Capitulo 27
Nunca había visto fumar a Chucho en el tiempo que llevaba de conocerlo; ni siquiera estaba seguro de que al le gustara el sabor, pero hay estaba, inhalando y escupiendo humo por la boca, con una mirada nerviosa e insegura.
Los cuatro nos encontrábamos sentados en el auto, escondidos entre un par de árboles y arbustos que nos lograban camuflar bastante bien. Frente a nosotros teníamos un rejado enorme que protegía un perímetro entero: La guarida de esa banda de colombianos que se habían aliado con los Lirios, y ahora teína hay cautivo al tal Aleksi.
Chucho escupió el humo del tabaco por la ventana para que el olor no se quedara impregnado, mientras apoyaba el cigarrillo con su mano en el volante del auto, girando su mirada hacia el espejo retrovisor, para vernos a mí y a Esaú sentados en los asientos traseros. Michael estaba al lado suyo de copiloto, también fumando plácidamente, escuchando la melodía de las cigarras y los grillos que se encontraban en la zona.
Era una noche bastante pacífica. El cielo estaba despejado dejando visibles a las estrellas, y a la enorme luna brillante que se encargaba de alumbrarnos entre la oscuridad.
Miré a Esaú, y vi que estaba envolviendo un par de vendas negras en los nudillos de sus manos, apretándolas con fuerza, para después dar pequeños golpes en las palmas de sus manos para probar que estuvieran bien colocadas. Parece que estaba más que dispuesto a volarle los dientes a unos cuantos imbéciles esta noche.
Yo saqué mi revolver de mi bolsillo, y volví a verificar por sexta vez que las ocho balas estuvieran en el tambor. Aunque Michael me había dado una caravana para que la usara como arma principal, apenas y sabia manejar esa cosa, lo que no me daba toda la confianza del mundo como la que ya tenía con aquel revolver. Era curioso... era la primera arma que había recibido, y desde entonces no me había separado de ella. Había pasado ya tantas cosas con ella... y todavía no podía creerme la ironía de que con la misma arma que Oscar me dio, fue la misma con la que termine matándolo. Le había dado la herramienta a su verdugo sin siquiera darse cuenta...
— ¿Cuánto tiempo va a tardar esto? Se supone que ya debieron de haber comenzado el ataque ¿no? —le pregunto Chucho a Michael, impaciente, sacándome de mis pensamientos.
— Atacaran cuando deban de atacar —fue lo que le respuesta Michael sin siquiera dignarse a mover su mirada del exterior de la ventana—. No debe tardar mucho, solo sean pacientes. Además, falta que Michelle termine con la revisión y el análisis del perímetro.
— Si tienes la radio prendida ¿verdad? —le pregunto Esaú, inclinándose hacia el asiento de Michael, a lo que este solo torció los ojos, y le mostro en la cara el walkie-talkie encendido.
— No deben de tardar, solo relájense ¿quieren? Todo saldrá bien...
Mire hacia la ventana, intentado distraer mi mente, observando los árboles. Pero después la gire hacia delante, hacia donde estaba aquel alambrado donde tendríamos que colarnos. El lugar parecía ser una especie de vertedero abandonado, solo que, en vez de tener chatarra regada por todas partes, tenían viviendas de láminas y asfalto, como varias motocicletas estacionadas por todo el lugar, y algunos barriles en llamas para dar luz y calor. Aunque no lo pareciera a primera vista, Michelle nos advirtió antes de irnos que el lugar era enrome, y que probablemente tardaríamos un poco en encontrar a aquel ruso. Que tuviéramos especial cuidado al momento de colarnos en las casas, ya que cualquier imbécil podría estar al asecho vigilando y cuidando el lugar después de que la balacera como distracción comenzara.
— Los silenciadores de las armas ¿si los colocaron? —pregunto Michael de repente.
— No... —le respondí algo avergonzado, mientras lo sacaba de mi pantalón, y se lo enchufaba a la boca de mi revolver, para después intentar colocársela a la carabina.
— ¿Para qué mierda nos molestamos en ponerles silenciadores? Digo, tu y yo tenemos malditas escopetas; y esas mierdas una vez las disparemos, harán ruido hasta la siguiente cuadra y el factor "sorpresa" se va directo al diablo.
— Para eso Michelle nos ira abriendo pasado sigilosamente, eliminando a cuanto enemigo se nos ponga enfrente. La carabina como las escopetas son en casos extremos donde no tengamos más opciones; después de eso tendremos que movernos mucho más rápido para encontrar a Aleksi. Pero para eso también tenemos las armas cortas y los cuchillos. Un revolver con silenciador a veces puede ser mucha mejor opción que un cuchillo, pese a la diferencia del ruido entre los dos.
Chucho se le quedó mirando a Michael, intentando analizar todo lo que le había dicho, pero al final solo asintió seguro, y volvió a darle otra inhalada a su cigarrillo. Supongo que se sentía mal ya que la única arma que llevaba encima era la estúpida escopeta recortada que había pedido. Si se encontraba en problemas, el cuchillo que le habían dado seria su única opción.
— Te dije que tomaras el arma pequeña, pero el niño quería hacerse el valiente con la rusita ¿no? —se burló a Esaú a lo que Chucho solo bufo molesto como respuesta—. Créeme Chucho, conociéndote, esa mujer vas a terminar comiéndote vi...
— Michael ¿Michael? ¿estas hay? —la voz de Michelle proveniente de la radio se escuchó, interrumpiendo a Esaú, a lo que Michael lo tomo lo más rápido que pudo, y presiono el botón para contestar de vuelta.
— Si, si, aquí estoy ¿qué pasa? seguimos esperando la señal para actuar.
— Ya revisé el perímetro, y parece que todo está en orden. Se supone que el club de tarados de motociclistas no rebasa las 30 personas, pero parece que Ezekiel reforzó la zona con sus propios hombres, porque al menos deben de haber 50 o un poco más.
— ¿Y creen poder disiparlos a todos? Al menos para que nosotros tengamos una chance de lograr escabullirnos.
— Jackson y Alberto dicen que sí, así que supongo que no tendremos mayores problemas en infiltrarnos. Me dice que el ataque comenzara en... 7 segundos... así que prepárense.
— ¡Espera! ¿¡cómo que 7 segundos!? —le grito Michael desesperado, a lo que la señal de la radio termino cortándose.
Después, antes de que alguno de nosotros pudiera siquiera abrir la boca, escuchamos una enorme explosión venir de la entrada de la base de los motociclistas, para después escuchar la lluvia de balas, gritos y más explosiones que daban inicio a una verdadera batalla campal.
— Bueno... creo que esa es la señal. A trabajar.
Una vez Michael terminara de hablar, salió del automóvil mientras desenfundaba su pistola. Chucho apago su cigarrillo, y lo lanzo por la ventana del auto, saliéndose de este, y dirigiéndose a la cajuela. Yo me salí del auto, igual con mi revolver en mano, siguiendo a Chucho hasta la cajuela, ayudándolo a sacar mi carabina y la escopeta de Michael, la cual se la lance y este la atrapo en el aire, colgándosela en la espalda, algo que yo también hice con mi carabina.
Chucho termino por sacar su escopeta recortada, y después unas enormes pinzas que nos ayudarían a poder abrirnos paso entre el enrejado, y no tener que estar saltándo entre las púas que se encontraban en el extremo.
Una vez todos estábamos listos, cerro la cajuela, y le asintió a Michael para que comenzáramos la marcha, a lo que él solo meneo la cabeza con una leve sonrisa.
— Muy bien, vamos.
Bajamos de la pequeña colina saliendo del bosque, cruzando la calle de la pequeña carretera por las líneas peatonales, para poder llegar a la base de los Lirios, caminando uno detrás del otro. Primero Michael, quien estaba recargando los cartuchos de su escopeta, luego Chucho quien en una mano tenía su escopeta recortada y en la otra las pinzas, después yo con mi carabina a la espalda, y mi revolver en mi mano, y al último Esaú, con su revolver aun en la funda de su pantalón, pero con un enorme cuchillo de caza en una de sus manos.
Las explosiones y los sonidos de las balas seguían escuchándose a la lejanía. Se veía que estaba muy animada la zona, lo que era buena señal. Mientras más alboroto, más desapercibido pasarían ellos.
