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Capítulo 44

Mis oídos sangraban, o al menos sentía que sangraban, y mis tímpanos estaban por reventar del horrible pitido que taladraba mi cabeza. Escuchaba los disparos y los gritos, pero no podía concentrarme y saber de dónde venían. No recordaba nada tampoco, estaba confundido, mirando hacia los lados, esperando a que mi vista acabara de recuperarse y pudiera enfocar bien las cosas. Sentí el fango bajo mi cuerpo, y comencé a arrastrarme en un intento inútil por poder levantarme. Mi boca como mis ojos estaban llena de tierra, y mis oídos aun no parecían recuperarse. Por un momento me aterre y pensé que me había quedado sordo; pero entonces escuche la voz de Michael que me gritaba a la lejanía; hasta que el sonido se hizo cada vez más nítido, y alguien me jalo de mi brazo, arrastrándome con mucha brusquedad hasta un árbol logrando ver como una ráfaga de balas impactaba en la tierra violentamente, a solo unos centímetros de mis piernas.

— ¡Arthur por un demonio, levántate! Tenemos que salir de aquí, amigo—me grito Michael, después de arrastrarme y a hacer que ambos nos tiráramos al suelo pecho tierra, para poder evitar mejor las balas.

— ¿Qué...? ¿Qué mierda paso? —le pregunte, confundido, mirando a mi alrededor, solo viendo humo, tierra, y estruendosas explosiones y balas impactando en la madera y tierra —¿D-donde está la liria?

— Fue una puta granada —me explico Michael, con un tono furioso, mientras salía de descubierto y disparaba erráticamente su pistola a quien sabe que objetivo, solo para volverse a cubrir, y seguir hablando —¡Esta todo invadido! ¡No hay modo de entrar al túnel!

— ¿Granada? ¿E...el túnel? ¿q-que?

Michael recargo su pistola, y volvió a salir al descubierto, disparando. Después volvió a ponerse a mi lado, para recargar las balas, pero me miro de una manera fastidiada, al ver que no comprendida nada de lo que estaba pasando.

— Arthur ¿estás conmigo? ¿Qué mierda te pasa?

— Yo... creo que me golpee muy fuerte, no... —una explosión estallo al lado de nosotros, haciendo que la tierra saliera expulsada a todas direcciones, y que yo y Michael cayéramos a un costado por la expansión.

— ¡Puta madre! ¡Tenemos que movernos de aquí, ya! ¡Sígueme, y no te separes! Sé por dónde podemos entrar.

En eso, Michael se levantó con su arma en mano y comenzó a camina en cuclillas hacia el bosque, lejos de la zona de tiro, conmigo siguiéndole desde atrás como pude. Fue entonces cuando mi mente comenzó a ordenarse, y los recuerdos comenzaron a fluir con más claridad.

Cuando íbamos llegando al túnel, todo ya estaba invadido. Los lirios se encontraban disparando gente mientras explotaban las paredes y la puerta de acceso. Incluso ni siquiera pudimos ingresar de lleno al túnel, ya que algún mal nacido nos terminó arrojando una granada a una de las llantas de la motocicleta, que hizo que yo y la Lirio saliéramos volando por los aires hacia la tierra, con Michael derrapándose y cayendo el también bruscamente.

— Hay una entrada rodeando el túnel, pero tenemos que ir por arriba de la montaña —me indicó Michel, una vez logramos por escabullirnos entre los arboles— Esto es una puta mierda, llegamos tarde ¡joder! —se lamentó.

— ¿Do-donde está la liria? Creo que la perdí después de la explosión —le dije, mientras miraba hacia atrás preocupado—, también perdí mi revolver, solo tengo el cuchillo.

— Esa maldita perra nos abandonó. Debió de haberse escabullido por el bosque, y con suerte huir de aquí. Es lo más inteligente que pudo haber hecho, después de todo, no es su lucha.

— Pero ella dijo que era uno de...

— Arthur, la gente dice cualquier cosa para poder sobrevivir. Si le apuntas a alguien en la cabeza con un arma y le dices que te diga que el sol es azul, la mayoría de las personas te dará la razón. Y la verdad no me sorprende en lo absoluto, ya sabía que esa maldita nos traicionaría a la primera oportunidad. Solo más le vale que no se haya pasado de nuevo al bando de los lirios, o juro que la cortare en cachitos. Vamos, apúrate, tenemos que entrar antes de que terminen por asesinar a todos —Michael apuro el paso colina arriba, mientras los disparos y explosiones no dejaban de escucharse de fondo, poniéndome cada vez más nervioso.

— Pero ¿Qué pasa con los refuerzos? ¿no llegamos tarde, o si?

— Michelle sigue sin responder, probablemente se encuentre adentro reventando cabezas. Pero ya le avisé a mi abuelo y a mi padre; ellos traerán los refuerzos. El puto Ezekiel no se va a salir con la suya.

Cuando finalmente llegamos a la zona alta, había una especie de escotilla oxidada justo al lado de un árbol con un candado puesto. Michael saco de su bolsillo un manojo de llaves, del cual estuvo como dos minutos buscando irritado, hasta que dio con la acertada, y quito el candado de la escotilla. Después de eso, abrió la puerta y unas largas escaleras metálicas se hicieron eco por su profundidad. Michael las miro nervioso, mientras se quitaba su chaqueta y guardaba su arma en su pantalón, para poder escalar mejor.

— No es necesario que vengas; no tienes arma. Puedes esperar aquí o ir a tratar de conseguir una.

— ¿Y dejarte solo a ti y a los demás? No. Chucho y Esaú están haya abajo, y no los voy a abandonar. Tendrás que aguantarme un rato más hasta que los encontremos —bromee un poco, a lo Michael soltó una ligera sonrisa—. Además, aún tengo esto —desenfunde mi cuchillo, mostrándoselo.

— Está bien chico duro, pero te quedas detrás de mí; y avanzaremos cuando yo diga.

Le asentí, a lo que Michael me devolvió el gesto y comenzó a bajar las escaleras.

— Ten cuidado de no tropezar, estas mierdas pueden ser resbaladizas y está algo oscuro aquí— me dijo, mientras iba bajado por el túnel.

Cuando miré hacia el túnel, supe que fue una terrible idea al sentir un vértigo que recorrió toda mi espalda como una serpiente. Pero no había tiempo para acobardarse, así que, sin pensarlo más, tomé posición en la escalera, y comencé a descender. Decidí no cerrar la escotilla para que no me quedara en completa oscuridad; y al sentirme más seguro, comencé a bajar a mas velocidad hasta que pise mal uno de los barrotes, y termine resbalándome, no cayendo al vacío únicamente por que aferre bien mi mano hacia la barra. Después de eso comencé a bajar más lento, pero seguro. Cuando llegue al final, Michael estaba esperándome con su arma en mano, indicándome en silencio que debíamos caminar por el pasillo del fondo para llegar a la base. Los disparos como los gritos ya se hacían escuchar, lo que inevitablemente me erizo el pelo de mi cuerpo, y comenzara a entrar en ansiedad. El sonido de una alarma encargada de avisar cuando la base estuviera bajo ataque sonaba una y otra vez, amortiguada únicamente por las paredes en las que nos encontrábamos, pero una vez llegamos al final del pasillo, y nos adentramos la base, el sonido se hizo más tenue e irritable.

Estábamos en una de las plataformas de hierro de tiro sobre arriba del nivel de la base; estando por encima de todos básicamente. El humo como el sonido eran agobiantes, a lo que Michael no perdió el tiempo, y comenzó a correr por la plataforma, sosteniéndose de los barandales buscando una escalera para poder descender. Pero en eso, una explosión hizo que todo comenzara a temblar, incluida la plataforma, haciendo que tropezara y cayera al suelo, con Michael igual casi perdiendo el equilibrio.

Michael se asomó para ver que mierda estaba pasando. Yo también intente acercarme, pero antes de siquiera poder levantarme bien, algo impacto directamente con la plataforma. Mis oídos escucharon un estruendo que me dejo sordo por unos segundos, y el suelo termino destrozándose en una nube de polvo, pavimento y fuego, que me dejaron ciego también.

No sé cuánto tiempo paso después de la explosión, pero recuperé la conciencia cuando comencé a sentir que alguien me arrastraba por el suelo. Cuando abrí mis ojos, pude ver a Michael jalándome desde debajo de mis brazos, desesperado y gritándome que despertara de una buena vez, Quise decirle algo, pero mi boca estaba llena de polvo y tierra que me fue imposible, solo me atragante con la poca saliva que me quedaba.

De repente, alguien tomo a Michael por la espalda, sujetando su cuello, en un intento por ahorcarlo, pero Michael se lo zafo fácilmente de dos codazos en las costillas, dándose la vuelta y sujetando a su agresor del cabello, para después clavarle el cañón de su arma por debajo de la barbilla, disparándole, haciendo que su cabeza explotara, y mi amigo se llenara el rostro de sangre.

Yo comencé a toser, intentando sacar toda la tierra y polvo de mi lengua, a lo que Michael se agacho rápido para ver cómo me encontraba, para después volver a levantarse, y dispararle a alguien que no pude visualizar bien. En eso, una ráfaga de disparos obligó a Michael a tirarse al suelo a cubierto conmigo. Estábamos detrás de la pila de escombros que quedaba de la plataforma, lo que nos ayudó a repeler fácilmente los disparos, pero era claro que, si nos quedábamos aquí, terminaríamos agujereados como coladera.

— Estamos jodidos, este puto lugar es un maldito caos, y no veo señales de Esaú y Chucho. Quizá ya los asesinaron— cuando termino de decir esa frase, me volteo a mirar como buscando mi aprobación, pero lo único que consiguió fue una mirada furiosa, a lo que mi amigo, quizá temeroso, desvió su mirada y reviso el cartucho de su arma, recargándola nuevamente—, o quizá estén por ahí, danzando con algunos lirios.

— No... —me interrumpí tosiendo lo último que quedaba de polvo en mi garganta— no vamos a abandonarlos Michael, tienen que estar por aquí, ayúdame a.... —otra explosión me interrumpió, haciendo que el techo retumbara y cayera cachos y polvo de concreto. Los dos miramos hacia arriba nerviosos, seguramente teniendo la misma idea y rogando porque este lugar no colapsara sobre sí mismo.

— Bien, el plan es encontrarlos, salir de este puto lugar antes de que se nos venga encima, y si encontramos a Ezekiel, cortarle la maldita cabeza. Ahora, lo que harás tu es mantenerte junto a mí, y hacer exactamente lo que te digo, y con suerte saldremos en una pieza de este puto lugar ¿bien? Bien.

No espero a que le contestara. Michael salió a cubierto, y comenzó a disparar frenéticamente su pistola. Pude ver cómo le logro a dar a dos de los sujetos que nos estaban disparando, pero no pude ver más, ya que Michael me tomo de la playera para arrastrarme hacia él, mientras avanzaba, aprovechando que los enemigos se habían puesto a cubierto, dejándonos la vía libre.

Logramos llegar a una de las cajas donde nos mantuvimos a cubierto. Michael recargo su arma lo más rápido que pudo, utilizando sus dos manos y su boca, hasta que estuvo listo para poder regresar el fuego de nuevo. En eso, uno de los Lirios llegó desde la retaguardia corriendo directo hacia nosotros, pero Michael pudo ser más rápido, y antes de que nos disparara, él le voló ambas rodillas de dos disparos, para después rematarlo de un tiro en la cabeza.

— ¡Tenemos que llegar a esos pasadizos que están allá! Sígueme ¡y no te vayas a separar! —. me grito, en medio de los disparos y todo el ruido que sofocaba el ambiente.

Michael comenzó a avanzar, caminando mientras disparaba la pistola hacia adelante, conmigo siguiéndolo desde su espalda. Un lirio cayo con un disparo al cuello, mientras que el otro simplemente comenzó a huir despavorido. En eso, un lirio apareció de la nada sobre Michael, y logro derribarlo, intentando degollarlo con un cuchillo de caza enrome, pero antes de que pudiera bajar el brazo, logre tomárselo con rapidez, y pensando en el momento, le quebró el brazo hacia atrás doblándole el codo como si fuera una ramita, para después tomar el cuchillo con el que había intentado asesinar a Michael, y enterrárselo en el pecho.

El lirio cayó muerto, y yo comencé a respirar agotado. Sentí un poco de miedo por lo que acababa de hacer, pero al mirar a Michael, este solo me miro con gratitud, me dio una palmada en la mano, y me asintió en modo de aprobación. Eso me hizo sentir un poco mejor.

Cuando revisé si el lirio tenía algún arma, solo me encontré con varios cartuchos de escopeta, pero sin señales del arma de fuego ¿Qué clase de estúpido iba a un tiroteo con un arma blanca?

Pero en eso, una ráfaga de balas nos obligó a quedarnos nuevamente a cubierto hacia uno de los escombros, solo logrando escuchar como el pavimento y la madera se destrozaban a nuestros alrededores, con nuestros oídos explotando por el continuo impacto de las balas, y su expulsión de los cañones de las armas.

— Esos malditos perros... ¡Los voy a matar a todos! ¡a cada uno de ustedes pedazos de mierda! —les grito Michael hecho una furia.

Los balazos no cesaban, y cada vez parecía que el número de personas que nos disparaban iba en aumento. Michael intento repetidamente intentar asomar la cabeza, pero una bala le silbaba tan cerca de la mejilla, que prefería mejor volver a ponerse a cubierto. Estábamos completamente atrapados.

— ¡Quédate aquí! —me indicó Michael, antes de salir al descubierto, y comenzar a disparar su pistola hacia los lirios, una vez estos se detuvieron, probablemente para recargar.

Un cuerpo cayo justo al lado de mí, con el cuello y el ojo perforado. Rápidamente, comencé a buscar entre sus manos algo que nos fuera útil, encontrando una escopeta. Revise el cargador, y para mi fortuna, aún tenía sus dos cartuchos. Revisé el cadáver, pero no encontré nada más, lo que me dejaba únicamente con cuatro disparos contando con los cartuchos que ya tenía guardado. Pero justo cuando cerraba el cargador de la escopeta, un tipo con un casco de motociclista apareció frente mío con una enorme carabina. El infeliz jalo el gatillo hacia mí, a lo que yo desesperado, solo rodé por el suelo en un intento por esquivar la bala.

Cuando el infeliz se propuso a recargar la carabina, Esaú salió de la nada al ataque, clavándole con fuerza un cuchillo justo en el casco del lirio, perforando el cristal y agrietándolo, dejando atascado el arma y la mano de mi amigo, que parecía no tener pensado soltarlo. Pero al parecer, el cuchillo no le logro hacer ningún daño al sujeto, ya que comenzó a forcejear con Esaú, intentando sacarse el cuchillo del casco. El tipo se desesperó rápidamente, disparando su carabina como loco al azar, dándole al pavimento y a las paredes.

Esaú por más que intentaba sacar el cuchillo, no podía, a lo que yo comprendí que, de seguir así, el maldito sujeto terminaría por acertarle un disparo a mi amigo, a lo que intente apuntar mi escopeta hacia sus piernas, y jale el gatillo sin pensarlo mucho, rezando por no haberle dado a Esaú

Las piernas del sujeto explotaron, una saliéndole volando, mientras que la otra totalmente destrozada, se rindió, haciendo que el lirio cayera al suelo gritando, apenas procesando lo que había pasado. Esaú aprovecho, y le logro sacar el cuchillo del casco, para después enterrárselo de lleno por la parte de arriba de su barbilla donde terminaba el casco, matándolo al instante.

— Estúpido —maldijo Esaú, sacando el cuchillo de la mandíbula.

— Tu maldito imbécil, creí que habías muerto —no pude evitar ir hacia Esaú, y darle un fuerte abrazo aliviado de que estuviera bien. Mi amigo también se alegró de verme, correspóndeme el abrazo

— Eres un idiota Arthur ¿Qué mierda haces aquí? ¿Por qué te metiste a este enrollo?

— ¿Qué querías? ¿Qué te abandonara? Probablemente si sea un idiota— bromee, a lo que Esaú soltó una risa despreocupada— ¿Dónde está Chucho? ¿Está contigo?

— Lo perdí cuando las malditas bombas empezaron a explotar. Pero hasta donde yo sé, se quedó con Andrei y la otra rusa, así que estará bien. Ya debieron de haber salido de aquí.

— Y nosotros tenemos que hacerlo ya, o no tardaremos en estar enterrados aquí abajo —entro Michael a la conversación, mientras volvía a recargar su arma lo más rápido que podía— Si Chucho está a salvo, no tenemos nada más que hacer aquí en este puto agujero— en eso, miro a Esaú, y le palmeo la espalda—. Me alegra que estés bien, viejo —le dirijo una sonrisa, a lo que este solo hizo una ademan con su mano, despreocupado.

— Pero ¿Qué hay de Michelle? ¿Las vamos a abandonar, así como así? ¿Qué pasa con los demás? —pregunte, a lo que Michael solo me miro fastidiado.

— Michelle estará bien, esa mujer es casi como una salvaje. Y los demás... no ayudaremos de nada si nos quedamos aquí haciendo mas fuego amigo; ya vendrán los refuerzos y se encargaran de masacrar a toda esta escoria Así que escuchen ustedes dos tontos, no podemos perder otro puto segundo más —nos gritó, dándonos la señal para que nos pusiéramos en marcha sin perder más el tiempo.

