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22- Soltar y fluir.

   Luego de aquel momento en el ascensor, Hisirdoux sentía que flotaba en el aire, tanto así que no se había percatado de la falta de su familiar hasta que este llegó dando un brusco salto sobre el hombro.

—Oh, ahí estas amigo ¿Todo bien?— le preguntó al gato asustado.

—Mejor no hablemos de eso, me causa escalofríos.— respondió el gato dando un leve temblor.

Caminaron por la ciudad, con cierta tranquilidad, sin quitar de su mente el beso que compartió con Arabella. Se sentía como un adolescente de ciento dieciocho años. Suspirando de amor una y otra vez.

Mantenía cierta esperanza, hasta expectativa sobre que al final pueda hacer que Arabella se una a él y a Circe, que pudiera conocer su hija. Ir por el mundo junto, como antes no pudieron nunca. Ansiaba poder decir al fin son pareja a pesar que la bruja aun se escondía, él podía esconderse con ella sin problemas.

De camino al departamento que compartía con la pelirroja, compró un ramo de flores, que usaría para defenderse de Circe por haberse ausentado demasiado. Aunque estaba seguro que la hechicera esperaría que él se ausentará mas de una noche.

Al llegar la puerta estaba abierta, como acostumbraban a dejar. Entro sin hacer tanto ruido, vio a Circe de espaldas en la pequeña salita. Se estaba acomodando la falda, mientras una taza de café y el periódico flotaba frente a ella.

Si algo había hecho la hechicera los últimos veinte años fue transformar su postura. Siempre decía que mantener la espalda derecha le daba a la otra persona un mensaje fuerte, o es lo que le quería transmitir a su hija. Que con ella no se podía jugar.

—Buen día, hermosa dama.— saludo, asustando a la pelirroja, provocando que derramara algo de café, y lo viera por el rabillo del ojo.—¿Rosas?— preguntó poniendo el ramo frente a ella.

Circe lo tomó sin darle una sonrisa de agradecimiento, camino hasta la cocina para buscar un frasco y dejar en agua a las pobres flores. Toco el frasco con su dedo, haciendo que una luz verdosa brotará, produciendo una gran cantidad de raíces llenas de vida. Las flores se revitalizaron, dando un brillo de alegría.

—Prefiero flores en maceta.— dijo yendo hasta el pelinegro, que se había sentado y tomado el periódico que ella leía.—¿Cómo estas? Me imaginó que bien.

Hisirdoux la vio, y frunció el ceño, por el mal humor percibido en sus palabras. Cuando Circe se levantaba del lado equivocado de la cama se notaba con solo ver su postura.

—¿Dónde está Livi?— preguntó ignorando a la pelirroja, viendo a todos lados.

—Salió con Zoe.— se sentó frente a él, sin antes quitarle el periódico de sus manos.—No me ignores, preguntó en serio ¿Cómo esta ella?

Se hizo un silencio palpable entre los dos ¿Cómo estaba realmente Arabella? Bien, aun que mas dispersa que lo usual, bastante asustada a pesar que comportarse así no era parte de ella, y muy cansada. Llena de secretos, de aquellos que no sabía si sólo él no los conocía; quizás la pelirroja si conocía alguno y nunca le dijo nada, porque así funciona un secreto. Así la percibió, pero no sabia como decirle a Circe sin que ella fuera corriendo a donde estaba la bruja. Desde la llegada de Olivia su instinto maternal la volvió sobre protectora.

—Bien, aún que me contó algo.— respondió sin verla.

Circe lo vio por encima del periódico, alzando una ceja.

—¿Sobre que?— indagó con un tono monótono de voz.

—Si lo sabes todo, para que me haces decirlo.— respondió encogiéndose de brazos.

La pelirroja apoyo el diario sobre la mesa, para ver mejor la postura del pelinegro. Cuando de su boca iban a salir palabras de regaño, Olivia entró alegre junto con Zoe. Se vieron con complicidad y llamaron al silencio.