Michael llego hasta el enrejado, donde Chucho le paso las pinzas, y comenzó a cortarlo de forma vertical hasta que alcanzara una buena altura en la que todos pudiéramos caber al menos si nos agachábamos. Una vez termino de cortarlo, agarro uno de los extremos, y lo jalo hacia afuera para formar la entrada, manteniéndolo hasta que los tres lográramos pasar, para después al último el cruzarla.
Cuando los cuatro estuvimos dentro, mire a mi alrededor para poder ir analizando el terreno. Teníamos una pequeña casa frente a nosotros, la cual, por la ventana sucia trasera, se veía que tenían una luz encendida. No sabíamos si alguien se encontraba dentro, pero tampoco queríamos ir a averiguarlo.
Entonces, vimos a un hombre que estaba dándole la vuelta a la casa, dirigiéndose justo a donde estábamos nosotros. Instintivamente entre en pánico, y me gire para ver a Michael en busca de que nos diera alguna indicación si atacar o escondernos, pero el baboso parecía más aterrado que yo, porque solo nos volteo a mirar, como si nosotros fuéramos los que tendríamos que indicarle que hacer.
Reaccionamos bastante tarde. Antes de darnos cuenta, el hombre ya estaba a solo un par de metros de poder descubrir donde nos ocultábamos. Fue cuando vi que Esaú tomo el puñal de su cuchillo con fuerza, y tal y como si fuera un leopardo escondido entre la hierba, estaba esperando el momento justo para saltar a atacar.
Pero alguien más se le termino adelantando. Justo desde arriba de la vivienda, una figura encapuchada de negro salto con cuchillo en mano, cayendo encima del sujeto, apuñalándolo en el cuello, para después de tirarlo en el suelo, comenzar a mutilarle el estómago hasta que dejara de poner resistencia y terminara por dejar de moverse. En un principio, la figura me tomo tan de sorpresa que no pude evitar levantar mi revolver para dispararle, por si nos atacaba. Pero Michael tomo la boca de mi cañón, y me obligó a bajar el arma, una vez aquella figura macabra tomara la forma de una mujer.
— Maldita sea Michelle, casi me causas un paro cardiaco —le recrimino Michael, mientras la mujer sacudía su cuchillo en el iré, limpiándola de la sangre.
— Como yo lo veo, apenas vamos empezando y ya te salvé el pellejo —se burló la chica, sin molestarse en quitarse la capucha, pero por la voz, pude reconocer que si se trataba de Michelle.
— Cállate... —le contesto Michael avergonzado, a lo que su joven tía solo soltó una risa burlona.
— Sera mejor que se muevan rápido, las cosas haya se están poniendo feas, no sé hasta cuando logren distraerlos. Encontramos algo curioso en las casuchas estas... solo que quizá esto sea más difícil de lo que aparentaba.
— ¿Si y que es? —le pregunto Michael, haciendo una mueca inconforme.
Michelle nos llevó hasta una de las casas, donde nos colamos por una ventana. La casa estaba lúgubre y oscura. En la mesa a había chatarra por todos lados, como piezas de armas, municiones y unas cuantas latas de cerveza. Había un sillón con una televisión pequeña enfrente suyo, y una raído en una de las mesas de centro. En el lugar, había un hombre muerto recargado en una de las paredes, degollado y con varias puñaladas en el estómago, idéntico a como Michelle había matado al otro sujeto.
Demian estaba dentro de la casa, pareciendo saquear y guardar algunas piezas de chatarra; sin percatarse de que estábamos nosotros, hasta que Michelle le llamo la atención y lo regaño.
— Deja de perder el tiempo, y ponte alerta niño. No puedes descuidarte ni un segundo ¿bien? —le dijo, mientras se quitaba la capucha, y se sacudía su largo cabello negro.
— P-perdón señorita—le respondió Demian, mientras bajaba la mirada avergonzado.
— Olvídalo, mejor ayúdame con esto.
En seguida, Michelle comenzó a empujar uno de los sillones con fuerza, a lo que Demian fue a ayudarla. Instintivamente yo también hubiera ayudado, pero una vez Esaú se me adelanto, no le veía más sentido ofrecer mi fuerza.
