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Capítulo 9

Cuando llegue a la entrada de mi escuela, por donde estaba el estacionamiento, note que algo no estaba del todo bien. Había una multitud de estudiantes hechos bola, mirando algo que estaba en el centro de esa multitud. Se escuchaban gritos, chiflidos, insultos. Obviamente lo que estaban viendo era una clásica pela estudiantil. Me acerque por curiosidad para ver quienes estaban peleando, y entre la multitud pude notar que se encontraba Chucho, ya que su cabello era bastante llamativo a comparación de los demás.

Me acerque a él entre empujones y codazos, y vi que se encontraba con Lennon, el cual no paraba de gritar todo tipo de cosas. Mira hacia la multitud, y después hacia los tipos que habían empezado todo este alboroto. Mis ojos se abrieron del asombro. Esaú era el que se estaba agarrando a golpes con otro chico, y todos a su alrededor parecían que querían ver sangre. Obviamente Esaú era el que iba ganando. Soltaba patadas certeras hacia su contrincante en las costillas, piernas y brazos, mientras que el otro no podía hacer nada más que cubrirse.

—Chucho, Chucho —intentaba hablarle, pero al parecer por el sonido que emitía la multitud, él no lograba percatarse de que estaba hay. Al final volteo a mirarme, y me acerque a él para que pudiera escucharme mejor —¿Qué rayos está pasando? ¿Por qué Esaú se agarró a golpes con ese sujeto?

—Pues, estábamos sentados tranquilamente en la cafetería desayunando algo, cuando el tipo le jalo el cabello a Esaú, y le empezó a hacer burla sobre su cabello largo. Le dijo maricón, entre otras cosas, y pues las cosas se calentaron, y Esaú decidió cerrarle la boca.

—Carajo, y ¿desde hace cuánto tiempo que empezó la pelea?

—No lleva mucho tiempo, pero no creo que dure demasiado.

En eso, Esaú le soltó una patada en el estómago al tipo, que ocasionó que saliera volando hacia la multitud. Las personas se hicieron a un lado para no recibir el impacto, y el chico cayó al suelo, probablemente quedándose sin aire, por la patada. Tardo un poco en levantarse, pero una vez lo logro, intentó golpear a Esaú en el rostro, pero él lo bloqueo con el brazo, lo empujó, y logró acertarle una patada directo en el rostro, que hizo que el chico finalmente cayera al suelo y no se levantara.

Supongo que eso hizo que la pelea terminara. Mire a Esaú incrédulo. No había recibido ni un solo rasguño de esa pelea. Se veía que realmente era un experto en al artes marciales. Creí que ese tipo de habilidades solamente existían en las películas, pero después de verlo con mis propios ojos, supe que la realidad frecuentemente superaba a la ficción.

Los profesores llegaron segundos después, lo que hizo que la multitud de estudiantes se dispersaran para no tener problemas, y siguieran con sus actividades cotidianas. Levantaron al chico del suelo, que se veía bastante aturdido con la patada, y tal vez con la nariz rota, ya que todo su rostro estaba lleno de sangre, y junto con Esaú, se los llevaron la oficina del director. Aunque Chucho o Lennon quieran hacer algo, era claro que sería inútil. Solo nos quedaba desearle suerte a Esaú, y que no lo expulsaran.

—Carajo, y eso que yo quería ir con el hoy al centro comercial. Dijo que compraría unos discos de música —dijo Lennon en tono triste mientras nos dirigimos al salón.

—No te preocupes, no creo que esa salida al centro comercial se cancele. Después de lo que paso hoy, a Esaú le vendrá bien distraerse —dijo Chucho con su típico positivismo —Por cierto Arthur, ¿No te interesa ir con nosotros? Te aseguro que te divertirás —dijo, volteando a mirarme.

—¡Oh no! Yo...no creo que pueda ir, no tengo mucho dinero como para ir a comprar discos de música —dije un poco apenado, agachando la cabeza.

—Tampoco nosotros iremos a comprar nada. Incluso dudo que Esaú vaya a comprar algo como dijo. Solamente iremos a ver y ya. Ni siquiera llevamos un mes en la escuela, y ya estoy completamente agobiado por todas las tareas y trabajos.

—Si, parece que los maestros quiere asesinarnos con trabajos. Más al idiota ese de Biología. ¿Qué carajo le pasa? Ni siquiera el primer mes y ya está poniendo exámenes. Maldito imbécil—dijo Lennon, un poco frustrado.