Y así hicimos nuestra formación: Michael iba hasta atrás, disparándoles a cualquier imbécil que tratara de seguirnos, mientras que Esaú iba delante, disparando la carabina a lo que fuera que se nos pusiera enfrente. Yo iba justo detrás de él, cubriéndolo con mi escopeta en mano, estando justo en medio de la formación.

Cuando llegamos al pasadizo, encontramos una enorme masacre y batalla campal. Todo se defendían como podían, y los Lirios parecían haber perdido el factor sorpresa, ya que, aunque las bajas de nuestro bando fueron en un principio mayores, ahora mismo los Lirios no la estaban pasando nada bien. Esaú fue despejando el camino, indicándonos cuando detenernos y cuando avanzar, mientras que Michael hacía lo propio desde atrás.

Pero antes de poder continuar, una explosión ocasiono que todos cayéramos al suelo, aturdidos. Intenté levantarme lo más rápido que pude, pero la espesa nube de polvo hizo que me ardieran los ojos, y respirar fuera un inferno. Perdí a Esaú de vista por unos segundos, y Michael se encontraba disparando, iluminando su silueta brevemente por su arma de fuego, entre el polvo y la tierra.

— ¡Hey, alguien ayúdeme aquí! —nos gritó Esaú a la lejanía, a lo que rápidamente corrí a ver lo que sucedía.

Encontramos a Demian debajo de una pila de escombros, herido y aparentemente inconsciente. Esaú intento levantar la enorme viga en la que se encontraba debajo, a lo que yo rápidamente fui a auxiliarlo, logrando quitársela de encima.

— Demian —le intento llamarle Esaú, pero el chico no respondía— ¡Vamos Demian, despierta! ¡Demian!

El chico abrió los ojos, y comenzó a toser frenéticamente.

— M-m-mi pierna, n-no siento m-mi...

Cuanndo la mire, vi que tenía un enrome corte que le llegaba de la rodilla casi hasta el tobillo. Esaú rápidamente se quitó su chaqueta, e intento hacer un torniquete con esta, para intentar parar la hemorragia. Demian se quejó y chillo, pero finalmente Esaú logro detenerla. Al menos ya no moriría desangrado.

— No va a poder caminar así —le indique preocupado, a lo que Esaú intento levantar a Demian, pero este solo comenzó a llorar.

— ¡No! ¡no! ¡espera! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! —empezó a gritarnos histérico, a lo que Esaú lo volvió a dejar en el suelo.

En eso, apareció Michael, frentico y alterado, con la ropa y el cabello sucio, y un corte bastante feo en la parte de su nuca. El vendaje de su ojo estaba sucio, y parecía que se desprendería en cualquier momento.

— Se me acabaron las puñeteras balas, así que se acabó el juego. O salimos de aquí, o morimos —sentenció.

— Espera, no podemos dejar a Demian aquí, no puede caminar —le intento rectificar a Esaú, señalando al niño.

— Pues al menos que te lo lleves cargando, no hay opción en la nos lo llevemos sin terminar muertos. Así que andando —Michael intento caminar, pero Esaú lo detuvo, colocándole el brazo para cerrarle el paso.

— No voy a dejarlo aquí a su muerte —se plantó, con firmeza.

— ¿Qué quieres que te diga entonces? ¿Qué se mueran los dos? ¡Tráelo entonces tonto! Pero si te retrasas... no sacrificare al equipo por eso.

— Bien, parece justo.

Acto seguido, Esaú se dirigió hacia Demian, y lo tomo de ambos brazos. Y aunque Demian no paraba de quejarse de dolor, Esaú pudo montarlo arriba de su lomo, tomándolo de las piernas.

— Toma esta cosa, y ve despejándonos el camino, le quedan unas cuantas balas, así que no la desperdicies —le indicó Esaú a Michael, entregándole la carabina, a lo que este solo asintió, y la tomo.

Otra explosión se volvió a escuchar, ocasionando que la tierra comenzara a temblar, y más gritos desesperados se escucharan por todas partes. Eso termino erizándome el cabello de los nervios, y pude notar como Michael también se ponía igual de nervioso.

— Juro que cuando descubra el culpable de esta mierda ¡le arrancare la puta cabeza! —Grito Michael eufórico, mientras levantaba la carabina, y comenzaba la huida.

Esaú corría lo mejor que podía, con Michael por delante, yo quedándome atrás para tratar de cubrirle las espaldas con la escopeta. Todo estaba echo un jodido caos, había cuerpos por todas partes, escombros y humo, mucho humo. Alguien debió de comenzar algún incendio en algún lado quizá para tratar de asfixiar a los supervivientes, pero aun no podía ver las llamas provenir de algún lado. Michael asesino a unos cuantos sujetos que nos abrieron fuego en cuanto nos vieron, mientras que yo trataba de ver que nadie nos estuviera siguiendo.

