Epilogo. Sin penas ni arrepentimientos
Siena, Italia. Junio. Un año después.
Tiziano
Francamente, nacer en una familia que es una organización mafiosa no es fácil ¿Que quieren que les diga? Pero tampoco te imagines mi vida como la película de El Padrino con Don Corleone. En realidad, mi abuelo no da tanto miedo como él... bueno, siempre y cuando hagas lo que él quiera.
Espera, ¿Cómo que quien soy? Quiero que sepas que me heriste en lo más profundo de mí ser, y sí, tengo sentimientos. Hoy en día no es fácil ser un hombre con mi atractivo y que se preocupen por tus sentimientos. Per l'amor di Dio.
Mi nombre completo es Tiziano Lorenzo Materazzi, y tengo veintisiete años. Mis padres son Antonia y Lorenzo Materazzi, tengo cuatro hermanos, doce primos, siete sobrinos, y muchos, muchos tíos. Complicado, ¿no? Y eso que ni siquiera te dije los nombres.
Me acomodo contra la silla para poder seguir disfrutando del hermoso paisaje que me rodea, en la finca de mi familia. El verde de las plantaciones, el cielo azul y el sol en lo alto es lo que representa tanto a la región de mi Toscana querida. Suspiré ante los recuerdos que me rodean, y no puedo evitar la nostalgia.
Te preguntaras como es la vida luego de lo ocurrido en Buenos Aires, ¿no? La respuesta es... tranquila. No hay más persecuciones, ni empresarios obsesionados con piezas viejas, ni policías que me busquen. Es casi como una vida de retiro. La realidad es que nunca necesite trabajar, aunque técnicamente nunca trabaje, pero lo mío siempre fue el arte y creo que llegó la hora que lo demostrara de otras formas. Así era como comencé a pintar más seguido, incluso algunas obras han sido expuestas en importantes muestras.
Cierro el libro que tengo en mi mano y lo dejo sobre la mesa que me acompaña en esta tarde calurosa. Respiró hondo y me embriago del olor al sol. Los murmullos de alrededor se hacen cada vez más pronunciados y me obligan a observar.
— ¿Qué haces ahí sentado haciendo vida de viejo? Ven aquí a tomar de este vino —me exigió Aimée queriendo hacerme estar de mejor humor. Sonreí tenuemente y negué ante la perspectiva de que en pocas horas la colección de vinos de mi familia podría ser destruida. Solo rezaba para que el abuelo tuviera clemencia.
Aimée me miró horrorizada, y movió sus manos desestimando mi actitud. Esta francesa estaba totalmente loca, pero en un sentido bueno. La vi irse hacia el interior y de pronto la música comenzó a sonar a todo volumen. ¡Por dios! Menos mal que esta finca esta a kilómetros de distancia, y que en la casa no hay nadie a quien le moleste.
— ¿Qué mierda estás haciendo? —gritó Jesse. Bueno, a él si parecía molestarle.
—Mon cher, solo disfruta —exclamó Aimé agarrándolo de la mano y arrastrándolo hacia afuera para obligarlo a bailar. Este al principio se negó pero luego comenzó a hacerle caso, hasta que comenzaron a besarse y yo decidí que hasta ahí podía presenciar.
Ellos habían estado saliendo desde hacía más o menos medio año, pero la costumbre de pelearse nunca la perdieron. Las continuas peleas de Aimée y Jesse me recordaban a Lara, y un extraño sentimiento me recorría. Cada minuto lejos de ella me hacia extrañarla aún más, y solo podía pensar en lo sucedido. Dante, él había sido nuestro infierno hasta el último segundo.
El sonido del rugido de un auto me distrajo y me senté mas erguido para observar como un auto negro se acercaba. No identificar quien iba adentro, pero observaba dos personas. Le eche un vistazo a Aimée y Jesse, quienes seguían bailando, y me puse de pie para ir hacia él.
Cuando se frenó, espere impaciente a que se abrieran las puertas. Quien primero salió fue una chica, mediana y de cabello rubio oscuro, sus ojos negros me estudiaron con cuidado y se giró hacia el piloto. El chico se veía igual que siempre, con esa apariencia de malhumorado y reservado que era solo una fachada para la personalidad tan distinta que tenía. Vestía un jean y una remera blanca, lo que lo hacía ver extraño sin nada negro más que sus ojos y su pelo. Alexis me recorrió de pies a cabezas con una mirada analítica.
