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Capitulo 13

Ya era la noche siguiente desde que Oscar me había llamado a mi casa. Al parecer él quería que Chucho nos recogiera a todos en cuanto el sol comenzara a descender entre las colinas, con su auto, y después pasáramos a su casa. Según él, era hora de cobrar deudas. No sé muy bien a que quería referirse con eso, pero conociéndolo, no sería nada bonito...

En fin, ya estaba parado justo afuera del edifico departamental, esperado a que Chucho pasara a recogerme. Tenía el arma guardada en el bolsillo de mi chaqueta rota. En serio que ya me urgía que Oscar me enseñara a como usarla, o terminaría en el hospital con una bala en mi pierna o brazo meramente por mi estupidez. Estuve ahí como 5 minutos, cuando el reluciente auto de Chucho paro justo enfrente de mí.

—Tu auto en verdad esta irreconocible, por un segundo no logré reconocerlo —le dije mientras me subía en el asiento del copiloto. Atrás ya estaban Lennon y Esaú que se veían un poco adormilados.

—Si, ya lo sé. A mi padre casi le da un infarto cuando lo vio. Dijo que era la clase de autos que utilizaría un pandillero. Aunque al final le terminó gustando el nuevo aspecto. Y gracias a él, pude dejarlo como estaba. Ya era hora de que mi coche de perdedor no se viera como el de un perdedor.

—Como sea —interrumpió Lennon —Arthur ¿Sabes por qué carajo Oscar nos quiere en medio de la noche?

—Más o menos me dijo algo —murmuré mientras me rascaba la nuca.

—Y... ¿Qué es? Mientras nos sea enterrar un cuerpo o algo así, estará bien.

—Dijo algo sobre cobrar una deuda con el tipo que me delató con la policía. Tal vez solo quiera intimidarlo o algo así.

—Puede ser —especuló Esaú—. Tal vez nos quiera sólo para hacerle bolita. Para que así el tipo vea que tiene todas las de perder.

—Bueno, pues mientras más rápido llegamos, más rápido lo sabremos —dijo Chucho mientras arrancaba el auto.

Las calles estaban sumergidas en la soledad. Se veían demasiado tétricas a comparación con el día, donde estaban repletas de gente. Llegamos más rápido de lo que creí. Regularmente cuando iba en el metro o transporte público, me tardaba como media hora en llegar a la casa de Oscar, pero con Chucho en el volante, llegamos en casi la mitad del tiempo. Tal vez influyó un poco el hecho de que las calles estaban casi vacías en su totalidad, pero Oscar tenía razón, tener un coche era mucho más práctico.

En cuanto llegamos, Chucho estacionó a un lado de la banqueta el coche, y los 4 nos bajamos hasta la entrada del sótano donde se encontraba Oscar. En cuanto toqué la puerta, el tipo la abrió de inmediato.

—¡Arthur! —comentó un poco sorprendido—. Vaya, ustedes sí que conocen la puntualidad, llegaron antes de lo previsto.

—Nah, las calles estaban despejadas...eso nos ayudó —le comente sin importancia —En fin Oscar, ¿Para qué nos quieres?

—Necesito que me ayuden a meter todo eso a la cajuela —dijo mientras se hacía a un lado de la puerta para que pudiera observar. 

Sentí con mis ojos se abrían exageradamente, gracias a la impresión y confusión. Había al menos 15 litros de botes de gasolina que Oscar tenía en el sótano.

—¿Qué...qué rayos piensas hacer con todo esto? —pregunté algo nervioso, imaginándome todo tipo de cosas, una cada vez peor que la otra.

—Arthur -me dijo mientras me agarraba del hombro —¿Recuerdas lo que te dije sobre la regla de hacer preguntas? Pues es muy importante que la respetes. Solo no seas impaciente, ya verás que es lo que haremos con esto. Ese imbécil merece el castigo que se le da a una rata; así que ahora ayúdame a llevar todo esto al automóvil —terminó de decir mientras me soltaba el hombro, tomó dos de los botes, y caminó enfrente de mí dirigiéndose a la cajuela del auto de Chucho.

Los demás como lo esperaba también sentían intriga y curiosidad por saber qué carajo planeaba hacer Oscar, pero decidimos quedarnos callados. Era mejor simplemente obedecerle, y terminar con esto lo más rápido que pudiéramos.

Una vez cargamos todo en el auto, Oscar subió con un bate de béisbol, mientras enfundaba su pistola en su cinturón, pidiéndonos que subiéramos al auto. Él ésta vez tomó el asiento del copiloto, para poder guiar mejor a Chucho por la ciudad. En el camino ya me iba haciendo una idea de que es lo que más o menos Oscar estaba planeando hacer. Lo más lógico era que el muy psicópata quisiera encender en llamas toda la tienda del pobre sujeto. Me parecía algo exagerado y hasta cierto punto cruel, pero considerando que gracias al infeliz estuve muy cerca de que me encerraran tras unas rejas, el sentimiento de culpa se desvaneció rápidamente.

Llegamos al lugar rápido, la noche ya había consumido lo que quedaba del claro cielo, y ningún posible testigo que pudiera causarnos problemas estaba presente. Los demás establecimientos que estaban alrededor de la tienda que era nuestro blanco apenas estaban siendo cerradas; como también el mismo Peter apenas estaba cerrando la suya, preparándose para irse de ahí; lo que hizo, como yo había pensado segundos antes, que Oscar nos indicara que esperáramos un poco dentro del auto a que las personas terminarán de cerrar las tiendas, y se marcharan.

Chucho estacionó el auto unos metros de distancia de la calle, para que no se viera tan sospechoso. Estuvimos ahí aparcados como por 20 minutos, esperando a que la mayor parte de la gente terminara por irse.

—Entonces Oscar... ¿Qué planeas hacer? —finamente rompió el hielo Lennon, desde la parte de taras del coche.

—Ustedes no conocen el significado de la palabra "paciencia" ¿Cierto? —le respondió algo molesto.

—Por favor —dijo en tono burlón Lennon— ¿Cuál es la necesidad de tener este ambiente tan misterioso? Creo que todos aquí ya intuimos que es lo que vas a hacer. Le quemaras el lugar ¿Verdad?

—En parte... —murmuró algo incómodo Oscar. Era obvio que se traía algo más en manos, lo que me puso algo nervioso.

En fin, después de estar ahí un rato, el único que faltaba por marcharse era el mismo Peter. Supuse que Oscar esperaría a que se marchara él también, pero antes de que yo pudiera darme cuenta, el loco arrancó el auto bruscamente sin que Chucho pudiera hacer algo, y frenó de golpe justo enfrente de la tienda, donde estaba Peter. Él se bajó rápidamente con el bate, y se acercó a él.

Yo me bajé del auto, en un intento inútil por tratar de detener lo que claramente Oscar estaba apunto de hacer, pero ya era tarde.

—¡Oye imbécil! —le gritó Oscar a Peter, el cual giró la mirada algo confundido mientras terminaba de escombrar unas cosas en la calle —¡¿Recuerdas que es lo que te había dicho si es que te intentabas pasarte listo?! ¡Bien, pues ahora lo sabrás! 

Una vez terminó de decir eso, y estuvo lo suficientemente cerca de él, Oscar le soltó un fuerte golpe con el bate directo en el rostro, lo que hizo que cayera al instante al suelo. El pobre tipo ni siquiera le dio tiempo de procesar lo que había pasado. El pobre diablo tenía la nariz más que rota, y su rostro estaba cubierto de sangre. Cuando los demás se bajaron del coche, vieron la escena del pobre hombre retorciendo en el suelo, horrorizados, mientras que la mirada de Oscar seguía siendo fría y sin emociones. Daban escalofríos sus ojos.

—Llévenlo adentro —dijo el sin expresión alguna

—¿Qué? —preguntó Chucho mientras sus manos empezaban a temblar por los nervios.

—¡Que lo lleven adentro joder! No quiero que nadie a que lo mire! —casi gritó Oscar.

Los 4 nos miramos entre nosotros. Era claro que ninguno de nosotros esperaba lo que Oscar había hecho. El pobre tipo ya ni siquiera podía pronunciar una palabra, se atragantaba con su propia sangre. Pero al final, hicimos lo que Oscar nos pidió. Esaú y yo lo tomamos de los brazos, y lo arrastramos dentro de la tienda.

