Prólogo
1996
El olor a plomo estaba impregnado en el aire. El sonido de las armas expulsando las balas hacia que mis oídos zumbaran. El único ruido humano que lograba alcanzar a escuchar, era el de la gente que me disparaba, deseando mi muerte. Cachos de concreto, vidrio y madera salían volando por doquier. Solo era cuestión de tiempo para que una de las balas terminara alcanzándome, y finalizara con toda esta porquería.
Ya estaba cansado de todo, sabía que no podría llegar más lejos, era un hecho que la muerte venia a reclamar mi alma, solo que nunca esperé que fuera tan rápido y de esta manera.
Rápido, revisé el cargador del fusil que tenía, para ver si podía liberarme de esta situación. Los disparos cesaron por unos segundos y yo aproveche. 20 balas, eso era lo que me quedaba, 20 míseras balas para matar a casi 50 personas o mas, armados hasta los dientes. Di un suspiro lleno de frustración. Todo estaba perdido, el juego se había terminado para mi. En cuanto esos tipos terminaran de recargar sus armas, me dejarían como coladera.
Cerré el cargador, y apreté el fusil contra mi pecho. Salí de mi escondite y comencé a a jalar el gatillo repetidas veces. El explosivo sonido de las balas estaban taladrando mis oídos, que por un momento creí que explotarían. 7 cuerpos cayeron al suelo, formando un charco de sangre a su alrededor. Los que quedaban vivos ya habían comenzado a abrir fuego contra mí, al mismo tiempo que yo me volvia a poner a cubierto.
Malditos bastardos cobardes. Era casi un pequeño ejército contra solo un hombre, ¿Tanto miedo me tenían? Patéticos.
Los cuadros que colgaban de las paredes, la pared misma, estatuas de marfil caras, lámparas, focos, todo fueron reducidos a polvo por las balas que impactaban en ellas. La casa por la que tanto había trabajado estaba siendo destruida por estos lerdos. Pero estaba bien, era lo que menos me importaba en estos momentos. Si terminaba muerto en este lugar, de nada me serviría que la casa estuviera intacta.
Sin que lo viera venir, convencido de que la barra de mármol de la cocina me estaba cubriendo, una bala rozo mi hombro, sintiendo el mismo ardor que hubiera sentido si me hubieran puesto al fuego vivo. Fue como si la muerte me hubiera dado un aviso de que estaba cerca, y que me diera prisa a lo que fuera que estuviera planeando.
Pero ya no me quedaba nada ¿Qué carajo iba a planear? Una bala rozo mi oído, dejándome casi sordo de ese lado por unos segundos. Estos tipos no se darían por vencidos hasta que vieran mi cuerpo lleno de agujeros inerte en el suelo. Como quieran, les daré lo que desean, pero por supuesto que no se los concederé nada fácil.
Salí de mi escondite corriendo hacia la mesa de cuarzo de la sala, mientras terminaba de vaciar el cargador del fusil. Logré darle a 3 hombres más, uno de ellos recibió la bala en el cuello, terminando de desangrarse en el suelo, mientras los otros dos los recibieron limpios en el cráneo.
Cuando al fin me logre poner a cubierto en la mesa de cuarzo, apreté el fusil con todas mis fuerzas hacia mi pecho. Me gire y abrí una caja de madera que estaba en la mesa, y ahí encontré lo que posiblemente fuera mi salvación. Una Glock 18 (que era como una pistola ametralladora) y 2 granadas de mano.
Sonreí maliciosamente. Con esto sí que haría sudar un poco a estos estúpidos, y si bien me iba, saldría vivo de aquí. Con las 19 balas con las que contaba la pistola podría abrirme paso, y llegar hasta mi automóvil para salir disparado de aquí. Fue en ese momento en el que mis esperanzas de salir vivo subieron de porcentaje consideradamente. Tenía una posibilidad de casi 50% si la veía positiva.
Di un suspiro para llenarme de valor, y después, aun con el sonido de las balas en el ambiente, quite el seguro de la granada
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro