Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 10

—¡Detente ahí! —gritó uno de los policías. 

Ni siquiera me molesté en mirar hacia atrás. Mi cabeza plantó un temor absoluto con el hecho de imaginar de que me pudieran atrapar. Tenía que correr hasta donde mis piernas me lo permitieran, sin perder ni una milésima de tiempo.

Como aún era de día, las calles seguían bastante llenas de gente, lo que me daba una ventaja y desventaja al intentar huir de los policías. La ventaja era de que si me lograba ocultar bien, tal vez pudiera perderme entre la multitud, pero la desventaja era, que si no lograba ser lo suficientemente ágil, las mismas persona podrían cerrarme el paso, y esa sería mi perdición.

Tenía que escapar de esa zona como fuera lugar. Recordé que tenía monedas sueltas en mis bolsillos, lo que me daba la posibilidad de, en cuanto perdiera de vista a esos imbéciles, subirme a algún autobús, y perderme entre la ciudad. Pero si no lograba ser lo suficientemente rápido, los malditos policías podrían ver el autobús en el que me suba, y gritarle al conductor que se detenga. Tenía que perderlos de vista;  y fue en ese momento, en el que vi mi mejor oportunidad. ¿Qué mejor que el centro comercial?

Corrí como nunca antes lo había hecho en mi vida hacia la entrada del centro comercial. La gente obviamente me miraba extraño, y hasta con miedo cuando me veían correr hacia toda velocidad. En un momento, no pude controlar mi velocidad, y no fui capaz de esquivar a un pobre repartidor de pizzas que estaba por entrar a una casa a hacer su entrega. El pobre chico no supo que lo golpeó cuando él y la pizza yacían tirados en el suelo. Yo por poco perdí el equilibrio y caía al suelo también, pero pude mantenerlo, y seguir corriendo, mientras le gritaba al pobre chico un perdón.

Los policías obviamente seguían atrás de mí; podía escucharles gritar que me detuviera, y todo tipo de maldiciones hacia mi persona. Creo que estos sujetos de haber sabido que era tan rápido, me hubieran perseguido con la patrulla. Si ese hubiera sido el caso, yo ya estaría esposado.

Seguí corriendo como todo un atleta. Mi corazón no paraba de palpitar de la adrenalina y miedo que sentía en ese momento, como también en mi frente ya podía sentir las gotas de sudor que comenzaban a resbalar. Tenía que lograr salir de esta, sabía que podía hacerlo.

En cuanto llegué a la entrada del centro comercial, entré muy frenéticamente, casi resbalándome por la velocidad en la que iba, y me detuve un par de segundos para saber hacia dónde correría. Pero deje de pensar en alguna estrategia de inmediato, cuando escuché a los policías estar detrás de mí. 

Corrí hacia el primer lugar al que mi cerebro pensó, que fueron las escaleras eléctricas, hacia el segundo piso. Estaban repletas de gente, lo que hacía que no me quedará otra opción más que abrirme paso entre codazos y empujones. Voltee a ver hacia atrás un minuto, y observe que uno de los policías ya venía detrás de mí, mientras que el otro estaba de pie en la entrada del centro comercial, hablando por medio de una especie de radio en forma de teléfono. Era más que claro que estaba pidiendo refuerzos dentro del centro comercial.

Finalmente pude llegar al final de las escaleras eléctricas en medio de golpes y empujones. La gente ya me estaba mirando raro, y el maldito policía que iba detrás de mí no dejaba de gritarle a la gente que me detuviera. Si esto seguía de este modo, la multitud de gente ya no sería una ventaja, y se volvería en mi contra.

Lo que tenía que hacer ahora, en ese momento, era buscar la salida trasera del centro comercial, y tal vez así poder al fin perderlos de vista. Corrí por los pasillos sin detenerme, empujado y hasta atropellando gente. De hecho, pasé por una pareja que iba agarrada de la mano, y mi golpe con la chica fue con tal suerte, que la derribe por accidente. Su novio, como era de esperarse, se puso furioso conmigo, y comenzó a insultarme de todas las maneras posibles. Llamar la atención fue el peor error que pude haber cometido. Ahora todo el mundo en ese lugar me estaba mirando confusos. Debía parecer algún tipo de ladronzuelo que apenas había salido de un atraco, e intentaba huir de la policía.