—Hola papá.— saludo Olivia yendo a abrazar al pelinegro.—¿Dónde estuviste? Desde ayer que no te vemos.— preguntó con cierta inocencia en sus palabras. 

 Hisirdoux aclaró la garganta, tragando saliva de manera pesada, sonriendo de forma muy rara ante la curiosidad de la hija. 

—Estuvo con Arabella, todo el día, toda la noche, y toda la mañana.— respondió por él Circe. 

—Oh ¿Cuándo la podre conocer?— preguntó con cierto entusiasmo en su voz.

Con esa simple pregunta Zoe se ahogó con su propio aire, tratando de contener la risa tras ver el rostros de Circe, que al igual que a ella, la tomo por sorpresa.

—Ya lo veremos mi niña.— volvió a hablar Circe.—Ahora ve a tu cuarto, debo hablar con los adultos, o sea contigo Zoe.

La castaña la vio sorprendida, su mirada azul se abrió viendo a todos lados, sin entender nada. 

 Luego que la mas joven de todos se marchara. El semblante amable que tanto caracterizaba a Circe cambio, a un mas duro y preocupado. Hisirdoux hablo al fin de lo que Arabella le contó. No era algo que Zoe no supiera, pero la pelirroja, al igual que el mago, recién se enteraba en mas detalle de eso. 

—¿Tu crees que no se volverá a borrar la mente?— pregunto Circe preocupada.—Voy a ir a verla, me preocupa que siga haciendo estupideces. 

 —No, Circe.— la detuvo Zoe.—Si le caes así nada mas, vas hacer que desaparezca ¿Saben como es? No le gusta que la gente se preocupe.

 Haciéndole caso a la castaña ojiazules, Circe desistió de ir a verla, ahora solo tomo el teléfono sobre la mesa y la llamo, sin embargo nadie atendió.

—Debe estar durmiendo.— inquirió Hisirdoux, un tanto preocupado.—Llámala luego, sino yo iré por ella.  

Luego de varias llamadas sin ser atendidas, Circe mando a Cáliz hasta donde vivía la bruja. Al llegar y no ver a nadie, fue de regreso a su familiar, comunicándole lo que pasaba. Otra vez llamaron, y otra vez nadie respondió. La preocupación creció en todos, le perdieron el rastro una vez mas. 

—Quizás ya se marcho, ya saben.— dijo Zoe    

 Sin embargo Hisirdoux no pensaba lo mismo, o no quería pensar lo mismo. No durmió en toda la noche a causa de su cerebro que no dejaba de maquinar sobre que algo malo había ocurrido. Salió en silencio como un ladrón, y la pelirroja lo detuvo.

—Escuche algo feo, debes ir por ella.— le dijo con pesar.

Hisirdoux corrió por una ciudad que dormía a medias; al llegar, toco la puerta del pequeño departamento hasta el cansancio. Cuando se iba a dar por vencido, puesto que nadie le atendía, escuchó unos pisadas arrastradas acercarse a él.

Al dirigir su mirada de desesperación hacia aquel sonido, Arabella estaba a unos pasos de él, emanando un apestoso olor difícil de descifrar si no se tenía conocimiento del té de hada, a punto de perder todas las fuerzas que le quedaban.

Arabella lo vio, y aceleró el paso a pesar de la falta de energía. En cuanto estuvo cerca, se prendió a cuello, ocultándose en su pecho.

—¿Qué paso?— preguntó el pelinegro, al notar que la fuerza del abrazo crecía.—Circe escuchó algo en la radio.

—Creo que cometí una locura.— respondió con voz temblorosa.

Luego de esa noche la bruja se tuvo que ocultar. Ahora si tenía razones mas para hacerlo. Le tuvo que rogar a los trolls para que la dejaran volver, ya que una de las reglas para que ellos la dejaran vivir bajo tierra era no traer problemas del exterior. Regla que rompió de forma peligrosa.