— Es hay adelante, ya casi llegamos ¡vamos! —nos animó Michael, al ver un pasadizo que a su lado tenía varias habitaciones con ventanales de cristal.

Este debía ser alguna especie de comedor o algo, ya que había varias mesas con bancas metálicas a su alrededor. Michael intento cruzar hacia el pasadizo, pero antes de que pudiéramos llegar; un chico salió corriendo despavorido, antes de que una katana lo empalara desde atrás el pecho, haciendo que se detuviera en seco.

Todos nos detuvimos en ese instante, y retrocedimos de la impresión, horrorizados. El chico intento decir unas palabras, pero lo único que consiguió fue escupir sangre. La katana salió violentamente de su pecho, para después dar un corte rápido y certero a su cuello, y su cabeza saliera volando a un lado.

Cuando el cuerpo cayo, pudimos ver quién estaba detrás de esa obra, y no pude sentir nada más que miedo. Solo miedo.

— Tú, tú de nuevo... —le nombro Esaú, claramente nervioso, casi con la voz temblándole.

Era ese mismo chico asiático trastornado de la espada.

Michael rápidamente tomo su distancia, y le apunto la carabina directo al asiático. Pero este no se mostró intimidado en lo más mínimo, y el único gesto que hizo, fue sacudir su katana llena de sangre, pasando por el cuerpo del pobre chico que había acabado de asesinar, pateando su cabeza a un lado.

Esaú soltó a Demian un segundo, dejándolo en el suelo, para después acercarse a mí, con sigilo.

— Dame tu cuchillo, rápido —me pidió en voz baja, a lo que se lo di sin chistar.

El loquito de la katana comenzó a caminar hacia nosotros, a lo que Michael volvió a levantar el arma, y le grito.

— ¡Si das un paso más, te prometo que te vuelo la cabeza aquí y ahora! ¡Así que no te acerques! —le amenazo.

Pero el tipo de la katana no pareció importarle en lo mínimo. Continúo caminando, así que, sin pensarlo, Michael jalo el gatillo. El asiático intento esquivar rápidamente la bala, pero para su sorpresa, y la de Michael también, no sucedió nada. La carabina se había quedado sin balas.

— Mierda, mierda, mierda... se quejó Michael, desesperado, intentando sacar más cartuchos de su bolsillo, pero sin encontrar nada.

En eso, Esaú tomo la delantera, dando la cara por el equipo. Se posiciono enfrente de Michael, pasándolo detrás suyo, empuñando su cuchillo, pero nervioso. Muy nervioso. La mirada de seguridad que tenía mi amigo se desvaneció por completo. Y eso inevitablemente me dio una sensación de peligro como pocas veces la había sentido.

— Vaya... sigues vivo —le comentó el asiático al verlo, a lo que Esaú solo se colocó en posición de combate.

— No podía irme sin llevarte al infierno primero —le contesto, intentando aparentar seguridad.

— ¿Y con que lo harás? ¿Con ese cuchillito? —Esaú no le contesto y solo apretó el mango, listo para saltar al ataque en cualquier segundo, a lo que el asiático soltó una leve risa, como si viera a un gato tratar de defenderse.

El asiático alisto su katana, y Esaú también. Michael no sabía qué hacer, y se veía realmente aterrado, a lo que yo, aliste mi escopeta para cuando el samurái se moviera. Tenía planeado matarlo de un tiro en cuanto se le acercara Esaú, solo esperaba no fallar...

Esaú y el asiático se miraron como por tres segundos, hasta que el segundo movió su katana detrás de su cuerpo, y comenzó a correr directamente hacia nosotros. Esaú se tensó, y levanto el cuchillo, preparándose para el impacto.

Pero antes de que el asiático siquiera pudiera tocar a Esaú, Andrei apareció de quien sabe dónde, y bloqueo la katana con sus tonfas de metal, colocándola en posición de cruz, para después desviar el ataque hacia un extremo, y con una de las tonfas, darle un fuerte golpe en la mejilla derecha y parte de la cabeza al asiático, que lo dejo absolutamente confundido, procesando lo que había acabado de pasar, al igual que todos nosotros.

— ¿Qué están haciendo hay parados idiotas? —nos volteo a mirar Andrei, molesto— ¡Corran! 

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