Capitulo 29
La botella reventó en un montón de pedazos. Volví a recargar el arma, y apunté a la siguiente botella. En el primer disparo fallé, pero el segundo acerté justo en la boca de la botella, que salió volando.
—Bueno, al menos ya le das a las botellas —se burló Lennon.
—Siempre le he dado a las botellas —le respondí desafiante—. Yo no me tengo que parar a un metro de ellas para poder darles.
—Yo no me paro a un metro de ellas. Soy mucho mejor que tú apuntando
En eso, Esaú sacó su enorme revólver, y comenzó a disparar a una velocidad impresionante a todas las botellas que habíamos acomodado, mientras daba un movimiento raro al martillo del arma que le permitía disparar tan rápido, no fallando ningún tiro. Lo miré intrigado, mientras él solo me sonreía vanidosamente.
—Muy bien presumido, ya sabemos que eres mejor que todos nosotros en todo. Ahora ve a conseguir más botellas —le comentó Lennon.
Me dirigí al auto, que estaba estacionado en medio del campo y Chucho se encontraba en el asiento del piloto fumando un cigarrillo mientras escuchaba la radio con atención.
- ...las tres de la mañana, cuando se denunciaron dos cuerpos en las costas del sur de la ciudad, con índices de haber tenido un violento encuentro, en el cual fueron privados de su vida. Las dos personas fueron identificadas como dos menores de edad, de nombre "Sam Escalante" y "Bruce Graef" de 18 y 17 años respectivamente. Supuestamente, estos jóvenes eran parte de un grupo criminal, el cual tuvo un enfrentamiento el anterior viernes, tras intentar proteger un almacén lleno de armamento pesado, el cual fue confiscado y se está investigando ahora mismo por la policía. Las personas del lugar, relatan haber escuchado los sonidos inconfundibles de un arma de fuego, dando pie a que se tratara de un tiroteo. No se han encontrado pruebas, más que un par de muestras de sangre que indica que este enfrentamiento violento se extendió a toda la costa, hasta llegar al faro abandonado, donde es que se encontraron los últimos índices de violencia. Las muestras de sangre no han podido ser analizadas por encontrarse en un estado descuidado por el paso del tiempo, dejándolas inútiles, pero demostrando que, en el enfrentamiento, estos dos jóvenes que perecieron, no fueron los únicos afectados. En otras noticias, se ha encontrado el cuerpo de una chica en una zanja a fueras de la ciudad...
—Fue una pésima idea dejar los cuerpos ahí... —me comentó Chucho con pesimismo mientras exhalaba el humo del cigarro.
Habían pasado ya dos semanas desde el incidente en la bahía y las noticias no paraban de hablar del suceso. Supongo que el encontrar y confiscar armas de nivel tan destructivo era una noticia bastante llamativa.
—Bueno, no podíamos dejarlos con Demian, te estabas desangrando —le justifiqué—. De habernos quedado más tiempo en ese lugar, ya no estarías aquí para contarlo.
—Oscar es un puto psicópata. Va a hacer que nos atrapen a todos —dijo lo obvio, mientras expulsaba el humo del tabaco por la ventana.
—Sólo tenemos que tener más cuidado. Además, se supone que Oscar nos dirá hoy su dichoso plan que nos sacará de toda esta mierda.
—Juro que si dice alguna idiotez... —me contestó mientras apagaba el cigarrillo con fuerza
—Ni te preocupes de eso, Esaú probablemente se encargue —le respondí bromeando—. Hablando de Oscar, se supone que ya tendríamos que estar en su casa para verlo —le dije mientras escuchaba en la radio como anunciaban la hora.
Salí del auto y les avisé a Esaú y a Lennon, que seguían compitiendo por quién disparaba mejor hacia los árboles, que ya era hora de ir con Oscar. Cuando subieron al auto, Chucho lo arrancó y regresó a la ciudad.
Eran ya las 5 de la tarde, le había prometido a mi madre regresar temprano. Desde que llegué a mi casa golpeado por mi "heroico acto", mi madre había empezado a preocuparse de que empezara a meterme en problemas. Aunque se creyó el cuento del asalto, no le quitaba la angustia de que la ciudad había comenzado a volverse cada vez más violenta. Y tenía razón; de por si la ciudad ya era violenta antes, pero ahora se había puesto diez veces peor. Era obvio que estaba a punto de estallar una guerra entre las bandas, y a menos que el plan de Oscar funcionara, estaríamos en medio de ella.
