Capitulo 30
Habíamos llegado a la dirección que nos había dado la chica. Esaú se había adelantado, montado en su moto, para revisar el perímetro y no nos encontramos con ninguna sorpresa. Pese a que ya era bastante de madrugada, la casa tenia las luces encendidas, y parecía haber movimiento dentro de ella. Nos habíamos estacionado unas cuantas cuadras de distancia, para no llamar la atención.
Chucho tenía las manos en el volante, mientras Michael fumaba un cigarrillo en el asiento del copiloto, escupiendo el humo por la ventana del auto, mientras yo estaba en el asiento trasero, con mi revolver en mano, atento a que la chica que teníamos capturada, sentada a lado mío no hiciera ninguna idiotez.
Después de que Michael le suturó, desinfecto y le vendo la herida a la chica, esta recupero la conciencia rápidamente, como también sus fuerzas, o al menos las suficientes para mantenerse despierta. Le dejamos las muñecas y las piernas atadas, aunque si le quitamos el trozo de cinta que tenía en la boca, ya que Chucho le preocupo que no pudiera respirar bien. Así que Michael directamente le amenazo con que, si gritaba o hacia un ruido que llamara la atención, le sacaría los dientes y le obligaría a que se los tragara. Con tal amenaza, estoy seguro de que la chica se quedó sin ganas de siquiera hacer ruido al momento de respirar.
Había estado todo le camino sentada a lado mío, quieta y callada, mientras yo le apuntaba con mi revolver a la altura de su cabeza, para que tuviera en cuenta en todo momento que, si intentaba pasarse de lista, con solo jalar el gatillo podía terminar con todo. Y parece que funciono bastante bien esa amenaza.
Después de unos minutos de estar esperando, Esaú llego con su moto, parándose a un lado de la ventanilla de Chucho, para contarnos sobre la situación en la que se encontraba la casa.
- Parece que solo está el chico adentro, quizá cocinándose algo, o viendo la tele, no sé, solo vi que se movía de la cocina a la sala continuamente. Parece estar algo ansioso, pero no creo que pueda hacer mucho si tres de nosotros vamos a confrontarlo -Esaú giro su cabeza, para mirar al vecindario apuntando a algunas de las casas que estaban a lado de nuestro objetivo-. Parece que todos están dormidos así que, si ninguno de nosotros hace alguna tontería como disparar, creo que podemos pasar desapercibidos- continuo.
- Bueno, para eso tenemos el hacha; si nos pone las cosas difíciles, te aseguro que esto hará que cante como un pájaro -se burló Michael, mientras salía del auto, para dirigirse la cajuela- Chucho, tú te quedaras en el auto a cuidar a nuestra invitada- se recargo en la ventana del auto, mirando a mi amigo, que solo se recargo en el volante, cansado-. Yo y Arthur, junto con Esaú, le iremos a dar una pequeña visita al tarado de la casa. Cualquier cosa que intente hacer esta, le disparas ¿bien? -dijo, refiriéndose a la chica.
- N-no, no, no, esperen, por favor, no le hagan daño ¡él no tiene nada que ver con esto! Por favor, se los suplico- comenzó a rogarnos la chica, mientras golpeaba el vidrio de la puerta para que Michael le escuchara.
- ¡Hey, que te dijimos sobre que estés quieta! -le grite molesto, mientras le tomaba de uno de sus hombros y la jalaba hacia atrás, apartándola del vidrio, incrustándole la boca de mi revolver en su espalda.
- ¡Por favor, se los ruego! ¡él es todo lo que me queda! ¡no lo maten! ¡por favor, por favor, por favor! -la chica rompió en llanto, algo que movió la ira de mi corazón a un lado, eh hizo que la soltara, algo que ella aprovecho enseguida para volver a golpear el vidrio.