Hisirdoux sabia de su escondite pero no tenía idea se cuando salia a tomar luz. Al principio paso una semana sin noticias de ella, en un momento no sintió la diferencia con otras veces en que ella desaparecía. Podían pasar meses sin verla, hasta que lo hacía y un pequeño fuego le daba esperanzas de algo. Así por largo tiempo.

Cuando menos se dio cuenta ya era 1945, y estaba en Francia trabajando en un barco.

A diferencia de otras veces, dejo de buscar a la bruja, dejo de esperarla. Como si una parte de él sintiera que ya no servía seguir esperándola. Ella seguía entrando y saliendo de su vida, que ya lo tenía agotado, hasta que un día dejo de aparecer. Termino por creer que estaban destinado a no volverla a ver, y algo de paz le daba.

No perseguía ningún fantasma.

Una noche en el puerto, estaba cargando algo dentro del barco. Lanzando quejido tras quejido, trabajar con resaca era la peor de las ideas, pero se le había hecho una costumbre. Aun que peor que eso era la voz de Circe diciéndole que debía dejar de hacerse el tonto con la bebida.

Se freno en seco al escuchar una fingida voz masculina llamarlo tras suyo.

—Señor aquí hay solo obreros.— respondió sin darle importancia a quien le hablaba.

—Un obrero es justo lo que busco.— dijo Arabella con su voz normal.—Voltea tonto, que no tengo toda la noche.

Por un momento Hisirdoux se quedo pensado que hacer ¿Qué tanto quería verla otra vez? Dejo lo que estaba haciendo y agachó la cabeza, dando un largo suspiro de agotamiento. Una resaca, y un fantasma, era lo último que necesitaba para esa noche.

—Ahora trabajo, no tengo tiempo.— dijo volviendo hacer su labor.

Quizás para ambos era mejor así,

—Solo es un segundo, tampoco tengo mucho tiempo.— dijo Arabella mientras caminaba frente a él.—Vengo en paz, a despedirme.

Arabella estaba irreconocible, no llevaba ni una gota de maquillaje, una boina ocultaba su cabello. El pantalón ancho y rayado hacia que su figura se perdiera, y ocultaba su pecho tras una faja bajo una camisas blanca. Si no fuera por la voz era otro muchacho del montón.

No llamaba la atención.

Hisirdoux vio a ambos lados para cerciorarse de que nadie lo veía, la tomo de la muñeca, se alejó del muelle, a un sitio mas ocultó, donde nadie los vería y ella podía ser Arabella por un momento.

El pánico del eterno aprendiz se apodero de su ser, solo que no exteriorizaba, quería demostrarse a si mismo que sus sentimientos por la bruja no lo controlaban.

—Seré franco contigo, esto me tiene cansado, te deje de buscar porque me estaba volviendo loco al no encontrarte.— dijo con la voz quebradiza.

—Pero no es como sino no nos hubiésemos visto.— dijo ella dando un paso al frente.

—Solo por accidente.— le corrigió.

Se hizo hacía atrás, y paso una mano por su rostro cansado.

—¿Por qué no te quedas de una vez, o desapareces... Para siempre?— pregunto angustiado.

Una presión sobre el pecho de la bruja crecía a causa de la lejanía y sus palabras ¿Qué le diría? ¿Qué es lo que él quiere oír? Cualquier palabra seria un motivó para una nueva discusión. Pero no podía evitar sentirse lastimada.

—Eres un... Lo haces sonar tan fácil.— se limitó a decir sin verle a los ojos.—Todos creen que es fácil, quedarme o irme. Vaya opciones.

Hisirdoux le dio la espalda, ella seguía sin hablar, ocultando palabras. Dando vueltas sobre si, como siempre, sin ser clara.

—Suenas como si fueras la víctima.

