CAPÍTULO 12: Sí, quiero
El día del enlace no tardó en llegar. La pareja sabía que el tiempo jugaba en su contra, y por ello en apenas tres jornadas lograron disponerlo todo para contraer matrimonio.
Por fortuna Finna se mostró dispuesta a colaborar en todo momento, y a pesar de que jamás llegó a expresarlo con palabras se notaba en sus gestos que todo aquello le hacía una gran ilusión.
-Es increíble que vaya a poder asistir a la boda de mi nieto -comentó la anciana mientras se aseguraba de que la falsa barriga que había estado confeccionando para Dolma quedara bien sujeta-. Siempre creí que para cuando este día llegara, yo ya estaría muerta.
-Sé cuán importante es para ti la felicidad de Raymon -intervino Dolma. Ambas mujeres se encontraban en la alcoba de la joven preparando a la novia para la ocasión-, y lamento que haya sido todo así de precipitado y repleto de mentiras. Imagino que no es del agrado de nadie tener que ver cómo alguien a quien quieres renuncia a su cuento de hadas.
-Mi nieto no ha renunciado a su final feliz. Brida y tú sois su cuento de hadas.
Dolma se sonrojó, y puesto que no hallaba palabras con las que responder se limitó a agacharse para que Finna pudiera colocar sobre su cabeza el hermoso velo con el que iba a caminar hacia el altar.
-No me cabe ninguna duda de que no existe para Raymon mejor futuro que el que tú puedes ofrecerle. Cierto es que ha ido todo bastante rápido, pero por cómo os miráis resulta evidente que este día iba a llegar tarde o temprano. No te engañes a ti misma: este matrimonio es algo más que un mero compromiso por conveniencia.
Y a pesar de que la novia quiso responder, las dos mujeres se vieron obligadas a dejar su charla cuando alguien llamó a la puerta pidiendo con ello permiso para entrar.
Raymon se asomó, y durante unos segundos fue incapaz de hablar. Se sentía desbordado por las emociones que le arrasaron en tan solo unos instantes.
-Abuela, ¿te importaría dejarnos unos instantes a solas, por favor?
-Se supone que no deberías estar aquí. La pareja no puede verse antes del enlace -refunfuñó la anciana a modo de respuesta.
-Es poco lo que nuestra boda tiene de convencional. ¿Qué más dará romper una regla más?
Finna se limitó a sonreír, y dándole a la muchacha un último beso en el dorso de su mano se retiró regalándoles a los novios algo de intimidad.
-Me resulta extraño verte con estos ropajes -susurró Dolma tras contemplar a su prometido de arriba abajo. Se había enfundando en unas elegantes telas de color marrón que hacían juego con sus ojos, y había peinado su pelo hacia atrás dejando su rostro despejado.
-¿No te gusta? -preguntó él mientras se acercaba a la joven.
Ella negó.
-Te queda bien, es solo que no estoy acostumbrada. Se te ve tan imponente que no puedo evitar sentirme poca cosa en comparación.
-No deberías pensar así -la reprendió él mientras la tomaba de la cintura y se distraía con un mechón rebelde que se había soltado de la trenza que descansaba sobre la semidesnuda espalda de su prometida-. Eres hermosa, y con este vestido tu belleza destaca todavía más si cabe. Antaño este fue el conjunto de nupcias de mi abuela, y estoy convencido de que no te lo hubiera cedido de no haberte considerado digna de él.
-Estoy nerviosa Raymon. ¿Qué pasará si nos descubren?
En un gesto inconsciente la muchacha acarició su abultada y falsa barriga, buscando asegurarse de que todo seguía en su sitio.
-Todo va a salir bien, no voy a permitir que nada malo os pase a Brida y a ti. Ahora sois mi familia, y por ello voy a protegeros sea cual sea el coste.
-Brida...
-Está todo controlado, Dolma. En este mundo todo tiene un precio, incluso el silencio, y yo ya me he asegurado de comprarlo. Brida estará bien atendida y a salvo durante la ceremonia. Confía en mí.
-Estoy lista -sentenció ella finalmente tras unos instantes de silencio.
Y así, tomados de la mano, la pareja salió de la vivienda.
Al volver serían ya marido y mujer.
Raymon se adelantó, dejando a Dolma y a Finna solas en aquel carruaje que las llevaba camino a la iglesia.
El corazón de la novia latía desbocado. Sus manos, sudorosas, eran clara muestra de los nervios que la acechaban. No podía dejar de pensar en Brida. La habían dejado a cargo de una viuda amiga de la familia qe hacía ya varios años que había perdido la facultad de la visión, y Raymon se había encargado de llenar bien sus bolsillos con monedas de oro para asegurarse de que guardara el secreto de la existencia de la pequeña. Y a pesar de que confiaba en el que iba a ser su marido, no podía evitar estar intranquila.
-Estará bien -comentó Finna adivinando cuáles eran sus pensamientos-. Sussan está muy mayor y dudo que le queden muchos días más en este mundo, pero su instinto de madre sigue latente en su interior. Nada malo le pasará a Brida estando con ella.
Fue cuando el carruaje se detuvo que Dolma fue al fin consciente de la importancia de aquello que estaba a punto de hacer. Iba a casarse con un hombre al que apenas conocía y con el que iba a tener que compartir el resto de su vida, pues no existía nulidad posible para un matrimonio por otra causa que no fuera la muerte.
Y solo entonces fue capaz de dejar de pensar en Brida para empezar a preocuparse un poco por ella misma.
-Una solo se casa una vez, pequeña -comentó Finna tras desmontar del carruaje, colocarse junto a la novia y tenderle el ramo que ella aceptó con manos temblorosas-. Permítete disfrutar, aunque sea solo por unos instantes.
La fachada de la iglesia, de piedra oscurecida por el paso de los años, se levantaba imponente ante ellas. El novio y los invitados se encontraban ya en su interior, y sin querer demorarse más y sabiendo que los nervios no se iban a disipar por mucho que aguardara ahí fuera, Dolma dio la orden de empezar.
Solo deseaba ponerle fin a aquello cuanto antes.
Los cuchicheos no tardaron en llegar a sus oídos, y a pesar de que intentó centrarse en el hombre que aguardaba pacientemente al final del pasillo, la muchacha pudo sentir cómo todas las miradas se posaban en ella: examinándola, juzgándola.
La iglesia estaba a rebosar de gente a la que jamás había visto, y no pudo evitar sentirse fuera de lugar. Sabía cuán importante era Raymon en aquella aldea, pero no había llegado a imaginar la magnitud de su poder. Y entonces fue plenamente consciente de cómo iban a ser las cosas a partir de entonces: debía renunciar a todo cuanto había sido y adaptarse a aquella nueva vida; la vida de Raymon. Por el bien de Brida.
Debería acostumbrarse a aquella voz que, en su interior, no dejaba de repetirle una y otra vez que ella no pertenecía a aquel lugar. Que ella no era como todas aquellas personas.
Pero entonces le vio a él, con los ojos vidriosos por las lágrimas que amenazaban con aflorar de ellos. Vio a Finna caminando a su lado con una sonrisa rebosante de ilusión. Y gracias a aquello se olvidó de la presencia de todos los desconocidos que habían acudido únicamente para saciar su curiosidad.
Dolma se movía como un autómata, sin ser consciente de sus pasos, y solo rozó de nuevo la realidad cuando Raymon la tomó de la mano. Unos escasos instantes en tierra firme antes de volver a desconectar.
Ni siquiera escuchó el sermón del cura que oficiaba la ceremonia, su mente apenas registró el recuerdo de haber dado el sí, quiero y solo fue capaz de volver en sí cuando sintió los labios de su ahora esposo reclamando los suyos.
La joven correspondió a aquel íntimo contacto rebosante de dulzura, y cuando este llegó a su fin todos los asistentes se levantaron de sus asientos y comenzaron a aplaudir y a vitorearles deseándoles la mejor de las suertes.
Dolma intentó mantener la calma en todo momento pero no pudo evitar agobiarse al verse frente a todas aquellas personas. No estaba acostumbrada a esos baños de gentes, y la situación comenzaba a sobrepasarla.
-Sé que todo esto no está siendo fácil para ti -susurró Raymon en su oído mientras la estrechaba entre sus brazos en un reconfortante abrazo-, pero ya casi está. Tú sólo mírame a mí. Cruzaremos el pasillo, nos montaremos en el carruaje que nos está esperando en la calle y nos iremos a casa.
Con Brida, quiso añadir. Pero prefirió guardar para sí aquellas dos últimas palabras por si alguno de los allí presentes lograba oírles.
Sin embargo, no todos estaban dispuestos a dejarles llevar a cabo aquel plan con tanta facilidad. Y cuando llevaban recorrida ya la mitad del pasillo, una pareja de mediana edad detuvo su avance.
-Enhorabuena por tu compromiso, muchacho -intervino el hombre cuyo pelo, antaño negro, comenzaba a presentar varias canas síntoma de la edad-. En esta vida no hay nada más valioso que el poder formar una familia, y ya comenzaba a temer que este día no llegara para ti. Espero que seáis muy felices, pues a pesar de los infortunios por los que le ha tocado pasar a tu mujer, parece que será una buena esposa Es joven, bella y resulta evidente a ojos de todos que también es fértil. ¿Qué más se puede pedir?
Dolma se estremeció al oír aquellas palabras. No era de su agrado que hablaran de ella haciendo como si no estuviera presente, y a pesar de que estuvo tentada a responder usando un léxico que a todos les habría escandalizado, se supo contener.
Por fortuna parecía que Raymon no se sentía tampoco demasiado a gusto en aquella situación, y enseguida puso medidas para que esta llegara a su fin.
-Gracias por asistir a nuestra boda Salomon. Sabemos que son muchas las obligaciones que tienes siendo el señor de estas tierras, y es por ello por lo que nos sentimos especialmente honrados de que hayas podido dejar a un lado tus quehaceres para acompañarnos en este día tan importante para nosotros. Espero que sepas disculparnos por no haber organizado un gran banquete tras la ceremonia, pero como comprenderás ahora mismo mi esposa no se encuentra en las mejores condiciones para asistir a una fiesta -Y como si quisiera con ello darle más énfasis a sus palabras, Raymon posó una de sus manos sobre la pronunciada barriga de su mujer.
-No te preocupes por ello, todos los aquí presentes entendemos perfectamente la situación. Ya habrá tiempo de celebraciones después del alumbramiento.
Y así, con un estrechamiento de manos entre ambos hombres, y un simple y apenas perceptible parpadeo por parte de ambas mujeres, se puso fin a aquel encuentro y la pareja pudo salir de la iglesia.
Una lluvia de pétalos cayó sobre sus cabezas, pero apenas se dieron cuenta de ello. Sin molestarse siquiera en despedirse de los invitados, los recién casados se montaron en el carruaje allí dispuesto para ellos y apremiaron al cochero para que les llevara de vuelta a su hogar.
Por fortuna ninguno de los invitados tuvo en cuenta tal descortesía. Todos achacaron las prisas por irse a las ganas que tendría la pareja por dar comienzo a la noche de bodas.
-Tengo que decirte algo, pero necesito que me prometas que no te vas a alterar -susurró Raymon en cuanto se quedaron a solas. El cochero iba en la parte exterior, por lo que difícilmente sería capaz de oír su conversación.
Ella asintió, dándole a entender que le iba a escuchar sin interrumpirle.
-No he visto a Vlodir en la boda. Cuando le invité prometió que asistiría en memoria de mi padre, y a pesar de que son muchos los defectos que tiene, el mentir no es uno de ellos. Es un hombre de palabra. Si no estaba allí, solo puede significar una cosa.
-Están registrando las viviendas de la aldea en busca de la princesa -comentó Dolma, plasmando en palabras aquello que ambos sospechaban-. Debemos llegar cuanto antes.
¡Nos acercamos al final de la primera parte! Quedan a penas dos capítulos para ponerle punto y final a esta primera etapa de la novela... Y prometo que la segunda parte viene cargada de muchas sorpresas y de nuevos personajes.
Me gustaría preguntar un par de cositas:
- ¿Qué os está pareciendo la novela? ¿Creéis que avanza a buen ritmo o consideráis que va demasiado rápido/lento?
- ¿Os parece adecuada la extensión de los capítulos?
- Por ahora, ¿cuál es vuestro personaje favorito?
Como siempre muchas gracias por vuestro apoyo.
¡Nos leemos pronto!
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