Crónica Tres : Es una puta broma
0070, 𝐃𝐢𝐜𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞. 𝐒𝐞𝐥𝐯𝐚 𝐭𝐫𝐨𝐩𝐢𝐜𝐚𝐥 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐚𝐟𝐮𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐥𝐯𝐢𝐚𝐬 𝐚 5,707 𝐤𝐢𝐥𝐨́𝐦𝐞𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐓𝐚𝐲𝐥𝐚𝐬.
Tenía que ser una puta broma. Padres normales con dinero de sobra en las cuentas bancarias, solía comprar cosas normales para sus hijos en la celebración de sus cumpleaños. Cosas como por ejemplo : Un auto, una mini empresa para que la desarrollarán a su gusto, los últimos conjuntos carísimos de moda o objetos extravagantes del estilo "Colección única" pero no, sus padres biológicos decidieron que era una gran idea mandar a Taylah a lo profundo de una selva tropical con un puñado de incompetentes mercenarios, con el propósito de una estúpida búsqueda por el cristal azul, que de hecho ni siquiera era un regalo para él, sino una necesidad de ellos que Taylah debería cumplir.
Textualmente dijeron antes de lanzarlo contra su voluntad a ese lugar "Feliz cumpleaños número 23, haz esto por nosotros o Joshua se muere" Lo peor del asunto es que ni siquiera sabían la fecha de su cumpleaños. Habían pasado meses de su día "especial", y ellos estaban dándole un regalo a finales de diciembre, pero en fin ¿Resultado de esa felicitación? Taylah varado con un montón de inútiles qué buscaban madera para mezclar con una nueva droga salida recientemente en el mercado. La droga por sí misma era demasiado potente en su efecto, al punto de matar a su consumidor en menos de dos horas luego de ingerirla, pero al ser diluida con aserrín de nuez moscada era consumible y por supuesto, rentable ¿El problema en esa ecuación?
La nuez moscada solo se encontraba en la selva tropical de Malvias. Una selva llamada oculta por muchos, su nombre se atribuía a que ocultaba miles de misterios sin resolver en su interior. La mayoría de investigadores no regresaban con vida, porque las condiciones extrañas de la selva solían consumirlos hasta extinguir sus vidas y los que lograban salir de ese lugar, tenían miles de anécdotas tenebrosas de sus vivencias entre la madreselva, sin mencionar la falta de cordura en sus miradas al escucharlos hablar.
Él llevaba atrapado ahí tres días. Tenía calor, tenía hambre, tenía sueño, tenía ganas de estrangular a los científicos hasta que pudiera arrancarles el cuello y desprender la carne de sus cuerpos. Lo único que lo mantenía cuerdo en esa mierda, era el fantasear una y otra vez entre distintas formas de asesinar muy creativamente a Jennifer y Markos, había ideas únicas que tenía ganas de experimentar.
—Oye Teylor —llamó pronunciando mal su nombre, uno de los hombres con los que viajaba —. ¿Vas a quedarte ahí sentado en lugar de vigilar?
Era una pérdida de tiempo para él vigilar. Si algo pasaba, sus habilidades automáticamente se activarán como un mecanismo de defensa. Era normal en lugares como esos, los ataques frecuentes de criaturas y las situaciones al borde de la muerte todo el tiempo. Estaban en una selva, no un parque turístico, pero la cosa con las Malvias en particular, eran sus criaturas... Eh... Como decirlo ¿No naturales? Básicamente eran mezclas de diferentes especies en una sola.
Como si hubieran sido alterados de forma genética para destruir a visitantes no deseados. Taylah y el grupo de inútiles, se habían topado con un enorme hipopótamo que tenía el hocico de una ballena y los colmillos tan duros de un tiburón, también con un venado que poseía las patas de un elefante. A todo eso se le agregaba las condiciones climáticas más cambiantes que su maldita estabilidad mental, los pequeños escorpiones con alas y las serpientes con patas que los molestaban en los campamentos cuando iban a dormir. Un verdadero caos.
—No quiero, puede hacerlo otra persona. —Taylah bostezo mientras cruzaba sus piernas acomodándose mejor para poder seguir fantaseando en su cabeza.
—Es el segundo día que te niegas a hacer lo que te corresponde — dijo el hombre en un tono agresivo—. ¿No entiendes tu lugar entre nosotros?
Se suponía que mandarlo ahí con más personas era una especie de refuerzo. No sabían las cosas que esa selva ocultaba, pero honestamente para Taylah no poseía algo tan excepcional o extraño, viviendo con Jennifer y Markos nada lo asustaba ahora, mucho menos algo podría matarlo de inmediato por más monstruoso que fuera.
—No, la verdad no lo entiendo.
El Macarty se puso de pie cuando los siete hombres buscaron sus armas a modo de amenaza silenciosa para él. Seguía en un estado perezoso y era casi gracioso que ellos no supieran quién era o lo que podía hacer, no vivían en Taylas, así que para esas personas solo era un mocoso sin mucho talento que fue orillado a ir por una prueba de resistencia, siguiendo órdenes de parte de algún líder de pandillas.
—Déjame darte una lección para que lo entiendas. —El hombre que habló primero levantó su escopeta y descargó la bala en dirección al pie de Taylah. Estaba acostumbrado a las leves incomodidades qué las armas dejaban luego de mucha práctica patrocinada por los científicos, era indestructible al final de cuentas.
—¿Qué carajos? Ni se movió.
La exclamación llegó de otro hombre mientras disparaba justo en el pecho del Macarty sin miedo a nada, Taylah por su parte sacó el casquillo de la piel con la facilidad con la que la mayoría de personas quitaban una mosca.
Estaba de más decir que desde ahí todo se descontroló. Armas siendo disparadas, el sonido de huesos quebrándose entre sus dedos, la sangre manchando sus manos y la sensación de sentirte menos estresado luego de matar la fuente de estrés.
Ahora lo único que le causaba conflicto era mover los cadáveres de siete hombres lejos del perímetro... Tal vez podría guardarlos como una especie de reversa para futuros animales que se encontrará en su búsqueda por el cristal . Bueno, vería después de una siesta, matar gente era cansado, aún si eran tan débiles como ellos.
✩。:•.──Disparador de inspiración : WattpadAccion
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