7- Yo confieso.
Meses después de aquella dolorosa batalla, la bruja estaba en cierta calma, pero impuesta por el momento. Pues no había mucho que neutralizar y su servicio mágico se pausó por eso.
Junto con Galaga habían tomado a Zoe como una nueva integrante de la amistad que llevaban. La castaña era ágil, con magia un tanto peligrosa tanto para la víctima como para ella misma. Además de astuta con las lecturas de manos y tarot, lo que los ayudaba cuando no sabían como conseguir dinero para subsistir.
Eran buenos amigos los tres juntos pero con Arabella se había entendido desde el primer momento a pesar que en ese primer momento se atacaron de manera mutua. Fue una conexión instantánea, por pura magia.
Una madrugada, el sol iluminaba apenas, aun que no había salido por completo. Los pájaros cantaba pero el gallo que tenían como despertador aun indicaba que podía seguir descansando. Sin embargo Arabella estaba despierta desde mucho antes, como en los últimos días. Daba vueltas en la cama. Estar sin trabajar o sin ir de un lado a otro le molestaba.
—Ya para.— susurro Zoe dándole una leve patada.—Aun no a cantado el gallo, quiero seguir durmiendo.
Arabella dio una risilla, creyendo que no la oía, pero la castaña se volteo a vearla, haciendo que la rubia se paralizada del susto.
—¿De que te ríes? Yo seré campesina pero al menos no fui una boba que vivió rodeada de lujos.— le reprochó.—¿A ti que despertaba si no era el ruido de esa molesta ave?
Arabella divagó entre sus recuerdos un tanto lejanos. A veces le gustaba pensar en su tiempo en Camelot. Después de todo era el único pasado que recordaba con suma claridad.
—A mi me despertaban las dulces doncellas de Camelot, a veces me peinaban, y decoraban mi cabello con flores.— respondió a modo de burla.
Se pauso haciendo memoria. Sonrió, e hizo hizo brotar unas luces rosas de su mano.
—Pero hasta los diez año me despertaba la servidumbre ajetreada del trabajó.— continuó.—Mi madre hizo que me despertaran las docenllas hasta que deje de llorar por mi casi trágico final.
Zoe cubrió su rostro por la agridulce respuesta de Arabella. Después de todo tenian mas en común de lo que imaginaban. Dos niñas huérfanas que trataban de sobrevivir.
—Tambien viví un tiempo en Camelot, y te supe ver corriendo por los pasillos siendo perseguida por alguien.— contó.
—Me tendrías que haber hablado, hubiéramos sido grandes amigas, sin todo esa carta de presentación.— dijo sonriendo con cierta pena.
—No, lo mejor para personas como yo era estar ocultas.— dijo.
Arabella sonrió, un tanto avergonzada por no haber prestado tanta atención a las personas que la rodeaban. Después de todo, a pesar de casi morir, luego de ese día ella fue una princesa. Su vida fue un poco mejor cuando Morgana se hizo cargo.
Ocultarse se convirtió en un juego mas que en un modo de vida.
—Tambie solía hablar con el chico ese de cabello oscuro, que siempre iba detrás de Merlín.— contó medio ocultado su rostro un tanto avergonzado.
Una sonrisa infantil se dibujo en el rostro de ambas.
—Si, Douxie, él y yo...— estaba por decir lo que para muchos era obvio pero fue interrumpida por una confesión.
—Yo confieso, que me gustaba.— dijo de manera risible, como si fuera una niña.—Pero nunca se lo pude decir.— añadio.—¿Qué me querías contar? Perdón, te interrumpí.
Una extraña sonrisa se dibujo en su rostro, esa confesión era algo nuevo. Nunca antes conoció a una persona que compartiese los mismo sentimientos, hacia la misma persona.
Nerviosa, apago la pequeña luz que levitaba frente a ellas.
—Nada, que eramos excelente amigo. Ah y con Circe también, muy bueno a decir verdad, la hubieras amado.— respondio apresura. —Magia, me dio sueño, durmamos hasta que cante el gallo.
La castaña ignoró el extrañó comportamiento, creyendo que estaba así porque aun le faltaba recuperarse de su último trabajo.
—Bueno, nos hagamos bollitos de pan, hace mucho frío.— sugirió cubriendose la cabeza con la manta.
—¿Podemos decirle a Galaga que venga con nosotras?
Zoe dio una fuerte risa que se escuchó por toda la pequeña casa.
—¿Estas loca? No voy a dejar que ese mujeriego se meta en mi cama.
Desde el otro lado el castaño se quejo tras lo ultimo que Zoe dijo, llevándose como respuesta la risa de las dos amigas.
Luego de aquella charla se quedaron dormidas hasta que el suave calor del sol y el cantar del animal molesto las despertó.