—Y tu suenas como un gran tonto.— dijo si ofendida, mientras caminaban hasta quedar cara a cara.—Pero al menos reconozco que no soy una víctima, que tome malas decisiones, y es por eso que me ocultó, y desaparezco. Yo...

Sin esperar a que pudiera decir algo lo abrazo con fuerza a pesar que él no hiciera ningún movimiento, dejando en claro su enojo.

—Es la forma que tengo de protegerlos a todos, de protegerte a ti.— su voz se quebró por el próximo llanto, al sentir como los brazos de Hisirdoux lento la iban envolviendo.—No quiero que te involucren conmigo, no así al menos. Desearía que cada vez que le dijeras mí nombre a alguien piensen en mí como una buena bruja, y no un ser destructivo.

¿Cómo es que cuidar a alguien, protegerlo, era tan caro? ¿Por qué siempre alejarse es la mejor opción?

Hisirdoux se lo cuestionó tanta veces, que ya le parecía inútil buscar una respuesta lógica a eso. Mas que nada le parecía innecesario buscar la forma de retenerla, le costo aceptar que alejarse y esconderse era la manera en que ella cuidaba a las personas que amaba.

  Sus cuerpos se relajaron, meciéndose suave de un lado a otro, bailando sin música bajo la suave luz de luna que se colaba. Hisirdoux deseaba detener el tiempo, o volverlo al día que ella se marchó de Camelot, para convencerla de quedarse o irse con ella. Pero era imposible, tanto detenerlo como volverlo, solo debía dejarlo fluir aun que le doliera.

—Te quedan bien esos pantalones.— le comentó, para escuchar su risa una vez mas, o que su último recuerdo junto no sea llorando por una despedida.

—Si, tengo un trasero excelente aún que no se note.— río ella, mientras apoyaba su cabeza en el pecho del mago.—No te queda bien la resaca, deja de hacerte el malo.— le comentó pese a que Hisirdoux no le había dado señal alguna de haber bebido.—No te hagas ese daño, ni pongas loca a Circe.

Hisirdoux se detuvo, la abrazo con mas fuerza por el peso de sus palabras. Desde que había entrado en el nuevo siglo no paraba de meterse en problemas humanos.

—Yo...

—Debes dejar de buscarme, esta vez quiero intentar hallarte yo.— le interrumpió.—Y no por accidente.

  No quería oír lo que le estaba por decir, no quería involucrarse, porque sabía que desde la sombra no iba a poder ayudarlo en nada, y odia la idea de tener que pensar si se estaba o no metiendo en graves problemas y no poder hacer nada.

—Como guste hermoso caballero de cabellos color sol.— río el pelinegro, separándose de ella.—Solo porque me lo pides, dejó de buscar.—  dijo alzando su rostro desde el mentón.—No voy a mentirte, si no me lo pidieras, daría vuelta cada piedra con tal de dar con tu presencia.— sonrió mordiéndose el labio inferior.—No puedo con mí genio.

Arabella se sonrojó, algo que hace mucho no le ocurría. Había olvidado lo encantador que podía llegar a ser, y deseaba una vida normal para aprovechar ese encanto. No recordaba cuando fue la última vez que se durmieron juntos y amanecieron aun uno al lado del otro, o simplemente pasaron un buen día juntos.

Se despidieron con un fuerte apretón de mano, y pactando bajo la luna como testigo que ambos seguirían sus caminos sin importar nada.

Soltar y fluir.

★★★

Muy buenas ¿Cómo les va? Este capítulo es un flechazo al corazón.

Por si en algún momento se preguntaron porque no se cruzaron mas hasta la actualidad, bueno, aquí tienen la respuesta.

¿Se les hace conocido el final de este capítulo? Es porque es una reescritura de un capítulo de "Quedarse quieta."

Ante último capítulo *llora* la semana que viene se nos va esta historia.

Es trágico porque me gusta escribir sobre estos 😂

Nada mas que decir mis chiquis, besitos, besitos, chau, chau.

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