—Sí, es un idiota, ¿Pero qué podemos hacer? —respondió Chucho con una carcajada.

—Bueno, está bien, los acompaño. Me vendría bien no pensar en varias cosas —dije, recordando el hecho de que ayer casi me daba una bala en el brazo.

El día pasó como todos los demás. Eso me estaba sacando de quicio. Parecía que todos los días eran lo mismo. Como un bucle sin fin. Era repetir lo mismo una y otra, y otra, y otra maldita vez. Las clases se me hacían lentas. No lograba captar todo lo que los profesores explicaban en sus aburridísimas clases. Incluso me sentía como si no hubiera dormido en semanas, comenzando a cabecear en las clases. Ni siquiera el hecho de que ayer casi me asesinaban, lograba distraer a mi mente de tan aburridas y tediosas clases.

Al final, la compañía de Chucho y Lennon hizo que pudiera terminar el día sin que algún profesor me gritara que me retirara de su clase por estar durmiendo. Cuando salimos de la última, y nos dirigimos al estacionamiento, nos encontramos con Esaú esperándonos ahí.

—¿Qué pasó Esaú? ¿Cómo te fue con el director? —pregunto Chucho.

—El director es un idiota, al igual que todos en esta estúpida escuela —dijo Esaú molesto, cruzando los brazos.

—¿Tan mal te fue?

—El idiota dijo que, aunque el chico me haya insultado por mi apariencia, no era justificación como para que lo golpeara. Y para acabar de joderme el día, ele estúpido me "recomendó" que me cortara el cabello, y me evitara ese tipo de burlas.

—Pero, no lo harás ¿O si? —pregunto Lennon.

—Por supuesto que no. Que se joda el desgraciado. No me cortare el cabello, me gusta así y punto. Pero igual ya estoy hasta el carajo de sujetos con el cerebro del tamaño de una nuez me insulten —dijo mientras se amarraba el cabello con una liga, haciéndose una cola de caballo. Después metió ese largo mechón de su cabello en su playera, atrás de su espalda, y se colocó una gorra—. ¿Y bien? ¿Qué tal se ve?

—Mmm... Para que te miento, te vez raro —dijo Lennon incómodamente.

—¿Qué, en serio? —dijo Esaú, mostrando una expresión de fastidio.

—No le hagas caso, no te ves tan mal...Es solo que no estamos muy acostumbrados a verte con el cabello de esa manera... —dijo Chucho con una sonrisa, intentando hacer sentir mejor a Esaú.

—Pues para mí te ves bien, te ves como cualquier otro chico con el cabello corto. No se ve extraño —le dije,  mirándolo de una manera objetiva.

—Bueno, con eso me basta, pero juro que al próximo imbécil que se vuelva a burlar de mi cabello, le romperé los dientes.

—Como digas "Bruce Lee", ya se está haciendo un poco tarde ¿Vienes con nosotros al centro comercial o qué? —dijo Chucho un poco impaciente.

—Claro, vamos, quiero comprar ese disco de Pink Floyd del que tanto le eh estado diciendo a Lennon.

—Sí, pero si no nos vamos de una vez, llegare tarde a casa, así que mejor hay que ir moviéndonos.

Todos nos subimos al automóvil, y nos pusimos en los mismos lugares que la vez anterior. Lennon y Esaú en la parte de atrás, yo como copiloto y Chucho al volante.

—Ya limpiaste tu auto Chucho? Porque sigue oliendo a meados de gato —bromeo Lennon

—Cierra el hocico animal, o te tendrás que ir en autobús —le respondio Chucho mientras arrancaba el motor

Conducimos por la ciudad y por las calles un buen rato. Me sorprendí bastante del poco conocimiento que tenía sobre las calles. Para ya estar viviendo al menos aquí un año, me resultaba algo patético. Realmente todo aquí estaba capitalizado. Había anuncios por todas partes de auto, ropa, trajes, maquillaje. Todo lo que una persona con dinero pudiera desear. Todas esas cosas que sabía que ni en mil años trabajando en estúpidos restaurantes, llegaría a obtener.

Una vez llegamos por donde se encontraba el centro comercial, Chucho decidió que lo mejor era estacionarlo unas calles más adelante, donde sería gratis. Supongo que no podía juzgarlo. El estacionamiento del centro comercial hacia un cobro algo abusivo por solo estar 15 minutos. Así que, si era posible encontrar estacionamiento gratis, claramente Chucho se iría por esa opción. Mientras Chucho manejaba despacio por las calles en busca de algún lugar libre, a mí se me hacían extrañamente familiares. La ciudad parecía ser totalmente diferente cuando la luz del día estaba presente, y cuando no. No podría ser capaz de reconocer una calle cuando esta era de noche o de día.

