Capitulo 20
En cuanto abrí los ojos salté de la cama y comencé a vestirme. Me tomé una ducha lo más rápido que pude, me lavé los dientes, me coloqué la chaqueta que me había dado Penny, y salí de la casa antes de que mi madre pudiera despertarse. No quería tener la mala suerte de encontrármela y que me comenzara a preguntar el por qué iba tan apurado. Tomé mi mochila, y después corrí hacia el transporte público. Para ser tan temprano, ya había bastante gente usándolo, seguramente yendo todos a su trabajo. Tardé como media hora en llegar al vecindario de Oscar, por el tráfico que ya se había suscitado en las calles, pero finalmente llegué donde ya todos estaban esperándome.
—Llevamos casi 15 minutos esperándote Arthur, creí haber sido claro cuando me refería a que la puntualidad era bastante importante —me comenzó a regañar Oscar.
—Tranquilo, me tarde un poco por el tráfico, pero ya estoy aquí ¿Qué es lo que vamos a hacer? —le respondí sin mucha importancia.
—Yo y Esaú iremos al taller como acordamos para que pueda verificar por sí mismo que no les estoy tomando el pelo respecto con lo del dinero. Tú y Chucho irán a dejar el paquete, intentando no llamar la atención de la policía, y Lennon se quedará aquí a cuidar a nuestro invitado. Ayer logré encontrar los sedantes y lo obligué a que se los tragara, pero el efecto ya se le pasó hoy en la mañana, así que tuve que amarrarlo una silla con cinta. Está medio aturdido, pero no creo que esté así por mucho tiempo, así que una vez compren los sedantes, nos esperaran en la avenida cerca del taller y nosotros los recogeremos con el auto de Chucho para llegar más rápido aquí antes de que las cosa se pongan más complicadas ¿Todos entendieron?
—Si...creo que quedó claro —dijo Chucho, probablemente asimilando toda la información.
—¿Y qué se supone que voy a hacer si el chico que tenemos ahí encerrado se despierta? —cuestionó Lennon.
—Pues nada, la pregunta aquí seria ¿Qué no puedes hacer? Seguramente tienes la fuerza suficiente para someterlo, además él está muy débil por lo de su brazo roto, no creo que se le ocurra intentar algo tonto.
—Bueno...me parece lógico.
Todos asintieron y Oscar le aventó la mochila a Chucho, quien la atrapo con éxito. Después todos nos dimos la espalda, y caminamos hacia nuestros respectivos destinos, pero antes de que yo y él desapareciéramos, él se giró y nos llamó de vuelta.
—¿Llevas tu arma verdad Arthur? No quiero asustarlos, pero después de lo que paso ayer, cualquier cosa puede pasar —comentó Oscar.
—¡Me lleva el carajo! debí de haberla dejado en mi casa —exclamé frustrado.
—Pffff, está bien, no importa. Que esta la lleve Chucho —en seguida, Oscar desfundo el arma que tenía y se la lanzó a Chucho el cual por poco no la lograba atrapar—. Esta es parecida con la que empezaste a aprender a disparar. Es una "Colt Python". Ten cuidado, es un revolver algo potente. También toma esto—. Después le lanzó las llaves de un automóvil, las cuales yo logré atrapar —No creo que puedan abrir el coche sin esto.
Chucho guardó el arma con inseguridad en su pantalón y después le agradeció. Esaú y Oscar se subieron al automóvil, sin tiempo que perder aceleraron hacia el taller aprovechando que las calles estaban algo despejadas. Yo y Chucho le deseamos buena suerte a Lennon, el cual algo escéptico entró al sótano con el tipo que teníamos secuestrado. Chucho y yo tomamos el primer autobús que pasó por la zona.
El camino fue algo tardado ya que las calles principales a esta hora del día comenzaban a llenarse demasiado, no tenía mucho caso intentar tomar el metro de la ciudad ya que si no estaban atascados a reventar probablemente no estarían haciendo paradas para agilizar la movilidad de este. Ya una vez que Chucho y yo conseguimos asientos y nos quedamos mirando hacia la nada, él repentinamente soltó una maldición.
—¡Me lleva el carajo! Se me olvidó decirle a mi hermana que no podría recogerla hoy. Espero que no se enoje...
—¿Hermana? —le dije curioso—. No me habías dicho que tenías una hermana.
—Porque no me preguntaste. Pero, en fin, se llama Melody.
—Es un lindo nombre... ¿Cuántos años tiene?
—Apenas cumplió 14. Soy solo 2 años mayor que ella, pero sigue comportándose como una niña pequeña —terminó de decir mientras soltaba una pequeña risa—. Claro, cuando la desgraciada no me regaña como si fuera mi propia madre.
—Supongo que te has de llevar bien con ella ¿No? Yo pensé que eras hijo único.
—No suelo hablar mucho de mi familia y menos enfrente de tipos como Oscar, pero contigo no hay problema, somos amigos ¿O no?
—Claro que sí, somos amigos...
—Pues eso es genial. Tengo a mi hermana la cual, aunque abecés tengamos nuestras diferencias, la quiero muchísimo. Creo que demasiado diría yo. También esta mi padre... Aunque, de todas maneras, con la que siempre puedo contar es con mi hermana, aunque ella siempre se comporte como una niña pequeña.
—Ya me lo imagino —respondí con una cálida sonrisa—. Yo siempre quise haber tenido un hermano. Me han contado que a veces pueden ser muy irritables y que preferirían estar solos. Pero yo he estado toda mi vida solo y no es tan fantástico como lo dicen las personas...
—Te entiendo —dijo mientras reía—. A veces pueden ser un poco odiosos, pero al menos yo quiero pensar que me saqué la lotería respecto a ella. Casi nunca peleamos y suele ser una muy bonita compañía. Es como mi mejor amiga, se siente bien saber que puedes contar con alguien en todo momento. El único defecto que le vería es que tiene muy mala suerte con los chicos, de verdad que se consigue cada idiota...
—Hay demasiados idiotas en el mundo... Te sorprendería la cantidad de ellos.
—Eso no lo dudo, pero ella es medio tonta para identificarlos, igual no importa. Es una buena chica, solo que el amor no es lo suyo.
—Pues nada, solo cuídala. ¿Y qué hay de tu padre? No me has dicho nada de él.
—¿Mi padre? Mierda amigo, no sé qué decirte sobre él. Supongo que... Es difícil.
—¿Difícil?
—Si, o sea, es un buen tipo y todo, pero no es el padre ejemplar que tu esperarías de él. Mi madre murió hace unos años, de cáncer.
— Oh mierda, lo siento mucho, no quería... Pensé que tenías a tus dos padres. Oh bueno, eso nos habías dicho antes.
—Lo sé, lo sé. Pero como te digo, no suelo hablar nunca de mi familia. De hecho, eres el primero al que le digo que mi madre está muerta. Tal vez les diga después a Lennon y Esaú, pero solamente si es que se llega a tocar el tema. No me gusta hablar mucho respecto a eso...
—Carajo Chucho, en verdad lo siento. Si no quieres hablar de eso, por mí no hay...
—No, no, no, no te preocupes. Ya lo he superado. Sé que está en un lugar mejor, pero bueno, volviendo al tema. A todos nos desoló su muerte, bastante, pero... mi padre... quedó estancado. Él la amaba, era su chica, su esposa, con la que creía que iba a envejecer juntos. Pero al final, no pasó y esa idea lo destrozó.
—Ya me lo debo de imaginar...
—Sí, mi padre no pudo con esa pérdida. La tristeza lo mandaba todas las noches a la cama temprano y se despertaba a eso de las 2 o 3 de la tarde. No pudo continuar simplemente. Perdió su trabajo y ya casi no salía de casa. Después, el pobre diablo descubrió cómo no sentirse tan miserable todos los días, y comenzó a meterse todo tipo de porquerías por la nariz; y casi de la noche a la mañana se volvió un adicto. Así que, prácticamente yo y mi hermana somos huérfanos. El tipo que vive en mi casa es solo un vagabundo deprimido que se la pasa medio día en la calle metiéndose quien sabe que tantas cosas sólo para llegar a dormir a la casa. Es una mierda, pero es lo que tengo.
» Yo amo a mi hermana, es lo más importante que tengo en mi vida. Es mi única familia. Y quiero que ella tenga un futuro. Que vaya a la universidad, tenga una carrera, que se case con un buen hombre. No esos idiotas que se la pasan en la calle drogados creyéndose los reyes del mundo. Quiero que ella pueda ser feliz, y por eso, es la principal razón por la que me metí a toda esta mierda con Oscar. Quiero un futuro para Melody, sacarla de esta ciudad podrida, darle una mejor vida. Ella es una chica espectacular, aunque sea un poco estúpida por no darse cuenta de eso a veces. Pero en verdad que ella merece todo en el mundo y yo quiero poder dárselo algún día. Quiero poder darle esa oportunidad de poder tener una buena vida, porque la merece. Conseguir suficiente dinero, sacarnos a ella y a mí de toda esta basura. Y así me tenga que manchar las manos para después irme directo al infierno; no me importaría, porque sé que valió la pena.
Me quede sin palabras. No sabía qué responderle a Chucho. El chico estaba sacrificándose a sí mismo por las personas que amaba. Aunque era una noble causa, me seguía pareciendo algo cruel.
»Pero no es necesario que te tuvieras que meter a todo esto. Aún hay alternativas para ti, para que hagas las cosas del modo correcto.
»¿De verdad? Entonces dime ¿Qué hay de diferente entre yo y tú? Según yo estamos aquí por la misma situación. Igual que Lennon y Esaú. La de ayudar a nuestros seres queridos ¿O no?
»Lo mío es diferente... yo tengo al tiempo en mi contra.
- ¿Y tú crees que yo no? Yo ya intenté hacer las cosas del modo correcto, pero simplemente no me ha funcionado. Tardé más de 4 años en ahorrar para comprarme esa chatarra que ahora Esaú y Oscar están arreglando, 4 años Arthur, de trabajar como esclavo. Todo para que al final me redujeran el sueldo a la mitad y me incrementaran las horas de trabajo. Y mi padre, que claramente el tarado ahorita no está como para ayudarnos económicamente, el único que sostiene la casa soy yo.
» Mi hermana también me suele ayudar; y mi madre nos dejó pequeño seguro de vida. Pero el dinero se acaba Arthur. Y ahora míranos. Los dos estamos aquí, entregando quien sabe qué porquería en un automóvil, por 500 dólares. Esos 500 dólares que nos ganamos en un día, no los hubiéramos conseguido ni en 1 meses de trabajo —Chucho había comenzado a bajar la voz para que nadie pudiera escucharlo—. Así que hacer las cosas del "modo correcto" no creo que sea una opción para ninguno de nosotros ahora. Oscar es un idiota y me da un poco de miedo, no te voy a mentir. A veces me gustaría mandarlo al carajo, y no volver a hacer nada por él.
—No eres el único...
—Pero ese imbécil es el único que ahora me está pagando el dinero que necesito. Así que, creo que las alternativas de las que dices, no creo que existan.
Fue cuando comprendí que ninguno de nosotros era tan diferente al resto. Todos querían ayudar a sus familias y a sus seres queridos. Y ahora estábamos metidos todos en un mundo oscuro y peligroso de el que no sabíamos si regresaríamos con vida. Pero la recompensa estaba ahí, y parecía hacernos creer que todas las cosas malas que pasaban, al final valdrían la pena. Solo espero no equivocarme.
—Pues bien, ésta es nuestra parada Arthur, tenemos que apurarnos. En una media hora tenemos que estar en el punto de reunión con Oscar y Esaú.
Salimos del autobús y comenzamos a caminar tranquilamente por las calles. El sol ya había terminado de salir y las calles estaban infestadas de gente caminando hacia su trabajo.
—Primero iremos por los analgésicos que Oscar nos pidió. Mientras íbamos en el autobús vi pasar una farmacia no muy lejos de aquí. Entraré, las pediré y después iremos a entregar el paquete.
—¿Y crees que te las den, así como así? —le dije inciertamente.
—Supongo, no creo que se les pase por la cabeza que vamos a sedar con eso a un tipo ¿O sí? —terminó con una risa, pero yo no me reí. Estaba demasiado nervioso como para hacerlo, y Chucho pareció notarlo—. Además, estoy lleno de ojeras, así que no creo que sospechen nada.
—Está bien...confió en ti.
En cuanto llegamos a la farmacia Chucho se acercó al mostrador seguro y comenzó a hablar con la chica que estaba atendiendo.
—Buenos días —comenzó—. Disculpe, quisiera saber si no tiene algo que me pudiera ayudar a dormir. Como unas pastillas o algo así.
—¿Tienes receta? —le contestó la chica indiferentemente.
—No...no sabía que necesitara eso solo para un par de pastillas.
—Es solo para saber si tu insomnio es algo clínico o propio de alguna enfermedad que padezcas. O si solamente estás pasando malas noches.
- No lo sé, no he ido al doctor solo por que "no eh podido dormir". Pero llevo más de dos días sin poder dormir bien.
—¿Dos días? ¿En serio? No se te nota mucho.
—Según yo tengo unas horribles ojeras, pero ese no es el punto, el punto es que necesito dormir, no como me vea.
Así estuvieron un par de minutos platicando y discutiendo, mientras yo estaba ahí parado como un idiota. Pero después de un rato, Chucho salió de la farmacia con la caja de pastillas en una bolsa.
—Esa chica sí que es una metiche –me comentó fastidiado mientras me daba la bolsa para que la guardara—. Pero al final conseguí las más potentes, así que valió la pena.
—Bien, una cosa menos en la lista. Sólo tenemos que ir al maldito auto y terminamos con esto. ¿Recuerdas donde estaba? —terminé de decirle un poco apenado.
—¿En serio? Viejo, sí que te falta salir a pasear por la ciudad.
Después de unos minutos caminado y de que Chucho se orientara un poco, llegamos al mismo callejón donde estaba ese viejo automóvil azul. Se veía bastante normal, no había ningún policía alrededor, todo parecía despejado. Lo único que había cambiado, era que habían colocado una cinta policial para que nadie pasara por el lugar y la silueta de el cadáver del chico de la escopeta estaba dibujada en el suelo. Una auténtica escena del crimen.
—Bien, hagamos esto rápido... —dije mientras sacaba la llave e intentaba abrir el maletero.
El maletero seguía atorado después de todo. Tuve que forcejear repetidas veces para que se lograra abrir. Comenzaba a temer que tuviera que buscar alguna palanca o algo como la vez anterior, pero cuando estuve a punto de perder la esperanza, el maletero abrió de golpe, provocando que casi perdiera el equilibrio.
—Bueno pues ya está, dejemos esto y larguémonos de aquí —Chucho se quitó la mochila y la acomodo en el maletero. Después yo cerré el maletero tranquilamente y le puse seguro con la llave—. ¿Crees que la policía vaya a confiscarlo para investigarlo? —me dijo un poco nervioso.
—No creo. Si hubieran querido llevárselo ya lo hubieran hecho. Pero si de todas maneras tienen planeado hacer algo así, te aseguro que los chicos con los que negociaba Oscar se llevaran la mochila antes de que la policía pueda hacer algo.
—¿Estás seguro?
—Sí, no te preocupes por eso. Mejor hay que largarnos de aquí. Ya no debe tardar Oscar en recogernos donde quedamos.
Nos dimos la media vuelta para poder salir del callejón, pero antes de que pudiéramos regresar a la calle, tres chicos con mal pinta aparecieron de la nada cortándonos el paso. Me puse nervioso al igual que Chucho, pero los chicos no parecían llevar alguna arma de fuego o algo así. Supongo que el único problema era que uno de ellos llevaba un enorme bate.
—¿Se puede saber qué es lo que estaban haciendo en ese automóvil ustedes dos? —comenzó a hablar uno de los chicos.
—Eso te debería de importar una mierda –le contesté molesto—. Solo pasábamos por aquí y pensamos que el callejón tenia salida.
—Eso ni tú te lo crees ¿En verdad piensas que voy a tragarme ese cuento de que se perdieron? ¿En un lugar que prácticamente es una escena del crimen? ¿En serio? ¿Acaso tenemos la cara de idiotas?
—Oye amigo, mira —comenzó a hablar Chucho—. No queremos ningún problema, solo pasábamos por aquí y ya ¿De acuerdo? Hay que relajarnos todos.
—Eso debieron de haberlo pensado antes de que antes de haber matado a nuestros amigos ¿Dónde está Paco? Ustedes lo tienen ¿Cierto? No estaba entre los cuerpos que reporto la policía.
—¿Paco? No sé quién mierda es Paco.
—¡Síguete haciéndote el idiota y juro que te destrozaré los dientes con esto! –me gritó el chico que tenía el bate.
—¡Pero no sé de qué demonios hablan! –les grité molesto.
—Les propongo un trato pedazos de mierda —comenzó a decir el chico—. Si me dan las llaves del auto, les prometo que su muerte no será tan dolorosa—. Después de eso, el chico desenfundo del bolsillo de su chamarra un arma bastante pequeña, más incluso que la de Esaú —Pero si siguen actuando como unos completos idiotas y no cooperan, créeme que no tenemos ningún problema con divertirnos un poco—. Había comenzado a notar que los tipos cada vez se acercaban más a nosotros. Uno de ellos pareció que sacaba una enrome navaja, mientras el otro tenía el bate ya listo para asestarnos un buen golpe.
Al parecer, el único que tenía un arma de fuego era el que parecía ser el líder, pero los otros dos solo tenía armas de cuerpo a cuerpo. Parecía que no había escapatoria alguna, y que lo mejor era que entregara las llaves del auto y rezar pro que nos tuvieran misericordia. Pero antes de que pudiera hacer algo, Chucho desenfundó su revólver, y le disparó al tipo que traía el bate. El pobre casi resbala con el revolver casi escapándosele de las manos; supongo que la potencia y el retroceso no era lo que esperaba. Yo aproveche la confusión, y le día un buen puñetazo al tipo que traía el arma de fuego, y después trate de poder arrebatársela. El chico de la navaja intentó apuñalarle el brazo a Chucho, pero solo consiguió rajárselo, ya que lo logró esquivar; para después responderle con una patada en el estómago, para golpearlo en el rostro y dejándolo fuera de combate momentáneamente. Yo y el chico del arma forcejeamos hasta que el soltó un disparo hacia el cielo, ocasionando que todos se aturdieran pro el sonido. Al final, no fui capaz de quitársela, pero le di un rodillazo en el estómago y le grité a Chucho que corriera, saliendo los dos del callejón.
Cuando giré hacia atrás para ver si nos perseguían, me sorprendí al ver que los tres iban tras nosotros llenos de furia.
—¿Qué no le habías dado al del bate? Le grité a Chucho mientras corríamos.
—Le di al estúpido bate, no le logre dar a el –me contestó.
El chico del arma comenzó a abrir fuego contra nosotros en plena calle, lo que hizo que las personas alrededor entraran en pánico y salieran corriendo de ahí. Chucho intentó devolverles el fuego, pero la potencia del arma y el hecho de que estuviéramos corriendo no le ayudaron para nada ah poder darle a algún objetivo.
—¿¡A donde carajo vamos!? —me gritó Chucho.
—Vamos al metro, tal vez ahí podamos perderlos —le dije, pensando en lo primero que se me había ocurrido.
No quise voltear hacia atrás. Los gritos de las personas y los múltiples disparos me dejaban bien claro que esos malditos seguían detrás de nosotros, y no se les veía la mínima intención de dejarnos escapar. Finalmente llegamos al metro con la entrada subterránea. Bajamos las escaleras lo más rápido que pudimos y llegamos a donde se suponía que el metro tenía que hacer su parada. Pero simplemente no había ninguna señal de el y no pudimos esperarlo porque los pandilleros ya estaban en el mismo lugar que nosotros. Jalé a Chucho del brazo y le dije que saliéramos de ese lugar. El chico del arma logró visualizarnos y comenzó a abrir fuego contra nosotros. Gracias a eso, ahora una bola de gente espantada y consumida por el pánico se dirigía a la salida. Yo y Chucho tuvimos que abrirnos paso entre golpes y empujones, con el miedo de que en cualquier momento una bala nos pudiera alcanzar. Pero gracias a la suerte, logramos salir de ahí. Sin perder el tiempo, le dije a Chucho que corriéramos hacia donde teníamos que vernos con Oscar, y con un poco de suerte los 4 juntos podríamos hacerles frente a los pandilleros. Chucho pareció estar de acuerdo con mi idea y corrimos hasta donde nuestras piernas nos permitieran.
Los pandilleros lograron seguirnos el rastro una vez consiguieron salir de la estación del metro. Chucho parecía ir cogiendo mientras corríamos, además de que estaba colocando presión en esta con la mano que tenía libre. Al parecer una bala había logrado rozarle, y si no encontrábamos a Oscar pronto, lo más probable es que no resistiría. Una última vez, Chucho intentó devolverles el fuego con el revólver, pero tenía pésima puntería y la potencia del arma era demasiado para él. Le hubiera dicho yo que me pasara el arma, pero la verdad no tenía ni idea de cómo era que se disparaba ese tipo de armas ya que era diferente a la que yo usaba. Cómo me arrepentía de haber dejado la mía en casa.
Pero después de estar corriendo por unos minutos más, atropellando a la gente a nuestro paso logramos llegar hasta donde se suponía que Oscar nos recogería. Al principio, no había señales de él y ya comenzaba a desesperarme. La ventaja que habíamos logrado establecer entre los pandilleros y nosotros cada vez se desvanecía más y más. Pero como si fuera por un milagro, logré visualizar como se aproximaba Oscar y Esaú en el coche de Chucho. Levanté mis brazos y comencé a gritarles para que ellos me pudieran ver a mí; y justo en ese momento, vi como una bala paso enfrente de mis ojos, sintiendo el fuego y la velocidad de está a solo centímetros de mi cara. Chucho, cansado y herido levantó su revólver y comenzó a dispararle por una última vez. Finalmente se quedó sin balas.
Cuando creí que ya no teníamos escapatoria, Oscar, quien ya había notado en el apuro que nos encontrábamos, aceleró el automóvil y sin detenerse subió a la acera y arrolló a los tres pandilleros, los cuales, sin ninguna oportunidad de esquivar el auto, salieron volando.
Yo logré quitarme del camino junto con Chucho cuando descubrí lo que Oscar pretendía, levantándome del suelo asombrado por lo que él había hecho. Uno de los pandilleros había muerto en el acto, ya que las llantas le aplasto el cráneo por completo, dejándolo como una sandia destrozada. Otro de los chicos, probablemente con las costillas y varas extremidades rotas, gritaba como un animal. El último, el que portaba el arma, como un gusano desesperado se arrastraba dejando embarrada su propia sangre en la acera, intentando alcanzar su arma que estaba a unos centímetros de él.
Oscar bajó del automóvil con arma en mano, aturdido por el choque, pero sin perder nada de tiempo, se acercó a los dos sobrevivientes, y los termino de un disparo en la cabeza. Primero al que estaba gritando, y luego al que se seguía arrastrando por el suelo
—¡Pero tu estas mal de la cabeza! —gritó Esaú mientras salía del automóvil, tambaleándose —¡Maldito psicópata! ¡Casi ocasionas que nosotros salgamos volando del auto!
Oscar no respondió. Solo giró a los lados y después se acercó rápidamente a mí.
—¿Pero qué mierda pasó Arthur? Te dejo a ti y a Chucho solo 5 minutos y ya están a, borde de la muerte.
—No fue nuestra culpa —comencé a decirle con dificultad mientras me recuperaba de todo el choque de emociones—. Fuimos a dejar el paquete como nos lo habías pedido, y ellos aparecieron de la nada preguntando por algún maldito Paco o algo así y luego exigieron que le entregáramos las llaves del maletero del auto.
—¿Paco? Joder, probablemente eran amigos de los tipos que nos intentaron robar ayer. Es obvio que deben de estar buscando a su amigo. Tenemos que irnos ya con Lennon. ¿Dónde carajos esta Chucho?
—Aquí estoy —respondió mientras se levantaba con dificultad del suelo.
—¿Qué te paso ahora a ti? ¿Por qué caminas así? —preguntó Esaú con preocupación.
—No es nada. Creo que de las tantas veces que nos dispararon una bala logro rosarme la pierna. Pero estoy bien, de veras, no es nada grave.
—Entonces si no es nada grave será mejor que nos larguemos de aquí ya. Probablemente su escenita ocasiono el pánico de muchas personas que no dudaron en llamar a la policía. Además de que los sedantes que tiene nuestro amigo no le duraran mucho.
Si decir nada más, todos nos subimos al automóvil, dejando los cuerpos de los pandilleros tirados en el suelo. La parte delantera del coche ahora estaba manchada de sangre y un poco aboyada; lo cual desanimo un poco a Chucho ya que apenas habían acabado de arreglarlo; pero supongo que se encontraba más feliz de haber logrado salir en una pieza de esa persecución. Oscar piso el freno y regresamos a su casa con la esperanza de que Lennon no hubiera tenido ningún problema, y no nos estuviera esperando con alguna sorpresa desagradable...
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