Capitulo 21. Colisión
Roma. Italia.
Un nuevo día era el prologo de una nueva etapa. Había algo en el aire que se sentía diferente, y yo también me sentía diferente. «Es hora que recurras a un psiquiatra» dijo mi inconsciente. «Cállate» le gruñí, y suspiré sumida en la nube de optimismo en la que estaba intoxicada.
Parpadeé y miré a todos los que me rodeaban.
Bautista me sonrió con ternura antes de volver su vista a las hojas desplegadas en la mesa. Mi estomago rugió pero no por hambre, sino por la emoción que me daba saber que él estaba tan interesado en mi como yo en él.
― ¡Tierra llamando a Allegra! ―escuché de repente, y miré hacia el otro lado, donde Lina me miraba agudamente.
Sonreí culpable y ella meneó la cabeza sin estar evidentemente enojada para luego señalar un punto en el mapa. Yo me acerqué y pude ver que se trataba de la zona lindera a donde estaba la casa de mi padre.
― Aquí es, ¿no? ―inquirió, y yo asentí― ¿Dónde dijiste que tu hermano fue secuestrado? ―volvió a preguntar.
― No lo dije, porque no lo sé ―respondí con desilusión, pero en ese instante, mi primo Tiziano se acercó a nosotras.
En todos mis años de vida, nunca lo había visto tan vivaz y entretenido por algo. Ahora me daba cuenta cual era su pasión más allá de Francesca, la estafa y el peligro.
― Fue en medio de la noche, cuando volvía, supuestamente, de la facultad ―comentó él. Lo miré curiosa y él torció el gesto con culpa―. Gianfranco ―dijo, y no tuvo necesidad de agregar más nada, para que me diera cuenta de qué forma lo había sabido.
― Estoy intentando obtener todo tipo de información posible ―murmuró Drake, interviniendo en la conversación desde su lugar en la computadora.
Yo asentí, y quedé con la mirada perdida en el mapa, sin dejar de pensar en Pietro en algún lado de la ciudad intentando resolver sus propios problemas. Aún no podía asimilar el hecho de que mi hermano estuviese con vida, y tenía que intentar encontrar otro junto a un grupo de estafadores que parecen tener tanto ego que no entran dentro de una simple habitación.
Un ligero chasquido me sacó de la ensoñación y levanté mi rostro hacia los azules ojos de Francesca que me miraba con análisis. Su rostro era armonioso pero podía notar ligeros indicios de preocupación, pero no creía que fuese por la situación sino por mi.
― ¿Sigues segura de esto? ―me preguntó.
No respondí enseguida, y percibí las miradas de todos sobre mí. Si, gracias por ponerme en el centro de atención. «¡A mí me encanta!» comentó mi conciencia, y me imaginé ahorcándola y siendo feliz.
― Si, lo estoy ―respondí con seguridad, y Francesca me sonrió suavemente.
― Genial, porque cuando abra esa puerta no hay marcha atrás ―comentó alejándose de nosotros.
Comencé a preguntarme a que se debía eso, pero todo se respondió cuando tres personas atravesaron el umbral de la puerta. ¿Qué fue lo primero que vi? Una gran cabellera roja como el fuego, y el sonido de tacones resonar en el suelo.
Una chica mediana y delgada hizo irradiar su presencia en la habitación, usando un vestido entallado color negro, y observando todo con profundos ojos verdes. Ella finalmente nos miró y sonrió con suficiencia.
― ¡Par dieu! Hay tanta gente linda que se me ocurren muchas ideas ―comentó ladeando la cabeza. Vi a mi primo erguirse.
― Creo que extrañaba los comentarios depravados de ella ―dijo pensativamente mirando a Francesca, quien solo sonrió.
La chica pelirroja le dedicó una mirada venenosa para luego ver como dos chicos se filtraban tras ella e ingresaban. Uno de ellos era lánguido, rubio y con tatuajes en sus brazos desnudos, mientras el otro tenía la piel tostada, alto y de cuerpo bien formado, pelo negro y un rostro con rasgos fuertes.
― Yo no la extrañaba, así que más vale que esto sea bueno ―murmuró el chico rubio, mirando con recelo a la chica; tenía brillantes ojos celestes en un rostro que veía armonioso y perfecto para ser pintando. Él siguió caminando hasta acercarse a mi primo, a quien abrazó con cariño.
― Crétin ―dijo ella, con fuerte acento francés.
― No han dejado de pelear un minuto ―comentó con cansancio el chico vestido de negro, que llevaba unos bolsos que dejó en el suelo. La chica pelirroja puso los ojos en blanco, y Francesca cerró la puerta volviendo a donde estaba.
― ¿Otra vez se pelearon? ―preguntó ella. La pelirroja se cruzó de brazos iracunda, mientras el chico rubio se vio indignado. El chico de pelo negro abrió la boca para decir algo, pero terminó arrepintiéndose viéndose casi resignado.
― Él intentó engañarme ―exclamó la pelirroja, viéndose frágil. El rubio abrió los ojos y sus manos, casi desesperado, apuntándola con exaltación.
― Pero, ella también intentó engañarme ―se defendió él. El chico moreno chocó su mano contra su frente y nos miró a todos apenado.
― Sé que no es necesario, pero solo voy a decir que ambos intentaron engañarse con la misma persona ―susurró. Tiziano se echó a reír a carcajadas, golpeando con su mano la mesa, mientras Francesca tapada su sonrisa con su manos.
― Pensar que podríamos haber hecho un ménage a trois ―meneó la colorada su cabeza pensativa, pero de golpe pareció recordar algo y chasqueó sus dedos―. Mejor hablemos de lo que vinimos a hacer ―comentó.