De la nada, comencé a ver policías por todas partes, como si hubieran emergido del suelo. Uno intentó bloquear el paso, pero como yo ya lo había visto desde hace unos metros, me dio tiempo de tomar tierra de una maceta que estaba como decoración, y cuando estuve cerca de él, sin dejar de correr, se la tire directo a los ojos, lo que hizo que se aturdiera, y lograra escapar. Unos metros más adelante, otro intento embestirme, pero logré esquivarlo ágilmente, y solo pude escuchar como su cuerpo se estrellaba contra el suelo. Y uno más, intentó tomarme por la manga de mi chaqueta, pero jale tan fuerte de esta, que terminó por rasgarse por completo, dándome la oportunidad de huir. Y ahí fue donde se fue la única chaqueta en buen estado que tenía.

Tenía que salir de ese lugar ya. Me había metido en una jodida trampa de ratones, que estaba llena de gatos. En mi intento por escapar, recuerdo haber tirado a un par de personas más. A un niño que venía con su padre, comiendo un helado. Lo que quedaba de mi chaqueta había quedado cubierta de helado de chocolate, y por si fuera poco, el padre del niño ya también venía persiguiéndome furioso. Luego tiré a un chico que llevaba cargado un montón de bolsas de compras, ocasionando que todas salieran volando por todas partes. Con el si no pude mantener el equilibro, y terminé cayendo al suelo. La caída fue muy dura, y por un momento, mi cabeza pensó en solo quedarme ahí tirado, y dejar que los policías terminaran con todo. Pero cuando los comencé a escuchar como se acercaban, con macana en mano, mi instinto de supervivencia sentí como me levanto de una patada, y seguí corriendo desesperado. Si iba a la cárcel, y mi madre se enteraba, no quiera ni saber cómo se iba a poner. Fácilmente, y con suerte, solamente le provocaba un infarto.

Después de estar unos minutos corriendo como gacela, finalmente pude localizar la salida del centro comercial. Intenté bajar por las escaleras eléctricas a toda velocidad, ya que aún me encontraba en el segundo piso, pero en cuanto vi a unos policías subir por éstas, aunque fueran en sentido contrario, supe que no era una opción. Así que, impulsivamente, decidí meterme a una tienda de ropa que estaba por ahí cerca. Con suerte y en ese lugar lograría perderlos aunque fuera unos minutos. Entré haciendo mucho alboroto. Había bastante gente ahí dentro que me vieron sorprendidos. Me detuve un momento para pensar en dónde podría esconderme, pero mi tiempo se acabó en cuanto los policías terminaron e subir las escaleras eléctricas. Corrí hasta el fondo de la tienda, por donde no lograran medir mi velocidad. No pude evitar tirar un par de maniquís, y algunas chicas que estaba tranquilamente mirando la ropa.

Los policías sorprendentemente no me perdieron la pista, e iban justo detrás de mí. Logré ver como uno tenía en su mano lo que parecía ser un arma de fuego, pero no parecía una común y corriente, casi parecía ser una de juguete. No decidí a quedarme a ver el arma con detalles, tenía que despistar a esos idiotas que me perseguían como una manada de lobos. Eran ridículamente demasiados policías los que me estaban persiguiendo en esa tienda. Había tal vez como 5 o 6 que logré ver. Parecía que estaban persiguiendo a alguien que cometió un homicidio, o algún comunista. Yo que sé, pero la forma en la que le habían tomado importancia en atraparme era muy exagerada. Intenté hacerles perder mi rastro de todas las maneras posibles. Les tiraba objetos justo detrás de mí para que se les cerrara el paso; les tiraba todo tipo de ropa, maniquíes, estantes enteros, e incluso recuerdo haber aventado a un niño con el que si logre que un policía lograra tropezar. Tal vez fue un poco cruel, pero yo estaba hundido en el pánico y la desesperación.

Pero por fin, como por unos 120 segundos, logré que me perdieran de vista. Salí de la tienda lo más sigiloso y rápido que pude, esta vez sin hacer tanto ruido, y corrí directamente hacia la salida antes de que alguno de esos desgraciados pudiera verme. Pero como era de esperarse, ya había un par de policías que habían bloqueado el lugar. Supe que mi única opción era, o correr  demasiado rápido como para que no lograran agarrarme de alguna prenda, o taclear a alguno con todas mis fuerzas, y así abrirme paso.

Ya estaba harto de todo esto. Estaba furioso, me estuvieron persiguiendo como un ratón por todo el lugar, y no tuve ni siquiera un jodido segundo para poder descansar. Pero todo ese esfuerzo no sería en vano, y no dejaría que me atraparan por una idiotez, solo porque el desgraciado dueño de una tienda que no supo mantener la boca cerrada. Tenía que ser una maldita broma que por esa estupidez, yo terminara en la cárcel con mi vida arruinada. No lo permitiría, de ningún modo permitiría que eso pasara. 