Cuando terminaron de mover el sillón, debajo de este se encontraba una enorme escotilla de metal oxidada, por donde fácilmente podría caber una persona si la abríamos. Una entrada secreta.
— Pero que mierda ¿acaso tienen un bunker o algo así estos infelices aquí? —resoplo Michael, mientras miraba la escotilla y se limpiaba el polvo con los pies.
— No exactamente —le contesto Michelle, mientras tomaba la manija de la escotilla, y la levantaba con fuerza, dando la entrada un túnel con escaleras de metal incrustadas que iban hacia abajo—. Es un sistema de túneles completo, como el que tu abuelo tiene en sus bases. Es un competo laberinto, hay al menos otras 4 de estas escotillas repartidas en todas las casas.
— Mierda... —murmuro Chucho, dimensionando el tamaño de los túneles.
Era una barbaridad que ellos pudieran haber formado una guarida secreta en su propia base de este modo. Lo más probable era que tuvieran a Aleksi cautivo hay abajo.
— Los hermanos del ruso ya están explorando una de las entradas, necesitamos que nos ayuden a cubrir más terreno para poder encontrar a Aleksi lo más rápido posible.
— ¿Qué nos separemos? —pregunto Michael, mientras se volteaba a mirar a su tía, la cual solo le asnito mientras cruzaba los brazos.
— Si van en parejas, alguno de ustedes terminara dando con el rusito. Yo me quedare aquí para ver que ningún imbécil intente venir y nos descubra. Aunque no se confíen, seguramente también tienen guardias vigilando haya abajo, así que cuidado.
Michael se quedó callado unos segundos, intentando analizar la situación. Probablemente intentando organizar un plan y poder tener todas las alternativas a la mano.
— Bien, ya sé qué haremos. Tú y Esaú bajaran por este túnel —me señalo, para después señalar hacia la entrada que estaba a nuestros pies—. Yo y Chucho iremos por otra más. Así cubriremos más terreno junto con los hermanos chiflados, y alguno tendrá que dar finalmente donde este Aleksi.
— ¿Y si lo encontramos, que hacemos? —le pregunto Esaú, frio como una piedra.
— Lo sacan de ahí y lo llevan al auto de Chucho, creo que hay es un buen punto de partida. O lo llevan con Michelle —Michael volteo a mirar a la mujer, como si esperara alguna aprobación de su parte— ¿seguirás aquí verdad?
— No me moveré hasta que no salgas de eso túneles, niño.
— Bien, entonces lo llevan con ella, y se encargara de ponerlo a salvo. Pero de igual manera, si algo llega a pasar y perdiéramos todo contacto, o nos vemos en la necesidad de huir y retirarnos, el auto de Chucho es nuestro punto de encuentro ¿estamos todos de acuerdo? Pase lo que pase, todos tenemos que llegar al auto de Chucho.
Solo asentí nervioso. Mire a Chucho quien parecía estar de acuerdo, y después a Michael, quien me sonrió con tristeza o melancolía, como si fuera alguna especie de despedida, y después miro a Esaú, quien igual solo asintió con la cabeza.
— Recuerda Arthur, primero acciona la palanca, recarga el cartucho, jala la palanca, apuntas disparas, y eyectas para que salga el cartucho ¿todo bien?
Las clases improvisadas que me había dado Michael sobre cómo usar la carabina unas horas antes no me habían vuelto un experto en cómo usar el arma, digo, apena si sabía qué hacer para no terminar volarme alguna costilla por el retroceso; pero tenía lo básico por lo menos para poder usarla. Pero de igual manera, si tenía opciones, usaría mi viejo y confiaba revolver. Solo le asentí Michael para que no se fuera tan preocupado, a lo que él me sonrió de vuelta.
— Bien... entonces... buena suerte —nos terminó de decir.
— No vayan a morir por favor ¿sí? cuídense —agrego Chucho, con su típico tono de voz nervioso que intentaba hacerlo sonar seguro. Yo solo bufé con una sonrisa, y le dije que estaríamos bien.