Aún recuerdo como en la ducha el agua quemaba mi piel lastimada. No me había dado cuenta de que tenía algunos rasguños en el abdomen y parte de la espalda, hasta que la misma agua me avisó de ellas. Uno no sabe lo realmente doloroso que puede llegar a ser una simple ducha.
Cuando llegamos al vecindario de Oscar, Chucho se aparcó en el patio, y una vez pusiera el seguro de mano, descendimos. Volví a echarle un vistazo a la vieja casa que estaba ahí, y parecía más sucia y derruida de lo que recordaba. Me pregunto por qué Oscar prefiere vivir en ese agujero, y no en la casa. Tendrá sus razones.
Yo fui el que tocó la puerta, y unos segundos después, Oscar me abrió vestido con su chaqueta, con un cigarrillo entre sus manos, y el cabestrillo que tenía que seguir usando hasta que su brazo sanara.
—Creí que vendrían más tarde —bufó—. Como sea, ya están aquí —terminó de decir mientras se hacía a un lado y abría la puerta del todo para que pudiéramos pasar.
Una vez que todos nos acomodaremos en el pequeño sótano, antes de que alguien pudiera decir algo, Oscar arrojó unas fotografías hacia la mesa sucia del centro.
—Ese es el maldito gordo que tenemos que asesinar —exclamó. La foto mostraba exactamente al hombre que el pobre Francisco describió cuando lo torturamos. Algo gordo, pelirrojo, con barba de candado, y un sombrero que parecía ser de los años 20—. Anthony.
—¿De él es el que hablaban los Lirios? —pregunté, recordando la conversación que habían tenido.
—Él mismo –me respondió Oscar —Este hijo de puta es el líder de los Lirios.
—¿De dónde sacaste esto Oscar? —le preguntó Esaú mientras tomaba una de las fotos y la examinaba.
—Bueno a diferencia de ustedes, yo sí estuve haciendo cosas estas últimas semanas. Investigué un poco, pregunté a algunas personas, quebré algunos dedos, pero logré dar con el hijo de perra. Sobre las fotos...bueno, conseguí que alguien más arriesgara el pellejo. Se llevó un buen dinero, pero al menos ahora sabemos quién es exactamente.
—Y... ¿Cuál es tu plan exactamente? —le pregunté ansioso.
—¿No se los había dicho? —preguntó extrañado.
—Una bomba —le contestó Chucho mientras miraba al suelo.
—Bueno, ¡Hasta que alguien me presta atención! —exclamó Oscar fingiendo felicidad.
—¿Una bomba Oscar? ¿En serio? ¿De dónde vas a sacar una jodida bomba? —le cuestionó Lennon—. Esas cosas no es como que puedas ir a pedirlas en una farmacia cualquiera.
—Eso ya lo sé, tarado —le respondió Oscar molesto—. No voy a ir a la tienda y decir "¿Me dan la bomba más potente que tengan?" Tengo una mejor idea.
—¿Y cuál es?
—Voy a...bueno, me la van construir.
Nos quedamos en silencio, procesando la respuesta de Oscar, ¿Qué?
—¿De verdad estás hablando en serio? —le volvió a preguntar Lennon casi burlándose.
—Sé que suena muy estúpido, pero créanme, no es la primera vez que Don Armando se deshace de alguien haciéndolo volar por los aires. Tiene un ingeniero físico o alguna mierda así que sabe cómo construirlas con cosas que básicamente se pueden conseguir en una ferretería cualquiera. No es la cosa más barata del mundo, pero es discreto, y bastante seguro —nos explicó—. Puede que sea algo más caro... pero menos riesgoso.
—¿Ya hablaste con él? —le preguntó Chucho.
—Si, ya hablé con él. Tuve que decirle un par de mentiras sobre con quién la íbamos a utilizar, pero accedió a crearla. De hecho, para eso fue que los llamé —Oscar se levantó un momento de su asiento y sacó una lista del bolsillo de su pantalón—. Me dio esta lista, y éstas son las cosas que debemos de comprar.
—¿Qué... qué quieres que hagamos exactamente? —preguntó Chucho nervioso por la respuesta que pudiera dar.
—Bueno, nada del otro mundo. Necesito que nos dividamos y compremos toda esta mierda en diferentes lugares. Lo haría yo solo, pero el tipo me dijo que quería que le llevara los ingredientes hoy, y sólo hoy en la noche, o no habría trato. Y no puedo ir a una ferretería y pedir todo esto, o comenzarían sospechar de mí. Y tampoco puedo ir a diferentes lugares o el tiempo terminaría consumiéndome. Ya hice los cálculos. Necesito que me ayuden con esto.
—Ok...supongo que no es una cosa tan difícil. Sólo es ir a comprar un par de cosas como cualquier otro día —dijo Chucho en voz baja.
—¿Y qué compraría cada quién? —le pregunté mientras miraba la lista. Eran puras cosas con nombres raros que no entienda, solamente logré identificar tubos de cobre, aceite de auto y un rollo de alambre.
—Ustedes tres irán en auto a las tiendas del centro de la ciudad, yo iré con Arthur a las que están por aquí cerca —No me sorprendió que no quisiera estar cerca de los demás, lo malo es que ahora yo tendría que aguantarlo a él—. Nos vamos a ver aquí dentro de 2 horas, y ya después iré yo a entregarle los ingredientes al sujeto.
Oscar le dio a cada quien su parte de la lista, y algo de dinero para que compraran las cosas. Cuando Chucho, Lennon y Esaú se subieron al auto y partieron hacia el centro. Oscar se giró para verme, mientras sacaba un cigarrillo y lo encendía.
—Hay una tienda del otro lado del vecindario; yo entraré y compraré las cosas, tu quédate afuera —me ordenó.
—¿Y para que mierda quieres que vaya contigo entonces? —le respondí fastidiado.
— Porque necesito hablar contigo... —me respondió a secas
Cuando comenzamos a caminar por la calle, Oscar le dio la última calada a su cigarrillo, para después escupir el humo y arrojarlo a la cera. Se lo había terminado en casi dos caladas.
—Escucha Arthur, si te digo la verdad, todo esto de tener que separarnos no es más que una estupidez para que pudiera hablar contigo a solas —comenzó a explicarme—. Realmente, el tipo me dijo que tenía hasta mañana para entregarle los ingredientes, pero no importa, el punto es que ya estamos aquí los dos.
—Si quieras hablar a solas conmigo...solo tenías que llamarme a mí, y ya —le repliqué, casi burlándome de él.
—Sería raro que únicamente te llamara a ti, dejando a los demás de lado...pero eso no es lo importante. Tenemos que hablar de algo.
—¿Y bien? ¿Cuál es ese asunto?
—Bueno, hay que ser sinceros. Esto no va a funcionar ni en un millón de años. Sé que a ninguno de ustedes les caigo bien, y les veo en el rostro que ya ninguno quiere estar metido en esta mierda. Así que les propongo, o bueno, a ti más bien, te propongo un trato.
—¿Un trato? —le pregunté confundido. Si Oscar intentaba decirme lo que creía que iba a decirme, no lo podía creer.
—Solo...ayúdenme a matar al hijo de perra de Anthony, y están ya libres de toda esta basura. Les doy su última paga, ustedes olvidan que yo existí, y yo olvido que ustedes existieron.
—¿Estás hablando en serio? —le respondí impactado.
—Lo estuve pensando bastante. Y después de lo que pasó con Esaú, bueno, si seguimos como seguimos, voy a terminar asesinándolos —lo dijo con tanta tranquilidad que sentí un escalofrió recorrer toda mi espalda—. Pero la verdad, no me conviene hacer eso. Así que mejor es terminar las cosas en paz, y que cada quien siga con su camino.
—¿Así y ya? Solo... ¿Te ayudamos a matar a ese imbécil, y tú nos dejas en paz?
—Bueno, para ti no será tan sencillo Arthur —me dijo mientras soltaba una pequeña risa—. Necesito algo a cambio de ti.
—¿Qué? ¿Y qué quieres? —le respondí molesto.
Oscar guardó silencio unos segundos, después se giró, y me miró a los ojos.