—Hasta que te decidiste a venir —escuché a mi lado, y me asusté ante la inesperada presencia a mi lado.
Alta y curvilínea, tenía un vestido del azul del mar. El viento movía su pelo con entusiasmo, al igual que su vestido, haciéndola ver etérea e imposible de creer. Posaba sus manos en su cintura, y observaba a Alexis con molestia. Él sonrió sabiéndose culpable y se rascó la cabeza.
—Lo siento, Frances —murmuró él, seguramente sintiéndose atravesado por sus grandes ojos azules como el hielo que eran la perdición de cualquier persona, sobre todo de mi.
Ella se cruzó de brazos y meditó que hacer. Era hermosa e irreal, y solo me hacía sonreír como un idiota enamorado.
—Serás perdonado, solo si vas a buscar a Gael y a su mujer en la ciudad —le dijo ella con una ligera amenaza.
Alexis miró a la chica quien le sonreía con ternura, y asintió. Pero pobre bastardo, si hubiese llegado a tiempo no estaría sometido a su voluntad hasta que los festejos terminaran. Yo me puse de pie, riéndome divertido y la abracé por la cintura. Ella se giró hacia mí con una sonrisa y me besó.
—Feliz cumpleaños mi amor —le dije.
***
Francesca
Eh... creo que en tu cabecita debe haber muchas preguntas, ¿no? Bueno, la verdad, es que soy un fantasma. No, mentira.
Estoy viva, más viva que nunca, y viviendo la vida que siempre quise. Atrás quedaron mis días como Lara Estrada porque ella murió en Buenos Aires, hace ya un año. Atrás también quedaron mis seudónimos; basta de Emmanuelle, Summer, Rebecca y Catherine. Hoy en día tengo otra vida como Francesca Materazzi.
¿Qué es lo que sucedió y por qué?
El porqué es más fácil de responder. Dante, aún con la diadema, en ruinas o no, no dejaría de buscarme. Así que era sencillo lo que tenía que suceder, mi vida como Lara debía terminar. Lo que no era sencillo era como hacer para morir sin morir. Ahora, para responder como sucedió debo remontarme a tiempo atrás y vayamos por parte dijo Jack.
En el momento en que yo entré en la Corporación Cervantes, Jesse ingresaba detrás de mí haciéndose pasar por un prestigioso empresario que tenia deseos de querer hacer trato con Dante y su socio. Unos pasos más atrás, Aimée también ingresaba al recinto vestida como secretaria. Así que mientras yo me escurría hacia el ascensor para no ser detenida, ambos me ayudaban a deshacerme de ellos, entreteniéndolos.
Habiendo pasado todo eso con éxito, terminé sentada tras el escritorio de Dante sabiendo que allí había información importante. Saqué de mi chaqueta el pen drive que Aimée me dio, y lo instalé en el portátil que estaba allí pero no tuve mucho tiempo disponible ya que habían comenzado a llegar la seguridad y el socio de Dante, quien tenía una cita con Jesse así que me dio más tiempo para seguir trabajando.
Entonces, llegó el momento en que Dante hizo acto de presencia y el infierno se despertó. Tras el revuelo que hubo en las oficinas, el piso quedó totalmente vacío, por lo que Aimée logró colarse en la oficina del socio de Dante para obtener más información de allí. Simultáneamente, Alexis entraba a la oficina de Dante para producir la gran sorpresa.
Sé muy bien que piensas que él es un traidor, pero en realidad no lo es. ¿Por qué? Él era, como en las películas de espionaje, un doble agente. Y hay una pequeña cuestión que omití decirte, y es que siempre supimos que él era ahijado de Dante. ¿Desde cuándo? Desde que se unió en Malibú. Él tenía razones de sobra para estar en nuestro equipo, porque Dante Cervantes era el culpable del asesinato de sus padres. Dante, como el vil monstruo que es, no tuvo reparos en mandar a matar a su prima. ¿Y a que no te imaginaras porque los mató? No solo para quedarse con la herencia de su abuelo, sino más que nada para obtener la diadema de esmeraldas. Lo que vuelve a Alexis el propietario legítimo de la joya.
¡Lo sé! Todo esto es una perversa y maquiavélica locura.
Y ahora, nos trasladamos al momento en que nos encontramos en la casa. Yo atrapada en el auto y queriendo zafarme de las esposas. Alexis pestañea y pasa su mano por su pelo para hacerme saber que Tiziano ya sabe que estamos ahí. Por lo que me doy cuenta que él debe estar aparentando descargar archivos desde la casa de Dante, donde supuestamente se encuentra Aimée, siendo que la verdaderamente información de ese lugar la obtuvo Alexis el día anterior.
Lo siguiente es la parte del disparo. Algo en que habíamos todos concordado era en que intentaría matar a Tiziano, incluso el mismo Tiziano lo reconoció. Él nunca me mataría porque sabíamos que él es un enfermo que está obsesionado con una estúpida joya y conmigo. Y ahí es donde está la parte en que terminamos su obsesión conmigo, haciéndome morir. Lo primero que hicimos, fue hacer que Alexis cambiara las balas, lo segundo, fue tener chalecos bajo nuestra ropa, y lo último, era recurrir a nuestras actuaciones.
Y nada, eso es todo amigo. ¿Qué? ¿Qué paso con Dante? Bueno, como lo digo... Se está pudriendo en el infierno como todos deseamos, haciéndolo pagar por todo lo que ha hecho. Mientras que la diadema ha sido devuelta a su verdadero dueño, quien terminó destruyéndola, y fue la mejor elección que pudo hacer. Recuerdo como si fuera ayer cuando sucedió eso, hicimos una fiesta que duró cuatro días.
¡Por dios! He quedado exhausta de tanta explicación.
Respiró hondo y me acomodó contra el pecho de Tiziano, quien deposita un beso contra mi pelo y siento sus manos frotar mis brazos. Cierro los ojos para sentir todas las sensaciones que genera y sonrió. Sé que a él le sucede lo mismo y eso me encanta.
Nos encontrábamos en el comedor de la finca, donde vivíamos desde que había vuelto a mi vida italiana. Era una vida de ensueño que adoraba, y de la cual no me quería despegar. En la larga mesa había todo tipo de comida y de bebidas, y me encontraba rodeada de mis seres queridos. Estaba en familia y eso era lo que más me importaba. Aimée y Jesse discutían como siempre. Observaba a mi hermano Gael y a su esposa Laura, con quienes había seguido manteniendo contacto pero siempre ocultando la realidad. Ambos conversaban con Sonia, la novia de Alex. Baje mi vista de ellos y sonreí para mis adentros, pero fui descubierta por Tiziano que dejó de hablar con Alexis y me miró con suspicacia.
— ¿Algún día le vas a decir la verdad? —pregunté mirando a Alexis.
Él sonrió, encogiéndose de hombros. Le echo un vistazo a su chica y se acercó a nosotros.
—Aún no lo sé, ella sigue creyendo que soy profesor de arte universitario —respondió viéndose culpable.
Aimée y Jesse dejaron de discutir para escuchar la conversación, y no pudieron evitar reírse al igual que Tiziano y yo. Hay que admitir que nadie se lo imagina como profesor. Nuestras risas se atenuaron y quedamos en silencio, admirando la normalidad en mi hermano y en aquellas dos mujeres. Envidiábamos la sencillez en sus vidas, porque tenían problemas de personas normales, no como los que solíamos tener.
—Y...—murmuró dubitativamente Aimée mirando alrededor—, escucharon hablar de la vasija roja del Museo de New York.
— ¿La que fue creada por una antigua tribu india, y que tiene sangre y ladrillo? —preguntó Tiziano, y Aimée asintió.
— Una pieza singular, creada para hacer brebajes que los conectaba a los dioses, y una de las civilizaciones más avanzadas —agregó Alexis con sabiduría, y yo lo miré con atención.
—Está valuada en millones de dólares —comenté.
—Y esta por ser vendida a un coleccionista ruso —murmuró distraídamente Jesse.
Ninguno dijo mas nada. Miramos distraídamente a nuestra compañía, y por último, intercambiamos miradas llenas de incitación. ¿Qué? ¿De verdad creyeron de saldría de este mundo tan fácilmente? ¿Acaso no me escucharon? Si eres bueno en algo... no lo abandones.
Y así amigos me despido. Antes me llamaba Lara, y ahora soy Francesca, de 28 años; hermana, amiga, esposa y la más genial e irresistible estafadora.
¿Seguro qué es el fin?
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