Michelle y Demian salieron junto con Chucho y Michael por la misma ventana por la que habíamos entrado, dejándonos a mí y a Esaú al borde de aquel túnel, mirándonos mutuamente, intentando decidir quién sería el primero en bajar.
— Sigues algo jodido todavía tu... sin ofender —le dije mi amigo, a lo que él solo me lanzo una mueca, molesto—, lo mejor será si yo bajo primero por si las moscas.
— No —me repuso, mientras miraba hacia abajo, y le echaba una mirada a la profundidad del túnel, para después levantar la cabeza y mirarme a mí—. Tu eres el que tiene el arma larga. Lo mejor será si yo bajo primero, y tú me cubres las espaldas. Se manejar mejor los puños y el cuchillo; puedo arreglármelas cuerpo a cuerpo, pero si vez que las cosas se ponen difíciles, hay es cuando tu entras ¿está bien?
No podía oponerme a esa lógica. Al final termine dándole la razón, y Esaú bajo primero. El desquiciado ni siquiera se molestó en utiliza por completo las escaleras de metal. A la mitad del trayecto, decidió soltarse de las barras, y caer de un salto hasta lo profundo del túnel. Aunque se vio relativamente fácil y genial como lo hizo, yo no quise arriesgarme a torcerme un tobillo, decidiendo utilizar las escaleras hasta el final.
Cuando llegue a donde estaba Esaú, este tenía los brazos cruzados, impaciente a que terminara de descender.
— No se vaya a lastimar los pies la abuelita por un pequeño salto ¿verdad? —se burló, mientras me observaba bajar por los últimos escalones— Y se supone que yo soy el que esta jodido.
— Vete a la mierda —le conteste, mientras me recomponía la postura, y le daba una larga mirada hacia el enorme túnel que se extienda hacia nosotros—. Creo que será mejor que comencemos a caminar...
Los túneles tenían una especie aura amarilla, quizá por los focos y las luces que estaban pegadas al extremo que emitan ese color de luz. Estaban hechos de tierra y cemento directamente, con algunas columnas de manera que evitaban que la estructura no se viniera abajo. Pero aun así no estaban tan bien construidas como los pasillos subterráneos de Don armando, que hasta paredes y piso de mosaicos tenían.
Se veían bastante solitarios, y demasiado silenciosos. Algunas partículas de polvo por la misma tierra del suelo flotaban en el aire, lo que me hacía sacudirme la nariz de vez en cuando para no estornudar y hace más alboroto del que debía.
Esaú desenfundo su cuchillo, y después su revólver, cruzando ambas manos, comenzando a caminar despacio por el pasillo, mientras yo también desfundaba mi revolver, y apuntaba a un lado de él, por si algún infeliz trataba de sorprendernos.
— Este lugar huele mucho a humedad —me susurro Esaú, mientras seguía caminando y llegaba a una de las esquinas donde los pasillos que comenzaban a ramificarse en diferentes caminos—. Deben tener algún sistema de ventilación o algo así.
— No lo sé... este lugar me da escalofríos —fue lo único que logre decirle, mientras sentía como gruesas gotas de sudor se resbalaban por mi frente, de lo tenso y nervioso que estaba.
— Solo hay que seguir avanzando, no te preocupes o comenzaras a parecerte a mi abue...
Esaú no logro terminar la oración. De otra de las esquinas donde los pasillos giraban, salieron dos chicos corriendo con ametralladoras en mano, que en cuanto nos visualizaron, no lo razonaron dos veces, y soltaron un grito de alarma mientras comenzaban a jalar los gatillos de sus armas eufóricamente.
Esaú reacciono más rápido que yo, y se puso a cubierto en una de las columnas de los túneles mientras me tomaba del cuello de mi chaqueta y me jalaba hacia él, poniéndome igual a cubierto; no antes de soltar varios disparos con su revólver, dándole a uno de los chicos en el muslo, haciendo que cayera al suelo en el instante, mientras su compañero lo jalaba hacia otras de las columnas, intentando ponerlo a cubierto.
— ¡Vienen por su amiguito ruso ¿cierto?! —nos gritó uno de los chicos, escuchando como recargaba su metralleta—. Ni se molesten ¡está muerto! Lo asesinamos en cuanto escuchamos que nos atacaron ¡no tienen nada que hacer aquí!
