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3.3) El llanto del Lobo

Día 1

En la cueva de los secretos eran tan sólo las 4 de la madruga cuando los aullidos de un lobo despertaron al Jinete de larga melena y a su yegua blanca Auriel.

A nuestro jinete de dolían las piernas de estar dormido en la cueva, porque pese a sus esfuerzos se había dormido i Auriel también, podía verlo en su cara de sorpresa cuando se levantó, otra vez de nuevo ese aullido, pero el sabía que no era un aullido cualquiera.

No podía creerse que ni Kheraton ni Alhara estuvieran allí, no podían haberse recuperado tan pronto, ni esperaba que tuvieran tan pocos modales después de lo que había echo por salvarles la vida. Fue entonces sumido en estos pensamientos cuando vio que Auriel luchando por comerse algo que parecía un pergamino.

—¡Auriel que haces!, ¡serás alcahueta!, ¿¡que crees que es eso!?, despierta ya y dame eso— le dijo a su corcel mientras le daba una palmada en el trasero, a lo que está respondió con ojos soñolientos y algún que otro bramido. —Sal ahí fuera a comer hierbas anda, a saber que habrás comido ya— a lo que Auriel le responde lanzando tierra con una coz antes de salir de la cueva.

—¡Si!, ¡si!, ¡indignante!, pero sabes que tengo razón. Hay que ver, ¿¡de donde habré sacado esta tozuda yegua!?

Se puso a sacudir la tierra del papiro, y pudo ver que era la nota que Alhara había escrito para él, hacia tan sólo unas horas.
Tras leer la nota miro a su alrededor y vio las paredes cubiertas de lo que parecía sangre seca y entonces recordó la leyenda del padre Drago y el sonido que los había despertado, que no era otro que el llanto del lobo sediento de sangre.
El mal augurio y la premonición de muerte se habían unido para afirmar uno de sus peores temores. No lo iba a permitir tenía que hacer algo ya.

—¡No hijo mío!, ¡No mientras yo siga aqui!— gritó mientras salía de la cueva.

Y así fue como nuestro jinete corrió por los enraizados bosques con el peor de sus temores en su mente. Por su puesto Auriel con los ojos aún soñolientos y rezagada, iba detrás, intentando seguirle el ritmo, al mismo tiempo que resoplaba para llamarle la atención.

La noche aún no se había ido y la negrura cubría todo el bosque, las ramas de los arboles azotaban su cara, la sangre de sus pies descalzos era fusionada con la tierra fangonosa, las espinas de plantas y arbustos perforaban su piel, mientras el llanto del lobo era cada vez más constante e intenso. Sabía que estaba cometiendo una locura en una noche como esa, pero si después de tanto tiempo perdía a su hijo, no se lo perdonaría jamás. Así que no tenía otra opción que seguir adelante y lo más rápido que pudiera sin importar los golpes, los moratones ni el dolor.

https://youtu.be/KTmatjyd4KM

Canción el canto del Lobo

El lobo aúlla en el bosque nocturno
Él quiere, pero no puede dormir
La hambruna llora en su estómago de lobo
Y el frío inunda su amparo

Lobo, lobo, no te atrevas a venir
No te dejaré tomar a mi hijo

El lobo aúlla en el bosque nocturno
Llora y lamenta de hambre
Le daré una cola de cerdo
Digno del paladar del lobo

Lobo, lobo, no te atrevas a venir
No te dejaré tomar a mi hijo

El lobo aúlla en el bosque nocturno
Él quiere, pero no puede dormir
La hambruna llora en su estómago de lobo
Y el frío inunda su amparo

*

I fue precisamente en esa desesperación como condenó a los dos. Con un traspiés cayó ladera abajo mientras Ariel lo observaba atemorizada, cayó con tan mal atinó que se golpeó la cabeza en un roca, quedándose completamente inconciente.

Auriel corrió a su vera, intentó despertarlo primero con caricias, luego con besos y finalmente golpeando su cuerpo, era inútil no se despertaba.

Auriel vio la sangre en la cabeza de su jinete, de su amo, de su compañero de viaje, de su compañero de vida y con cuidado y esmero lamio las heridas, pero también era inútil la sangre sería brotando.

Auriel odiaba cuando no tenía dedos como su amo los tenía para cuidarla cuando estaba herida, odiaba sentirse limitada de esta manera, entonces recordó la vez que estuvo a punto de morir, una noche antes de que se separaran, ella tenía una gran herida brotaba mucha sangre de esa herida y él cogió una hierbas con un olor extraño, y con una ebra de una hoja le cosió la herida y le puso las hierbas que la curaron.

Auriel ya sabía que hacer busco la hierba más cercana, apestosa y comestible. La mastico y la colocó en la cabeza de su amo haciendo presión con la lengua. Repitió ese proceso una y otra vez hasta que su mandíbula y su lengua estaban ya dormidas. Se sentó junto a su amo a sabiendas de lo que estaba por llegar pero no pensaba irse de su lado.

El lobo hambriento pudo oler la sangre tal y como antes había sentido el temor en el sudor del jinete, el lobo hambriento iba a comer aunque la vida le fuera en ello.

Auriel vio en las sombras esos ojos rojizos del lobo y también escucho su aullido, y al poco tiempo estaban rodeados de lobos dispuestos a ayudar a su líder.

Auriel posó su cabeza en la mano de nuestro jinete y cerró los ojos.

CRÓNICAS DE ZEEHÏRO

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