Michael saco su escopeta y la enorme hacha del maletero, para después cerrarlo con fuerza, yendo hacia donde estaba Esaú con su moto, ignorando por completo a la chica, que solo hizo que la pobre desesperara más. Michael, después de entregarle el hacha en las manos a Esaú se dirigió a hacia donde estaba la chica golpeando el vidrio, abriendo su puerta de golpe, tomándola violentamente del cuello de su playera, levantándola hacia él.
- Escúchame bien, si no te callas en este puto instante, te prometo que una vez terminemos de cortar a tu noviecito en pedazos con esa hacha, los enterraremos a los dos juntos en alguna zanja en el desierto después de meterlos a un barril lleno de ácido. Si eso es lo que quieres sigue gritando como perra, y veras lo que consigues- el ojo de Michael al decir eso me dio escalofríos al mirarlo. Lo decía con tanto odio y resentimiento, que no dudaba en que estuviera hablando en serio; aunque claro, todo podía ser una actuación para intimidar a la chica, y dejara de estar rompiendo las pelotas. Si Michael era bueno en algo, era actuando-. Pero si te portas bien, y dejas de estar gritando, hay una mínima posibilidad de que los dos puedan salir vivos. Así que decide bien lo que harás a continuación- Michael la soltó de la playera, empujándola de nuevo dentro de auto, haciendo que chocara conmigo, para después cerrar la puerta violentamente.
La chica se giró inmediatamente hacia mí, con los ojos llorosos, y los labios temblándoles como un perrito asustado. Esa imagen me rompió por dentro; la ira se había ido, ya no quería molerla a golpes, ni tampoco volver a lastimarla. Quizá la pobre decía la verdad cuando afirmaba que no conocía a Astrid, y no sabía de donde había venido es pulsera. Pero no tenía muchas opciones; si quiera encontrar a mi amiga, el novio de esta chica era el único que podía dirigirme a ella.
- Por favor, te lo pido, no lo lastimes, él es un buen chico, por favor, es la única persona que me queda en este mundo, por favor, por favor, no... no lo mates -las lágrimas se le derramaban por las mejillas, con la voz rompiéndosele al hablar.
- Yo... -la conciencia en carcomía ¿Cuánto daño ya le había hecho a esta pobre mujer? Pero el recuerdo de Astrid me hizo regresar a la realidad, una donde no estaba aquí para intentar hacerme el chico bueno y bondadoso, Estaba aquí para sacar información así fuera base de puños y sangre-. Si me da lo que le pido... no será necesario.
Fue lo único que pude prométele, mientras salía del auto, y cerraba la puerta en sus narices, a lo que ella solo gimoteo, y siguió golpeando las ventanas del auto, hasta que Chucho se giró, y decidió aplacarla apuntándole con su pistola.
- Bueno, será mejor que empecemos de una vez, antes de que a algún curioso se le dé por asomarse a la ventana, y llame a la policía -nos indicó Michael a mí y a Esaú, a lo que los dos solo asentimos.
Comenzado a caminar hacia el portón de la casa, con nuestras respectivas armas en mano, dejando a la chica llorando con Chucho dentro del auto.
Mire a Esaú de reojo, y note en su mirada a la persona más cansada de la noche. Y tenía todo el sentido del mundo que estuviera cansado y harto. El chico no había parado desde la noche anterior, primero teniendo que lidiar con el psicópata de la katana, después con el combate en esos túneles infernales, y ahora esto. Me sorprendía de donde el tipo sacaba tantas energías, pero hasta yo sabía que todos tenían un límite; y no quería llevar a mi amigo a este.
- Hey... estas... ¿estás bien, Esaú? -le pregunte a mi amigo, un poco nervioso, a lo que él solo me miro arqueando una de sus cejas, confundido.
- Sí, estoy bien ¿Por qué no lo estaría?
- No lo sé, pensé que estarías cansado, por todo lo que sucedió... y bueno, se te ve cansado.
- Quizá lo esté un poco, no te lo voy a negar, pero no voy a dejarte solo en esto Arthur, dormiré después de que terminemos con esta mierda; así que deja de preocuparte por mí, estoy bien, eh tenido peores maneras de pasar las noches, créeme.
- Bueno, solo no te esfuerces de más amigo, si necesitas descansar, solo dímelo, yo y Michael nos haremos cargo...
- Arthur -Esaú habría más los ojos, en un intento por ocultar sus ojeras, y lo cansado que se notaban sus parpados-, estoy bien, en serio. Deja de preocuparte por mí, ahora tenemos mejores cosas en las cuales prestar nuestra atención ¿bien?
Solo le termine asintiendo, aunque un poco inconforme en el fondo. Pero Esaú era más necio que una mula, y sabía que no podría hacerle cambiar de opinión, así que solo lo deje continuar.
Michael fue quien toco la puerta, con el mango de su pistola, con yo a su lado, empuñando mi revolver y Esaú detrás, con el hacha recargada es sus hombros, para que fuera bien visible.
Cuando el chico abrió la puerta en cuestión de segundos, al vernos hay parados, su mirada de confusión no tardó en hacerse presente.
- Aahhh... buenas... ¿buenas noches? -nos dijo, con timidez en su habla.
- Buenas noches... ¿Edgar? ¿no? -respondido Michael, con una sonrisa cálida, mientras pasaba de largo hacia la casa. El chico no pareció decir nada acerca de su nombre, por lo que eso significaba que la chica había dicho la verdad
- ¿Quién mierda les dijo mi nombre? ¿Q-que... que está pasando aquí? -nos dijo con miedo, dándose cuenta tarde que ahora los tres estábamos dentro de su casa, sin cara de tener buenas intenciones.
- Oh nada nada, solo mi amigo tiene un par de preguntas para ti; si se las respondes con la verdad, no tendrá que pasar nada...
En eso, fui yo quien di un paso enfrente, encarando directamente a Edgar, con los ojos más fríos que pude hacer, mientras sacaba la pulsera del bolsillo de mi chaqueta, levantándola con mis dedos, poniéndosela enfrente de sus ojos.
- ¿De dónde sacaste esta pulsera? -le dije, sin rodeos.
Sin embargo, los ojos de Edgar mostraron miedo y pánico cuando vio la pulsera, pero no por que conociera a Astrid.
- ¿Pero qué mierda? Esa pulsera yo se la di a mi Yizel ¡¿Per que carajo hicieron?! -grito, alterado.
El chico intento desenfundar un arma que tenía en la parte trasera de su pantalón, pero Esaú se adelantó golpeándolo en el estómago con el mango del hacha, a lo que, aturdido, Michael le arrebató el arma lazándola lejos de nosotros, siendo que yo, furioso, le coloque mi brazo contra su cuello, empujándolo contra la pared, presionándolo para que no se moviera.
- Te lo preguntare una vez más, pero la próxima vez, no será solo un golpe en el estómago -le amenace, pero el chico seguía mirándome con odio, intentando zafarse del agarre- ¿De dónde mierda sacaste esta pulsera?
- Jodete idiota ¡¿Dónde está Yizel?! Te juro que si le tocaste un solo cabello...
Le interrumpí, golpeándolo en el rostro con el mango del revólver, haciendo que perdiera el equilibrio, pero lo tome con fuerza de la camisa de su playera, regresándolo a la pared.
- Responde la pregunta imbécil, o te prometo que te va a ir muy muy mal -ahora Michael fue quien se le acerco, colocándole su pistola ente los ojos, mientras yo los seguía sosteniendo.
- ¿La mataron...? Malditos animales, la mataron ¿cierto? ¿mataron a Yizel...?
Le metí tres golpes en el estómago, dejando que cayera al suelo, para después patearle los brazos y las piernas, dándole una última en su rostro.
- ¿De dónde sacarse la puta pulsera? ¡Dímelo!
Lo volví a tomar de la camisa, levantándolo hacia mí, pero el chico seguía empedernido en no hablar, con sus ojos en llamas, mirándome.
- ¿Dónde está Yizel? -la manera en la que me lo dijo, en como apretó sus dientes al pronunciar las palabras, me hizo saber que este tonto no iba a decir otra apalabra, hasta que no supiera donde estaba su novia.
Y Michael también lo supo.
- ¿Quieres saber dónde está tu novia? Bien imbécil.
Acto seguido, Michael se dio la vuelta, guardando su arma en el pantalón, saliendo de la casa. Esaú y yo nos quedamos con el chico en la sala de su hogar, soltándolo de la playera, obligándolo a que se quedaran el suelo. Esaú tuvo que soltarle un par de patadas para que se estuviera quieto.
Cuando Michael volvió a la casa, tenía sujetada del cabello a la chica que habíamos capturado, arrastrándola sobre el pavimento, la cual la pobre no paraba de gritar y chillar desesperada. Michael no la soltó hasta que llegó a la sala de la casa, arrojándola contra la alfombra, justo enfrente de su novio que seguía tirado en el suelo. Y detrás de él, venia Chucho con una cara nerviosa, mirando lo que sucedido.
- ¡Yizel! -le chico intento levantarse, yendo con su chica, pero Esaú le volvió a soltar una patada, tomándolo del cuello para regresarlo al suelo, no dejando que se moviera.
La chica de igual modo intento ponerse de pie, pero Michael le regreso de un pisotón en la espalda al suelo, haciendo que se mantuviera hay, mientras volvía a desenfadar su pistola, y le apuntaba directo a la cabeza de la chica.
- Ahora responde la puta pegunta, o te juro que la vuelo el cabeza aquí mismo frente tuyo. Tienes cinco segundos. Uno.
- Hey... hey espera, espera, espera -el chico comenzó a suplicar, mientras extendía su mano hacia Michael.
- Dos.
- ¡Edgar, diles por un demonio! -gimoteo la chica, mientas cerraba sus ojos con lagrimas
- Tres.
- ¡Está bien! ¡Les diré! La conseguí de Marco, el me la vendió -y finalmente, el chico se rompió, comenzando a llorar-, no sé dónde le saco el, por favor, es todo lo que les pudo decir, no sé nada más... no la maten, por favor, no... ella no...
A Michael no pareció convencerle la respuesta, y tampoco a mi sinceramente ¿Marco? ¿Marco qué?
- Bueno, a menos que no me des una dirección o algo, tu información será lo mismo que la cabeza de esta chica los próximos segundos si no me das algo más.
Michael volvió apuntar ahora con más fuerza hacia la nuca de Yizel, haciendo que los tortolos comenzaran aponerse histéricos, implorando de todas las maneras posibles.
- Espera Michael -Chucho se metió en escena, haciendo que Michael dejara de apuntarle a la chica, caminando hacia Edgar, inclinándose hacia el para estar al mismo nivel- ¿Marco? -le pregunto, curioso- ¿Qué edad tiene este tal Marco?
- Y-yo n-no lo sé, quizá unos 40, un poco más...
- ¿No tiene una tienda en esos mercados clandestinos? Donde vende, ropa, anillos, carteras, todo tipo de baratijas...
- Si... si, si, es el, de ahí la conseguí; en la calle 14 ¿no? En un callejón hasta el fondo. Hay se la compre.
- ¿Marco? -le pregunte a Chucho, confuso, mientras hacia una mueca, intentando deducir de que mierda estaban hablando.
- Si el... digamos que es un hombre que se encarga de vender todo tipo de baratijas robadas; ya sabes, ropa, carteras zapatos, relojes, anillos... pulseras. Ese tipo te compra cualquier cosa, no hace preguntas, ni indaga mucho de donde sacaste dichos objetos. Con que sean de calidad, es suficiente.
Me quede callado, intentando analizar todo lo que Chucho me estaba diciendo. Si la pulsera de Astrid había terminado en un lugar como ese, solo significaba que algún maldito había vendido todas sus pertenencias en un intento de deshacer todo rastro de ella. No podía haber sido ella misma ¿por qué vendería sus propias cosas? No tenía sentido alguno, alguien más era culpable de eso.
- ¿Y cómo es que sabes eso tú, Chucho? -le pregunto Michael entrecerrando sus ojos, haciendo que mi amigo se pusiera un poco nervioso, y bajara la mirada, como si estuviera avergonzado.
- Bueno, digamos que yo antes era un poco... mano larga.
- ¿Mano qué? -creo que Chucho no había utilizado las palabras correctas, y él se dio cuenta en seguida.
- Era carterista; antes de conocerlos y meterme en toda esta... mierda. De ahí saque el dinero para comprar el auto. Solo era cuestión de subirse al autobús, pillar a algún tarado despistado, y guala; tenías al menos 200 dólares gratis de un segundo para otro. Unas cuantas pares de docena y tenía dinero para todo el mes. Pero tenía tantas carteras en mi posesión, que pensé que sería un desperdicio simplemente tirarlas a la basura; así que intentando hacer un poco más de dinero extra, conocí a este tal Marco que siempre me compro de buena gana todas las carteras que le traía.
- ¿Y crees poder llevarnos al? -Le pregunte, esperanzado a que la respuesta fuera afirmativa. Y así fue.
- Si nos apuramos, puede que su local siga abierto. Solo abre en las madrugadas para, bueno, ya saben; pasar más desapercibido sin que la policía de porquería ronde por ahí. En la noche nadie los molesta, y es más cómodo y privado que a plena luz del día.
- Bueno ¿entonces que estamos esperando? Vamos -atizo Michael, guardando su pistola en la funda de su pantalón, yendo hacia la salida.
- Bueno, parece que te salvaste de qué te cortáramos en cachitos chico -se burló Esaú, mientras bajaba el hacha, e iba con Michael, dejando a ambos tortolos tiradnos en el suelo, probablemente procesando todo lo que había pasado, y lo que acababan de vivir.
- Supongo que no es necesario que les mencione... -se giró Michael a último momento, encarando a los dos chicos con la mirada-, que, si todo esto resulta en alguna clase de mentira, y no logramos avanzar para encontrar a la chica... vamos a regresar, y esta vez será mucho peor. Así que cuando les digo que no les conviene que regresemos, lo digo de verdad...
Acto seguido, Michael y Esaú salieron de la casa. Aunque yo y Chucho nos quedamos un rato más. No estoy muy seguro por que decidí permanecer más tiempo, pero Chucho desenfundo su cuchillo de su pantalón, y se le acerco a la chica con cuidado, para cortarle la cinta de sus muñecas y tobillos. La chica pareció no alarmarse, quizá porque Chucho había mostrados ser el más benevolente de los cuatro, y le tenía un poco más de confianza.
Cuando la chica estuvo libre, su novio fue rápidamente hacia ella, la abrazo, y después la tomo entre sus brazos para ayudarle caminar, y que pudiera sentarse en una de las sillas, revisando que tan mal estaba la herida de su pierna, preguntándole y murmurándole todo tipo de cosas mientras ambos rompían en llanto, acariciándose las mejillas mutuamente.
Chucho no dijo nada más, y salió inmediatamente de la habitación. Pero yo me quede un rato más a mirar la escena. Algo en mi espina dorsal hacia cosquilleo, haciendo que solo me sintiera mal conmigo mismo. Culpa en su máximo esplendor. Pero tampoco dije nada más, solo me di la vuelta, y salí de la casa, dejando que esos dos pobres diablos terminaran de recomponerse.
Cuando iba caminando hacia el auto, detrás de Chucho, el maldito cosquilleo regreso ahora como un escalofrío que me hizo sentir como la peor mierda del mundo.
¿Pero que había hecho?
Le había disparado a una chica, y golpee a un pobre sujeto que el único pecado que cometió fue cómprale un regalo bonito a su novia en una tienda de chucherías. No estaba bien, yo no estaba bien, nada de esto lo estaba. Y yo lo sabía, sabía perfectamente que, si no hacía algo, me sentiría como un puto monstruo toda mi vida. Al final me pare en seco, y apreté los dientes con fuerza, intentando pensar en que era lo que iba a elegir.
Michael, que ya había llegado al asiento del copito junto con Esaú, que guardaba el hacha en el maletero. Los dos se voltearon sus ojos hacia mí, y me miraron raro al verme parado en medio de la calle. Incluso Chucho se dio la vuelta al percatarse de que no me estaba moviendo. Los tres me miraban curiosos; pero yo intente no prestarles atención. Tenía que expulsar la maldita culpa de una vez de mi moral, o dejarme sucumbir con ella.
Al final, no pude dejarme llevar por mis instintos más bajos. Me di la media vuelta, y regrese decidió a la casa, dejando a mis amigos detrás confundidos. Incluso creo que Chucho me llamo, para saber que me pasaba, pero lo volví a ignorar. Solo tardaría un par de minutos...
Cuando volví a entrar, el novio de la chica se levantó de inmediato, mirándome con miedo y odio, al mismo tiempo que colocaba a su amada detrás suyo, para protegerla.
- ¿Qué mierda quieres ahora? Ya te di todo lo que querías, solo ve con Marco... y le te dirá el origen de esa pulsera-el chico apretó los dientes intentando mostrar valor, pero el modo en el que le temblaban las piernas fue lo que el delato. La chica también me miraba con miedo, aunque con más incertidumbre que terror-. Por favor... ya no puedo decirte nada más, es todo lo que se...
- No vine por más información-en seguida, saqué de mi bolsillo mi billetera, para después quitar todos los billetes que tenía en ella, extendiendo un buen fajo hacia el chico, a lo que él solo retrocedió, desconfiando-. Tómalo, debe haber al menos hay unos 200 dólares. Lleva a tu novia al hospital, y que le cosan bien la herida. Después de eso les recomendaría que se muden, y consigan un trabajo decente y honrado de algo. Seguir con los Lirios es una pésima idea, créame; esto es una segunda oportunidad, no la desperdicien.
El chico me siguió mirando desconfiando, pero al final, lentamente, se acercó a mí para tomar el fajo de billetes. No me quito el ojo de encima en ningún momento, como si esperara que sacar mi resolver y arrematara contra ellos. Pero eso no iba a pasar.
Les asentí lentamente la cabeza, y después me di la media vuelta, yendo hacia la salida de la casa, dejando a esos dos enamorados mirándose con extrañeza, para después al dinero que les acababa de dar. Pero antes de irme, justo en el portón, me detuve un poco, para decirles unas ultima palabras, en un intento de poder limpiar mi conciencia, aunque fuera un poco.
- Perdonen por lo que sucedió; es solo que... de verdad quiero encontrar a mi amiga-baje la mirada un poco, suspirando pesadamente, en un intento por que las lágrimas no me traicionaran, y salieran de la pupila de mis ojos.
- Está bien, solo... vete ya -me contesto el chico de manera seria.
Realmente no esperaba que los chicos mágicamente me disculparan y me dijeran que no pasaba nada, que todo estaba bien y entendían lo que estaba pasando. Esos tipos me odiaran el resto de sus vidas, pero de igual modo, no me importaba mucho si me perdonaban o no. Lo único que quería, era que superan que lo sentía. Con eso me bastaba.
- Que tengan suerte; y de verdad, cuando les digo que dejen toda esta mierda de los lirios, lo digo en serio -les termine de decir, mientras salía de la casa y cerraba la puerta a mis espaldas.
Me sentí un poco mejor después de eso. Pero el cosquilleo en la espalda, ese escalofrió bastardo infeliz, seguía presente. Y parecía no tener ninguna intención de querer irse.
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