Mire a Esaú preocupado, intentando ver su reacción hacia ese comentario, pero no vi expresión alguna en él; solamente la misma mirada fría de asesino que llevaba cargando desde la última vez que lo mire. Solo recargo el tambor de su revólver jalando el martillo hacia atrás listo para la siguiente ronda de disparos.
Cuando el chico volvió atacar con la metralleta, Esaú salió de su escondite, disparando con más precisión que su adversario, acertándole un tiro en el brazo que hizo que el chico cayera al suelo derrotado. Fue cuando yo también salí de mi escondite, y remate al chico de un tiro en uno de sus ojos cuando intentaba volver a ponerse de pie para intentar atacar una vez más.
El chico que había quedado fuera de combate miro con miedo como su compañero caía muerto. Intento alcanzar su metralleta en un intento de poder defenderse, pero en cuanto la levanto, Esaú le dio un tiro justo entre sus dedos, volándole algunos, y ocasionando que soltara la metralleta, haciendo que comenzar a gritar desesperado por el dolor.
Esaú no mostro compasión. Fue directo hacia él, pero en vez de matarlo de un tiro como yo esperaba que lo hiciera, lo que hizo fue patearle el estómago, para después pisarle con fuerza el pecho, sacándole todo el aire, haciendo que se callara.
— Si no dejas de gritar juro que aquí es donde termina toda tu patética vida, así que dime ¿quieres morir y nos ahorramos de problemas? O vas a ayudarnos.
El chico asintió nervioso, con los ojos llorosos, intentando sacarse la bota de Esaú de sus pulmones, a lo que este al ver su respuesta, solo sonrió levente, y se quitó de encima, dejándolo respirar. Esaú le vacío los bolsillos al chico, quitándole lo que parecía una caja de municiones, y una granada de aspecto rara, quizá siendo alguna de humo o de las que aturdían a la gente.
Una vez termino de saquearlo, le apunto el revolver directo al rostro, mientras volvía a jalar el martillo hacia atrás, listo para disparar.
— Bien, entonces dime ¿Qué tanto de cierto fue lo que dijo tu amigote de acá? —volteo a mirar el cadáver del primer chico, para después regresar su mirada.
— El ruso está vivo, está vivo, sigue vivo hasta donde yo sé... por favor, no tiene que hacer esto... solo sigo ordenes, yo nunca quise...
Esaú lo cayo de una bofetada en el rostro con la culata del revólver, para después apretarle el cañón del arma en su frente.
— El tiempo de las suplicas vendrá después, ahora compórtate con un hombre ¡y deja de lloriquear como una perra! —el chico solo asintió nervioso, cerrando los ojos una y otra vez, en un intento por dejar de llorar.
— ¿Sabes dónde está el ruso? —me metí al interrogatorio, quizá escuchándome un poco nervioso al decir las palabras— ¿Dónde lo tienen cautivo?
El chico se quedó callado, pero Esaú le dio otra bofetada con el revólver que lo hizo volver a reaccionar.
— ¡Contesta la puta pregunta! ¿Sabes o no sabes?
— ¡No! No.... n-no... yo no sé dónde está, lo mueven de lugares y...
— Entonces no nos sirves de una puta mierda —Esaú levanto el revólver, poniéndoselo de nuevo en el rostro del chico, colocando su dedo en el gatillo.
— ¡No! ¡no! ¡no! ¡está bien, está bien! ¡sé dónde está! ¡por favor no! —grito el chico desesperado, cerrando los ojos con fuerza, a lo que Esaú sonrió, y le quito el revolver de los ojos.
— Entonces habla.
— E-está en el ala sur de los túneles... lo tiene en una puerta de metal blindada. Está vigilada, los pasillos son bastante angostos, no podrán pasar de ahí sin que los maten a tiros...
— Eso ya lo decidiré yo —declaró Esaú—. ¿Cómo llegamos a esa habitación?
— Y-yo... tiene que ir por la derecha, y después girar a la izquierda caminando un par de...