En fin, Chucho logró encontrar un lugar libre en un sitio donde no parecería que algún tipo viniera a intentar robarle el auto. Caminamos un par de cuadras hasta llegar al centro comercial. Ya cerca de él, parecía ser mucho más grande que cuando lo había visto por el auto. Nunca antes había entrado a un centro comercial, ni siquiera para mirar. Me sentía como si fuera alguna clase de perro, mirando a la carnicería, con la esperanza de que sintieran lástima por mí, y me aventaran algún trozo de carne. Mi dignidad ya había sido pisoteada un par de veces, pero si podía evitar que fueran más veces, claramente lo haría. Pero al parecer, entrando con amigos que estaban en la misma situación que yo, hacía que ese sentimiento de inferioridad se hiciera cada vez más débil, lo que de alguna manera me hacía sentir bien.

Cuando entramos al centro comercial, me sorprendí al ver todo lo que había hay. Era un mundo entero completamente diferente. Como una pequeña ciudad encapsulada en un gran edificio. Había todo tipo de tiendas de ropa, cada una ofreciendo algo diferente. Una zapatería enorme, con zapatos de todo tipo de diseños y colores. Y mientras más iba caminando y recorriendo, más descubría. Incluso había pequeños restaurantes de comida rápida dentro, donde tranquilamente podías comer sin la necesidad de tener que salir de ese lugar. Creo que incluso se encontraba una tienda dedicada exclusivamente a vender relojes de todos los tamaños y estilos, y una pequeña joyería a la que sinceramente ni quería acercarme. Había un que otra pequeña heladería, varias tiendas de juguetes donde supongo que los niños pequeños podían pasar horas entreteniéndose. ¡Incluso había un jodido cine aquí dentro! Era alucinante. No era tan grande y refinado como los que estaban en las calles, pero era un cine. Realmente ese lugar estaba hecho para que pudieras pasarte todo un día hay dentro, y cuando te dieras cuenta, ya había anochecido. Tenía incluso dos pisos este lugar. Y ni siquiera las escaleras para ir al siguiente eran normales, al parecer eran eléctricas o algo así, y se movían solas, ni siquiera tenías que moverte. 

Si esto se supone que era el futuro, no me quiero ni imaginar que otras ideas locas podrían venir en unos 30 o 40 años. ¿Auriculares sin cables? Me gustaría vivir para ver eso.

En fin, después de estar caminando un rato, mirando de un lado a otro el lugar como auténticos niños pequeños, llegamos a la tan dichosa tienda de música, que estaba en el segundo piso. Tengo que admitir que subirme a esas escaleras eléctricas me dio miedo al principio. Pero me arme de valor y salte como todo un imbécil hacia ellas. Todos me vieron un poco raro, pero me dio igual. Eran la primera vez que me topaba con unas escaleras como esas. Finalmente entramos a la tienda de música, y fue cuando comprendí el entusiasmo y las ansias que tenía Esaú por venir a este lugar. Era como si fuera un supermercado, pero únicamente de discos. Había de todo tipo y de todas las bandas que pudieras imaginar.

No había tanta gente como yo hubiera imaginado, pero la verdad se apreciaba. No tenía nada de ganas de lidiar en un lugar lleno de personas.

Como era de esperarse, cada uno se fue por su lado. Esaú como había dicho, fue a ver los discos de Pink Floyd, mientras Chucho analizaba los casetes de Queen, como si de bebes se trataran. Supongo que debía imaginarse lo maravilloso que sería poder comprarlos todos, y reproducirlos en el estéreo de su automóvil. Sin embargo, Lennon parecía tener otro tipo de gustos. El se entretenía, leyendo y observando los diferentes discos de Jazz y Blues. No era de sorprenderse, él se veía que tenía gustos más "retro". Aunque tampoco se quedaba tan atrás, me di cuenta de que también les estaba echando un ojo a los discos de Michael Jackson,

Yo en cambio, fui a ver qué es lo que me encontraba en la música viejita de hace como 20 años. Ese era el tipo de música que a mí me gustaba después de todo. A mi madre le fascinaban los Beatles. Recuerdo que cuando era pequeño, ella todo el día los escuchaba en la radio, y término por pegarme sus gustos. También recuerdo que ella solía escuchar a Elvis Presley, y a los Rolling Stones. Y en especial los "The Platters", una de sus bandas favoritas. Pero los Beatles siempre fueron sus preferidos, y los míos también. Daria lo que fuera por tener un disco suyo, y ponérselos a mi madre en un tocadiscos, para que ella los pudiera escuchar todo el día. Pero primero necesitaba conseguir el puñetero tocadiscos.

Después de mirar de un lado a otro, encontré algo que de verdad me llamó la atención. Era como un tipo de reproductor de música portátil de casetes, que tenía hasta auriculares incluidos.


Era una maldita belleza. De haber sabido que me encontraría algo así, no hubiera dudado en traer mi dinero. Con ese aparato los viajes en autobús dejarían de ser tan fastidiosos y aburridos. Sin duda, regresaría por él, era un hecho. Aunque estaba algo caro, sin duda no me quedaría con las ganas. Regresaría por él, y sería mío.

En fin, después de estar como una hora y media tonteando; Esaú se decidió por que disco de Pink Floyd comprar, y Chucho no pudo resistirse a comprar aunque fuera un cassette de Queen, para ponerlo en su automóvil.

Salimos de la tienda, y supimos que era hora de que regresamos todos a nuestras respectivas casas. Todos se veían satisfechos al salir de la tienda, incluso Lennon que no había comprado nada al igual que yo,  se veía bastante feliz. Sin embargo, yo no lograba evitar tener una extraña sensación de vacío, y de insatisfacción. Decidí mandar esos pensamientos al carajo; de nada me iba a servir seguir lamentándose como un bebé llorón.

Salimos del centro comercial, y caminamos hacia donde estaba el auto de Chucho. Estaban platicando sobre lo maravillosa que había sido la compra de Esaú, de Pink Floyd y otras cosas. Creo que le hizo bien a Esaú venir con nosotros, ocasionó que se olvidara por completo la mierda que le había pasado en la mañana. En un momento dado de la caminata, me percaté de que mi agujeta estaba desabrochada. Me agache para poder atarla más fácilmente, y los chicos simplemente continuaron caminando, pasando por una tienda de abarrotes. Cuando termine de abrocharme la agujeta, me volví a poner de pie, y me fije que los demás ya estaban un poco lejos. Pero mas adelante, pude observar algo; algo que disparó todos mis nervios.

En la tienda de abarrotes, frente a ella estaba aparcada una patrulla, donde dos policías estaban platicando con el dueño de la tienda: Era la tienda del maldito Peter. Por eso era que se me había hecho tan familiar la calle, pero por la luz del día no había logrado reconocerla. Lo más probable era que el muy hijo de perra me estaba delatando, ya que se veía bastante molesto hablando con los policías mientras ellos solo se dedicaban a escribir algo en un pequeño cuaderno. Pero tampoco es como que pudiera escuchar lo que estaban diciendo, solo alcanzaba a percibir débiles murmullos; y el sonido e los automóviles que pasaban tampoco ayudaba en mucho. Mi primer instinto fue correr, correr lo más rápido que pudiera, y salirme de la vista de los policías y del maldito Peter. Pero después, mi cerebro comenzó a tranquilizarse, y pensé que lo mejor era solamente caminar como si nada, e irme con mis amigos, lo cuales ya se habían detenido a mirarme, extrañados por mi comportamiento. Solo tenía que cruzar esa maldita tienda sin ser reconocido, y hoy podría cenar en mi casa con mi madre.

 Maldito Peter soplón, tenía tantas ganas de darle un tiro en la cabeza.

Pero nunca me imaginé, que en cuestión de segundos, todo se fuera relativamente al carajo. Cuando di el primer paso, Peter estaba cruzado de brazos esperando que los policías terminaran de escribir. No sé cómo ni porqué, pero el desgraciado volteo a mirar hacia donde estaba yo. Cruzamos miradas por solo un segundo, y pareció que me reconoció al instante.

—¡Es el! ¡Es el! —grito a todo pulmón, mientras me señalaba con el dedo. Los policías giraron hacia mí, y me observaron sorprendidos.

Bien, mi cerebro perdió toda tranquilidad, y sucumbió al pánico. Mire a mis amigos, que tenían una mirada llena de confusión, y después a los policías. Cuando estos comenzarán correr hacia mí con sus macanas en mano, no se me ocurrió mejor idea que huir corriendo en sentido contrario.

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