Francesca intentó la sonrisa y asintió.
― Ella es Allegra, la prima de Tiziano, y ellos son Bautista, Drake y Lina ―nos presentó Francesca. Lina se aclaró la garganta y levantó su mano como si estuviese en la escuela.
― Me gusta más la triada transnacional, aunque últimamente hemos sido la squadra transnacional ―comentó. Bautista la miró con toda la precaución y amenaza que puede infligir con sus ojos.... y eso es bastante.
La pelirroja sonrió de lado, seductora y peligrosa, y observó a ambos chicos que llegaron con ella.
― Es un placer conocerlos ―dijo ella―. Soy Aimée, y ellos son Jesse y Alex ―dijo con malicia, y pude percibir la tensión de ambos chicos―, pero puede que los conozcan por otro nombre...el corredor fantasma, y la sombra ―agregó.
No sé cómo, pero pude oír los pensamientos de todos con solo verlos. Aimeé se veía radiante, Francesca y Tiziano precavidos, mientras que Jesse y Alex sentían las miradas iracundas de la tríada.
Inmediatamente recordé el robo frustrado de ellos por parte de la sombra, y lo único que pude hacer fue agarrar la mano de Bautista para sujetarlo en el lugar.
― No ―le susurré viéndolo totalmente enfurecido, bajo aquella mascara de inexpresividad. Sus ojos verdes eran turbios y si matarán.... Hubiesen acribillado al tal Alex.
Pero aunque sostuve a Bautista no pude controlar a una Lina que fue directamente hacia él y le golpeó la cara con fuerza. Drake fue rápidamente a apartarla de él, rodeándola con los brazos por la cintura. Lina movía sus pies y sus brazos para zafarse, pero la fuerza de Drake era mayor.
Tiziano fue hacia Alex a ayudarlo, pero él se veía bastante bien. Y lo digo en todo sentido, porque pese a la sangre que salía de su nariz no opacaba la belleza que poseía. «¿En serio? ¿Estás sosteniendo al chico con el que te baboseas todo el maldito día, y te pones a ver a otro?» preguntó con ironía la maldita voz de mi cabeza. «Ey, solo se apreciar la belleza» me defendí. Ella puso los ojos en blanco, y mis ojos se posaron en Aimée que era regañada por Francesca como si fuese una niña.
Aimée se encogió de hombros, y Francesca decidió interceder un poco en la situación.
― Si quieren matarse, háganlo cuando todo esto haya acabado ―dijo con frialdad recorriendo los rostros de cada uno.
Vaya intervención...
― ¿Alex? ¿Quieres decir algo? ―inquirió. Él levantó la vista y se encogió de hombros.
― Eh... no creo que vengan tarjetas o haya frases hechas para ladrones disculpándose con otros ladrones por robarles ―comentó con sarcasmo. Francesca puso los ojos en blanco.
― Si la hubiese, diría algo como: Quise robarme tu cariño, pero solo logré quedarme con tu trabajo ―opinó Tiziano espontáneamente. Tuve deseos de cachetearlo, pero los gestos de pocos amigos de los demás lograron dar un efecto casi similar―. Son demasiados susceptibles ―murmuró levantando sus manos en estado de rendición y se fue a sentar en un sillón.
¿Mira quien se queja?
Los tacones de Aimée volvieron a resonar en su camino por la habitación hasta llegar al sillón, sentándose pesadamente junto a mi primo. A ellos, se unió Jesse que movía su pelo de un lado a otro.
― Siempre me divierte ver como Alex es detestado ―murmuró él, tomando el lugar al otro lado de Tiziano quien sonrió. Alex les dedicó una mirada venenosamente―, pero sabes que todos te terminamos queriendo ―agregó para no empeorar la situación, mientras yo volví a mirar a Bautista.
―Tranquilo, no vale la pena ―le susurré, deseando poder convencerlo de alguna forma. Él negó con la cabeza, y me sentí desilusionada.
Cerró los ojos, y vi como la fuerza de su cuerpo se volvía mayor para luego ceder poco a poco.
― Ya está ―dijo él, casi para sí mismo―. Habíamos creído haber perdido buena plata, pero lo que nos pagaron por la pintura logró remediar lo sucedido ―dijo abriendo los ojos, y mirándome fijamente.
Las emociones que se arremolinaban en sus ojos me hicieron estremecer, sin saber si era de emoción o de tristeza. Había una mezcla de vitalidad, melancolía, decepción y triunfo en los pequeños gestos de su rostro.
Bautista me sonrió, y levantó su mano con la mía sosteniéndolo para depositar un pequeño beso que repercutió por todo mi cuerpo, como un placentero hormigueo del que me estaba volviendo adicta.
Sonreí, y suspiré aliviada.
Un par de frenéticos aplausos hicieron que la atención de todos estuviese en Francesca. Ocho pares de ojos estuvieron puestos en la figura alta y curvilínea de ella, que parecía ser mas altiva siendo el centro de atención. Se veía bella y radiante, e internamente deseaba ser un poco como Francesca; tener el poder de hacer sentir a las personas bien tanto con su presencia como con sus palabras, y ese embrujo que genera con su personalidad.
― Voy a proponer lo siguiente ―dijo cautelosamente―: comida, alcohol e intentar limar asperezas, para proceder con la primera parte del plan ―agregó.
Ninguno pareció negado a esa idea, pero ella me miró a mí en busca de confirmación. Yo asentí, y Francesca me sonrió transmitiéndome su optimismo... o quizás, era al revés, porque en vistas del equipo que se había formado, sentía que no faltaría nada para encontrar a Matteo.
Y hacia allí íbamos, hacia la operación salvataggio.
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