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Capitulo 15

A la mañana siguiente, se me quitó el buen humor, cuando sentí el frio de la mañana recorrer todo mi cuerpo, dándome cuenta de que tendría que ir al colegio sin mi chaqueta. 

Tenía una sudadera roja. Estaba vieja y un poco rota, y no era lo más cálido que tenía para cubrirme en al mañanas, pero era eso o salir totalmente al descubierto, así que decidí tomarla.

Me levanté pesadamente, y comencé a alistarme para irme al colegio. Cuando salí de la habitación, me percaté de que mi madre estaba en la cocina. Otra vez se había levantado.

—Hola hijo, buenos días, oye ¿A qué hora llegaste ayer? Te quería esperar para cenar algo, pero supongo que me quede dormida de nuevo en el sofá.

—No te preocupes mamá, no llegué muy tarde si eso es lo que te preocupa.

—No, no es eso, es que te tenía una sorpresa para cuando llegaras en la noche, pero supongo que te la daré ahora —después de que digiera eso, me deslizo una bolsa de papel. Cuando la vi, al principio no entendí nada. Era un simple sándwich, como el que me había hecho la otra vez.

—Es un sándwich... —le respondí confundido.

—Sí, pero observa de qué es —me dijo ella con entusiasmo.

Cuando abrí la tapa del sándwich para ver que contenía, no pude evitar que se me dibujara una sonrisa en el rostro. Era un sándwich de pollo. Probablemente no sea muy especial a la vista de los demás, pero para mí, era el mejor alimento existente. Mi madre hace los mejores sándwiches de pollo de toda la historia. Bueno, tampoco es que hubiera ido a los restaurantes más finos para comprobarlo, pero tampoco era una estupidez afirmarlo. Con tan solo el leve aroma que emitía el sándwich ya era suficiente para que se me hiciera agua la boca. No sé lo que mi madre hacía para que un simple sándwich de pollo fuera tan tan delicioso.

Tal vez era el pollo que compraba, o como lo cocinaba, o tal vez le echaba algo, no lo sé. Era un sándwich con un poco de pechuga de pollo asada, deshebrada; lechuga, dos rodas de tomate, un poco de queso, y con el pan frito en mantequilla en el sartén. A simple vista no se veía que fuera la gran cosa, pero el sabor, era de otro mundo. Nunca me quiso decir exactamente cómo los preparaba, pero cuando yo y ella vivíamos en el campo, estos eran mis favoritos, y mi madre me los preparaba casi a diario. Pero después de mudarnos a la ciudad; tal vez era porque no conseguía los ingredientes adecuados, o porque aquí las cosas eran 10 veces más caras, no lo sé, pero dejó de hacerlos tan a menudo. Pero hoy en día, cuando los hace, es suficiente para alegrarme el día.

Le agradecí a mi madre muy feliz por haberme hecho el sándwich, y después me despedí de ella. Salí corriendo del apartamento para que no se me hiciera tarde, me dirigí a la estación de autobús que había en mi casa, y me subí al primer autobús que paso por ahí.

Cuando llegué al colegio, me encontré a Chucho y Esaú recargados en los barandales de los pasillos, donde esperaban a la espera del profesor de esa clase, junto con los demás alumnos. Lennon aún no había llegado, tal vez se le había hecho tarde. Los dos se veían bastante afligidos, tal vez aún no superaban muy bien lo que había pasado hace un par de noches con Oscar.

—Hey Arthur ¿Qué tal? —Chucho fue el primero en saludarme.

—Hola chicos, ¿Cómo están?

—Pues más o menos, no es muy fácil procesar lo que paso la otra noche —dijo Esaú, desanimado.

En eso llego el profesor, que hizo que todos entraran al salón, interrumpiendo nuestra platica. La clase era de matemáticas, la cual era la menos favorita que tenía. No es que no les entendiera, simplemente me aburrían demasiado. Como la física, la química, etc. Una vez había escuchado que, si no te gustaban ninguna de esas ciencias, era porque no habías tenido un buen profesor, lo cual no lo dudaba en lo absoluto. Ni siquiera recuerdo haber tenido al menos algún profesor de química o en física hasta la preparatoria, y además, los profesores que estaban aquí, o al menos los que yo había tenido, eran puros charlatanes que se creían los más inteligentes del mundo.

En fin, hay estábamos los 3 sentados en pupitres juntos, intentando ponerle atención a todo lo que decía el profesor, cuando de la nada, apareció Lennon en la puerta, viéndose bastante agitado.

—Buenos días profesor —dijo mientras intentaba tomar aire. Lo más probable es que hubiera corrido escaleras hacia arriba para llegar aquí —¿Puedo pasar...?

—Llegas 8 minutos tarde Ángel. Que sea la última vez, por favor.

Lennon pasó rápidamente entre las bancas de los demás, y para su fortuna, aun había un pupitre que estaba enfrente de donde estábamos nosotros. En cuanto se sentó y acomodo sus cosas, aguardó un momento para que el profesor se distrajera, y así el pudiera decirnos algo.

—Oigan —dijo volteándose hacia nosotros—No van a creer a quien me encontré hace un momento.

—No sé, ¿Quién? —dije un poco fastidiado.

—Al parecer Oscar ya decidió volver a la escuela. Estaba con un grupo de personas en el patio perdiendo el tiempo, y creo que también estaba con su novia—. Era obvio que se refería a Penny. No sé por qué, pero algo dentro de mí aún le quemaba que ellos estuvieran juntos.

—¿Y qué tiene que haya regresado a la escuela? No tengo ni ganas de verlo —dijo Esaú molesto.

—No te pongas así Esaú, tú odias a medio mundo —le contestó Lennon con sarcasmo.

—Eso lo dices tú, porque el idiota no te apuntó con una pistola —Le respondió Esaú aún más enojado, pero teniendo cuidado de susurrar para que el profesor, o alguien alrededor pudiera escucharlo.

—Por favor, tú por cualquier cosa quieres partir a la mitad a alguien

—¿Me estás jodiendo, verdad?

—¡Ya cállense los dos! —les interrumpió Chucho antes de que Lennon pudiera responderle otra cosa a Esaú—. Lennon, ve al punto, ¿Qué tiene que Oscar haya regresado a clases?

—Pues la razón por la que llegué tarde es porque me detuvo a medio camino. Y me dijo que quería que nos viéramos con él en su casa hoy en la tarde, después de la escuela. Que quería enseñarnos un par de cosas.

—¿Enseñarnos cosas? —dijo Chucho confundido.

—Yo no voy, después de lo que vi que es capaz de hacer ese tarado, no me fio de el —dijo Esaú escéptico.

—Ya, no estés de exagerado, ¿Quieres? —le volvió a reprochar Lennon

—¿De verdad me dijiste exagerado? ¿Sabes por qué dices eso? ¡Porque tú no estuviste ahí adentro, ni viste lo que hizo! —esta vez Esaú alzó un poco la voz, haciendo que el profesor lo notara.

—Tú siempre eres una reina del drama, el otro día...

—Aparte de llegar tarde, se la pasa platicando en mi clase —nos interrumpió el profesor de matemáticas, que ahora estaba justo enfrente de Lennon —Si es más importante su plática que mi clase, entonces háganme el favor de salirse los 4. Ahora —terminó de decir con voz firme.

—¿En serio? ¿Nos va a sacar? —le respondí fastidiado.

—No lo volveré a repetir, si no están fuera de mi clase en 2 minutos, los repruebo en este instante.

Ahora si no teníamos opción. A esto me refería con que los profesores eran una porquería. De todas maneras no le estaba entendiendo un carajo, así que daba lo mismo. Tomamos nuestras cosas y salimos del salón en un instante. Pude escuchar como Lennon le susurró todo tipo de maldiciones. En fin, cuando salimos del salón, comenzamos a caminar por los pasillos sin tener algún rumbo fijo. Ahora supongo que podíamos conversar a gusto sobre el tema de "Oscar".

—Entonces, ¿Qué es lo que vamos a hacer? —les pregunté.

—No lo sé. Claramente al tipo le falta un tornillo —comenzó a decir Chucho—. Si le decimos que ya no queremos trabajar con él, no creo que se lo tome muy bien...

—Qué sugieres entonces Chucho? —lo cuestionó Esaú— ¿Qué sigamos siendo sus perras?

—No dije eso

—¿Entonces?

—No sé Esaú, yo no tengo las respuestas.

—Vamos, no creo que sea tan malo seguir trabajando con él —volvió a cometer Lennon.

—¿Qué te parece si ahora Lennon pierde su derecho a opinar? —le contestó Esaú con tono burlón

—Esaú, todo un comediante —le respondió Lennon

—No era broma, lo dije en serio imbécil.

—¡Ya! –les interrumpí —los dos déjense de bromas. Necesitamos pensar en algo.

—Yo ya les dije que no quiero hacer nada de nuevo con ese idiota —expresó Esaú—. La otra noche nos demostró que está demente. Y si sigue así, no tardara en volverse contra nosotros. Es como querer adoptar a un perro con rabia.

—Oscar no es un perro con rabia... —alegué

—Le falta poco para serlo ¿Qué acaso a todos se les olvido lo que hizo ese maniático la otra noche? Porque parece que soy el único que lo recuerda —replicó Esaú, ya un poco molesto.

—No, no eres el único —le contestó Chucho—. Pero el tipo ni siquiera nos ha pagado, y al menos yo, en verdad necesito el dinero.

—Bueno, tal vez en eso tengas razón. También necesito el dinero yo...

—Entonces...Supongo que seguiremos con él por ahora ¿No? —les dije. 

Independientemente de lo que me contestaran, yo ya estaba atado a ese tipo. Y al menos no pensaba dejar de trabajar con él, hasta que tuviera el dinero suficiente para pagarle todos los tratamientos a mi madre

—Supongo que seguiremos con él, solo por ahora. Una vez que tengamos el suficiente dinero para continuar con nuestras vidas, nos salimos de todo esto. Si las cosas comienzan a ponerse más turbias...

—O si Oscar se pone más loco —le interrumpió Esaú

—Si alguna de esas cosas llegan a pasar, lo dejamos todo.

—Pero es que no es tan fácil solo "dejarlo y ya" —les protesté

—Entonces no tenemos de otra. Tenemos más beneficios si seguido trabajando con él, a que si lo abandonamos. Solo nos queda rezar para que el tipo no se le vuelva a zafar un tornillo y terminemos todos muertos...

Supongo que Chucho tenía razón. Oscar ya me demostró en múltiples ocasiones lo impredecible que puede llegar a ser. Si le decimos así como si nada que ya no queremos trabajar con él más, es capaz de pegarnos un tiro a los 4 ahí mismo. Tenía demasiadas cosas en mi cabeza, por un minuto creí que me desmayaría; pero después Lennon sugirió que fuéramos a comer algo, lo que a todos les pareció bien, e hizo que mi mente se relajara un poco.

Estuvimos en la cafetería un rato. Lennon y Esaú habían ido a ver qué es lo que podían comprarse, mientras que Chucho se había conformado con un paquete de galletas. Yo me comencé a comer el delicioso sándwich de pollo que me había hecho mi madre. Había olvidado lo delicioso que era. Tantos recuerdos se me vinieron a la mente en cuanto lo probé. Recuerdos borrosos de mi niñez, lo que me hizo que entrara en un sentimiento de nostalgia.

Mientras yo estaba con mis cosas, logré visualizar desde lo lejos a Oscar con su grupo de amigos. Estaban riéndose como idiotas, con cualquier cosa que Oscar les estuviera contando. Y a su lado estaba Penny, la cual tampoco dejaba de reírse. Traía una bolsa de papel algo extraña. Estaba llena de colores llamativos, como si la bolsa fuera para un regalo o algo así. No quise prestarle más atención al asunto de Penny. Estaba dispuesto a dejar todo eso atrás, y olvidarla. Tenía ahora mejores cosas por las cuales preocuparme, como buscar una lavandería que le quitara el jugo pegajoso a la chaqueta de Astrid. En fin, seguí comiéndome mi sándwich junto a Chucho, cuando de la nada, sentí que alguien se sentó a lado mío.

—Hola Arthur ¿Cómo has estado? —no lo podía creer. Todos mis nervios se despertaron de golpe, y me puse realmente inquieto. Penny estaba justo enfrente de mí.

—Hola... —le dije confundido, y nervioso. Chucho pareció no importarle nada. Siguió comiendo sus galletas como si nada.

—Oye... siento mucho lo que paso antes. Lo de haberte dejado de hablar. No debí de haber hecho eso. Éramos buenos amigos, pero cuando me dijiste lo que me dijiste, me confundí, y pues, no supe que hacer —no podía creer lo que estaba escuchando ¿De verdad se estaba disculpando?

—Penny...yo...no...no sé qué decirte

—No, no me digas nada, solo quiera decirte eso. Quería decírtelo mucho antes, pero me sentí muy mal por como terminaron las cosas entre nosotros dos, y no me atrevía —me pasaron tantas ideas por la cabeza. Había soñado con este momento desde hace mucho tiempo, y ahora que al fin había llegado, tenía la mente en blanco—. En fin, quería darte esto—acto seguido, me dio la bolsa con los colores brillantes—. Era un regalo de cumpleaños que quería darte, pero nos dejamos de hablar, y no tuve el valor para dártelo. Espero que no sea demasiado tarde para que tú y yo volvamos a ser amigos —tomé la bolsa, mientras a ella se le dibujaba una pequeña sonrisa. Parecía que ella estaba aún más nerviosa que yo.

Me le quedé mirando a la bolsa, no me atrevía a ver qué era lo que tenía. Estaba muy confundido, aun no lograba procesar todo lo que estaba pasando.

—Bueno, era lo único que te quería decir. Espero que te guste, y volvamos a ser amigos, con antes. Ya sabes. De verdad extraño esos días...

—¡Penny! —alcancé a escuchar la irritante voz de Oscar llamando a su novia —¿No vienes?

—¡Dame un momento! —le respondió ella—. Bueno Arthur, espero que te guste, me tengo que ir. Cuídate —después de eso, se dio la media vuelta.

—Penny...yo...gracias —fue lo único que pude decirle. Ella se giró, y me sonrió.

—Nos vemos luego Arthur —y después se fue con sus amigos, y con el imbécil de Oscar.

Me quede en silencio como por 2 minutos. Penny se había disculpado conmigo, y quiera que volviéramos a ser amigos. Y yo que ya estaba dispuesto a olvidarla. Me lleva el carajo.

—¿Qué? ¿No abrirás el regalo que te dio tu novia? —comenzó a bromear Chucho.

—Cierra la boca, no es mi novia...es la de Oscar.

—¿Qué? ¿en serio? —al parecer Chucho pensó que era una broma, porque casi se echó a reír — ¿Esa chica está con ese imbécil?

—Sí, es su novia. Ella es solo...una amiga mía.

—Pues vaya amiga que tienes. Pero ya en serio ¿No piensas abrir lo que te dio?

Suspiré un poco frustrado. No tenía ganas de abrirlo, no quería ver. Aún tenía muchas cosas las cuales tenía que procesar. Pero al final la curiosidad pudo más conmigo. Cuando abrí la bolsa, mis ojos se agrandaron mucho. Era una chaqueta de cuero negra, hermosa. En mi vida soñé con tener algo así. Había llegado en el mejor momento, ahora ya no tendría que pasar frio con esta estúpida sudadera roja.

—Vaya, ¿Seguro que es tu amiga? Es mucho para solo un "amigo" ¿No crees? —me dijo Chucho.

No le respondí. No quiera hacerme ilusiones. Ella solo había venido a disculparse, y pedir que fuéramos amigos otra vez. Además, estaba de por medio Oscar. Ese tipo estaba loco, y no me quería ni imaginar cómo se pondría si le llegara a robar a su novia. No quería saberlo. Y menos por como fue que me miró cuando vio que Penny estaba conmigo... 

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