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Capítulo 4: Hogar(1/2)


Suena mi despertador a las 09:00am. A esa hora lo programé anoche, el hecho de que hoy no tenga trabajo no me impide despertarme temprano. Voy al baño a asearme, todavía pensando en el loco día de ayer. Vuelvo a mi cama y tomo mi celular para revisarlo, tengo un mensaje de Vanessa quien me dice que todo está bien y que espera que haya tenido una buena noche.

¡Claro, como si se eso se pudiera! – digo en voz alta.

Tengo otras notificaciones en mi celular, un WhatsApp... de Jacob:

📩

JACOB: Buenas noches Alena. ✓✓

📨

Solo eso colocó. Fue anoche, responderlo a éstas horas de la mañana ya es algo ilógico. En la parte superior de mi pantalla visualizo un sobre, lo que indica que tengo un buzón de voz. Y claro como olvidarlo ayer estaba pero lo dejé para después, es momento de escucharlo quizás es papá o mamá por no haber tenido noticias sobre mí, o es de la empresa, marco el número del buzón y coloco el teléfono en altavoz para escuchar el mensaje.

📬

RUIDO DE UN AUTO...

—Aaa... Alena... Espero que estés bien, recuerdo haberte dicho que iría a Portland, pero pensándolo bien no es muy seguro ir allí. De hecho tú tampoco estás segura siquiera en West Haven...

En ese instante suena del otro lado del teléfono un gran estruendo, como de algo golpeando el auto de Nicoll.

— ¡Rayos! Solo espero poderme comunicar contigo cuanto antes, me iré, muy lejos... Tuve que irme más pronto de lo que creí... Apenas sepa que estoy seguro... ¡DEMONIOSSS DEJEN DE GOLPEAR MI AUTO! Alena cuídate, me comunicaré contigo. Lo prometo. No confíes en nadie, mantente alejada de oro, y de tus amigos si es posible –Fin del mensaje.

📪

Escuché ese mensaje varias veces durante las últimas dos horas. Sigo en mi cama, en shock tratando de encontrar alguna pista ¿Por qué Nicoll estaría siendo atacado? ¿Qué lo hizo cambiar de opinión con Portland? ¿Qué quiere decir con que no es seguro? ¿Mis amigos que tienen que ver en esto? ¿Alejada de oro?

Tomo el celular nuevamente y marco el número de emergencias. Lo coloco en mi oído y justo cuando la operadora habla, finalizo la llamada. Nada sale de mis labios. Repetí esa acción cinco veces seguidas y en ninguna pude hablar.

¡Oh! Por supuesto dirás que eres Alena Taylor y quieres reportar a Nicoll Shepard como desaparecido. Nicoll, el hermano de Kevin el que murió esa noche por ti... Sin dar una razón lógica, solo quiero informar que Nicoll fue atacado, pero no se quién lo hizo, ni porqué... – dije en voz alta.

Me siento nuevamente en mi cama. Hasta que Betsayda toca la puerta, la conserje. Le indico que pase y eso hace.

—El desayuno tiene horas esperando por ti, –no respondo– tú padre se ha ido al trabajo. Alicia al club en compañía de tú madre.

—Yo... No quisiera estar con ellos hoy.

—¡Oh!, Ya veo querida, –sostiene mi mejilla con su mano derecha, se sienta a mi lado– si me permites, es mejor que tú chófer mantenga su auto azul oscuro. Ese vinotinto, no le favorece del todo. Es un poco femenino.

—¿Vinotinto? –Asiente– ¿Jacob? ¿Estás segura? –¡Ah! Sí, tan segura como que tú cabello es color chocolate. Anoche después de dejarte regresó unas horas más tarde, muy avanzada la noche. El auto lo conducía él y a su lado iba una chica con cabello negro muy largo.

—Pues, es muy raro eso. Gracias de todas formas, Betsy. Y por cierto no pienso desayunar aquí, dale esa comida a los jardineros o quien la sepa apreciar ¿De acuerdo? ¡Oye! Debo salir– dicho esto me levanto de la cama directo al baño cerrando la puerta.

—¿Llamo a tú chófer? –pregunta desde el otro lado de la puerta.