—Bueno... es algo sencillo. No quiero que le vuelvas a hablar en tu puta vida a Penny ¿Entendiste? —la mirada tan fría con la que me lo dijo, me hizo saber que estaba hablando en serio.
—Espera, ¿Qué?
—Lo que escuchaste. No quiero que le vuelvas a dirigir la palabra en tu vida.
—Pero... ¿Por qué? —le pregunté, con los nervios a flor de punta
—No te hagas el inocente, Arthur. Sé que tú y Penny tienen algo; aún no sé qué, pero no creas que no noto como es que siempre te mira ella cuando tú estas cerca.
—Oscar, estas realmente confundido. Penny es solo mi amiga, no tengo nada más con ella.
—Sí, claro —me dijo con sarcasmo—. Desde el año pasado sé que ustedes dos tuvieron algo, pero fingí no ver ni enterarme de nada, y darte el beneficio de la duda. Pero para serte sincero, ya estoy cansado de esta mierda, y tener que estar uniendo los hilos cada vez que ustedes intercambian miradas. No creas que no noté que esa chaqueta que siempre traes te la regaló ella.
—No puedes obligarme a que deje de hablare. Es mi amiga maldito loco. No es mi problema que tú te estés inventando historias en tu cabeza —le respondí molesto, sin darme cuenta de que había apretado mis puños.
—Pues...no correré el riesgo —me respondió tranquilo—. Así que, para ahorrarnos problemas a los dos, tú no le vuelves a hablar, y yo te prometo que ni tú, ni ella, terminaran en un tanque con ácido en algún lugar del desierto. Los dos ganamos, yo conservo a mi chica, y tú te sales de toda esta mierda ¿No lo crees?
—No...no...vete a la mierda, no hare eso —le respondí.
—Escucha Arthur —me tomo del hombro, sin quitar su estúpida sonrisa—. No te estoy preguntado, No te estoy dando opción. Lo vas a hacer. A menos que pienses claro que el amor de una chica vale más que la vida de un amigo; o en este caso de tus amigos.
—¿Qué quieres decir? —le quite bruscamente su mano de mi hombro—. ¿Me estas amenazando por celos?
—Nah, te estoy dando una oportunidad ¿Sabes algo? Cuando Esaú me tenía en el suelo, lo iba a matar en ese momento. Solo tenía que sacar el arma, y jalar el gatillo en medio de sus ojos. Pero...había dejado el arma en el coche. Los iba a asesinar Arthur, a todos ustedes; no han hecho más que cuestionarme una y otra vez; y putada tras putada, se me está acabando la paciencia —apreté tanto mis dientes que creí que se romperían. Chucho tenía razón, a este imbécil no le importábamos—. Pero digamos que, eh pensado mucho sobre la misericordia, y, realmente ustedes no tienen la culpa de ser solo una bola de maricones cobardes. Te lo volveré a decir una ultima vez, Arthur, y tú sabrás que es lo que vas a hacer. Aléjate de mi chica, y ella, ni tu ni tu banda de mequetrefes terminaran en algún lugar del desierto en un barril ¿Vale?
Me paré en medio de la calle, procesando toda la mierda que me acaba de decir Oscar, mientras él seguía caminando con toda la calma del mundo. La sangre comenzó a hervir dentro de mí. Quería matarlo, de verdad quiera volarle la cabeza al muy hijo de perra ¿Qué era lo que me detenía? Estaba manco, no podría defenderse, la calle estaba casi desierta, y no creo que nadie fuera a extrañar al desgraciado. En verdad que quería hacerlo, pero cuando caí en cuenta de que el arma ni siquiera la traía conmigo, comencé a replantearme las cosas.
¿Y si estrangulaba al muy infeliz? Lo tomaba por la espalda y azotaba su cabeza contra el suelo. Estaba furioso, como nunca antes lo había estado ¿Quién mierda se creía el que era? Él no era el dueño de Penny, pero el cabron se creía el dueño del mundo. Me estaba quemando en mí ira, pero no hice nada.
Oscar noto que no seguí avanzando. Giró su cabeza hacia mí, y me miró con una sonrisa.
—Vamos, apúrate, que la tienda no tarda mucho en cerrar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro