21-PrtIII, Los locos años '20
Despertó una hora luego del ataque sorpresa. Le dolía el cuerpo, mas que nada la cabeza a causo del golpe. Cuando al fin pudo localizar la vista, se encontro sentada, atada de pie y manos.
Buscando una salida, algo que la deje libre, notó que no la movieron del sitio, y a un costado, a White, como una pantera blanca, enjaulada.
—White, White ¿Estas bien?— preguntó con desesperación—. ¿White?
Arabella se movió para todos lados, tratando de zafarse pero fue en vano. Grito enojada y frustrada al darse cuenta que no saldría bien librada de ahí.
Unos pasos vacíos le provocaron escalofríos que le electrifico el cuerpo.
—Siempre la presa ¿No, Arabella?
—¿Qué demonios me hiciste, estúpida rusa?— pregunto enojada moviendo la cabeza a ambos lados para verla.—Estas cometiendo un grave error.
—No, yo solo te acerqué a ellos. El té de hadas, las lagunas mentales, el malestar.— confeso caminado al frente de ella.—La verdad, que muy difícil no fue, sos tan impulsiva e irreverente que tu misma caíste en la trampa.
Desdemona no esbozaba sonrisa alguna, le era imposible, sin embargo su voz era de disfrute, gozando de lo que tenía frente a sus ojos azules. Tomo su rostro, hundiendo en las mejillas sus uñas de un color celeste metalizado. Parecían garras de hielo que iban congelando su rostro.
—No entiendo como aun sigues viva.— murmuro, acercándose al rostro tembloroso de la bruja—. Siento curiosidad de esto.
—¿Quieres una clase? Se nota que tú no puedes evitar la estupidez como yo —murmuro—. Sabes que esto es un error.
A los minutos el lugar se volvió a llenar de gente encapuchada, que provocó miedo en Arabella. Desdemona se hizo a un lado para dejar pasar a quien era la líder del culto.
—Estas haciendo mal.— volvió a repetir Arabella cuando la encapuchada se paro frente a ella.
La persona misteriosa poso su pulgar sobre la frente de Arabella para dejar sobre esta una huella de color rojo que luego se esfumó. Empezaron a cantar un hechizo para dar inicio a un ritual de purificación. La bruja brillo por instante, su aura rosada paso a ser blanca para otra vez ser rosa. Su interior se agitó, haciendo que la magia le hiciera doler.
—Por favor detente.— jadeo a dolorida.—Te lo suplicó, esto es una locura.
—Lo siento, pero tu no entiendes, por algo te eligió para que seas su hija.— dijo con cierta emoción en su voz.
—No soy la única, hay docenas como yo.— la interrumpió, pero solo fue ignorada.
—Cuando Morgana vuelva, podrás entender de lo que hablo.— sonrió con cierta alegría mal sana.—Por cierto, me llamo Soledad.— dijo descubriendo su cara.—Puedes llamarme Sol.
Su rostro se le hacia extrañamente familiar. Juraba haber visto una mirada avellana similar en otra persona. Tenia una sonrisa radiante y su voz era melódica, mas los mechones de cabello castaño que caían sobre su rostro le hacia tanto recordar a él.
—Eres su viva imagen, pero actúas tan diferente.— murmuro Arabella.
Sintió un fuerte dolor en el pecho, como si su corazón se estuviese derrumbando ¿Cómo es que por años le pudo haber ocultado algo como una hija? ¿Qué tanto lo conocía?
—Y tu eres igual a los cuentos que él escribió. La hermosa doncella que encontró en su camino al declive, y que lo salvo de Minerva.— sonrió apoyando su mano en el respaldo de la silla para quedar mas cerca de su rostro.—Y ya que estas bajo mí mando, seré yo quien escriba los relatos de ahora en adelante.