— Tengo una mejor idea —le dijo Esaú, mientras lo tomaba del cuello de su camisa, y lo obligaba a levantarse, pese que una seguía teniendo el disparo en su pierna que solo hizo que cayera de rodillas mientras se quejaba del dolor—. Tú serás el que nos lleve hasta ya.
— ¿Qué? ¡No...! No puedo... estoy...
— Esaú, tiene la pierna jodida, no puede ni ponerse de pie —le intente explicar.
— Me vale una mierda, prefiero arrastrarlo por los pasillos a estar memorizando si cruzo a la izquierda o la derecha a los cuantos pasos. Viene con nosotros —tomo al chico del brazo con fuerza, levantándolo, para después mirarlo fijamente—, o mejor me dejo de tonterías y termino con tu sufrimiento.
— P-por favor... espera... no puedo, me duele demasiado y...
— Venga Esaú, al menos ponle un torniquete, o se nos va a desangrar a medio camino —le dije, mientras señalaba la pierna herida del chico.
Esaú solo bufo molesto, pero al final solo asintió, soltando al chico, dejándolo que se sentara en el suelo y se recargara en una de las paredes, mientras se sujetaba la pierna con fuerza, gimoteando, en un intento por que parara el sangrado. Yo miré a mi alrededor, en busca de alguna tira de tela que pudiera utilizar como un vendaje improvisado; pero lo único útil que encontré, fue la misma ropa del chico al que acabábamos de matar.
Me le acerque al cuerpo, desenfundado el cuchillo que Michael me había dado, rasgando la parte baja de la camisa del chico, sacado una buena tira con la que poder hacer el torniquete. El chico me miro con miedo cuando me le acerque a él; y en cierto punto lo entendía, yo también estaría nervioso si alguien intentara curarme con la ropa de uno de mis amigos a los que acababan de asesinar.
— No te preocupes, probablemente salgas vivo de este si nos ayudas a encontrar a ese ruso—le dije, en un intento de tranquilizarlo, mientras comenzaba a enrollar la tira de tela sobre su pierna, aplicando presión para detener el sangrado.
— Yo no prometo nada —murmuro Esaú cruzado de brazos, a lo que yo solo le lance una mirada seria para que se callara. Si el chico o no vivía al final, no era lo importante, Lo importante era que el creyera que tenía una chance de poder salir vivo.
En eso, saque unos analgésicos de mi bolsillo que me habían dado en casos como estos, y le extiéndelo un par de pastillas al chico, para que se las tomara; pero este solo la miro desconfiado, para después levantar su mirada hacia mí, como la de un gato asustado.
— ¿Q-que es eso?
— Algo que te hará olvidar por un rato el dolor de la pierna... quizá. Así que anda, tómamelos —le insistí, mientras le daba las pastillas en la palma de su mano.
— P-pero no tengo agua ¿Cómo me las voy a tomar?
— Yo que sé, con la saliva. Si no te las tomas tú, él te las meterá de alguna u otra forma, así que será mejor que lo intentes —le amenace, mientras volteaba a ver a Esaú, que solo sonreía maliciosamente.
El chico trago saliva, nervioso, pero al ver que no cambiaba de expresión, finamente se tomó las pastillas, intentando pasarlas por la garganta. Cuando verifique que realmente se las hubiera tragado, me puse de pie, y mire a Esaú, indicándole que estábamos listos para continuar.
Esaú tomo violentamente al chico del brazo, obligándolo a levantarse, a lo que el pobre se sostuvo de donde pudo, para no volverse a caer de hocico; a lo que yo solo suspire algo inseguro, apretando el mando de mi revolver, esperando que este plan no saliera tan mal como se vería que saldría.
— Si intentas huir, gritar, tomar un arma, o algo mínimamente sospechoso que sea encontrar de nosotros dos, no lo pensare dos veces y estrellare tu estúpida cabeza contra la pared hasta que tus sesos terminen saliéndose por tus oídos ¿me entendiste bien? No quiero nada estúpido —el chico solo asnito con miedo, a lo que Esaú solo le sonrió, satisfecho—. Bien, entonces podemos continuar.
— ¿Por dónde? —le pregunte, a lo que el chico solo señalo hacia una de las direcciones que daban los pasillos, comenzado así la marcha.
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