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Capitulo 9

Michael siguió empujando al hombre hasta la calle, donde estaba el auto, aun con Chucho sentado en el asiento del copiloto, recargando su mentón sobre sus brazos. En cuanto nos vio llegar, s levanto del asiento, y se alteró un poco.

— ¿Quién es ese? –Chucho salió del auto, mientras Michael abría la puerta de atrás y metía a empujones y golpes a Rafael –¿Y dónde carajo esta Esaú?

— Cambio de planes –le contesto Michael–. Te quedaras con Esaú a vigilar a la chica de adentro, mientras nosotros nos llevamos de paseo a este por un rato.

— ¿Qué? –las dudas de Chucho no parecieron aclararse en lo absoluto.

— Solo...entra a la casa –le intente persuadir –Esaú te contara todo. No nos tardaremos mucho –o eso era lo que esperaba.

Chucho solo me asintió con una mueca, y fue hasta la casa, no antes sin tomar su arma del asiento del copiloto.

— Yo conduciré, tú vas conmigo de copiloto –Michael me miro a mi –y tu atrás con ese pedazo de mierda –después a Lennon –si ves que llega a intentar algo, no dudes en dispararle.

Lennon aceptó a regañadientes, y se sentó en el asiento de atrás. Michael tomo el volante, y yo tome el lugar de a lado, todos con nuestras armas en mano.

— Bien... Dinos por donde –le ordeno Michael al hombre.

— Solo vayan a la bahía del sur, de ahí yo los guiare.

— ¿A la bahía? Pero ese lugar esta infestado de Lirios –mencione, recordando los almacenes que había encontrado con Oscar unos meses atrás.

— Más te vale que no sea una trampa. Ya te lo dije, el que saldrá perdiendo aquí, serás tú –Michael se giró hacia él, apuntándole con su arma.

— No, no, las armas no están ahí –comenzó a explicarse –Están en el aeródromo abandonado, cerca de la bahía. Hay guardábamos todas las armas –Michael entrecerró los ojos en señal de desconfianza, pero después volvió a girarse, y puso el auto en marcha.

— Si es una mentira, tu familia será la que pagará el precio.

Conducimos alrededor de 30 minutos. Miraba a la ventana tenso, al igual que Michael, que fumaba con una mano, y la otra la utilizaba en el volante. Me sorprendía la adicción que tenía este chico con los cigarros, al menos ya llevaba 10 en todo lo que iba del día, y no se le veían intenciones de querer parar ¿Los nervios quizá? No estaba seguro, pero se veía relajado cuando escupía el humo, y volvía a inhalar toda la nicotina; tal vez era algo terapéutico para él.

Lennon seguía con el arma en mano, mientras el hombre solo lo miraba en tanto en tanto nervioso, para después volver a desviar la mirada a la ventana. Lo podía ver por el espejo retrovisor de en medio; ese sujeto parecía que se orinaría en los pantalones en cualquier momento.

— Niño...puedes dejar de apuntarme con esa arma, no escapare, siento que se te escapara un tiro en cualquier momento.

— No le quites el cañón del rostro Lennon –le contesto con rapidez Michael, sin quitar los ojos del camino –Y si el cabron vuelve a hablar, méteselo por la boca, a ver si así se calla.

Aun no estaba seguro si es que Michael cumpliría su promesa, y dejaría al hombre y su familia en paz. Hacia exactamente las mismas amenazas que haría Oscar si nos encontráramos en una situación similar, pero algo en sus ojos me demostraban una diferencia respecto a los de Oscar: él no lo disfrutaba. Se miraba frio, calculador, el tipo de persona que, si hacías enojar lo suficiente, te dispararía en el ojo; pero no parecía disfrutar hacer este tipo de cosas. Cuando vi que golpeo a la chica en el estómago, note como apretó los dientes tensos, e hizo una mueca incomoda. Quizás solo eran delirios míos, y miraba cosas donde no había nada que mirar; después de todo, del que estábamos hablando era del nieto de Don Armando.

— Bien, ya llegamos –Michael desvió el auto de la carretera al suelo arenoso, hasta ir llegando al aeródromo, justo en la pista donde antiguamente las avionetas y otros vehículos hacían sus aterrizajes.

— Las armas están en el garaje, donde antes se guardaban las avionetas; el aeródromo antes era propiedad de mi amigo, pero después de un tiempo decidió sacarlo de servicio, y comenzar a guardar sus cosas aquí.

— ¿Eras unido con él? –le pregunto Lennon

— No...era un idiota.

— ¿Por eso lo apuñalaste por la espalda? –lo mire por el espejo retrovisor, a lo que él me regreso la mirada.

— Intento violar a mi esposa borracho. Si no hubiera estado ahí, quizá lo hubiera llegado a hacer. Fue por eso que lo hice, el no merecía vivir, se merecía lo que le sucedió.

— Traicionaste al hombre equivocado en el peor momento –le contesto Michael, en un intento de consuelo

— Yo...solo quería que pagara.

— Y vaya que lo hizo, le metieron una espada por el culo, y después le cortaron la cabeza. Espero que tu estúpida venganza haya valido la pena.

Cuando llegamos enfrente al garaje del aeródromo, de inmediato pudimos ver que algo andaba mal. Había tres automóviles estacionados, y al menos 5 o 6 personas saliendo y entrando del garaje cargando las cajas a las camionetas, todas con armas pesadas colgándoles de las espaldas.

— Hijo de perra... Son Lirios ¡Es una trampa! –Michael reacciono tarde, todos lo hicimos.

Rafael levanto sus piernas, y le soltó una fuerte patada al rostro de Lennon, aturdiéndolo y probablemente rompiéndole sus lentes de paso. Tomo su arma, e intento dispararle a la cabeza a Michael, pero él se agacho antes de que la bala atravesara el parabrisas. Yo desenfunde mi arma, e intente apuntarle a Rafael, pero el abrió la puerta de su asiento, y se tiro al suelo antes de que pudiera jalar el gatillo.

Michael levanto la cabeza, y se percató de que los chicos que estaban en el aeródromo ya se habían percatado de nuestra presencia, y habían comenzado a abrir fuego. Piso el acelerador, y logro arrollar a dos de ellos. Uno salió volando por los aires rompiéndose el cuello cuando impacto al concreto, y el otro su cabeza, costillas y pulmones fueron machacados por el peso de las llantas que le pasaron encima. Pero el control del auto lo perdimos cuando uno de los Lirios le logro dar a una de las llantas, ponchándola y ocasionando que derrapáramos hasta estamparnos dentro del aeródromo, donde estaban todas se encontraban todas las cajas y armamento pesado.

Salí del auto cayendo al suelo, revisándome todo el cuerpo en busca de alguna herida. Había jurado que una bala me había llegado al estómago, pero no logre encontrar nada. Tomé mi arma y me puse de pie. Lennon salió detrás de mí, con uno de los cristales de sus lentes cuarteado y el otro desaparecido.

Busqué a Michael con la mirada, y cuando lo encontré, había tomado una de las cajas de armas, sacando una especie de fusil o metralleta, no estaba seguro, abriendo fuego hacia todos lados, gritándonos que nos pusiéramos a cubierto.

Me coloque detrás del auto con la esperanza de que las balas no pudieran atravesar el metal y el cobre hasta llegar a mí. Escuché el sonido de un arma cayendo, y cuando vi a mi alrededor, encontré un arma chica que Michael me había lanzado desde su posición. Claramente era para Lennon, el pobre estaba desarmado, casi ciego de un ojo, echo bolita con la esperanza de sobrevivir. En medio de gritos logre dársela y tranquilizarlo. Los sonidos de las balas no me dejaban escuchar ni mis propios pensamientos, y Michael gritándoles todo tipo de groserías y blasfemias no me ayudaba en nada. Estábamos atrapados en una esquina, como única protección el auto de Chucho, el cual no estaría nada feliz de ver en qué estado lo habíamos dejado.

Levante mi cabeza, y vi a uno de esos Lirios disparar y cubrirse en una de las columnas de la entrada del garaje. Si lograba apuntar bien, a la próxima vez que saliera a disparar hacia Michael, podría darle en la cabeza. Le di en el la parte de arriba del pecho. En cuanto la bala impacto, el chico se balanceo intentando comprender lo que había sucedido, para desplomarse en el suelo, cayendo de frente destrozándose la cara.

No me pare a pensar en los remordimientos y culpas que usualmente tenia, en especial siendo que el chico parecía tener mi edad, o un poco más grande. La adrenalina hacia que solo me enfocara en una sola cosa: Sobrevivir, costara lo que costara.

Otro chico estaba disparando desde el otro extremo de la entrada. Si lograba escabullirme entre las cajas, y el chico seguía distraído disparándole a Michael, podría llegar hasta la entrada, y dispararle de perfil en un tiro mortal. Gire mi mirada para ver donde había quedado Lennon, y lo encontró con los ojos cerrados, espaldas contra una de las llantas del auto, como si estuviera rezando, con sus manos temblándoles, sosteniendo su arma.

Intente gritarle, pero todo el sonido que había en el lugar opacaban mis intentos de que me escuchara. Tendría que hacerlo solo, y darme prisa antes de que una de las balas lograra alcanzar a mi amigo.

Pero cuando iba a la mitad del camino, uno de los Lirios me sorprendió por detrás de una de las cajas, y se me abalanzo, derribándome junto a él. Hubiera logrado dispararme en el rostro con su enorme arma si es que yo ante no hubiera reaccionado tan rápido, logrando dispararle en la pierna. Como el cayó encima mío, intento estrangularme, pero yo le clave el cañón de mi arma en su estómago, y jale el gatillo hasta que el cargador se vacío. El chico comenzó a escupir sangre, y sus manos sostenido mi cuello perdieron fuerzas, logrando quitármelo de encima. Todo su estómago estaba lleno de sangre, y yo solo sentía mis manos y ropa pegajosas. Tendría que llegarme a bañar si o si regresando a mi departamento.

Mi revolver se quedó sin balas en el tambor, así que tuve que recárgalo con las pocas que una tenía en mi bolsillo. Tenía los nervios a flor de piel; aún seguía escuchando los gritos de Michael, y las balas impactando en las paredes, cajas, metal y concreto. Si no me daba prisa, alguno de estos imbéciles se daría cuenta de que estaba expuesto, y terminaría con esta historia.

Como mi mano había comenzado a temblar no dejándome colocar las balas en el tambor, termine frustrándome, quedándome solo con la mitad del cargador. Sería suficiente para matar al chico de la otra columna, o al menos eso quería pensar.

Cuando llegue a donde estaba, quizá a unos 10 o 15 metros de distancia, apunte mi arma directo a su oreja, y jale el gatillo. Pero el chico logro moverse en el último segundo por pura suerte, y se dio cuenta de mi presencia. Vacío todo su cargador contra mí, apenas dándome tiempo de cubrirme en una de las cajas. Cuando el chico se detuvo para recargar su arma, Michael dejo de cubrirse y le disparo en la cadera, haciendo que cayera al suelo gritando, a lo que yo aproveche, y lo remate de un tiro a la cabeza.

El fuego había cesado, y aunque yo estaba seguro de que nos quedaba aun un chico por liquidar, Michael salió victorioso de su escondite, pateando al cuerpo del chico que apenas habíamos matado. Yo me preguntaba donde carajo estaba Lennon, ya que no veía rastros de que siguiera cubriéndose en el auto.

Pero, Michael confiado de que habíamos triunfado en el ataque, salió del garaje del aeródromo, al exterior, solo para ser sorprendido por el chico que presentía que nos había faltado por asesinar. Logro derribarlo, listo para reventarle la cabeza a tiros a Michael sin que él pudiera hacer nada; incluso ni a mí me dio tiempo de siquiera levantar mi arma y defenderlo, pero Lennon salió de no sé dónde mierda, y le planto una bala en la cabeza al chico antes de que pudiera jalar el gatillo, y ejecutar a Michael.

— Puta... me iba a asesinar, el hijo de perra me iba a disparar –Michael seguía paralizado en el suelo, analizando lo que había sucedido –No lo vi, no logre verlo, el cabron iba matarme...

— Si, si, si –le interrumpió Lennon, ayudándolo a levantarse –luego me das las gracias. Tenemos que buscar a ese pendejo de Rafael antes de que quiera escaparse.

— Lo estoy viendo –mencione, mientras veía como la rata intentaba arrancar uno de los autos que los Lirios habían traído, pero en su desesperación, termino por golpear el volante, y salir de él, corriendo a todo lo que daban sus piernas, aun con el arma que le había robado a Lennon.

No llego muy lejos. Michael, pese a la distancia, le disparo en uno de sus pies, causando que cayera atropelladamente al suelo, gimiendo de dolor, mientras el arma se le escapaba de las manos, volando a unos metros de él.

Lennon fue el que corrió tras el hombre, y una vez lo alcanzo, comenzó a soltarle patadas en el cuerpo, y golpes en las costillas y la cabeza, lleno de rabia.

— ¡Rompiste mis gafas! ¡Maldito pedazo de mierda! ¡Las rompiste! –le seguía gritando furioso, a la vez que le seguía golpeando.

Michael tuvo que apartarlo para que no lo matara a golpes, dejando al pobre hombre en posición fetal, cubriéndose el rostro y el estómago como pudo. Pensé que ya no lo volverían golpear, pero Lennon una vez se apartó, Michael le patio el rostro, llevándose consigo un par de dientes.

— ¿Qué putas fue eso? –fue lo que le grito –Estúpida rata, ¡Nunca debí confiar en un traidor! –volvió a patearlo –Naces como rata, y mueres como rata. Ahora sí que estas bien muerto.

— No...por favor... –alcance a escucharlo gemir, pero Michael lo volvió a patear, sacándole el aire.

— ¡Mátalo Michael! –Lennon comenzó a gritar - ¡Dispárale al desgraciado! ¡Mátalo!

— Oh si lo hare –escuche el sonido del arma de Michael chasquear –Pero no así. Demasiado fácil para alguien como él. Ayúdenme a subirlo al auto, ya sé qué haremos.

— Pero... ¿Y las armas? –no pude evitar preguntarle.

— Volveremos por ellas después, primero quiero encargarme de esto –Le piso el rostro a Rafael.

Y eso fue lo que hicimos. Metimos a Rafael a rastras a la cajuela de uno de los autos de los Lirios (Ya que el de Chucho no estaba en condiciones óptimas para manejarse) y partimos con Michael, de nuevo al volante.

— ¡Ese bastardo mal nacido! ¡Nos embosco! ¿Vieron como lo hizo? Caímos directo en su puta trampa, si no hubiéramos reaccionado así de rápido, estaríamos muertos los tres ahora –Michael estaba rabioso.

Todos nos sentíamos como los pobres ilusos engañados, pero era obvio que él se sentía peor; se supone que era nuestro líder, y por una idiotez, en nuestro primer encargo, casi moríamos todos.

— Quizá no lo tenía planeado –intente calmarlo –¿Cómo él iba a saber que los Lirios estarían ahí?

— ¿Quién si no él? ¿Cómo obtuvieron la ubicación de las armas? Ese...embustero mentiroso, ya se enterará de quien es Michael Connor; a mí nadie me traiciona y sale vivo después ¡Nadie! –Escupió su cigarrillo por la ventana, y piso el acelerador.

Michael estaciono el auto frente a uno de los ríos de la ciudad que llevaban a los pocos lagos que tenían. Era un rio que no tenía mucha profundidad, quizá el agua me llevaba un poco más arriba de la rodilla; el problema era que estaba debajo de un enrome barranco, en el cual había un puente de un extremo a otro que ayudaba a las personas a pasar sin mayores problemas. En cuanto me percaté en el lugar que habíamos parado, supe lo que Michael tenía en mente.

— Saquen a esa mierda de la cajuela, quiero terminar con esto de una vez.

En cuanto la abrimos, Rafael intento escaparse corriendo, pero su pie herido le traiciono, y cayó al suelo al instante que toco el suelo. Lennon y yo lo tomamos de los brazos, a lo que él solo se forcejeaba gritando y chillando por su vida, pero Michael lo callo de un golpe en el estómago.

— Lo juro, lo juro...yo no sabía que ellos estarían ahí, por favor, lo juro.

— El tiempo de las promesas termino Rafael –se burló Michael –Ahora debes pagar.

— ¡No, no! ¡Esperen!