Sol dio media vuelta sobre sus talones para ver a la gente que esperaban el siguiente paso. Alzo los brazos, a la misma a la misma altura de sus hombros. Sus manos se cubrieron con el brillo de una luz roja. La peligrosidad de su magia hizo temblar a la bruja presa de una hija de Galaga.
De a poco se fue vaciando el circular salón, dejando solo a diez personas, toda con diferentes tipos de magias.
—Recuerda niña, cuando termines con ella, déjala con algo de vida, que me encargo de la estocada final.— le aviso Desdemona a Sol, antes de retirarse.—Buen viaje Arabella.
•
Se dio inicio al ritual. Sol llamo a una bruja que le alcanzo un cuenco redondo, con un liquido vaporoso. Su terrible aroma entro por la nariz de la bruja que no dejaba de moverse para intentar zafarse de las cuerdas. Al reconocer el contenido, sus movimientos se hicieron mas convulsos.
—No lo hagas, te lo suplico.— rogaba con desesperación.—Me vas a matar, te arrepentirás de esto.
—El té de hada como baño nos es tan mortal como beberlo. Su efecto es diferente, te hace mas...— se detuvo a pensar alguna palabra.—Manipulable, maleable. Un empujón a abrir la mente.
Empezó a caminar a su alrededor a la par que cantaba un conjuro céltico que ayudaba a las brujas antiguas a conectar con sus almas viejas, mientras iba derramando el té brillante sobre la cabeza de Arabella.
Un grito de desesperación broto de lo mas profundo de su ser. Sus ojos empezaron a brillar con una luz rosada, y lagrimas del mismo color se derramaron, mezclándose con el liquido que la bañaba.
La extraña mezcla cayo, llenando unos surcos en el suelo que dibujan un símbolo extraño. Cuando el liquido dejo de derramarse, para terminar de mojar todo, el piso brillo.
La poca conciencia que quedaba se desvaneció. Su cabeza cayo pesada al frente.
•
El corazón de Arabella latía en un lento compas contra lo que se avecinaba. La magia ya no corría con normalidad por sus venas. Era lo que Morgana deseo en un principio. Una vasija vacía, desprovista de cualquier identidad. No era mas Arabella, ahora cualquier ser podía apoderarse de su cuerpo.
—Despierta, hija, se hace tarde.— la suave voz de su madre la sacó del sueño.
Arabella abrió sus ojos, lento, obligándolos a cerrarlos otra vez por la claridad.
—Que bien, ya estas devuelta con nosotros.— otra voz familiar la hizo reaccionar.—Les dije que aun tenia el toque.— festejo Circe.
—Ya déjenla, no ven que aun esta despertando.— indico Hisirdoux ayudándola a sentarse.—No te pongas muy cómoda, porque pronto tendrás que volver, afuera estará caótico ¿Cierto, Morgana?
La bruja vio en todas las direcciones para contar quienes era los presentes, Hisirdoux, Circe, White, Baltimore, Morgana, hasta Zoe. A lo lejos, acercándose al grupo, Galaga.
Estando cerca le sonrió. Esa sonrisa que no veía en nadie más, una que podía extrañar cuando menos se lo esperaba.
Arabella se espanto cuando este le extendió la mano para que se parada. Su respiración se volvió entrecortada por los nervios, por no entender nada de lo que pasaba.
—Estoy muerta ¿Cierto?— pregunto cuando estuvo de pie.
Arabella se tomo la cabeza atormentada pensando que habían acabado con ella con tanta facilidad. Tantos años huyendo del mismo destino para que una bruja adolescente inconsciente la capturada y con un solo ritual sencillo le diera fin.
—No, pero si no haces lo que Morgana te diga, seguro que si.— le respondió el castaño, deteniéndola por los hombros.
No sabía que tan real era todo, pero no le importo, y lo abrazo. Era cálido, como si fuese él realmente. A pesar de los años que pasaron desde su muerte, nunca olvidaría algo que aun lo relacionara a Galaga.
El juglar la apretó contra su pecho, no lo hacia porque él así lo quería, sino porque Arabella lo deseaba, lo extrañaba.
—Te extraño Galaga —murmuro.
—Debes dejarme ir, no te puedes quedar acá.— susurro, para que nadie mas que Arabella lo oyera.—Aun te queda camino, a todos esto les queda camino.
—Si me quedo ¿Muero, cierto?— preguntó soltando el abrazo.
—No solo tu, todos.— agrego Hisirdoux pasando un brazo por los hombros de Galaga, como si fueran grandes amigos.—Es raro decirlo pero deberás obedecer a tu madre.
Arabella los vio, a ambos, y su corazón brinco ante el pánico de ver a dos ex que nunca se llevaron tan bien, siendo amistosos entre si. Dentro suyo, insistía, que con ellos dos juntos, se sentía en el cielo.
—¿Desde cuando son tan amigos ustedes dos?— pregunto atontada ante la presencia de Galaga e Hisirdoux.—Claro, era lo que yo deseaba, que se llevaran así de bien. Creo que estoy muerta.— analizo, sin que la desesperación que crecía en su interior la dominara.—Oye Galaga, nunca me dijiste sobre una hija, ella esta demente.
—Si lo que pasa...—
Morgana carraspeo interrumpiendo la defensa de juglar, llevándose la atención de Arabella.
La bruja camino hasta ella, para quedar frente a la mujer que la protegió por diez años. Sus ganas de abrazarla eran inmensas, deseaba decirle lo mucho que la extrañaba a pesar de saber todo el mal que causo, sin embargo la mujer fue mas rápida, y la cubrió con sus brazos.
—Debes despertar, no quiero que tu seas quien ayude a nadie a traerme a la vida.— dijo con un tono maternal, que le erizo la piel a Arabella.—Volveré, pero no ahora.— susurró.
La hechicera estaba segura que algún día ella volvería a la vida, pero no a causa de que manipularan la mente de Arabella.
—¿Es verdad lo de la vasija vacía?— le pregunto separándose del abrazo.—No se si recordare algo de lo que me digas, pero solo quiero tener la sensación de que ese no era el propósito por el cual me hiciste tu hija.
—La verdad es que, si.— respondió sin reparar en nada, con cierta frialdad.
El rostro de Arabella palideció aun mas, y sus ojos se abrieron a mas no poder ante la sorpresa.
—Así era, pero cuando cada mañana veía tu cálida mirada despertar, le diste algo de esperanza a mi corazón.— continuo tomando su rostro.—Solo que me di cuenta de mi error muy tarde, ahora me arrepiento de no haberte educado como merecías.
Arabella la volvió a abrazar, quería sentir la calidez de su madre en sus brazos otra vez. Para cuando la soltó, noto que se estaba desvaneciendo. Su cuerpo estaba a punto de ser ocupado por alguien mas.
—Ahora aléjate de mi, y despierta.— le indico Morgana.—Si estas tan cerca puede que cambiemos de cuerpos, y yo quiero que sigas viva.
—Esto es cruel, siempre es cruel separarme de ti.— sollozo.
—La vida es cruel, pero esta en nosotros hacerla mas llevadera.— rio Morgana.
—¿Te volveré a ver? Si es así espero que no seas tan ¿Mala?
Lo ultimo que escucho Arabella fue la sonorosa risa de Morgana desvanecerse junto con su figura y la de sus amigos.
—¿Cómo despierto?— se preguntó viendo a su alrededor.—Maldición, y su falta de claridad en todo.
Se encontraba sola en la oscuridad, cubierta con hilos dorados que caían rasgados al suelo. Empezó a caminar en el reino de las sombras, sin un rumbo aparente.
No estaba asustada, mas bien desentendida de todo, porque no estaba entendiendo nada de lo que ocurría.
Una luz rosada se abrió paso en su camino, y unos maullidos de desesperación provenían de ahí. Su ligera caminata se convirtió en una carrera contra ella misma para librarse de la oscuridad que la cubría.
Al abrir los ojos, tenia el collar en la mano a punto de ser encastrado en un mural con una pintura bastante peculiar de Morgana.
Pestañeo un par de veces, tratando de entender lo que pasaba. Vio a un lado donde estaba Sol, sin creer que Arabella haya vuelto en si. Dio un paso atrás cuando noto que sus ojos cálidos como el café se tornaron tan violentos como el fuego.
—¿Qué demonios esta pasando?— preguntó Soledad, con miedo en su voz.
—Lo que pasa es que te lo advertí, niña tonta.— respondió furiosa Arabella, caminando hasta ella.—Te dije que esto era una pésima idea, ahora me tienes libre, y muy enojada.
La joven bruja podía sentir como de a poco la energía mágica de la mayor iba creciendo, haciéndola sentir algo débil, como si su propia energía se fuera alejando de su cuerpo.
Cayo de rodillas ante ella.
Arabella alzo una de sus manos hasta la altura de la cadera, se cubrió con una brillante luz rosada que parecía escurrir de los dedos. Hizo un errático moviendo con la mano, y rompió el candado mágico que apresaba al familiar.
White, como una gran pantera, salto en libertad frente a la bruja, rugiendo tan enojada, o quizás mas enojada que su familiar.
—Calma White.— dijo la rubia subiendo a lomo del gran felino que iba tomado la forma de un dragón blanco, parecido a una serpiente gigante.—¿Conocen el rumor del mal augurio? Es una lastima que la mala suerte tire estos muros viejos.
White Dragon empezó a caminar en circulo cerca de los muros, atrapando a la gente que aun quedaba en el centro. Mientras, Arabella iba deslizando los dedos por la gruesa piedra, dejando tras estos líneas brillantes que se iban expandiendo hacia el suelo y el techo.
Los gritos de desesperación no se hicieron esperar. Los encapuchados querían correr pero no tenia hacia donde ir. White lanzaba fuego, y gruñía enojada.
—Eres el mal legado de Galaga.— le dijo Arabella a la bruja, arrodillada en el suelo.—Lo siento Sol, pero no tengo ganas de salvarte.— agregó detenida, viéndola con algo de desagrado.—Si tanto valor tuviste como para buscarme, tenlo para escapa.
Le palmeo el lomo a White Dragon, y esta trepo por los muros, hasta que voló atravesando el techo, haciendo que los escombros cayeran, tapando el grito de la gente.
•
Luego de un rato de vuelo, White se atrevió a hablar.
—¿Crees que todas esas personas murieron?— pregunto.
Pero Arabella callo, se guardo para ella la respuesta a una incógnita que incómodo al familiar.
Luego de unos minutos volando por el cielo claro y fresco de la madrugada, llegaron al edificio donde vivían. Subieron por donde salieron en un principio.
Caminaron desganadas, arrastrando los pies, por el pasillo, cuando Arabella alzo la cabeza vio que Hisirdoux esperaba en la puerta del departamento. Con pocas fuerzas corrió hasta él, abrazándolo, tomándolo por sorpresa.
—¿Qué paso?— preguntó el pelinegro, al notar que la fuerza del abrazo crecía.—Circe escuchó algo en la radio y...
—Creo que cometí una locura.— respondió con temor, sin saber realmente que paso.
★★★
Muy buenas ¿Como les va? Espero que bien, y que sigan igual de bien con lo que les voy a decir... Esta es la última parte del penúltimo capítulo de Crónicas de una bruja.
Si, solo estamos a dos capítulo (y un relato + curiosidades) para cerrando este libro.
Lo bueno es que nos queda (como cannon) Cuando nos volvamos a ver, que lo empezare a publicar una semana después de terminar esto.
Sin mas que decir, hasta el martes que viene. Besitos, besitos, chau, chau.
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