Arabella no sabia muy bien como manejar aquella confesión. Por un lado nacía la culpa de haber tenía un poco de lujo en su vida a pesar de lo trágica que fue y por el otro la aplastaba aquella sensación que gracias a los pobres lujos es que pudo acercarse a Hisirdoux, y acaparar gran parte de su tiempo. Se empezaba a cuestionar como es que no veía mas haya de las únicas personas que conocía en el castillo.
—Muy bien Arabella, te llevaste toda la atención Douxie y ahora hay un pobre corazón que ni siquiera se pudo confesar.— se decía a si misma.
Agrandando tanto como podía aquel drama.
Fue hasta donde se encontraba Galaga escribiendo algo bajo el sol de la mañana; ella necesitaba caminar y sacar de su pecho aquella mordaz sensación, y como siempre veía en él un confidente que se llevaría cualquier secreto a la tumba.
Como un pájaro canto todo desde su interior. El juglar le prestaba tanta atención como la rapidez de sus palabras se lo permitían. Hasta que la detuvo cuando le perdió el sentido a la historia.
—Bueno, pero es normal que pase ¿Entiendes? Como dice el dicho "Lugar y momento equivocado." para ella.— dijo con cierta frialdad tras la confesión.—No siempre se puede complacer a todo el mundo ¿Entiendes eso?
Si algo tenía claro Arabella es que los sentimientos ajenos le afectaba mas de lo normal.
—No entiendes, yo me di el lujo de irme de la vida de Hisirdoux, mas veces de las que recuerdo, con la garantía de que siempre nos volveremos a ver porque estamos hilados, y ella no pudo ni siquiera ser rechaza.— paso las manos por la cara, estirado sus facciones.
—Arabella, shhh.— la callo bastante tarde Galaga.
Zoe había escuchado todo. Lo que mas le mostaba era hecho de la liviandad con que la bruja hablaba sobre que Hisirdoux y ella siempre estarán unidos.
—No, Zoe, espera, no quise...— dijo caminado a ella.
—¿Sabes? Algo sabía, sobre la linda chica a la cual él se le confesó, y me sentí mal pero no molesta, porque sería feliz.— dijo negando con la cabeza.—Pero ahora entiendo que solo eres linda por fuera.
Fue lo último que dijo para luego marcharse, sin dejar que Arabella le diera una explicación de sus palabras mal usada, o mal entendidas. Galaga camino hasta la bruja, poso una mano sobre su hombro, y lo vio con cara de pena.
—Arruine todos.— dijo por lo bajo.—Ahora solo soy un mal recuerdo.
Tomo aire y una idea cruzó por su mente.
—Los recuerdos pueden ser borrado.
—¿No crees que estas siendo demasiado generosa a un problema muy mundano?— preguntó Galaga.
—Creo que se de alguien que me puede ayudar con eso.— continuó ignorando a Galaga
No estaba muy segura de donde se encontraba aquella persona que le podía ayudar. Si recordaba, vagamente, que el tiempo que estuvo en la casa de té para brujas, le dijo que siempre la podía encontrar si la necesitaba.
—Ven a verme cuando estes en apuros.— le dijo antes de irse de ahí.
Ahora se sentía mas en apuros que nunca. Su mente era dominada por aquella sed de arreglar un tontería sin importar los costo. Cualquiera diría que estaba siendo dominada por sus propias emociones.
Quien lo dijera estaba en lo cierto.
Se marchó ese mismo día, sin un rumbo. Solo con una pista poco confiable, las ráfagas mágicas que llegaba a sentir debes en cuando.
Monto a White, y cabalgaron hasta los limites de la villa en la que se hospedaban.
Se pasaron dos pequeñas aldea, hasta llegar a un pequeño pueblo oculto, mas intimo que otros que ya había conocido. Quien habitara ahí lo hacia para esconderse.
Siguieron el hilo mágico, que antes era una pobre ráfaga, hasta una pequeña casa, un poco alejada de la vista del mundo.
—Muy escondido ¿No crees White?
—¿Crees que es una buena idea? No me agrada que te borres la mente por una torpeza emocional de humanos.— dijo la gata.
Toco la puerta, ignorando lo que su familiar le decía. Nadie la atendía, la casa parecía vacía.
—Deberias hacerle caso a tu gato.— le dijo la voz de una mujer a sus espalda.—Por algo son nuestros familiares.
En cuanto Arabella dio la vuelta, una punzante daga amenazaba su garganta.
—Por todos los brujos, no término de acostumbrarme a estas bienvenidas.— dijo apoyando un dedo sobre el filo para bajar el arma.—Hola, Margaret, digo Peggy.
La mujer de corta cabellera castaña, bajo la daga, y se disculpó por atacarla. No había pasado tantos años de la vez que se conocieron sin embargo Margaret no creía que volvería a ver la bruja.
—Solo soy precavida.— dijo abriendo la puerta para que pudieran pasar.—Cuando menos lo esperas le ponen precio a tu cabeza.
—Ni que lo digas hermana.— dijo graciosa la bruja yendo tras ella.
Sirvió algo para que las gatas coman, y té para la rubia.
—Es una estupidez lo que quieres hacer.— dijo antes que Arabella pudiera decir algo.—Lo se por experiencia, creo, ya sabes, lagunas.
Se río pero a la vez en sus ojos verdes se podía notar que algo la preocupaba.
—Vamos, no voy a rogar que enseñas a hacerlo, solo te lo pediré amablemente.— le guiño el ojo, esperando a que los efectos de sus encantos hagan su magia.
—No has cambiando en nada, sabes que no puedes engañarme.— respondió ante la sutil magia de la bruja.
Arabella sonrió bebiendo un gran sorbo de té.
—Esta bien, te enseñare, pero no lo uses mas de la cuenta, ni muy seguido. Mejor si no lo usas.— cambio de opinión un tanto abrupto pero no del todo convencida.
—Eres la mejor.— dijo Arabella sintiendo.
Peggy le enseño como hacer el hechizo para borrar la mente tanto de una misma como la de otra persona.
—Solo recuerda que siempre quedan residuos.— le dijo antes de que Arabella se marchará.—Siempre estamos destinados a ser.
Aquellos último le estrujó un poco el corazón a Arabella. Borrar a Zoe de la mente aún sabiendo que si la vuelve a ver sentira que de algún lado se conocen no era lo que entendía por borrar recuerdos.
—El corazón quiere lo que el corazón quiere ¿No?
—La verdad no creo mucho en eso pero algo así.— le respondió buscando tranquilizar un poco a la bruja llena de culpa.—Solo ten cuidado.
Se despidió de su amiga con un fuerte abrazo jurando que algún día se volverían a ver.
Cabalgando por el bosque, pensando que tan buena era la idea que aun rondaba por su mente. Quizás Galaga tenía razón y afrontarlo como lo haría cualquier humano sería lo mejor, pero ella no era humana.
Llegó a su pequeño hogar, que tampoco lo seria por mucho. Delante estaban sus compañeros de casa hablando. Cuando ambos la vieron, Zoe la miro mal, entonces supo aun seguia enojada.
—Debiste hablar con ella, como hacen los humanos.— le dijo White.
Sin esperar que la yegua se detuviera, salto de esta, trastabilló un poco. Luego de recuperar la estabilidad corrió hasta donde estaban Zoe y Galaga.
—Debemos hablar.— dijeron al unísono cuando estuvieron cara a cara.
Zoe estaba sorprendida.
—Espera, no seas tonta, Gal me contó lo que vas hacer, es una estupidez.— dijo a modo de súplica.—Fui muy dura contigo, no eres mala.
Pero Arabella sabia que mentía, y que se sentía mal, al menos un poco traicionada. Podía notar la tristeza en sus palabras.
Al menos era lo que su corazón sentía.
Antes de todo por su mente repasó lo bien que estuvo con ella las últimas semanas. No sentía culpa, sentía pena. No iba a dar marcha atrás, no, por el bien de ambas.
—Esta bien.— dijo conteniendo sus lágrimas.
Arabella la abrazo, con mucha fuerza. Canto el hechizo tan bajo como puedo, y en segundos, cargados de dolor, los recuerdos que ambas compartían se diluyeron. Se hicieron humo en sus mentes, dejando solo la sensación de haberse visto antes.
Todo corazón esta destinado a ser en el corazón de otro.
Se soltaron, y ambas se ruborizaron al notar que quedaron tomadas de las manos.
—¿Te conozco de algún lado?— pregunto la rubia.—Tus ojos...
—No, pero tu ¿Ya nos vimos antes?
Galaga quien presenciaba todo a la distancia, se acercó para intervenir en lo que fue una mala idea.
—Ah, mi cielo.— le decía tomando a Arabella por uno de los hombros.—Ya dijimos que debemos dejar ir a las visitas. Nada de aferrarse.
—Lo siento, esta cabeza de novia.— le siguio el juego.
Galaga le paso el bolso a Zoe, y luego de que ambas se despidiera, mas como desconocidas, se marchó sin un rumbo, con el sol bajando como única compañía.
—Agradable chica ¿Caza recompensas?— preguntó sin quitar los ojos de la figura que se iba perdiendo en el horizonte.
—Asi es dulzura, pero es de las buenas.— le respondió pasando un brazo por los hombros de la bruja.
—Es una lástima.— sentencio.
★★★
Muy buenas ¿Cómo les va?
Este capítulo es puro conflicto, y acá presenciamos el primer delito mental de muchos. Con la participación especial de Peggy de mi friend fanfictioner67
Adiós Zoe, que fuerza te acompañe.
Bueno chiquis, sin mas que decir hasta la próxima, besitos, besitos, chau, chau.
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