Capitulo 23
Ryuu.
12 horas antes.
Cuando el elevador comenzó a moverse hacia abajo, y el sonido metálico chirriaba por el sistema oxidado, Ryuu metió sus manos a los bolsillos de su chaqueta, mientras Ezequiel con una cara amargada, intentaba encender un cigarrillo que ya tenía en los labios.
— Este lugar me gusta, es ingenioso, deberíamos conseguirnos algo similar —le comento Ezequiel, en tanto guardaba su encender en uno de sus bolsillos.
— Ya tenemos... algo así —le respondió Ryuu, extrañado—. En la avenida norte de la calle 17.
— ¿En serio? —giro su mirada Ezequiel, mirándolo confundido, con la ceja arqueada— ¿Y que tenemos ahí?
— Ahí... interrogamos a los prisioneros —Ryuu se sorprendido bastante de que Ezequiel no recordara un lugar tan importante para los lirios como los escondites subterráneos que tenían—, aunque normalmente nos sirve como almacén. Usted fue el que me lo mostro cuando llegue aquí; fue de las primeras cosas que me mostro.
— Ah, cierto. Se me había olvidado —embozo una sonrisa burlona, desviando la mirada.
A Ryuu comenzaba preocuparle cada vez más que Ezekiel hubiera dejado su medicamento. Los delirios e ilusiones, como ataques de pánico y rabia solían llegarle con más frecuencia. Hablaba solo mucho más amenudeo que antes, y a veces se le dificultaba lograr orientarse y recordar cosas simples. Que comenzara a olvidar las cosas era lo que más problemas podrían traerles; pero por el momento no parecía ser tan grabe, con un simple recordatorio, la mente de Ezekiel lograba a recuperar la memoria. Solo quedaba esperar que no siguiera empeorando tanto.
— Sigue sin convencerme mucho esta gente —comento Ryuu, mientras el elevador seguía bajando y bajando por el túnel subterráneo.
— ¿Los colombianos? ¿Por qué? —le pregunto Ezekiel, curioso.
— Las bandas de motociclistas nunca son confiables. En mi país tenemos muchos de esos, y no son más que una maldita plaga molesta. Son desorganizados, erráticos, poco profesionales, violentos; y la gran mayoría un montón de adictos. Solo traen problemas.
— Bueno Ryuu, nosotros tampoco somos un grupo súper organizado —le contesto riendo Ezekiel, soltando el humo de la nicotina por la nariz—. Ya sé que los japoneses son tan rectos como tener una vara metida por el culo cuando se trata de orden.
— No se trata de orden, si no de disciplina —le refuto Ryuu—, y estos sujetos tienen de todo, menos disciplina.
— Pero tienen armas —le explico— y eso es lo justo lo que nos falta. No podemos seguir sin un buen armamento; quizás sobrevivimos un par de meses, pero no pienso seguir con esta guerra sin estar pudriéndome en balas y pólvora —Ezekiel inhalo otra calada de su cigarrillo aguantando un poco la respiración, para volver a expulsar el humo por la nariz—. Supe que los Connor lograron conseguir a algunos proveedores de armas. No tan profesionales como al que les matamos hace unas semanas... pero tampoco tan mediocres.
— ¿En serio? Creí que tardarían un poco más en encontrarlos.
— Yo también, pero al parecer los muy malditos ya tenían un plan B en un caso así.
— ¿Y tienes alguna idea de quienes podrían ser?
— No... sé que son extranjeros, pero no tengo mucha información. Por eso me urgía conseguir nuestros propios proveedores. Si en algún punto llegamos a tener menos armamento que ellos, no importa que los doblemos en número de gente; podrán vencernos.
— Si entiendo —Ryuu suspiro frustrado, agachando un poco la cabeza—. No hay más opciones en todo caso.
— No, no las hay —le contesto su líder, terminando la última calada de su cigarro, para después apretar la colilla con el puño, y tirarla al suelo—. Así que ser mejor que te comportes, pongas buena cara, y no hagas esa mierda de reverencia cada vez que saludas a alguien. Si haces todo eso, quizá logremos conseguir un buen trato.
Cuando el elevador llego hasta el fondo de la habitación subterránea, Ryuu jalo las rejillas de la puerta, para poder salir de aquella jaula mecánica. Ezekiel escupió el humo del cigarro, mientras caminaba con Ryuu detrás, mirando aquel almacén enorme y oscuro escondido.