Michael nos hizo una seña para que lo siguiéramos, y comenzamos a arrastrar a Rafael al puente. El pataleo, chillo, y se retorció, pero no logro liberarse. Un par chicos que estaban al otro lado, fumando y riéndose, nos empezaron a mirar curiosos. Me alarme al instante. Los testigos nunca eran buenos, pero ya estaba cansado de asesinar personas como para ir a plantarles cara. Michael también se percató de los chicos que nos observaban, pero no le importó en lo más mínimo. Cuando vio que yo y Lennon nos detuvimos por miedo, el solo rodo los ojos molestos, y tomo a Rafael por el cuello de su camisa, arrastrándolo hasta llegar al punto medio del puente, y empujarlo contra el barandal de uno de los extremos, haciéndole ver la larga caída que le esperaba.

— ¡Por favor! ¡Podemos arreglarlo! ¡No tienen que hacer esto!

— Escucha, escúchame –Michael comenzó a hablarle, aun sosteniéndolo del cuello de su camisa –Hagamos un trato ¿De acuerdo? Te daré una chance –lo decía en un tono burlón que le quitaba todas las esperanzas de que estuviera hablando en serio –Cuando te lance al vacío...

— ¡No! ¡No! ¡Por favor! –el chico intento zafarse de su agarre, para escapar, pero Lennon lo sostuvo de los brazos, y lo regreso a su sitio de un jalón.

— ...cuando te lance al vacío —continuo Michael—, y puedes volar, prometo no dispararte en el aire, y dejarte libre ¿Vale?

— No, no...

— ¡Disfruta la vista! –Lo levanto por encima del borde, y sin que se lo pidiera, Lennon levanto sus piernas, y entre los dos lo arrojaron por el puente, mientras yo me quedaba mirando como un perro asustado.

— ¡No...! –su grito fue apagado por el viento y la distancia.

Me incliné lo más rápido que pude hacia el puente, para ver la caída, y pude observar el momento exacto en el que el cuerpo choco contra las rocas, destrozándose la cabeza y el estómago, quedando atrapado entre ellas, con el agua llevándose toda la sangre que chorreaba de este.

Mire a Michael, aun procesando lo que acaba de ver, y el solo saco un cigarro de su cajetilla, y lo encendió, inhalando y escupiendo el humo. Gire mi mirada hacia Lennon, y él seguía recargado en el barandal, mirando el cuerpo destrozado en el agua.

— Estúpido... –alcance a escucharlo murmurar.

En eso. Michael dirigió su mirada a los chicos que nos vigilaban. Se veían terrados y confundidos; acababan de presenciar un homicidio ¿Quién no estaría así? Michael nos indicó que los siguiéramos, y comenzamos a caminar hacia ellos. Solo rezaba en mis adentros que no fuera a dispararles o algo parecido, ya habíamos derramado demasiada sangre hoy. Cuando estuvo frente a frente con ellos, coloco su cigarrillo en sus labios, y comenzó a sacar algo de su bolsillo. Mi mente se comenzó a preparar para otra lluvia de balas, pero paso algo distinto...algo que no esperaba. Michael saco un fajo de billetes, y le dio un par a uno de los chicos, a lo que él solo los recibió, mas confundido.

— Y díganme... ¿Qué fue lo que paso aquí? –les pregunto, sin sacarse el cigarrillo de la boca.

— Una... tragedia –dijo uno de los chicos al final –El pobre llego borracho gritando que ya no tenía sentido vivir, se paró en el barandal del puente y... solo salto.

— Bien –les sonrió –Ahora, en 5 minutos, llamaran a la policía, y les contaran lo que le sucedió a este pobre diablo. –Los chicos solo asintieron nerviosos, y Michael los pasos de lado, dándoles palmada en los hombros.

Conseguimos la cuartada perfecta...sin derramar sangre. Fue ese momento en el que supe que ya no estábamos tratando con otro Oscar, aunque por momentos lo pareciera. Solo nos quedaba un asunto más que resolver...

— ¿Qué haremos con la chica y él bebe? –pregunte, mientras nos subíamos al auto.

— Si es lista, mantendrá la boca cerrada y solo dirá que su esposo era un alcohólico drogadicto que un día salió de paseo, y nunca volvió...

— Ojalá sea lista –dijo Lennon, mirando sus lentes con tristeza, con la esperanza de poder arreglarlos, pero no tenía caso, tendría que comprar unos nuevos.

Se notaba a leguas que la chica amaba a su esposo. No sabíamos cómo reaccionaría a la noticia...pero viéndolo por otro lado, él se lo busco. Le dimos la oportunidad de redimirse, y escogió el camino difícil. Si alguien había dejado huérfano a su hijo, era el, no nosotros.

Cuando llegamos a su casa, salimos del auto, y caminamos hasta la puerta. Michael seguía nervioso, no había parado de fumar en todo el camino, pero en cuanto llego al balcón, tiro la colilla a un lado, y comenzó a prepararse mentalmente para saber que decir en el momento. Pero cuando abrimos la puerta, Chucho nos recibió sudado y alterado; notamos que tenía varias gotas de sangre en su ropa, y sus manos estaban pintadas de rojo.

— Chicos...lo arruinamos... —fue lo único que logro pronunciar, cuando nos vio

— ¿Qué? –casi le grito Michael, entre pánico y furia.

— Nosotros la...mejor véanlo

Se dio la media vuelta, y fue hasta la sala, donde también se encontraba Esaú, igual de nervioso y lleno de sangre, y al lado suyo, el cadáver de la chica. Su cabeza estaba cubierta de sangre, con toda la alfombra y el suelo cubiertos; donde se encontraban sus manos, estaba un cuchillo igual lleno de sangre en el suelo. Miré alrededor y encontré al bebe dormido a un lado del sillón.

— No jodan ¿Por qué la mataron? –pregunto Lennon sorprendido, al ver la escena

— ¿Pero qué...chingados hicieron? –exclamo Michael subiendo el todo de su voz.

— Yo... –Esaú estaba muy nervioso, que parecía que la lengua se le trababa intentando explicarse.

— La chica intento atacarme –se le adelanto Chucho a la explicación –Me distraje viendo a la ventana, y Esaú estaba en baño. Cuando le quite la vista de encima, la chica aun cargaba a su bebe, intentando arrullarlo. Había estado muy nerviosa todo este tiempo que se fueron, preguntando qué le haríamos a su esposo, y si es que los íbamos a matar. Nunca le respondimos nada, solo nos limitábamos a decirle que se callara. Y cuando me distraje en la ventana, la chica aprovecho, dejo al bebe a un lado, tomo un cuchillo de la cocina, e intento apuñalarme –en eso, nos mostró las palmas de sus manos, las cuales tenían una enrome cortada de lado a lado–. Logre detener el cuchillo con mis manos, pero si Esaú no hubiera parecido cuando lo hizo, yo no estaría aquí.

» Pero Esaú no supo medir su fuerza, y cuando me la quito de encima, el impulso del empuje hizo que diera parar en una de las esquinas de la mesa, justo en su cabeza. Cuando la intentamos levantar comenzó a desangrarse, y en cuestión de segundos perdió el pulso.

Chucho conto todo con una enrome pesadez. Se notaba que había sido un accidente, pero eso no parecía hacer sentir bien a ninguno de los dos en cualquier sentido.

— No sé en qué putas estaba pensando esa mujer –Esaú desvió la mirada molesto, quitándose el cabello que tenía en la frente –Era obvio que tenía todas las de perder, Cuando vi que estaba encima de Chucho con ese cuchillo...no pude controlarme. Solo la jale con todas mis fuerzas hacia atrás, y deje que cayera...

— Maldita sea... –se lamentó Michael, restregándose la mano por el rostro, para después girar su mirada al bebe –Necesito otro puto cigarrillo...

— Oigan ¿Dónde está el otro? –Chucho noto que ya no estaba Rafael, aunque empezó a hacerse una idea cunado me vio a mi manchado de sangre, y a Lennon con los lentes rotos y algunos moretones en su rostro.

— Lo arrojamos desde un puente –la respuesta de Michael pareció conmocionar a Chucho –El cabron nos tendió una emboscada – se sentó en uno de los sillones, agachando la cabeza –El lugar estaba lleno de Lirios llevándose nuestras armas...pero logramos exterminarlos a todos. Hubieran visto a Arthur –su mirada se dirigió hacia mí –Es un pequeño cabron con muchas sorpresas, se cargó a más de la mitad de los que estaban ahí.

No sé por qué, pero el sentimiento de orgullo que se suponía que tenía que sentir, nunca llego. No me arrepentía de haberlos matado, después de todo eran ellos o yo, pero...seguía sintiéndome mal. No fue igual que cuando maté a Oscar, no sentí a la misma sensación de haber logrado salir vivió y vencedor. Sentía una especie de culpa en mi interior que aún no lograba comprender ¿Quizá por qué había decepcionado a mi madre? Dios...lo que pensaría ella si supiera donde mierda estaba ahora.

— Y Lennon...me salvo la vida –ahora su mirada se dirigía a el –Debo de admitir que al principio creí que no tenía agallas, pero me demostró lo contrario. Logramos recuperar las armas, así que no todo salió tan mal... –se levantó de su asiento, y se dirigió hasta donde estaba la chica muerta, echándole un vistazo –Con algo de suerte los policías no tendrán forma de ver las huellas dactilares. Ya no toquen nada, vámonos –sentencio, yéndose por el pasillo directo a la puerta.

— Pero... ¿Qué hay del bebe? –si me largaba del lugar abandonando a esa criatura, era un hecho que jamás podría volver a dormir.

— ¿Qué quieres hacer? –me pregunto Michael, fastidiado –Solo déjalo aquí, la policía ya vera que hace con él.

— Pero... ¿Y si se tardan? Podría pasarle algo mientras no estamos –me apoyo Chucho.

— Solo...vámonos ¿Quieren? –Esaú no se veía nada cómodo en ese lugar, era obvio que solo quería largarse de ahí a como diera lugar.

— No lo puedo dejar –y seguiría firme a esa decisión. Ya había cometido demasiado daño hoy.

— Arthur...la policía se hará cargo –me presiono Michael –Vámonos. –Le negué con la cabeza, a lo que el soltó una maldición, y se pasó los dedos por su cabello. –Bien –dijo al final –Tengo una idea de adonde podemos llevarlo, solo si así estas satisfecho.

Lo lleve en los brazos hasta el auto. Esaú me miraba de una manera tan extraña, como si lo que estuviera llevando era una comadreja o algo similar. Lennon se mostraba indiferente, pero Chucho parecía estar igual de preocupado que yo. Tanto, que ni siquiera pregunto por qué no habíamos vuelto con su auto, y estábamos en el de alguien más.

Michael condujo por 15 minutos hasta un pequeño edificio que parecía una catedral. Cuando leí el nombre del lugar, supe en que era lo que había pensado.

— Es un buen orfanato –me dijo desde el volante –cuidaran bien al niño, no es de esos donde les dan de comer cucarachas y aprenden a convivir con las ratas. Este es un buen lugar...pero no me preguntes como se eso. Vamos, apúrate de una vez. Tu quisiste salvarlo, termina con el trabajo entonces.

— Bien...creo que...será mejor que yo baje.

Él bebe seguía dormido, no parecía estar alterado ni molesto, lo que en cierto modo me hizo sentir mejor. Nadie más quiso acompañarme, mientras menos llamáramos la atención sería mejor.

Revisé que ningún curioso estuviera pasando por la calle, y fui hasta el balcón de la entrada. Mire el timbre al lado de la puerta, y tome aire para inspirarme valor. Habíamos dejado a este niño huérfano...a este pobre niño... ¿Tenía la culpa? No, solo tuvo...muy mala suerte, y no podía evitar sentir lastima. Crecer sin un padre ya era difícil, pero ¿Sin los dos? Quizá cuando creciera pensaría que lo abandonaron, que no fue deseado, y solo lo dejaron aquí a su suerte. Como me hubiera gustado decirle, que a pesar de que su padre fue una rata sin escrúpulos, y su madre una mujer muy tonta, intentaron dar la vida por él. Que estaba libre de culpa...

Solo me quedo dejarlo enfrente de la puerta, con el cuidado de no despertarlo, y tocar el timbre unas 5 veces para que fuera seguro que lo escucharan; sonreírle, y desearle al niño que tuviera una buena vida.

Solo me quedaba eso. Desear. 

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