Al final me decidí por la segunda opción, intentar taclear a uno de los policías, e intentar salir corriendo por la calle. No lo logré derribar, pero mínimo pude abrirme paso. Su compañero me apuntó con la misma pistola que parecía ser de juguete como la que tenía el anterior policía, y en vez de sacar una bala ardiente a toda velocidad, sacó lo que aprecian dos listones que accidentalmente fueron a parar a la espalda del policía que intente derribar. 

Fue cuando comprendí que esa cosa no era un arma de fuego, sino una pistola eléctrica. ¡Intentaron detenerme a mí, con una maldita pistola eléctrica! El pobre policía que recibió el impacto comenzó a retorcerse aún de pie, y en cuestione segundos, cayó al suelo completamente aturdido. Por supuesto que yo aproveché toda la confusión que tenía en ese momento el otro policía, y salí corriendo hacia la calle.

Una vez ahí, comencé a ver hacia todos los lados, por donde pasaban los autos, e intenté pensar rápidamente por dónde tenía que huir antes de que me lograran alcanzar esos malditos. De la nada escuché a una sirena sonar a lado mío. Era una patrulla que se había estacionado a solo unos metros de distancia de mí, de donde salieron dos policías que se veían realmente furiosos. Estaba a punto de volverme a echar a correr hacia otro lado, cuando pasó lo impensable. Era como si una especie de dios divino hubiera escuchado mis palabras, y haya decidió salvarme.

Un automóvil que iba a toda velocidad embistió al patrulla por un costado, haciendo que golpeara a los dos policías y perdieran el equilibrio. El automóvil se detuvo justo enfrente de mí, y no me podía creer quien era el que estaba al volante. Era ni más ni menos que Chucho con su automóvil, con Lennon y Esaú en la parte de atrás asustados. No supe ni cómo reaccionar, estaba en shock, y me costaba procesar un poco lo que estaba pasando.

—¡No te quedes ahí parado imbécil, y sube al coche! —gritó Chuco al mismo tiempo que me habría la puerta del copiloto, y me sacaba de mi transe.

Subí al automóvil sin pensarlo dos veces, y una vez cerré la puerta del copiloto, Chucho arrancó a toda velocidad. Pero al parecer mi persecución no había terminado ahí, ya que dos patrullas se colaron detrás de nosotros intentando desviarnos del camino. Chucho comenzó a maniobrar su vehículo hábilmente por toda la calle. Daba giros bruscos de derecha a izquierda en calles angostas, intentando perder a la policía, pero los malditos también eran hábiles. Los 4 en el auto estaban histéricos. Lennon y Esaú no paraban de preguntarme porque carajo me estaba persiguiendo la policía como si hubiera robado un banco, mientras que Chucho tenía toda su atención en el volante, intentando no chocar con algún de los autos que circulaban por la zona, mientras yo intentaba agarrarme de donde podía, por los movimientos bruscos que hacían el auto.

En un momento dado, después de intentar despistarlos por unos minutos, uno de los policías que iban en la patrullas, que seguramente estaba trastornado o se la había zafado un tornillo, sacó su arma por la ventanilla, y comenzó a dispararnos, intentando ponchar las llantas. Por obvias razones, Lennon y Esaú entraron en pánico, mientras que Chucho piso a fondo el acelerador. Para nuestra suerte, no logró darle a al llantas, o al tanque de combustible. Solo le provocó un par de agujeros a la placa metálica del coche, y al espejo retrovisor, del lado de Chucho.

Finalmente, Chucho logró poder perderlos aunque fuera unos minutos. Se metió por una calle angosta, y sin perder tiempo estacionó el auto en el fondo de un callejón, donde perfectamente de frente se podía ver la calle y los autos que pasaban. Chucho nos indicó que nos agacháramos, y que no nos moviéramos. Todos le hicimos caso. Esaú y Lennon se acostaron en los sillones, mientras Chucho se escondía lo mejor que pudo en el volante, pero yo me quede asomando por un costado discretamente, para ver si es que no venían las patrulla. Al cabo de unos segundos, las patrullas ya se comenzaban a escuchar a lo lejos. Mi corazón no paraba de latir como un loco, que por un momento creí que explotaría o me daría algún paro cardiaco. 

Cuando mis nervios estaban en el punto más alto, y creí que me desmayaría, las patrullas pasaron toda velocidad justo enfrente de nosotros, pero no notaron que estábamos estacionados en el callejón. Una vez el sonido de las sirenas se fue disipando poco a poco por la distancia, pudimos respirar tranquilos. El peligro al parecer había terminado. Pero mi tranquilidad no había durado mucho. Todos en el auto, me miraban con unas ganas imaginables de estrangularme...           

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro