
Capítulo 19: La ExNovia de Jacob (2/2)
¿Cambiar de chófer?
¿Acaso está loca?
No cambiaría a Jacob ni por el mismísimo Dominic Toretto.
—¿Y bien? Me comentaba la abuela que ya no vives aquí, Jey.
—¡Oh! No, ahora vivo con Alena.
—¡Vaya! ¿No es algo apresurado?
—No lo creo. Ambos dormidos en cuartos separados, no es que Alena éste desesperada por estar conmigo, digo, como otras en el pasado...
Observo a través del reflejo de mí celular el rostro de rabia de Mariana. Le ha dolido aquello.
—Pensaba que tú papá te había puesto un chófer.
—Ya sabes cómo son, toman más confianza de la que deberían.
Golpe bajo para Jacob. Intentaré no dar mi opinión en nada de esto, hacer como sino existo, porque si hablo terminaremos ambas a mitad de la vía aplastadas por un camión. Y no debe ser, el silicón de seguro le salió muy caro. Y esas extensiones tal vez sean difíciles de arrancar...
Mi teléfono empieza a sonar nuevamente. NICOLL.
📞
ALENA: ¿Nicoll? ¿Sucede algo?
NICOLL: ¡Alena! Al fin me logro comunicar, ¿estás bien?
ALENA: Por supuesto. ¿Qué hay de ti?
NICOLL: Todo bien, Alicia prometió darte un mensaje de mí parte, ¿Lo ha hecho?
Mi respiración se acelera. Recuerdo el mensaje de texto. Intento hacer como si nada ocurre, ya que siento la mirada de Jacob y de Señorita Silicón sobre mí.
ALENA: Claro. Justo ahora no puedo hablar de ello... Y de todas formas, es algo que no haré sino tengo una razón lógica para...
NICOLL: ¡Vaya! ¿Estás con él justo ahora? —no respondo— Él trabaja para el tipo que quiere hacerte daño. Y lo sabe...
Mi corazón está tentando con salirse de mí pecho. Lo interrumpo.
ALENA: ¡NO! Te equivocas, ya sé que sucede... Tenemos que hablar. En persona. Apenas puedas venirte a West Haven me escribes. No es un tema que deberíamos tocar por teléfono, adiós.
☎
Finalicé la llamada, qué irónico, he estado esperando hablar con Nicoll y ahora que lo logro soy yo quién cuelga. No sé si por el nervio a que todos en el auto escucharan. Por no saber qué decir o por temor a que Nicoll tenga la razón. Y lamentablemente, Nicoll ha estado acertando en todo lo que ha hecho por mí. No quiero si quiera pensar que Jacob quiere lastimarme. Y mucho menos que ya sabe quién quiere hacerme daño y aún así no me lo dice.
—¿Era tú novio? —rompe el silencio Mariana.
—¡No!
—¡Oh! Es que tú rostro refleja... Miedo.
—No tendría que temerle a mí novio.
Le ofrezco una sonrisa sarcástica.
—Entonces, sí tienes novio...
—¡No!
—Pues, con respecto al temor, eso no es lo que piensan muchas mujeres ¿No es así, Jey?
Pongo mis ojos en blanco.
—¿Te sirve la entrada del centro comercial? —ofrezco.
—¡Oh! Pues...— Interrumpo:
—De acuerdo, adiós.
Paso mi mano hasta el seguro de su puerta y la abro. Jacob apenas puede frenar. Está justo al frente del centro comercial.
—Fue un placer. Nos veremos mañana.
Le dice a Jacob antes de bajarse del auto y hacerle un guiño muy innecesario con el ojo izquierdo. Suelto un suspiro de alivio. Enseguida Vanessa se sube al auto, justo por la misma puerta que acaba de salir Mariana.
—Bien. Creí que no vendrían...
—Tráfico —responde inmediatamente Jacob.
—¿Quién era esa?
—La exnovia de Jacob.
—¡Vaya!...
El camino al departamento de Nicoll. Ya se lo imaginan. Silencio absoluto. A excepción de Vanessa, quien de vez en cuando me contaba acerca de sus uñas recién hechas en la peluquería y uno que otro chisme de las peluqueras, con respecto a los vecinos de la casa de mis padres.