—Tú quédate aquí afuera, si viene algún curioso, o una patrulla o lo que sea, nos avisas para salir volando de aquí, ¿De acuerdo? —Le indicó Oscar a Lennon, el cual solo asintió nervioso.

Después de eso Oscar entró a la tienda con Chucho, y con su ayuda, terminaron de cerrar la malla de la tienda.

Ahora estábamos los 4 dentro de una tienda con un hombre agonizando, con Lennon afuera vigilando.

—Atenlo a la silla, aún no he terminado con ésta rata —Exclamó Oscar con esa mirada fría mientras le lanzaba a Chucho un rollo de cinta. Él me miró nervioso, y después yo mire a Esaú. Era claro que ninguno de los dos quería estar aquí. Pero no teníamos muchas opciones. Solo, esperar que Oscar no fuera un psicópata sádico.

Lo atamos a la silla sin mucho problema, el tipo ni siquiera podía mostrar resistencia, estaba al borde de quedar inconsciente, pero eso no detuvo a Oscar de desquitarse. Estuvo golpeándolo por alrededor de 15 minutos sin descanso. Podía escuchar como los huesos del tipo se rompían uno por uno, mientras el sólo agonizaba cubierto de sangre, sin poder hacer nada. Ya no le quedaban fuerzas para poder defenderse. Por cada golpe que Oscar le daba, lo insultaba de todas las maneras posibles "Soplón, rata, cobarde, traidor, perra, escoria, pedazo de mierda" y otros muchos más que ni siquiera quiera recordar. Chucho mantenía la mirada baja. Era claro que escuchar a un tipo retorcerse de dolor no era nada agradable para él. Esaú mantuvo su postura, pero igual le costaba un poco de trabajo poder ver esa escena. Ninguno de nosotros estábamos acostumbrados a tanta violencia, pero Oscar, el maldito parecía disfrutarlo. Cada que su puño se llenaba de sangre, una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro, y sus ojos se tornaron como los de un auténtico lunático, sin empatía alguna. Estaba disfrutando matar a golpes a un sujeto. No podía creer que este tipo anduviera en la escuela como si nada. Aún peor, que este loco estuviera junto Penny y pudiera besarle para después matar a un hombre con sus propias manos. ¿En qué carajo me metí?

—¡Bien, Oscar, ya déjalo, fue suficiente! —gritó Chucho intentado detener a Oscar tomándolo de los brazos.

—¿Qué? ¡No seas maricón! Este imbécil no ha recibido ni la quinta parte de lo que realmente merece —exclamó Oscar mientras se forcejeaba para seguir golpeando a Peter.

—¡No! Ya fue suficiente, míralo como esta ¿En verdad crees que el tipo al menos siente algo? ¡Está inconsciente!

—¿Y eso que? No voy a detenerme hasta que el maldito tenga la cara deformada.

—Oscar, Chucho tiene razón, ya déjalo, vayámonos de aquí ya de una vez —comentó Esaú mientras ayudaba a Chucho a separar a Oscar.

—¡Ustedes son un par de llorones! Creí que eran más hombres —gritó furioso Oscar, al mismo tiempo que de un solo jalón, logro librarse de Chucho y Esaú —Si de verdad quieren seguir aquí, tienen que comprender que este tipo de cosas pasan, y a los bastardos que no obedecen las reglas, o que traicionan a sus compañeros con esos cerdos policías, tienes que demostrarles que hay consecuencias. ¿O qué? ¿Quieren ser de esos bastardos llorones? ¿Qué no tienen agallas?

—Oscar...ya basta, solo, déjalo. El tipo de seguro ya aprendió la lección, solo velo —Chucho le apunto un dedo a Peter. Estaba cubierto de sangre, en incluso, tal vez ya hasta había dejado de respirar.

Oscar volteó a mirarlo, y comprendió que ya no tenía más sentido seguir golpeándolo. Dio un fuerte suspiro, y pasó sus dedos entre sus cabellos, mientras caminaba de un lugar a otro. Supongo que estaba intentado relajarse un poco, y no perder el control.

—De verdad que ustedes son un par de maricones... Arthur —voltee a mirarlo, ya que yo me había quedado parado en silencio, mirando todo—. Tráeme los botes de gasolina...acabemos con esto de una vez.

—¿Qué? ¿Ahora qué carajo piensas hacer? —exclamo Chucho.

—¿Quieres dejar de estar cuestionando cada puta cosa que estoy haciendo? —se quejó Oscar, mientras se volteaba bruscamente a mirar a Chucho —Solo los traje a ustedes para que obedecieran ordenes, sin chistar ni preguntar ¿Entendieron? Si yo digo que me traigan el puto bote de gasolina, me traen el puto bote de gasolina, no es tan difícil—. Chucho solo se quedó en silencio, como también Esaú y yo. Claramente Oscar ya no estaba en sus casillas, y él al notar lo que estábamos pensando, se enfadó a un mas—. O puedo irme por la opción más sencilla, y deshacerme de ustedes también par de maricones—. Después de que terminara de decir eso, desenfundo su arma, y le apunto directo a la frente a Chucho, lo que obviamente a todos nos sobresaltó.

—¡No, no, espera! -gritó Chucho asustado. Todo se volvió gritos, y al parecer todos entraron en pánico. Esaú intentó quitarle la pistola, pero Oscar fue más rápido, y terminó apuntándole a él también.

—¡Oscar, ya, tranquilo! —me entrometí—. ¡Tenemos que relajarnos todos, o no llegaremos a ningún lado!—. Después me voltee a mirar a Chucho y a Esaú para decirles un par de cosas —Ustedes dos sabían muy bien a lo que se estaban metiendo cuando quisieron trabajar aquí, así que por favor, hagan lo que les pide Oscar, y se terminó—. Después me voltee a girar para ver a Oscar, el cual seguía apuntándome con el arma—. ¿Y tú podrías calmarte de una puta vez? Sabes que para nada te conviene deshacerte de ellos, porque si lo haces, tendrás que hacerlo también de mí, y no creo que eso te convenga—. Dije firmemente, sin mostrar miedo.

—Puedo hacerlo si quiero —dijo mientras jalaba el martillo hacia tras, listo para disparar.

—Entonces hazlo maldito —le dije mientras avanzaba un paso adelante, teniendo el revolver justo entre mis ojos—. Hazlo—. Aunque estaba un 89% seguro de que Oscar no lo haría, porque realmente no le convenía, aun me preocupaba ese 11% restante. El maldito sí que era impredecible.

Pero finalmente, Oscar simplemente suspiro frustrado, y bajo el arma, lo que hizo que pudiera respirar un poco.

—Bueno, son novatos, tengo fe en que comenzaran a acostumbrarse a este tipo de cosas... más les vale —dijo mientras guardaba el arma en su cinturón—. Ahora, ¿Podrán hacerme el favor de traer la jodida gasolina? Esto ya me está cansado.

Chucho suspiró inconforme, pero él sabía que ya no podía hacer nada. Era mejor que ya no abriera la boca. Cuando salimos de la tienda, Lennon estaba un poco preocupado esperando recargado en el auto. Supongo que había escuchado toda la discusión que habíamos tenido adentro, pero no se animaba a preguntar. Tomamos los botes de gasolina, y comenzamos a regarlos por todo el lugar. Oscar se encargó específicamente de rosear en gasolina a lo que quedaba de Peter. Era de verdad enfermizo ver como disfrutaba hacerlo. Quemar a un hombre que probablemente seguía respirando, y tener esa sonrisa en el rostro mientras lo hacía... carajo.

En cuanto terminamos de empapar todo el lugar en gasolina, las frituras, el mostrador los estantes, dejando todo cubierto, Oscar nos pidió que nos subiéramos al automóvil. El muy cínico había regresado a la tienda para robarse una bolsa de papas. En cuanto termino de limpiarlas de la gasolina que tenía, se subió en el asiento del copiloto, y antes de que le pidiera a Chucho que arrancara, encendió un fósforo, y lo lanzo a la tienda. El lugar se encendió en llamas al instante.

Oscar le gritó a Chucho que arrancara, y antes de que alguien pudiera ver el desastre que habíamos causado, ya habíamos desaparecido de ahí.

Solo logré a alcanzar a escuchar como todo el lugar comenzaba a explotar detrás de nosotros. Realmente habíamos causado un incendio muy grande allá atrás. Y mientras las llamas consumían todo a su paso, y el humo negro ascendía al cielo, nosotros ya habíamos desaparecido entre la oscuridad de la noche.

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