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Capitulo 19

—Tu oído está bien, ya relájate ¿Quieres? —le decía a Lennon, mientras intentaba vendarlo.

—¿Estás seguro? Porque aún me sigue zumbando.

—Que si, está bien, solo estás aturdido, pero si sigues tallándotelo así el zumbido no se va a ir a ningún lado.

Nos encontrábamos en el sótano de Oscar, mientras planeábamos que es lo que íbamos a hacer. Él se encontraba contando y organizando el dinero de la maleta que habíamos recuperado sobre la mesa, mientras yo intentaba vendar a Lennon en su oído, ya que la bala había logrado rozarle, ocasionando que le sangrara y además no parara de dolerle. Chucho tenía un par de moretones y cortadas ocasionados por la pelea y los continuos choques violentos que habíamos tenido en nuestra pequeña persecución; al igual que todos nosotros, pero nada que no arreglaran un par de banditas adhesivas.

Afuera ya había comenzado a llover bastante fuerte, aparte de que el cielo se había oscurecido bastante; por lo que estar en el sótano de Oscar resultaba ser un poco acogedor; además de que eso nos daba un poco de tiempo para pensar las cosas y saber cómo es que resolveríamos los asuntos que teníamos pendientes.

—Bueno, tengo un par de noticias buenas y otras no tanto —exclamó Oscar en cuanto terminó de contar el dinero.

—¿Y cuáles son? —respondió Esaú indiferente sentado en una de las esquinas del lugar, mientras fumaba un cigarrillo.

—Pues las buenas son que, recuperamos todo el dinero. Juraba que al menos habíamos perdido un par de fajos de billetes, pero no. Todo parecer estar aquí —dijo mientras extendía con las manos toda la mesa cubierta de billetes—. Y como al parecer no perdimos nada, entonces podré pagarles lo que les prometí.

—¡Bien! Eso es lo más justo, sin mencionar que prácticamente hicimos todo el trabajo por ti —dijo Esaú mientras se ponía de pie, y apagaba el cigarro en uno de los ceniceros sucios que Oscar tenía.

—Tranquilo viejo, ni siquiera les he dicho cuáles son las malas noticias.

—¿Entonces? ¿Cuáles son? -dijo Chucho terminado de colocarse el último curita en uno de sus brazos.

—Pues que prácticamente no terminamos de hacer la última entrega. Aún tenemos que colocar esos paquetes en el coche de aquel callejón. Si no lo hacemos a más tardar mañana, los tipos que dejaron el dinero creerán que los traicionamos y nos irá realmente muy mal.

—Bueno, eso no es tan problemático —mencioné—. Vamos mañana, rezamos porque no haya otra banda de lunáticos que nos quera robar, lo dejamos y nos largamos. Y ya, sin tanto problema.

—El otro problema...es sobre que el coche de Chucho está prácticamente destruido. Y tenemos que repararlo para que no genere sospechas, pero no va ser tan barato. Bueno yo espero que si lo sea.

—¿Entonces que sugieras?

—Lo más justo que se me ocurrió, fue quitar 50 dólares de paga de cada uno. Y ese dinero lo utilizamos para reparar todo el auto.

- ¿50 dólares? Esos serán 200 dólares en total. O me quieres ver la cara de estúpido, o casi casi te quieres comprar otro auto.

—Ya sé que es caro, pero no creo que comprar otro automóvil sea lo más práctico. Y es tan caro, porque no cualquier taller te va a reparar con mucho gusto los agujeros de bala que están en la coraza o en el parabrisas —comenzó a refutar Oscar.

—Eso tiene un poco de sentido si lo ves por un lado Esaú —le comenzó a decir Chucho—. El auto esta reamente jodido. Tiene agujeros, abolladuras, raspones por todas partes y literalmente las ventanas fueron reventadas en miles de pedazos.

—No lo sé, me sigue pareciendo aún demasiado caro —respondió Esaú aún no muy convencido.

—Mira, si realmente me tienes tanta desconfianza, porque no mejor mañana me acompañas a taller y lo compruebas por ti mismo que no les estoy mintiendo. Para que quedes como el idiota que eres comentó Oscar mientras se colocaba de pie.

—Tal vez si te acompañe, para comprobar de una vez la rata mentirosa que eres —le respondió Esaú sin miedo, mientras los dos se acercaban uno contra el otro.

—Eh...chicos, relájense, quieren... —dijo Chucho nervioso.

- Si se quieren besar háganlo de una vez, ya hicieron demasiado drama -exclamo Lennon rompiendo el momento de tensión.

—Vete a la mierda Lennon -exclamo Esaú mientras le daba la espalda a Oscar y volvía a su lugar, como Oscar, no antes sin levantarle el dedo de en medio a Lennon.

Estos dos comenzaban a preocuparme. Era obvio que Esaú no le tenía nada de paciencia a las personas arrogantes como Oscar y cualquiera lograría comprenderlo. Yo mínimo he querido muchas veces soltarle un buen puñetazo en el rostro de ese imbécil. Pero yo me lograba contener;  Esaú era otra historia. Y si las tenciones entre ellos dos continuaban, tarde o temprano nos iban a estallar en toda la cara.

—Bueno, regresando a los problemas —continuó Oscar—. Necesitamos mantener dormido al invitado que tenemos en la cajuela, para que no nos cause más problemas de los que ya tenemos. Así que mientras yo y Esaú vamos al taller, necesitamos que alguien vaya y deje el paquete en el automóvil del callejón y vaya a conseguir algunos sedantes, mientras que alguien más se queda a cuidar a nuestro invitado.

—Yo y Chucho podemos ir a dejar los paquetes —nos ofrecí.

—Espera ¿Qué? —respondió el, claramente alarmado.

—Si ¿Qué tiene? Que Lennon se quede a cuidar al chico. Será rápido, solo ir y venir —argumenté.

—Me parece lógico, solo que ustedes dos tendrían el trabajo más arriesgado. No he revisado las noticias, pero les aseguro que ni la policía ni la prensa están jugando cartas mientras comen donas, después de todo el desastre que ocasionamos.

—Mierda, es cierto... ¿La policía no puede rastrearnos por las armas o si? Por los casquillos que dejamos y esas cosas... —dijo Lennon

—Por supuesto que no, no seas tonto —le refuto Oscar—. Tal vez las armas de los otros idiotas sí que puedan rastréalas, pero las que nosotros usamos me encargué de borrarles el número de serie antes de usarlas. No soy estúpido. Además, no creo que la policía se tome una pequeña balacera como si de un acto terrorista se tratara. Pasan todos los días en esta ciudad, ya están más acostumbrados. Solo que Arthur y Chucho no deben de ser tan estúpidos como caminar tranquilamente a dejar el paquete por la escena del crimen.

—Ya nos lograremos escabullir de un modo u otro. Pero creo que de lo que nos debemos preocupar ahora es sobre el tipo que está en la cajuela.

—Creo que aún me queda algún sedante por aquí —dijo Oscar—. Si lo logro encontrar, puedo mantenerlo dormido toda la noche. Mañana será cuando empiecen los problemas. Si logra despertarse, no creo que sea capaz de moverse mucho con ese brazo roto. Pero estos tipos si suelen ser muy escandalosos, y a la primera oportunidad que tenga de escapar, la aprovechará. Así que mientras más rápido consigamos esos sedantes, mejor.

—¿Y esas cosas las pides así como si nada en una farmacia? —comentó Chucho.

- Solo di que tienes un grave problema de insomnio y ellos te darán unas pastillas, no es tan difícil conseguirlas. Pero mañana necesito que todos vengan temprano para comenzar a resolver todo esto.

—¿Y qué hay de la escuela? —comentó Lennon algo preocupado.

—¡A la mierda la escuela Lennon! —exclamó Esaú—. Tenemos cosas más importantes que ir a sentarnos como idiotas a escuchar hablar a alguien mucho más idiota que nosotros.

—Pfff... Está bien. Supongo que por que faltemos un día no pasara nada...

Después de terminar de hablar y de ponernos de acuerdo, todos nos fuimos a nuestras casas por el transporte público, ya que no podíamos pasear como si nada un automóvil lleno de agujeros de balas. Obviamente antes sacamos al chico del brazo roto de la cajuela y lo llevamos al sótano de Oscar, donde él nos dijo que se encargaría del hasta la mañana siguiente.

En fin, cuando llegué a mi edificio ya estaba muy cansado. Había sido un día demasiado agitado y además cada vez que escuchaba alguna sirena pasar cerca mío, la paranoia me consumía. Pero una vez subiendo las escaleras hacia mi edificio, aunque lo detestaba con toda mi alma, nunca me había sentido tan feliz de volver a él. Cuando entré, mi madre se encontraba sentada en el comedor, con la cabeza agachada. Tenía aún puesta su bolso de mano y parecía que apenas había regresado de la calle.

—¿Ma? ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así?

—Hola, hijo...Creí que regresarías más temprano ¿Qué te paso? Estas todo cubierto de vendas -me dijo alarmada.

—¿Qué, esto? No te preocupes, no me paso nada. El autobús en el que iba tuvo un accidente y pues me golpee un poco. Pero nada grave, estoy bien, en serio.

—Santo dios, ¿Pues que le paso al autobús?

—Nada mamá, el conductor no vio por donde iba y chocó con otro coche. Yo iba parado y pues me caí al suelo junto con la gente. Pero no es nada grave, de verdad, solo unos pequeños rasguños y uno que otro moretón.

—¿Estas seguro? Podemos ir al doctor para que te revisen.

—No es nada mamá, de verdad, mejor tú dime, ¿Por qué tienes esa cara tan larga?

—Ah sí, eso...pues hoy en la tarde me llamaron de la fábrica. Me pidieron que fuera para poder resolver lo de mi "incapacidad medica"

—¿En serio? ¿Y qué fue lo que te dijeron? 

Mi madre, cuando llegamos a la ciudad, consiguió un trabajo en una fábrica de textiles. El trabajo era una mierda y también la paga, pero era único lugar donde la lograron aceptar. Pero los químicos que trabajaban ahí y las pésimas condiciones en la que tenían a los empleados (bueno, es lo que yo sospecho, aunque ella lo niegue), ocasionaron que mi madre enfermara. Le dieron incapacidad por un par de días, pero reduciéndole el sueldo a la mitad. Ya había pasado casi un mes, ahora que le habían diagnosticado tuberculosis, teníamos la ligera esperanza de que nos pudieran apoyar.

—Me terminaron despidiendo Arthur. Empezaron a decirme un montón de cosas, justificándose de el por qué esa decisión; pero la verdad no les entendí casi nada. Me dieron una especie de liquidación, y después...adiós.

—¡Esos hijos de...! —exclamé furioso, apretando los dientes y los puños—. No puedo creer que de verdad sean tan malditos.

—Hijo, cálmate, no es para tanto, ya saldremos adelante, como siempre lo hacemos.

—No mamá. Ya estoy harto de que siempre nos estemos esforzando y que siempre alguien nos escupa en el rostro. ¡No es justo!

—Pero no podemos hacer nada más que eso. Salir adelante. No importa que tan difícil sea, lo vamos a lograr. Mañana temprano saldré a buscar trabajo. Encontraré algo que nos pueda ayudar.

—No, claro que no. El doctor dijo que el reposo era muy importante para que el tratamiento funcionara

—¿Entonces que hacemos? No pienso quedarme aquí sin hacer nada.

—Yo...conseguiré un mejor trabajo. Un amigo me estaba hablando de eso. Un trabajo en un bar o algo así. Se que puedo ganar suficiente dinero.

—Hijo, entiende. Aunque consigas un buen trabajo, no nos será suficiente para pagar todas las cuentas de la casa. Yo también necesito encontrar algo con lo que poder pagar todo.

—No mamá, lo que necesitas es descansar. Yo me hago cargo, en serio, encontrare algo que nos pague lo suficiente para subsistir.

—No puedo permitir que tú te hagas cargo de todo. Soy tu madre, yo soy la que debería de estar brindarte todo. Yo soy la que debiera de estar a cargo de ti, no tú de mi —la voz de mi madre comenzaba a quebrarse, estando al borde del llanto—. Tú debes de enfocarte en tus estudios y salir adelante, no estar trabajando para que yo pueda estar bien.

—Olvídalo mamá, tú me enseñaste que lo correcto era preocuparse por las personas que amas, y eso es lo que estoy haciendo. No me importa si tengo que trabajar hasta que mi cuerpo no aguante más. Tú te rompiste la espalda cuando yo era pequeño para que pudiéramos salir adelante. Y ahora los dos estamos aquí. Ahora es mi turno de romperme la espalda por ti.

—No Arthur, no puedo permitir que hagas eso. No lo voy a tolerar. Mañana saldré a buscar un trabajo. No seré una carga para ti, ni para nadie. Por favor, no me conviertas en una carga.

Fue ahí cuando comprendí el por qué mi madre estaba tan obstinada por conseguir un trabajo. Ella se sentía mal consigo misma y por lo que su enfermedad le estaba haciendo. Ella se sentía inútil, sin propósito. Y eso me partía el corazón, porque ella no tenia la culpa y si algo me había demostrado, era que ella podía ser todo, menos una inútil. Así que, no pude oponerme a quitarle eso. No podía dejar que ella se siguiera sintiéndose de ese modo.

—Está bien mamá, no me opondré. Pero por favor, no vayas a conseguir algo que te exija mucho.

—No, no te preocupes hijo -me dijo con una sonrisa, mientras se acercaba a abrazarme—. Ya verás que todo estará bien.

—Eso espero...eso espero— le contesté desanimado mientras le devolvía el abrazo.

Después cenamos lo que había quedado del día anterior, y nos fuimos a dormir. Pero obviamente yo, como la mayoría de todas las malditas noches, me era imposible cerrar los ojos. Así que, frustrado, me levante, y fui a mirar la televisión, para ver si eso lograba que me diera sueño.

Pasando de un canal a otro, obviamente con el volumen bajo para no despertar por accidente a mi madre, llegué al canal de noticias. Fue entonces cuando recordé lo que había dicho Oscar, sobre que probablemente lo que habíamos hecho hoy saldría en un reportaje. Y tal y como había dicho, en la mayoría de las noticias locales, estaban hablando de eso.

Hoy un grupo de jóvenes armados ocasionaron disturbios en la avenida y carretea principal del lado oeste de la ciudad —Comenzó a hablar la conductora del programa seriamente, con los típicos documentos sosteniéndolos en las manos—. Al parecer, fue un conflicto entre pandillas que se convirtió en una muy violenta persecución según los testigos; la cual culmino en un parque local de la zona. Según la policía, el enfrentamiento dejó a 2 muertos, productos de balas incrustadas en su cabeza; y uno de los automóviles estrellado en uno de los muchos árboles que había en el parque, con múltiples agujeros de bala y una de sus llantas reventada por una de estas. Aunque los testigos afirman que había más de 6 chicos involucrados en el enfrentamiento; la policía no ha logrado identificar a ninguno de los sospechosos, ya que lograron escapar de la escena del crimen antes de que las autoridades se hicieran presentes. La violencia que se vive en la ciudad no ha ido más que aumentado. Contado solo este mes, se llevan más de 12 enfrentamientos de este tipo. 15 personas desaparecidas, y al menos 17 muertos producto de estos estallidos de violencia. Incluso hoy en esta misma tarde, a unos cuantos kilómetros de distancia de donde se presentaron los hechos del parque, otro enfrentamiento se produjo en uno de los tantos callejones de la zona, donde un muchacho de no más de 18 años se encontraba en la acera desangrado, con múltiples disparos en su cuerpo, uno de ellos en la cabeza, lo que termino con su vida. No se sabe si este enfrentamiento tiene que ver algo con el del parque, ya que los civiles que estuvieron presentes huyeron para no resultar heridos; pero lo que es un hecho, es que la ciudad está prestando un aumento de violencia demasiado preocupante, crítico y estos criminales que tanto alteran el orden y la paz, están siendo cada vez más difíciles de poder identificar y de llevar a la justicia. 

»Aún no se sabe nada sobre la supuesta "fuga de gas" que se suscitó un par de semanas atrás, en una de las tiendas de abarrotes cerca del lado este de la ciudad, que aparentemente terminó destruyendo todo el lugar y sus alrededores, asesinando el dueño de ésta en el acto que se encontraba dentro cuando todo explotó. Muchos reporteros que mencionan el caso dudan que sea una fuga de gas, ya que se había reportado antes que el dueño de esta tienda había acudido con la policía para informar que estaba siendo amenazado a muerte por estos criminales de mala muerte. Que incluso lograron identificar a uno de estos delincuentes, el cual desgraciadamente logro escapar escabulléndose por uno de los nuevos centros comerciales que se habían abierto en la zona, huyendo en un vehículo que, hasta el día de hoy, no ha podido ser identificado. Por lo que, aunque la policía haya clasificado este caso cono un "accidente de gas",  múltiples reporteros, y gente conocedora del caso, piensa que esto no fue más que un atentado, para poder silenciar al señor, dueño de esta tienda, que tenía varias cuentas pendientes con estos criminales. Algo bastante lamentable, que muestran como es que esta ciudad ha caído, en manos de gente detestable, y de poca moral—. Hizo una pequeña pasa, y leyó los hechos papeles que tenía para ver lo siguiente que iba a decir —Entre otras noticas, la bolsa de valores...

No sabía si debía preocuparme por esto. Era obvio que las cosas que había estado haciendo con Oscar no iban a pasar desapercibidas; y aunque aparentemente la policía no tenía ninguna pista con la cual pudiera incriminarme a mi o a mis amigos, la posibilidad de que algún día, ellos pudieran llegar a tocar a mi puerta, o simplemente derribarla y arrestarme enfrente de mi madre, no me la sacaba de la cabeza. Ese pensamiento era agotador. El miedo te podía consumir de tal manera, que podía llegar a paralizarte por completo. Y esa sensación, era una de las peores que podías lograr llegar a sentir; aunque aparentemente, todo estaba bien.

Me estaba volviendo loco dentro de este sucio departamento. Hubiera dado lo que fuera por tener un cigarrillo en este momento, pero el ultimo ya me lo había acabado hace un par de días y ahora, la ansiedad estaba acabado con mi mente. Pensé en darme una rápida ducha, pero no quería gastar agua si no era necesario, así que desistí de seguir en este lugar y salí hacia la azotea para tomar un poco de aire fresco.

Agitado y estresado, llegué hasta la cima del edifico, con la esperanza de que me pudiera calamar un poco. Pero lo que vi haya arriba, terminó por alegrarme un poco el día. Astrid estaba en el borde del edificio, mirando pacíficamente las estrellas mientras el humo de un cigarro salía por sus labios, con lo que parecía ser mi vieja chaqueta puesta. Yo, feliz, me le acerque para saludarla; y en cuanto ella me habló, me regalo su cálida sonrisa.

—Ya hacía mucho tiempo que no te veía ¿Dónde rayos estabas?

—Perdón Arthur, también ya tenía ganas de verte, pero se me atravesaron varias cosas en estos días. He estado algo ocupada... —estaba notando que estaba evitando todo contacto visual, desviando su rostro.

—Está bien...no importa. Me alegra que estés bien. Veo que aún usas mi chaqueta —le dije con una ligera risa.

—Si, a mí también me alegra que estés bien; pero creo que ya me tengo que ir, o mis padres se darán cuenta de que no estoy en el departamento... —ella se apartó del borde, y comenzó a caminar hacia las escaleras rápidamente.

Yo me quedé ahí parado como idiota, pensando en por qué ahora Astrid estaba siendo tan cortante conmigo ¿La había hecho enojar? ¿Ahora que carajo había hecho? En eso, antes de que Astrid pudiera llegar a las escaleras, sus llaves resbalaron del bolsillo de la chaqueta, y cayeron al suelo. Yo rápidamente me adelante para poder recogerlas, mientras ella se daba la media vuelta para hacer lo mismo. Y vi ahí claramente su rostro, y el por qué me había estado evitando. Tenía un enorme moretón en el ojo, que había sido intentado de ocultar inútilmente por un poco de maquillaje. Yo me quedé paralizado la ver eso y ella simplemente tomó las llaves y avergonzada se dio la vuelta.

—¡Astrid, espera! ¿Quién rayos te hizo eso? —le dije deteniéndola.

—No es nada Arthur, en serio. Me golpee con una puerta y ya —ella seguía sin hacer contacto visual, e intentaba alejarse.

—Eso no te lo hiciste con ninguna puerta Astrid. Por favor dime quien fue el hijo de puta que te hizo esto.

—¡Por qué mejor no te metes en lo que no te incumbe! —me gritó—. Tú siempre tienes moretones y banditas en el rostro y nunca te estoy hostigando con eso. ¿Por qué no puedes hacer lo mismo conmigo?

—Lo mío es diferente, son accidentes...

—Bueno, pues lo mío también fue un accidente. Así déjalo ya, Arthur, por favor.

—Eso es un golpe Astrid, y no te voy a dejar en paz hasta que me digas quien fue el bastardo que te hizo eso.

—¡Fue la puta puerta! ¿¡Por qué no me dejas en paz!?

—¡Porque me importas! ¿De acuerdo? No voy a estar en paz hasta que me digas quien fue el que te hizo eso. Por favor, soy tu amigo, puedes decirme.

Astrid se quedó callada unos segundos y sus ojos comenzaban a ponerse vidriosos por las lágrimas que estaba reprimiendo, después se giró para no mirarme y comenzó a hablar.

—No quería que me vieras así Arthur; de verdad que no quería.

—Oye, no importa, solo dime quien fue el que te hizo eso.

—Fue... fue el idiota de mi padre —dijo con la voz entrecortada.

—¿Tu padre? —dije sorprendido.

- Si, bueno. El llegó a casa borracho y comenzó a golpear a mi madre. Intenté detenerlo, pero, ya ves como terminé —dijo con una risa combinada con el llanto—. En serio no quiera que me vieras así. Tenía mucha pena.

—¿Pena por qué? No fue tu culpa. Fue el idiota de tu padre. Tú no deberías de sentir vergüenza, sino él.

- Lo sé, lo se, pero...estoy cansada Arthur. Últimamente todo está empeorando y no veo que vaya a ver alguna mejoría pronto. Me siento sola y miserable. Y no sé si las cosas puedan llegar a mejorar. Lo único que la vida me está mostrado es que por más mal que estén las cosas, siempre pueden empeorar aún más. Llevaba casi 6 meses sin consumir nada... y ahora tuve una recaída...y me siento como una total, y estúpida basura—. Astrid terminó por soltar el llanto y yo estaba ahí parado, sin saber qué hacer o que decir. Pero ella estaba ahí, delante mío, destrozada y llorando.

—¿Una recaída...? —le dije confundido

—Antes...con mi ex novio, me metía todo tipo de porquerías. Él las vendía y era el que me las daba. Fue por eso por lo que perdí todo el año escolar. Después corté con él y dejé de consumirlas...pero ahora, simplemente regresaron. Siento que todo el mundo me está abandonado y que no valgo nada para nadie. Me siento como una basura, y una total idiota ¡Y no sé qué hacer! No sé cómo mejorar, no sé hace más fácil, todo simplemente empeora —Ella comenzaba a enredar sus dedos en su cabello bruscamente, mientras caminaba de un lado para otro ansiosa, con las lagrima saliendo de sus pupilas.

—Hey, hey, tranquila. Yo no me iré a ningún lado. Puedes...puedes contar conmigo ¿De acuerdo? —intenté hacer que se calmara, pero ella solo volteó a mírame y me dio una sonrisa sarcástica.

—Por favor, Arthur, si apenas nos conocemos. Ni siquiera sabes cual es mi color favorito.

—Puede que no lo sepa porque no me lo has dicho... le dije mientras me le acercaba—. Pero podría saberlo. Solo deja que te ayude, no estas sola. Me agradas, de verdad que me agradas mucho—. Ahora la mirada sarcástica, había cambiado pro una de ternura, así que supongo que iba bien.

—Gracias Arthur... —dijo mientras desviaba la mirada con una pequeña sonrisa, tallándose las lagrimas con la manga de la chaqueta.

—Además, por la forma en la que te vistes y te pintas las uñas, creo que te gusta el color negro, o al menos los colores oscuros —le dije bromeando.

—Casi le atinas. Son el morado y el azul oscuro.

—Bueno, ahora lo sé. No se me olvidará.

Ahora la tensión se había desvanecido completamente y volvimos a reír juntos por un buen rato en la azotea. Estuvimos haya arriba bajo las estrellas como 1 o 2 horas, platicando de todo tipo de cosas.

Ahora sabía que su banda favorita era Black Sabbath, que le encantaba la pizza y las palomitas, que detestaba a las ratas, pero amaba a los gatos y también a los perros, pero no tanto como a los gatos. Le encantaba el chocolate, pero se empalagaba muy fácilmente. Me contó sobre que tuvo un ex novio llamado Yael, que era el típico vendedor de droga de la escuela; y la misma historia repetida de que el no la amaba tanto como ella a él, autodestrucción, celos, algo de violencia y finalmente la separación. Lo bueno es que ella ya lo había superado totalmente, así que al menos por ese lado ella podía seguir adelante; pero temía que el aún no, ya que se había enterado de que la había estado buscando por la escuela y por los alrededores.

En fin, después de estar por bastante rato platicando, fue hora de cada uno regresara su departamento. Cuando llegamos al suyo, antes de que me fuera, me hizo prometerle que le lavaría su chaqueta, a lo que yo riendo, solo le dije que lo intentaría. Después me beso en la mejilla y cerró la puerta. Y yo me quede como todo un idiota hay parado, embobado. Había olvidado lo bonito que era enamorase de alguien...

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