—¡NO! –Grito– No, no... Él... Está de permiso tomaré un taxi. Gracias.

—Como quieras, nos vemos querida.

Queda todo en silencio, nuevamente. Auto vinotinto. Jacob. Y otra chica. Curioso. Quizás Betsy se ha equivocado. Me doy mi merecido baño, me visto veloz. Decido unos jeans azul oscuro, una camisa negra y una chaqueta color vinotinto. Irónico. Tomo mi bolso, mi celular y dinero en efectivo. Salgo de la casa con mi cola de caballo en el cabello. Y mis lentes de sol. Me coloco en la acera de al frente a mi casa y en menos de diez minutos pasa un taxi el cual, sin dudar, tomo.

—Buenos días, ¿Cuál es su destino Señorita?

—La biblioteca, por favor.

Condujo prudente y llegamos en aproximadamente quince minutos. Le di el dinero y me bajé del auto. Entré a la biblioteca y caminé hasta la recepción, enseñé mi tarjeta y la secretaria colocó el código en uno de sus ordenadores, indicándome lo que tenía que pagar. Cincuenta con setenta y cinco. Busco en mi bolso y cancelo, una vez saldada mi deuda recibo nuevamente mi tarjeta y me voy a la sección de novelas juveniles.

Tomo ese libro nuevamente, mi favorito...

Desde que llegué aquí hace unos años, ese libro ha sido mi delirio. Siempre que puedo lo leo y lo releo. Mi padre siempre me sugiere que compre uno propio, pero particularmente admito que me fascina la idea de poder compartir éste tesoro con otras personas de la librería, aunque no sea del todo mío. Salgo de la biblioteca y solo avanzo tan solo diez pasos hasta el café de al lado. Entro y me voy directo a la caja quedando de frente con el chico que despacha los cafés.

—¡Buenos días! –sonríe, ya me conoce– Quisiera un mocaccino con gotas extras de chocolate y una rebanada de torta de nutella...

—Sin tanta espuma el café, la torta con la guinda roja de decoración y preferiblemente tres servilletas por si lo derrama, cosa que siempre hace cuando está conmigo –me interrumpe una voz detrás de mí. Pero no necesito girarme para saber de quién se trata.

—¡Elián! –Grito– Al fin estás aquí –lo abrazo fuerte y éste me lo devuelve.

—Lo sé, soy más esperado que un capítulo de Pretty Little Liars.

Suelto una carcajada.

—Tonto –nos separamos.

—Pues me brincaste encima, literalmente, no creo que sea tan tonto, creo que soy tú Ezra... –ambos reímos.

—Yo quiero un latte de vainilla y una torta de zanahoria, –hace su pedido al cajero– y yo pago –se gira hasta mí observándome.

Luego de que ambos tenemos nuestros pedidos en mano, buscamos nuestra mesa de siempre. Es la que está ubicada en la esquina derecha de la cafetería. La derecha, porque en la izquierda las personas suelen pasar para ir al baño y tenemos que silenciar lo que hablamos mientras lo hacen, pues el baño está tan cerca de las mesas que el ruido se filtra, una vez Elián le soltó un piropo a una chica y pocos minutos después estaba su novio en la mesa reclamando y amenazando con golpearle, desde ese día nuestra esquina es la derecha.

Elián es ése chico de las películas que siempre está ahí para lo que te suceda. Fue una de las personas que me abrió las puertas en su vida cuando llegué a West Haven. Él y Vanessa son quienes han estado para mí en todo momento cuando he necesitado algo, desde que vivo aquí, claro está. Puedo decir que son mis mejores amigos, de West Haven.

—Y... ¿Qué tal el clima de Europa? –pregunto.

—Pues, buen clima no me quejo– dice cortante.

—Ehm... ¿Y tú abuela?

—Muy bien... –Suelta una sonrisa poco convincente.

—Probablemente hay algo de lo que no estoy al tanto –frunzo el ceño.

—Maldición, me conoces tan bien.

—Pues tu a mi también me conoces, pero el conocerte no es lo que me ha hecho deducir que te ocurre algo, es que tú rostro que simplemente no colabora –asiente.

Se toma un poco de tiempo antes de comenzar a hablar nuevamente. Dejo que lo haga, le doy su espacio.

—Terminé con Larissa –dice observando su café– No sé que hice mal, pero apenas llegué ésta mañana fui a entregarle los regalos que me pidió y justo cuando entro a su casa la consigo con otro chico, él llevaba puesta una pijama. Se quedó a dormir en su departamento Alena. Me voy dos meses a Europa con mi madre y consigo a mi novia con otro en su departamento, qué si me permites aclarar, yo le ayudé a pagar, y en pijamas...

El tono acelerado de Elián realmente produce gracia, pero como su mejor amiga no puedo reírme de algo así.

—Cálmate, tú sabes qué todo lo hiciste bien. Es ella quien está fallando –sujeto su mano fuertemente.

—Lo peor de todo esto es que yo le pedí que me explicara, tal vez si ella me decía que no era cierto que yo me lo estaba imaginando todo, quizás seguiríamos juntos todavía. Pero no, no lo negó. Al contrario cuando los vi desayunando de lo más contentos ya estaban mis maletas en la sala a un lado de la puerta.

Mis ojos se hacen grandes.

—¡Oh por Dios! Realmente esa mujer no te quería ahí.

—La verdad, no... –su rostro tiene una amplia expresión de tristeza.

—Elián, sabes que aquí estaré para ti. Además hoy tenemos clases, porque piensas volver a la Universidad del terror ¿no es así? –presiono nuevamente su mano, éste asiente.

Pasamos dos horas más hablando de cómo le fue en Europa visitando a su abuela y acompañando a su mamá en los viajes de negocios. Elián pidió un permiso especial en la Universidad y la única alternativa que le dieron para no retrasarse en el semestre fue que estudiara guías especiales con el contenido de clases y luego enviara sus evaluaciones por correo electrónico, y hacer uno que otro quiz online, y eso hizo.

Ya avanzada la tarde, Elián me llevó a casa en su auto. Y se ofreció a llevarme a la Universidad pero le hablé de Jacob y que ya le había dicho que me llevara. Una vez en casa, me doy un baño. Me visto, me coloco un vestido de color lila hasta las rodillas y mis tacones de color plateado, cambio de bolso por una cartera negra patente.

Y me coloco un sombrero a juego con la cartera. Me maquillo, tomo mi cuaderno de apuntes y mis bolígrafos, bajo hasta el vestíbulo de la casa. Antes de salir paso por la cocina por unas frutas, para merendar. Escojo dos manzanas, un racimo de uvas, naranjas y un yogur de la nevera. Sí, todo eso pero no es para mí sola, en clases es muy tedioso y aburrido soportar horas y horas a los profesores sin tan siquiera comer, por lo que siempre que puedo llevo comida para mí y para mis amigos.

Me despido de Betsy, de mamá y de Alicia y salgo nuevamente al mundo exterior. Camino hasta el portón de mi casa y noto la presencia del auto azul oscuro. A medida que me acerco mi pecho siente presión, generada por mi corazón palpitando fuertemente. Respiro profundo, aliso mi vestido y camino con seguridad hasta quedar frente a frente con el auto. Me subo en la parte de atrás y cierro la puerta. Subo la mirada para saludar a Jacob pero al verla me paro en seco.

Una visitante sorpresa con su gentil y blanca sonrisa me saluda desde el asiento del copiloto.

—Lena ¿Cómo sigues?

Vanessa, nada más y nada menos que Vanessa. Frunzo el ceño.

—¡Oh! Pues... Bien, no sabía que vendrías... –Suelto rápidamente.

—No pues, yo solo le quise dar un aventón. Ya que ambas estudian en la misma Universidad ¿No hay problema cierto? –Niego con la cabeza– Está bien, pues ¿A dónde vamos? –pregunta a nadie en específico, y yo me limito a tomar mi celular y escribirle a Elián.

Él es mí chófer. Que se contrate uno.

—Ehm... Es New Haven. UNH. University Of New Haven –le indica Vanessa.

—O la Universidad del terror como he escuchado –bromea Jacob, ambos ríen.

Siento su mirada a través del espejo retrovisor, aún así mantengo mis ojos fijos en el celular. A mi no me causa gracia. El camino fue eterno. Larguísimo. Incluso creo que más de lo que fue para mí ir ayer a Portland. Completamente agotador y eso que aún no había entrado a clases. Cuando llegamos el Campus de la Universidad estaba lleno de estudiantes como es de suponer un jueves en la tarde, es tan común ya que al finalizar las clases todos los jueves hay juegos deportivos y fiestas en cada una de las casas las hermandades.

—Gracias Jacob – dice Vanessa quien le da un beso en la mejilla y se baja del auto.

Yo rápido tomo mi cartera e intento llegar a la puerta antes de que éste vaya a tener un tema de conversación conmigo por muy corto que sea, pero es muy tarde. Justo cuando logro llegar a la puerta sin que el vestido delate mi ropa interior la mano de Jacob sostiene mi hombro. Siento nuevamente corriente salir por sus dedos que traspasa toda mi espalda.

—No – digo seria.

—¿Te molesta que la haya traído?

—Me molesta que no me avisaran que venían... Ambos.

—No es que... Alena por favor... Solo fue un aventón.

Mí chófer – digo mientras quito su mano de mi hombro y abro la puerta – no tiene que darme explicaciones –me bajo del auto y antes de cerrar la puerta con fuerza concluyo con una sonrisa ácida en mis labios– ni yo a él, nos vemos a las 8pm. O te aviso si me voy con alguien más.

Cierro tan fuerte la puerta que varios alumnos que se encontraban en el estacionamiento voltean a verme. Les ofrezco una sonrisa. Visualizo a Vanessa en la entrada de la Universidad con Elián y Luke, su exnovio. Camino en su dirección.

—Espera, –escucho detrás de mí a Jacob que se bajó del auto y me toma fuerte por el codo haciendo que sienta nuevamente escalofríos– nadie más debe llevarte por algo estoy yo aquí.

¡Qué insistente es éste hombre!

—No, tú estás aquí porque me involucro personalmente con los malditos conductores que me han puesto a lo largo de estos malditos años que tengo en West Haven. Mejor vamos a comportarnos como lo que debemos ser, empleado y jefa –me suelto de su agarre– agradéceme, eso te hará conservar tú puesto de trabajo.

Sigo caminando dejando atrás a un Jacob con expresión de desconcierto en su rostro. Aunque no creo que su rostro exprese más desconcierto del que hay en mi mente, creo. Camino hasta la entrada y saludo a Elián con un fuerte abrazo, sé que nota que mi corazón está acelerado, a Luke con un apretón de manos, los cuatro nos adentramos a la Universidad en busca de nuestro salón.

—¿Y la profesora Margaret sigue trayendo esas faldas largas? –pregunta Elián a nadie en específico. Todos afirmamos al unísono–. Genial, será lo más divertido y sexy que veré desde que llegué de Europa.

Reímos. Entramos a nuestro auditorio, o salón prefiero llamarle. New Haven no es tan del terror como suelo decirle, honestamente le tengo ese nombre porque debo estudiar algo que no me gusta solo para complacer a papá. Si pudiera escoger cualquier otra carrera de ésta misma facultad, tal vez fuera la Universidad de las maravillas. Porque sería una carrera que yo quiero. Nos sentamos como de costumbre, Luke y Vanessa arriba y Elián y yo en los puestos de abajo. Son puestos estratégicos para que ambos se puedan copiar en caso de algún examen sorpresa, al menos en esta clase.

—¿Estás bien?

—¿Se nota?

—Pues llegaste acelerada, lo sentí en tú abrazo ¿Hay algo en lo qué pueda ayudar?

—No, por ahora es algo que debo descifrar y resolver yo misma.

¿Acaso tuve un arranque de celos?

☸☸☸

¡Hola personitas!, no tengo muchos lectores, de hecho creo que solo me leo yo misma. (SÍ, ASÍ DE IRÓNICA ES MI VIDA) 😅 La cosa es, que si eres uno/a de los/a pocos/a que me Lee quiero agradecerte por llegar hasta aquí. Por seguir aquí. Eres lo mejor. Y me encantaría que a medida que lees me expreses que expectativas tienes de ésta novela.

Adiós, te quiero. 💖💖💖😘😘.

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