—¡Ah!, y Dayana la del pedicure, mencionó que los nuevos vecinos de al lado de tú casa, o la de tus padres. Como sea. No hay un solo día que no hagan fiestas, y lo peor es que el dueño de la casa conoce a todos los policías de West Haven, quiere decir que no hay multas para ellos...
—¡Llegamos! —expresa Jacob.
—¿No vas a estacionar? —pregunto.
—Iré por unos papeles. Vengo más tarde, ¿necesitan algo?
—Estamos bien— dice Vanessa, abre la puerta trasera del auto.
Se baja primero y nos espera en la entrada.
—Nos vemos— digo secamente.
Antes de lograr abrir la puerta Jacob bloquea los seguros.
—Debemos hablar de ella, ¿Bien?
Asiento.
—Vengo pronto, iré por el pasaporte de Andriana. Prometo no tardar.
—Adiós.
Intento abrir la puerta y permanece bloqueada, le hago un ademán con los ojos para que desactive los seguros.
—Pensaba que al menos me darías un beso.
— Tal vez no lo merezcas...
Me siento traicionada.
—Bien.
Suelta un suspiro. Y retira el seguro. Me bajo del auto y me encuentro con Vanessa.
—¿Son ideas mías o Alena Taylor está celosa?
—¿Yo?
—Por supuesto, aunque créeme. No deberías, ese hombre babea por ti. Y eso que no tienes nada sintético.
Pongo mis ojos en blanco. Subimos hasta el departamento.
···
Me encuentro en la habitación de Vanessa. Revisando en mi laptop el Facebook de esa tal Mariana. Puedo apreciar uno que otro álbum de ella y Jacob. En los que, por lo que puedo deducir, llevaron unos cuatro años de relación. Por su parte Jacob no los tiene, o quizás los bloqueó. Algo grave tuvo que suceder entre ambos, para que él tomara tal decisión de siquiera mencionarla.
—Te torturas, deberías preguntarle a él.
Me sobresalta Vanessa.
—¿Y crees qué me diría la verdad?
—Creo que te dirá lo que necesites saber. De lo contrario no te habría dejado entrar en su vida, Alena.
—Yo fui honesta con él, desde el principio. Incluso más rápido de lo que hubiera preferido.
—Cariño, no a todo el mundo se les hace sencillo contar sus cosas. Y más si duelen. Jacob ha dado un gran paso al decirnos lo de su padre. Al demostrarte que te quiere y no dejará que nada malo te pase.
¡Já! ¿Y acaso lo mío no es doloroso?
—Solo... No hablemos de ello, ¿okey?
—Okey. Por cierto, mis padres llegan mañana. Debería ir a recibirlos y a entregarles la nueva copia de las llaves...
—¿Les dirás lo que pasó?
—No puedo, Alena. Diré que perdí las llaves cuando fui de fiesta y tuve que cambiar las cerraduras, por seguridad.
—¿Connor ha sabido algo de George?
Niega con la cabeza.
—Desapareció del mapa, sin más...Eso espero. Realmente no quiero problemas.
—Sé que no quieres más drama. Pero creo que lo correcto es que él pague por lo sucedido.
—Tal vez, pero que sea Dios quien se encargue de ello. No quiero que Connor lo haga.
—No quiero que vayas sola mañana a tú casa.
—De acuerdo, ya veré quién me acompaña. ¿Tienes hambre? ¿Pedimos pizza?
—¿De Juanchi's?
— Por supuesto, son tus favoritas. Yo llamaré.
Se levanta de la cama, camina en dirección a la sala para hacer la llamada. Me quedo revisando mí Facebook en búsqueda de mis amigos de Portland. A ver qué han hecho. Si aún me recuerdan. Extrañamente llega una notificación. Al abrirla mi corazón se acelera como la primera vez que Jacob me besó en aquella piscina. Pero no es debido a lo mismo. Es por un solicitud de amistad, la solicitud de amistad de Mariana. Mariana Kirsch.
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