hermoso estas!, ¡ladronzuelo descarado!— el escarabajo azul no paraba de emitir gritos agudos mientras era golpeado y algo que parecía sudor cubría su pequeño pero redondo cuerpo —¡hare papilla contigo!— gritaba la dama completamente alterada.
Para la sorpresa del escarabajo consiguió zafarse de los ataques de la dama y se adentró en el bosque escuchando aun lo gritos y golpes de aquella loca mujer. La nube de las partículas negras surgió de las sombras y el escarabajo alzó sus doloridas alas para volar junto a la nube, se adentraron en la oscuridad del bosque donde las partículas de la nube se transformaron en una silueta humanoide de tamaño medio que subió a la rama de un árbol. El escarabajo se posó en el hombro de dicha silueta mientras contemplaba una sonrisa que emergía del rostro del ser que segundos antes era una nube de partículas negras.
Para todos los habitantes de la Riva y de Palacio hoy había sido un día difícil, los recuerdos del pasado aún estaban muy latentes en todos y cada uno de sus rostros, el desanimo era realmente notable. Nuestra dama Lhynna disfrutaba siendo el apoyo de todos y en momentos como este nadie se quejaba de sus ataques impulsivos de dulzura, Onawa al amanecer le había cargado de energía emocional y ella se había pasado todo el día abrazando a la mínima a quien ella creía que lo necesitaba. Siguió con esa actitud incluso después del incidente del carromato, Lhynna preparo todo tipo de pasteles y alimentos para compensar a los Lockheart por la pérdida de alimentos.
La luz lunar se cernía sobre los ventanales de la habitación de Lhynna. El día llegaba a su fin cuando la dama sintió el impulso de seguir aquella blanca luz, su interminable lista de quehaceres ya había finalizado, así que no encontró motivo para no seguir ese impulso lunar. El cansancio había sumido todo su cuerpo y la necesidad de liberarse de todos sus pesares iba en aumento, cuando dejo que todo su cuerpo se bañara en aquella blanca y hermosa luz. El viento de Balzeria, de su querida tierra, rozo su rostro en un hermoso danzar seguido de compas que acaricio sus cabellos que se elevaron como un manto bello y delicado.
La dama cerro los ojos alzo sus brazos en cruz y dejo que todo su cuerpo desnudo se revelara en su mayor secreto, su otra forma, su destino. Su cuerpo se cubrió de plumas grises, marrones, negras y blancas; sus ojos se tornaron esféricos con un brillo amarillento, sus pies se tornaron garras. Con sus grandes e imponentes alas la dama convertida ahora en una Caràbo lapon alzo el vuelo y la luz blanca cubrió sus lindas plumas ya en la lejanía del horizonte.
"Lhynna en su forma de Búho"
***
Quiero dedicar este capítulo conmemorativo de los 1k Votos a Ismadragon666, que me lee desde mis inicios y tiene más fe que yo mismo en esta historia. Quería agradecerte todos tus comentarios y opiniones sinceras, ha sido un placer para mí ver como vivías esta historia tanto como yo al escribirla, ya sabes que una parte de ti quedará en esta historia pero en ocasiones no es suficiente, espero que hayas disfrutado del capítulo. ¡Gracias de corazón por todo!🤗🤗🤗
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