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Capitulo 24

Lo primero que vi fue a un chico parado enfrente de una cabaña hecha de cemento, iluminado por los faroles del automóvil. Estábamos en una zona bastante desértica y desolada. Las únicas luces eran las del automóvil, y las que emitían la mima cabaña, que estaba pegada a lo que parecía ser una enorme montaña o risco. Estaba bastante camuflada, nadie que la viera desde lejos pensaría que aquí podría estar viviendo alguien

Oscar bajó del automóvil y yo lo seguí por detrás, mientras los demás comenzaba a despertarse. La primera impresión que tuve cuando vi a el chico, es que parecía ser bastante más pequeño que nosotros. Le calculaba unos 13 o 14 años. Era Rubio, con los ojos de un tono gris o azul, y tenía cara de ser un buen tipo.

—Bien, supongo que ustedes fueron los que me llamaron ¿No? Soy Demian, un gusto —En seguida, con una sonrisa cálida, nos estrechó la mano a mí y a Oscar

—Soy Oscar, este de acá es Arthur, y la otra bola de imbéciles adormilados que están saliendo del auto son Esaú, Lennon y Chucho —comenzó a decir mientras señalaba a cada uno.

—Sí que son bastantes —comenzó a decir Demian —Supongo que tuvieron un viaje largo, así que es mejor no perder el tiempo e ir al grano, ¿Dónde está la pobre alma culpable de que tuvieran que venir hasta acá?

—En la cajuela, solo dinos donde lo ponemos, y Arthur y yo lo dejaremos ahí —le respondió Oscar mientras se acercaba a la cajuela y la abría.

—¿Y esta vez que fue? ¿Un ladrón, mentiroso, traidor? —preguntó con curiosidad Demian mientras veía el cadáver de la cajuela.

—Un Lirio de mierda. Nos estuvimos divirtiendo un rato con él, obtuvimos lo que queríamos, y ahora está aquí.

—¿Un Lirio? ¿De verdad? Creía que esos imbéciles habían dejado de molestarlos.

—Pues al parecer no. Y aunque Don Armando siga creyendo que no son un peligro, yo sé que a estas ratas debemos de ponerles un freno ahora, o cuando nos demos cuenta ya será demasiado tarde.

—Pues si yo fuera tú, seguiría el consejo de Don Armando... No creo que meternos en una guerra sea lo más prudente. Pero como sea, el punto es que tenemos que deshacernos de este pobre tipo. Cárguenlo, y les diré donde lo pueden ir poniendo.

Oscar se encargó de levantar su cabeza, mientras yo lo tomaba de los pies. No sé cómo es que me había enterado, o de donde lo había escuchado, pero tenía entendido que el cuerpo de una persona pesa mucho más muerta, que cuando estaba viva. Así que entre la ayuda de Chucho y Esaú para que no se nos cayera, lo llevamos dentro de la cabaña. Ahí, Demian jaló un listón que colgaba del techo, encendiendo una bombilla que colgaba débilmente del concreto. 

Nos indicó que avanzáramos hacia una habitación que parecía ser una enorme cocina, donde nos pidió que colocáramos el cuerpo en una enorme mesa. La habitación parecía ser el lugar de trabajo de un carnicero; había todo tipo de herramientas filosas colgadas en ganchos, un fregadero pequeño, y en el suelo, que no estaba muy limpio, estaba lo que parecía una coladera, como si de un baño se tratara. Colocamos el cuerpo en la mesa, la cual tampoco estaba muy limpia, se veía tallada en ella varios cortes y algunas manchas rojas que no habían alcanzado a limpiarse.

—Bueno, amigos, tengo entendido que ustedes son novatos, así que les daré la opción si quieren saber y ver qué es lo que va a pasar a continuación, o mejor esperan allá afuera y los llamo cuando esté listo este chico.

—Yo creo que elegimos la... —comenzó a decir Chucho, pero Oscar lo interrumpió sin escrúpulos.

—Mejor explícanos con detalle que es exactamente lo que haces. Estos chicos tienen el corazón muy blando, y es mejor para ellos que empiecen a acostumbrarse a este tipo de cosas.

—Me cago en tu madre Oscar. Acabamos de ver cómo le reventabas los dedos al pobre. Yo no quiero ver ni saber que mierda le harán a este pobre chico —le refutó Chucho, ya harto de ver tanta violencia y sangre.

—No es mi culpa que seas tan maricón, y te voy advirtiendo que, si quieres sobrevivir a este tipo de negocios, será mejor para ti que dejes de ser tan puto llorón.

—Bueno ya, basta, no es necesario que se insulten entre ustedes. Si el chico no quiere ver, no hay nada de qué avergonzarse, para cualquier principiante, las primeras veces son muy difíciles de aguantar. Ni siquiera recuerdo el número de veces que tuve que limpiar el botijo de alguien que estuvo aquí mientras veía todo el proceso.

—Bueno ya, está bien, tampoco soy un cobarde —se defendió Chucho—. Puedo soportarlo, solo es un pedazo de carne...

—¿Seguro? Yo lo decía porque la verdad no es nada bonito lo que voy a hacer.

—Disculpa por la pregunta... ¿Cómo era que te llamabas? —comenzó a hablar Lennon

—Demian —le respondió el chico con simpatía

—Demian... si no es un problema para ti, es que la curiosidad me está matando y la verdad que no me lo puedo sacar de la cabeza, pero ¿Cuántos años es que tienes...?

—No, no hay problema, tengo 14, ¿Por qué? ¿Me veo muy chico? –bromeó mientras soltaba una pequeña risa

- Algo, no te lo voy a negar –le respondí yo. 

No podía creer que en verdad este chico tuviera esa edad. Aunque fuera solo dos años menor que todos nosotros, de todas maneras, se me hacía que era una edad muy pequeña como para que él ya estuviera involucrado en estas cosas turbias. Pero al final de cuentas no podía atreverme a juzgarlo, todos éramos un montón de niños que probablemente no sabían en lo que se estaban metiendo.

—Pues sí, tengo 14, pero no le presenten mucha atención a eso, ni siquiera yo me considero tan pequeño. En fin, como sea ¿En que estábamos?

—En que les ibas a explicar a este montón de llorones cuál era el proceso —le recordó Oscar.

—¡Ah sí! Claro. Pero antes de que les diga, y también lo miren con sus propios ojos —dijo en tono de broma mientras señalaba al cuerpo —¿Están seguros de que nadie quiere mejor esperar fuera de la habitación?

—Dudo que se me pueda arruinar más la noche después de lo que este desquiciado nos obligó ver hace un par de horas —dije mientras señalaba a Oscar sin tener la decencia de mirarlo.

—Ustedes son un montón de chillones, ni siquiera es lo peor que pueden llegar a ver. Así que, si se dejan de comportar como bebés y se suben los pantalones, aunque sea una vez, sería mucho más fácil para todos.

—Ustedes siempre están peleando ¿Verdad? Son peor que niños pequeños—. Nos dijo Demian entre risas.

—Y eso que no has visto cuando se pelea con Esaú... —remarcó Lennon—. Es lo más cercano a un matrimonio.

—Algún día de estos te partiré los dientes Lennon, así que, si no quieres que ese día llegue pronto, será mejor que te calles y dejes de estar de chistoso —le advirtió Oscar con una sonrisa amenazante.

-—Qué? Yo solo digo la verdad, lo único que les falta es el anillo de compromiso, y denominar quien de los dos es la esposa en la relación... Bueno, no sería muy difícil de deducir quien sería —terminó de decir mientras miraba a Esaú.

—Nunca creí que diría esto, pero por primera vez estoy de acuerdo con Oscar en que, si no te callas de una buena vez, también terminaré partiéndote el rostro a la mitad.

—Bueno, ya, ya, me callo, no se me alteren.

—Lennon, no creo que tú estés en una buena posición al decir que Esaú parece chica cuando tienes el cabello igual, o más largo que él —señaló Chucho en tono burlón.

—Nahh, el mío se ve mejor que el de él, yo no parezco una ramera.

—¿Quieren callarse todos de una vez y dejar de estar hablando de mi puto cabello? —exclamo Esaú, que al parecer ya se había molestado.

Demian torció los ojos mientras reía. Supongo que más que molestarse por las discusiones, le divertía ver lo mal que nos llevábamos todos. Supongo que así era como se trataban los amigos, o bueno, al menos los que me habían tocado.

—Bueno, en lo que estábamos, si todos quieren quedarse aquí, es bajo su consentimiento ¿Seguro que nadie quiere irse?

—No —fue la respuesta de todos, o al menos los que no lo negaron con la cabeza

—En ese caso... —se colocó un par de guantes y un mandil de carnicero—. Empecemos.

Con un cuchillo, desgarro la bolsa donde estaba el cuerpo y lo dejo al descubierto. La herida en su cabeza, y la sangre que brotaba de ella ya estaba seca, pero salió de ella lo que parecía pus, o algo similar, además del asqueroso olor que despidió provocándome varias arcadas a mí y a algunos de mis amigos. A Demian pareció no afectarle en lo más mínimo; él simplemente se limitó a extender el cuerpo sobre la mesa, para después desgarrarle la ropa.

—¿Qué... qué es lo que harás, Demian? —preguntó Esaú con curiosidad.

—En resumidas cuentas, vamos a meterlo en ese barril que está por allá —lo señaló con el dedo —. Y lo desintegraremos con un ácido muy potente.

—¿Desintegrarlo...? —dijo Chucho afligido.

—Sep, sé que suena raro, pero con el ácido correcto, los cuerpos se deshacen como pan en el agua. Obviamente no lo hacen al instante, hay que esperar al menos unas 4 o 5 horas, pero al final quedan prácticamente hechos caldos.

No podía imaginarme una escena así. Un ser humano reducido a no más que un simple montón de carne desecha. Me parecía tan irreal, algo demasiado cruel que hacer con el cuerpo, la memoria de una persona.

—¿Y después...los tiras por la coladera...o que demoños haces con eso? —preguntó Lennon mientras tenía una expresión de asco.

—Es lo que yo haría, pero los jefes me indicaron que no era una muy buena idea, ya que como constantemente me llegan varios cuerpos de los cuales me tengo que deshacer, al tirarlo por el drenaje, este se puede saturar, o quedar restos de carne. Peor aún, si el ácido no se combinó lo suficiente y sigue siendo igual de potente, las tuberías podrían dañarse, y no queremos a ningún plomero que no sea de confianza arreglando tubos llenos de desechos humanos.

—Entonces ¿Qué haces con ellos? —le pregunté, aunque en el fondo no quería saber la respuesta.

—Más bien la pregunta correcta seria ¿Qué harán ustedes con él? —nos respondió con una sonrisa mientras levantaba los hombros.

—¿Qué? —le contestó Oscar con disgusto.

—Bueno, lo que usualmente hacen los tipos que vienen a deshacerse de un cuerpo, es que una vez ya está en el barril, con el ácido haciendo su trabajo, van a un vertedero de desechos químicos. Hay un sujeto que trabaja ahí por las noches todos los días. Es algo anciano, y es medio estúpido, pero es alguien de confianza. Le dicen que van de parte mía, le dan una pequeña paga para comprar su silencio, le dan el barril y él se encarga de todo lo demás.

—Un vertedero de desechos químicos ehhh. Bastante inteligente —dije, reconociendo lo brillante que era la idea.

—¿Y los empleados no lo revisan cuando se deshacen del barril? —cuestionó Lennon

—Ese lugar está lleno de barriles igual a este —respondió, mientras le daba una palmada a un barril enorme de plástico de color azul que estaba en la esquina de la habitación—. Y no te imaginas toda la porquería que tienen ahí. Así que revisarlos sería inútil; sin mencionar que ese vertedero no tiene muy buenos estándares de higiene, así que no hay de qué preocuparse.

Al parecer, Demian ya tenía su propio sistema, y todo parecía estar cubierto. No quería ni pensar desde hace cuánto tiempo la llevaba trabajando en este tipo de cosas, de por si su edad actual ya era bastante preocupante.

—Entonces tenemos que llevarlo hasta ese lugar nosotros...pero ¿Por qué tendríamos que hacerlo? Después de todo a ti te pagan por este servicio, y prácticamente es tu obligación terminarlo —comentó Oscar con esa arrogancia que lo caracterizaba.

—Oh no. A mí me pagan solo por desintegrar el cuerpo. Lo que hagan después con él ya no es mi problema, mejor agradece que les di un lugar a donde pueden llevarlo, porque los tipos que hacían esto antes de mí, no eran muy amables. Ya es demasiado cansado cortar el cuerpo, meterlo y esperar un poco a que el ácido haga su trabajo.

—Espera, ¿Cómo que cortarlo? —preguntó Chucho ya nervioso.

—Bueno, si queremos que el ácido desintegre a este chico lo más rápido que se pueda, lo más prudente seria cortarlo en partes, para que, de esta manera, al ácido no le cueste tanto trabajo desintegrar todo.

—¿Cómo un filete? ¿Lo vas a cortar como si fuera un filete? —Esaú estaba igual de nervioso y horrorizado. No era para más, yo intentaba no imaginarme nada para evitar vomitar.

—Algo así. Le corto las piernas, brazos, y si me encuentro de mal humor la cabeza, solo dejando el torso. Y ya, esto reduce como unas 2 o 3 horas de estar esperando a que el ácido esté deshaciéndolo ­­

Me sorprendía mucho la naturalidad con la que hablaba el chico. Estaba hablando de desintegrar cuerpos, pero él lo decía de una manera que le quitaba todo lo repulsivo e inhumano. Como si solo fuera preparar unas simples hamburguesas. Aunque el muchacho era bastante amable y simpático, su frialdad me provocaba escalofríos.

—Dios mío... —Chucho agachó la cabeza y todo el cuerpo, mientras se apoyaba en sus rodillas. Creí que el pobre vomitaría, pero solo exhalo un poco de aire, y la volvió a levantar—. Vaya día de mierda —alcancé a oírle murmurar.

—Así que, para ya no entretenerlos tanto con platicas, será mejor que empiece de una vez —En cuanto terminó de hablar, desenfundó un enorme machete de carnicero que se veía muy afilado.

Ni siquiera pestañeo el chico. De un corte limpio, le separó el brazo izquierdo del cuerpo. La sangre no brotó como yo esperaría que lo hiciera, de hecho, no pasó nada, solo salió una sustancia viscosa que tenía un tono rojo demasiado oscuro. No pude evitar imaginar que el cadáver del chico cobraría vida, y volvería a gritar como lo había hecho cuando Oscar lo torturaba. Pero se quedó quieto, aún con los ojos medio abiertos. No era más que un pedazo de carne, uno que olía demasiado mal.

—Mierda —exclamó Demian riendo mientras se cubría la nariz con una de sus manos—. ¿Cuánto tiempo estuvo este chico en ese maletero?

—Como 3 o 4 horas, no demasiado —le respondió Oscar que también ya había notado el olor.

—Parece que llevara días muerto. No es muy común que empiezan descomponerse tan rápido, usualmente tardan de 2 a 4 días.

—Entonces no tengo idea.

—Bueno —volvió a levantar su afilado machete —Sigamos.

Amputó el otro brazo. A este le costó un poco más de trabajo; no pudo hacerlo limpiamente de un corte como lo había hecho con el anterior. Tuvo que dar varios cortes, hasta que la carne y el hueso cedieran al separarse del cuerpo. Chucho no pudo con la escena y terminó vomitando. El pobre ya debía de tener el estómago vacío, era la tercera vez que no podía contenerse. Esaú terminó apartando la mirada con disgusto; supongo que este tipo de cosas solo las podía tolerar en cierta medida. Yo también no pude evitar desviar la mirada; ya me era más que suficiente el tener que escuchar el crujir de los huesos, y el líquido viscoso salir del cuerpo como si se tratara de una gelatina echada a perder. Pero a diferencia de todos nosotros, Lennon parecía estar bastante atento a todo lo que estaba haciendo Demian. Más que mostrar satisfacción, o alguna clase de fascinación perversa como la que notaba en los ojos de Oscar al ver este tipo de cosas, Lennon se mostraba curioso; como si lo que estuviera viendo fuera una simple clase de cocina, que la de alguien mutilando un cadáver al cual torturamos hasta la muerte.

En fin, Demian terminó de amputarle todos los demás miembros al cuerpo del chico con una frialdad impresionante. Una vez terminó, colocó el machete en el fregadero sucio, se quitó los guantes y se lavó las manos.

—Ahora viene la segunda parte —nos dijo, mientras terminaba de secarse las manos—. ¿Me pueden ayudar a ir por unas cosas al almacén? Son varias, y la verdad no creo poder traer todo yo solo.

—Claro —le respondí—. ¿Dónde están?

Esaú, Lennon y yo acompañamos a Demian fuera de la casa. No había notado lo helada que estaba la noche, y aunque tuviera mi chaqueta, creo que no era suficiente para cubrirme del frio. Esaú ni siquiera había traído algo con que cubrirse, y comencé a notar como sus dientes castañeaban. Llegamos al almacén, y ahí Demian nos indicó que debíamos tomar de ese lugar. Nos llevamos una carretilla de carga, donde colocamos un enorme barril de color azul, y después, entre todos, cargamos 10 botellas que Demian nos indicó que se trataban de ácido, uno demasiado potente. Tengo que admitir que me puse algo nervioso con un montón de esas botellas en mis brazos; tenía la horrible sensación de que en cualquier momento una de ellas traería una fuga y me quemarían. Así que me apresuré a colocarlas donde Demian me había indicado.

En seguida, Demian tomó sin ninguna pena los miembros mutilados del cuerpo del chico y los acomodó en el barril, de modo que todo cupiera perfectamente. Una imagen que nunca olvidaré fue la manera en la que levantó el torso sin nada más que la cabeza, y este al no lograr entrar correctamente al barril, por la fuerza y presión que Demian aplicó, se terminó rompiendo el cuello del cadáver, dejándolo todo deforme. Se escuchó tan similar como lo sería el tronar una simple tostada, que dudo poder volver a escuchar ese sonido de la misma manera.

—Bueno, ahora, necesito que se pongan estas cosas, o salgan de la habitación directamente —nos comentó Demian, entregándonos unas cuantas mascarillas que tenían un aspecto demasiado raro. Recuerdo haber escuchado de ellas en una clase de historia. Eran una especie de máscaras anti gases que se utilizaron en la segunda guerra mundial cuando los enemigos amenazaron con lanzar bombas biológicas.

—¿Y esto para qué o qué? —preguntó Oscar escéptico

—Bueno, el tipo de ácido que utilizaremos con este pobre diablo, es el ácido "clorhídrico", el cual aparte de desintegrar hasta el alma a este pobre desgraciado, también es demasiado toxico, por lo que si quieren quedarse a ver esta parte del proceso, lo mejor será que salgan de aquí un rato, o se ponen estas cosas —. Terminó de decir Demian, mientras se colocaba su respectiva mascara.

—Yo...creo que paso... —el pobre Chucho parecía estar a punto de desmayarse. Estaba demasiado pálido, y se notaba todas las náuseas que tenía.

—Yo también paso —señaló sorprendentemente Oscar—. No me pondré esta mierda, se ve ridícula.

—¿Qué paso "chico duro"? —le respondió Lennon burlonamente—. Creí que eras un forajido frío como la nieve.

—No es eso, no me pondré esta porquería, tan solo me la acerque unos centímetros y noté el olor a pies que tiene —se excusó Oscar.

—Parece que nuestro psicópata favorito tiene un límite —me burlé junto con Lennon. No podía creer que aún después de todo lo que hizo el día de hoy, el muy cobarde se echara para atrás.

—Váyanse al carajo, ultimadamente piensen lo que se les dé la gana, bola de chillones.

—Vaya marica —le contestó Esaú

Oscar torció los ojos. Le limitó a soltar un insulto al azar y después salió de la habitación con la poca vergüenza que le quedaba.

—Bueno, si ya dejaron de estar peleando como niños, continuaré —nos dijo Demian mientras habría la primera botella.

Cuando comenzó a derramarla en el barril, un sonido similar al que cuando algo se está cociendo en un sartén comenzó a percibirse. El ácido comenzó a disolver la carne poco a poco, como si la estuviera hirviendo lentamente. Demian derramó todas las botellas que habíamos traído hasta llenar el barril a su límite. El líquido había tomado un tono rojizo y naranja, como si de un caldo de carne se tratara, aparte de que el olor que desprendía no era nada agradable. La tela de la ropa, como el cabello del cadáver se empezaron a deshacer casi al instante en el que tuvieron contacto con el disolvente, pero las partes del cuerpo al parecer se tomarían su tiempo.

En ese momento, mirando como el cadáver del chico se convertía en un desagradable caldo, se me ocurrió echar la cartera al barril, para así deshacerme de toda la evidencia que me inculpara con este crimen. La única memoria que quedaba de este chico, era su cartera que tenía en mi bolsillo. Si la votaba, el mundo jamás recordaría a esta pobre alma; sería como si simplemente hubiera dejado de existir sin rastro alguno. Sus familiares, amigos, o cualquier persona conocida nunca se enterarían que fue lo que le paso, o donde termino, y tal vez fuera mejor de ese modo. Nadia quiere escuchar que uno de tus seres queridos terminó en un lugar de desechos químicos con su cadáver hecho prácticamente agua. Aunque la mejor opción que podía tomar era más que obvia, mi conciencia me torturaba con la idea de que yo sería el responsable directo de que a este chico no se le lograra recordar de ninguna manera, y solo fuera un cartel más de todos los que había en el periódico, de personas desaparecidas.

Decidí dejar de torturarme, y solamente aventar la cartera al barril. El chico ya había escogido su destino cuando decidió formar parte de esa banda, y al meterse en nuestro camino; como probablemente yo y todos los que estábamos en esta sala y afuera de ella. No había tiempo para arrepentimientos, o cuestiones sobre moralidad. Y eso era lo que me aterraba; perder todo rastro de humanidad o empatía, convertirme en un sociópata en potencia como lo era Oscar.

—Creo que ya es todo —comenzó a halar Demian mientras colocaba una tapa de metal al barril.

—¿Así y ya? —preguntó Lennon sorprendido

—Sep.... sólo llévenlo hasta el depósito que les dije, hablan con el viejo que trabaja ahí y ya. Se olvidarán de este problema. El hombre responde al nombre de "Bill". Díganle que van de parte mía y listo, denle como 10 dólares, y el tipo fingirá nunca haberlos visto—. En seguida, Demian pareció recordar algo. Fue rápidamente al depósito y regreso con una enorme estampa la cual tenía la leyenda de "CUIDADO, RESIDUOS TOXICOS" la cual pegó en el barril—. Casi se me olvida, creo que sería todo.

—Bueno, pues ya está —exclamó Esaú— Larguémonos de aquí y terminemos de una vez.

Llamé a Oscar y a Chucho para que volvieran entrar a la habitación. Demian se ofreció a ayudarnos a meter el barril en la cajuela, a lo cual accedimos. Con la carretilla lo transportó hasta la cajuela, y entre todos, lo logramos meter con éxito. Era demasiado pesado, y no quería ni pensar en lo que podría pasar si en un descuido este caía con fuerza al suelo. Parecía que la noche al fin iba a terminar; lo único que quería era regresar a mi casa, bañarme y tomar una buena siesta. Mi madre aún no se había puesto tan grave por su enfermedad, pero el doctor nos comentó que no tardaría en hacerlo, y que cuando ese momento llegara, sería importante que yo estuviera con ella para cuidarla. Y eso era lo que planeaba hacer al menos en cuanto me librara de toda esta situación de los Lirios.

Oscar se despidió de Demian tan cortésmente como lo podía ser él. Era un chico bastante simpático, aunque no me quería ni imaginar por todo lo que debió de haber pasado para haber terminado trabajando de esto, y hacerlo de una manera tan profesional e insensible. Pero al menos no era otro puto loco sin sentimientos, solo un chico que hacía su trabajo y nada más.

Subimos al auto y Chucho decidió conducir hacia el vertedero. No hubo ninguna objeción, Oscar ya estaba bastante cansado, y dudábamos de que alguien nos detuviera para verificar si Chucho tenía o no una licencia de conducir.

Al parecer, Oscar tenía una idea de más o menos donde podría estar. Estaba como a una media hora de camino, así que, si acelerábamos por la carretera desierta, y si no nos deteníamos, estaríamos en casa antes de que saliera el sol.

No hubo problemas al menos los primeros 20 minutos. Había varios automóviles que pasaban al lado nuestro, pero pese a eso la carretera estaba bastante solitaria. Nunca antes había venido a las afueras de la ciudad. No era más que kilómetros y kilómetros de desierto hasta llegar a la frontera del estado. Por lo que sabía, era un lugar bastante peligroso para estar a las altas horas de la noche, y jamás me animé a aventurarme hasta este sitio, y creo que cualquier persona con un poco de cerebro haría lo mismo. 

Pero cuando estaba por quedarme dormido creyendo que ya no habría problemas el resto del camino, el inconfundible sonido de la sirena de una patrulla me terminó por despertar.                    

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