— Llegan tarde —un hombre alto, de piel morena y robusto los recibió, cruzando los brazos, impaciente—. Se supone que debieron de estará aquí hace 20 minutos.
— Emilio, también es un gusto verte —le contesto Ezekiel de manera sarcástica, mientras le daba una palmada en su hombro. Ryuu solo se limitó a hacerle una pequeña reverencia—. Caballeros —le dedico un breve saludo a los demás hombres, que custodiaban el almacén, para luego volver la mirada al líder —Dime ¿Lograste conseguir todo lo que pedí?
— Todo está ahí. Cada arma, cada bala de cada calibre, cada granada o bomba. No conseguirás ningún otro equipo de esta calidad —le contesto Emilio, mientras se dirigía a una de las cajas de madera, y las abría, mostrando una serie de pistolas semiautomáticas colocadas en serie de manera ordenadas.
— Sí, eso no lo dudo —le dijo Ezekiel, mientras tomaba una de las armas, y la miraba detenidamente, para luego regresarla a la caja—. Perdimos demasiado equipo cuando esos perros de la policía nos confiscaron todo lo que teníamos en aquel muelle. Era un buen equipo, pero... nada comparable.
— Todas son armas recién fabricadas, limpias y en perfecto estado. Imposibles que la policía logre rastrearlas; todos los números de serie, borrados.
— ¡Genial! —le contesto de manera exagerada Ezekiel, extendiendo los dos brazos— ¿Y qué sucede con tus hombres? ¿Les hablaste de nuestra pequeña alianza?
— Saben a quién tienen que guardarle lealtad, y a quien no —le respondió Emilio de manera segura—. Pelearemos a tu lado; los Connor no han sido nada ambles con nuestra gente.
— Con ninguno de echo —Ezekiel pareció bajar la mirada por un momento, para luego al instante subirla, y volver a su estado de ánimo energético—. Bien, entonces, en todo caso ¿tenemos un trato?
— Espera ¿Como que un trato? Ni siquiera hemos hablado de un precio aún.
— ¿Un precio? —al notar por la expresión que paso Ezekiel; Ryuu supo que esa respuesta no le gustó nada al pelirrojo.
— Si, pasta, dinero —le replico Emilio—. Está bien que formemos nuestra pequeña alianza, pero necesito ingresos hombre. Estas armas no fueran tan fáciles de conseguir en las características en las que te presento.
— ¿Así que quieres dinero?
— Si... un precio justo por nuestros servicios.
Ezekiel soltó una pequeña risa, como si se estuviera burlando del comentario del colombiano. Ryuu ya sabía que no les iban a pagar un carajo, pero su error fue dar por hecho que Ezekiel ya les había informado de eso. Y a juzgar por la mirada que soltó Emilio al escuchar la risa de Ezekiel, parecía que no era sí.
— Escucha Emilio —comenzó a hablar Ezekiel, mientras recuperaba la compostura, y dejaba el tono gracioso—. La situación por la que estamos pasando no es muy fácil; y si te soy sincero estamos un poco escasos de... ingresos. ¿Qué te parece si lo arreglamos con otro tipo de trato?
— ¿Otro tipo de trato? ¿A qué te estas refiriendo exactamente? —por la manera en el que lo dijo, Ryuu parecía notar que Emilio comenzaba a alterarse.
— Si nos ayudan a pelear esta guerra, y están de nuestro lado... tendrán la eterna gratitud de los Lirios, y un aliado de por vida —Ezekiel hizo una pausa, para mirar a los ojos a Emilio, y luego soltar un suspiro pesado, antes de soltar su oferta—. Una vez logremos exterminar a la escoria de los Connor, y todo su legado, los territorios de la zona sur serán todos suyos. Podrán comerciar toda la droga que quieran sin restricción alguna, con protección y respaldo de los Lirios, por supuesto.
— Tonterías —uno de los hombres que estaban al lado de Emilio se adelantó a hablar, con un tono bastante molesto—. Son puras idioteces jefe, mándelos a la mierda, solo nos están engañando.
— Cuida tu lengua, niño... —le contesto Ryuu, de modo amenazante, pero el chico no pareció captar el mensaje.
— Este imbécil solo se está haciendo el todo poderoso dejándonos las malditas migajas. Y eso es si "gana" su maldita guerra ¿A caso soy el único que percibe a kilómetros de distancia que es una puta estafa?
Emilio no respondido. Solo se giró hacia su hombre, y le soltó un fuerte puñetazo en el estómago, que hizo que el chico cayera al suelo, intentando recuperar el aire desesperadamente.
— ¿No vez que estamos hablando, idiota? —le regaño Emilio—. Ya te eh dicho bastantes veces que debes de mantener la boca cerrada hasta que yo te diga que puedes abrirla. Así que hazme un favor, y cierra la maldita boca.
Ezekiel miro con seriamente al chico tirado al suelo, para después regresar su mirada a la de Emilio.
— Se ve que controlas muy bien a tus hombres —le comento, en forma de sarcasmo. Pero no tenía ninguna expresión en su rostro.
— Comprenderás que quizá el chico se alteró un poco; pero cualquiera lo haría con una oferta así de ridícula.
— ¿Perdón? —Ryuu noto que eso hizo enojar a Ezekiel.
— Solo me estás dando promesas; promesas vacías que no se si en algún momento se vayan cumplir ¿Y tú piensas que te daré mis armas y mis hombres a cambio de eso?
— Creí que mi palabra te sería más que suficiente.
— Escucha Ezekiel, no es por ofenderte ni nada, pero la única razón por la que tú y yo estamos trabajando juntos, es porque tenemos un enemigo en común. Nada más. No sé si eres alguien de palabra, porque no te conozco. No puedo aceptar una promesa que ni siquiera es segura.
— ¿Entonces soy un mentiroso? ¿crees que soy un puto traidor que no cumple sus promesas?
— No dije eso; solo dije que no estoy muy seguro de que vayas a cumplir tu palabra. ¿Qué pasaría si pierdes esta guerra? ¿Dónde queda tu promesa? ¿Dónde quedan mis armas y las vidas de mis hombres?
— No voy a perder —la seguridad con la que Ezekiel lo decía siempre le causaba escalofríos a Ryuu ¿Cómo podía estar tan seguro? —. Y una vez gane, te conviene estar de mi lado. Por qué te aseguro que cuando logre tener esta ciudad bajo mi control, quien sea que me haya dado la espalda en el pasado, la pasara muy mal; ya lo veraz, yo siempre cumplo mis promesas.
— ¿En qué momento esto se convirtió de una reunión de negocios, a una de amenazas? — Emilio, pareció ponerse demasiado tenso, ya que los hombres que lo acompañaba, colocaron sus manos en las fundas donde estaban sus armas; listos para sacarlos si se llegaba el caso.
— No es una amenaza ¿Por qué todo el mundo siempre piensa que los amenazo? Quizá deba comenzar a trabajar en mi tono de voz —se rio un poco Ezekiel, mientras se golpeaba un poco en el pecho, en un modo de aclararse la garganta—. Como sea; lo que les estoy haciendo es una advertencia; y una oportunidad única de confiar en mí. Ya te lo dije, y te lo volverle a decir. Yo siempre cumplo mis promesas.
Emilio se quedó callado por un rato, probablemente pensando en si sería buena idea aceptar o no el trato de Ezekiel. El chico que lo había interrumpido ya se había levantado del suelo, claramente adolorido y apretándose el estómago por el duro golpe que había recibido.
— Ya me estoy cansado —dijo finalmente Ezekiel, impaciente—, así que dejare las cosas claras, y solo lo diré una sola vez. Voy a salir con esas armas de una u otra manera, ustedes son los que escogen si quieren la manera buena, o la manera mala. Pero no hay opción alguna, en las que yo me vaya sin ellas.
— ¿Estas bromeando verdad? —el mismo chico irritable volvió a interrumpir—. Es un trato de mierda ¿y ahora nos estas amenazando? ¿Pero quién mierda te crees que eres?
— ¿No entiendes? Te dije que te ca...
— No, déjalo, está bien, si quiere decir algo, que lo diga —le interrumpió Ezekiel a Emilio, mientras volvía su mirada a la del chico, con una sonrisa que más que mostrar amabilidad, mostraba odio—. Parece que tiene muchas ganas de opinar sobre el asunto.
— Si... la verdad es que si —el chico, ya habiendo tomado suficiente valor, decidió enfrentar a Ezekiel. Algo que, por su puesto, a Ryuu le dio muy mala espina—. Si no llegamos a ganar tu guerrita, los Connor nos van exterminar por ayudarlos en su causa perdida. Lo perderíamos todo. Pero eso a ti no te importa ¿cierto? Te debes de sentir muy inteligente al pensar que nos puedes tomar el pelo, pero ya hemos lidiado con gente como tu antes.
— ¿Crees que les estoy mintiendo entonces? ¿Soy un sucio estafador?
— Prometer algo es muy sencillo, solo son palabras después de todo. Pero en el momento de cumplirlas, en el momento volverlas acciones, es cuando todos se echan para atrás.
Ezekiel sonrió, como si le hubiera gustado lo que había oído de aquel chico. Giro la mirada un momento a la de Ryuu, y después a la de Emilio, quien parecía estar más nervioso que enojado. Y después volvió a mirar al chico.
— Si así tratan a sus socios, no quiero ni imaginar cómo es que tratan a sus enemigos —bromeo Ezekiel, levantando los hombros un poco, alejándose un poco del chico con ligeros pasos.
— ¿Socios? Pero si ni siquiera aun hemos aceptado nada —le repuso el chico. Ezekiel solo soto otra risa, y se volvió hacia él, palmeándole las mejillas en forma de burla.
— Tienes agallas, eso te lo voy reconocer —comenzó a hablar, bastante tranquilo a como Ryuu lo esperaría—. Pero aun eres bastante inocente. Tu jefe ya decidió hace 1 minuto; solo que tu aun no te has dado cuenta.
El chico le miro nervioso, y después giro la mirada su líder, el cual, para su desgracia, no dijo ni una palabra. Sus ojos fríos fueron lo único que recibió como respuesta. Fue cuando supo que Ezekiel le estaba diciendo la verdad; él ya había aceptado el trato.
— ¡No! ¿De verdad vas aceptar su puto trato de mierda? —el chico se giró hacia su líder, encarándolo, para después girar la cabeza, y señalar a Ezekiel— ¡Solo míralo por dios! Este no es el rostro de una persona cuerda, está enfermo ¡yo sé lo que te digo!
Ryuu se volteó a ver a Ezekiel, esperando verlo hirviendo en ira. Pero miro que sus ojos se empequeñecieron, y sus labios comenzaban a temblar un poco. De repente no parecía un asesino despiadado, si un niño. Un niño al que acababan de hacer sentir mal.
— ¿P-por qué dices eso? —le pregunto Ezekiel, a lo que el chico termino por girarse por completo hacia él, encarándolo.
— Veo las noticias, no soy idiota. Sé que lo que le haces a tus víctimas, como las mutilas, las decapitas, las torturas, las exhibes; te encanta verlas sufrir. Les sacas la lengua, los ojos, haces formas extrañas para dejar algún tipo de "mensaje", ni siquiera me sorprendería si me dijeran que incluso comes carne humana. Eres como un perro rabioso que le fascina la carne, y disfruta de destrozar a sus presas. Y una persona así no es confiable ¡No lo es!
— Niño... ya cállate... —Emilio intento hacerlo retroceder, colocándole la mano sobre el pecho, pero el chico se lo quitó de encima, y solo se le acercó más a Ezekiel.
— ¡Vas a jodernos a todos! ¡Si confiamos a ti, nos condenaremos a nosotros mismos! No sé qué mierda le pasa en la cabeza a mi líder en este momento ¡pero yo no confió en ti!
— N-no... yo no... —Ryuu no podía creer la expresión que tenía Ezekiel. Podía decir que incluso lo miraba asustado.
— Solo eres un lunático —siguió el chico, pese a las numerosas advertencias que seguía diciendo Emilio respecto a que se callara la boca—, un enfermo, delirante, retorcido y sádico.
— P-pero... yo... y-yo...
— Un psicópata, patético, vengativo, que solo suplica atención. No eres un líder, eres un puto loco que hará que nos maten a todos.
— No, no, no, no ¡no! ¡no! ¡no! —comenzó a gritar Ezekiel desesperado, lo que solo puso más nervioso a Ryuu, que, sin pensarlo, coloco su mano sobre el mango de su katana, lista para desenfundarla.
— ¡Un monstruo! ¡Un puto monstruo desquiciado!
— ¡No! —Ryuu podía jurar que incluso se le pusieron los ojos llorosos a Ezekiel—. ¡No! ¡No estoy enfermo! ¡No lo estoy! ¡Estoy bien, yo estoy bien! ¡Estoy bien!
— ¿Lo ves? —el chico se giró a ver a su jefe, en un último intento por persuadirlo— No está bien de la cabeza ¿vas a confiar en él?
— ¡NO! ¡NO SOY UN MOSNTRUO! —y finalmente, Ryuu vio a Ezekiel llegar a su límite.
El chico no pude responderle nada a Ezekiel de vuelta; ni siquiera alcanzo girarse por completo cuando el pelirrojo le dio un duro golpe en el rostro con sus nudillos, volándole unos dientes en el proceso, cayendo al suelo sin ninguna oportunidad de al menos ponerse de pie.
Ezekiel se colocó encima de él, y lo tomo del cuello con una mano, a lo que el chico desesperado intento quitárselo de encima, colocándole su mano sobre el rostro en un intento de herirlo, pero Ezekiel lo tomo de ese brazo, y de un solo movimiento le doblo el codo haca atrás, rompiéndoselo en el acto. El chico grito cuando escucho su propio hueso crujir, pero Ezekiel no le dio tiempo ni de dejarlo procesar lo que acaba de suceder, y comenzó a golpearlo una y otra vez en la cara, con cada golpe salpicándose de más sangre.
El chico, en un intento por zafarse de los golpes de Ezequiel, intento girarse y darse la vuelta, pero el pelirrojo solo aprovecho para aplastarle la cara contra el pavimento, golpeando su nuca un par de veces, haciendo que el rostro del chico se presionara contra el pavimento, hasta que se cansó, y lo tomo directamente del cabello, azotándolo una y otra vez el rostro, dejando una mancha de sangre cada vez más grande.
— ¡No soy un monstruo! ¡No soy un monstruo! ¡No lo soy! ¡NO LO SOY! —gritaba desesperado, cada vez que azotaba el rostro del muchacho contra el suelo.
Ryuu se quedó en silencio mirando la escena, volteando a mirar a Emilio, quien también miraba todo, horrorizado. Pero a diferencia de lo que él hubiera pensado, no se movió de su lugar, ni siquiera dijo nada, no intento detener a Ezekiel de ninguna manera. Dejo que lo mataran golpes enfrente suyo. ¿Por qué? Por miedo. Ryuu lo miro en los ojos del colombiano, tenía miedo.
Alguno de los hombres que estaban custodiando intentaron parar la pelea, pero Emilio los detuvo en seco. No dejo que nadie interviniera
Ezekiel finalmente se detuvo cuando la cara del muchacho estuvo tan hinchada como una uva, y bañada en su propia sangre. Se levantó, y comenzó a jadear por el esfuerzo que había hecho, mientras se flexionaba los nudillos, los cuales estaban rojos, en carne viva.
Aun se podía escuchar como el chico intentaba respirar atreves de su nariz destrozada, que solo le hacía absorber una vez más la sangre que se le había salido. Estaba agonizando, pero a Ezekiel no pareció importar mucho, solo le lanzo una mirada tétrica a Emilio, comenzando a caminar hacia él.
— Termínalo —le dijo, casi ordenándole, con una voz siniestra y ronca—. No tengo derecho matar a tus hombres; su propio líder tiene que hacerlo cuando cometen alguna ofensa. O sálvalo, no me importa, es tu decisión. Yo ya le otorgué su castigo.
Ryuu supo que Ezequiel solo se estaba burlando de Emilio; no tenía ningún sentido salvarlo, el chico se ahogaría en su propia sangre en segundos, si antes no comenzaba convulsionar por todo el daño que había recibido en el cráneo. Lo más piadoso que se podía hacer en ese momento, era darle un tiro en la cabeza para acabar con su agonía. Y eso fue justo lo que hizo Emilio. Saco su arma, y lo remato de un disparo.
— Ahora podemos continuar negociando —el cinismo con el que se manejaba Ezekiel no paraba de darle escalofríos a Ryuu. El chico estaba tan tranquilo, aun estuviera lleno de sangre, y con su mano desecha por la ira que soltó.
— Si los muelles están incluidos en el trato, creo que podemos darlo por cerrado.
— Si... —Ezequiel soltó una risa, aun flexionando los nudillos, los cuales parecía que le empezaban doler—, supuse que me pedirías eso. Está bien, son todos tuyos, pero solo con una pequeña condición.
— ¿Y cuál es?
— Los japoneses tienen libre acceso para el comercio. Como para salir y para entrar; todos los demás puedes manejarlos como quieras, no me importa, pero ellos tienen libre comercio.
— Bien... tiene sentido —le respondió Emilio, con una mirada conformista—. Son tus socios después de todo.
— Entonces ¿tenemos un trato? —le dijo Ezequiel, mientras le levantaba la mano, para que pudiera estrecharla.
— Es un trato —Emilio se la estrecho, así haciéndolo oficial—. Pero solo no vuelvas moler a golpes a ninguno más de mi hombre sin mi consentimiento ¿Quieres? Debo mantener la ilusión de que al menos sigo teniendo algún tipo de control; te lo dejare pasar solo porque el chico era un idiota, y se lo termino buscando —Ryuu noto como Emilio giro la mirada al cadáver, en el cual solo percibió algo dar asco, por el estado en el que había quedado—. Todos lo vieron; el té provoco hasta tu limite.
— No te preocupes, dejare los asuntos de tu gente en tus manos; como dije, solo te corresponden a ti.
Era claro que Ezequiel estaba mintiendo, Ryuu pudo verlo en el modo en el que se expresaba. Solo le estaba dando el avión para que las armas ya fueran suyas; y eso era lo que comenzaba a preocuparle un poco. El tiempo en el que esa frágil relación podría fracturase, dependiendo cuanto tiempo Ezequiel mantuviera su palabra. Solo esperaba no tener que enfrentar alguna guerra civil si se llegaba el caso.
Unos minutos después, los hombres de Emilio como los Lirios que Ezequiel había traído, comenzaron mover las cajas y cargarlas, para llevarlas a la fortaleza roja, y comenzar a dispersarlas. Aunque eran bastantes, para las pocas camionetas que el pelirrojo había traído, a Ezequiel no le termino importando mucho si tenían que hacer uno o más trayectos para poder llevarlas todas; de igual manera la mayoría de las camionetas tendrían que tomar caminos separados para llegar al mismo sentido, solo para que se vieran menos sospechosas. Lo que menos querían era llamar la atención de la policía, ya que últimamente se estaban transformando en un verdadero grano en el culo, del cual lo único que querían hacer, era saber lo menos posible de ellos.
— Parece que es la última —menciono Ryuu, mientras quitaba de sus hombros una de las cajas, acomodaba en una de las camionetas.
— Ya está oscureciendo, será mejor que comencemos a movernos, o no llegaremos para la hora de la cena. ¿Estás seguro de que no puedes llevarte nada en ese triciclo tuyo? —le comento Ezequiel a Ryuu, en tono burlón a lo que asiático solo torció los ojos con una sonrisa.
— Yo te dije que trajéramos más camionetas, para no tener que dar más vueltas.
— Bueno, lo echo, echo esta. Si queremos terminar rápido, lo mejor será que comencemos a movernos. Vienes detrás de nosotros ¿no?
— Mantendré mi distancia, pero no los perderé de vista ni un segundo —Ryuu subió a su moto, encendiendo el motor listo para la marcha.
— Bien, en marcha —le dijo, mientras pasaba de largo a su conductor, dándole una palmada en el hombro, indicándole que se subiera al automóvil—. Si todos los latinos que nos encontremos en esta ciudad son igual de amables, no tardaremos mucho en cortarles las cabezas a eso malditos mafiosos pretenciosos.
— Mientras no les aplastes la cabeza solo porque te miraron feo, hasta podrías llegar a ser simpático —se burló Ryuu, a lo que Ezequiel solo levanto el dedo de en medio, metiéndose finalmente en el asiento del copiloto.
Cuando comenzaron la marcha, Ryuu fue disimuladamente detrás de la camioneta. No llevaba la katana con él, ya que como la misión principal era pasar lo más desapercibidos que pudieran, ver a un sujeto montado en moto con una espada gigante colgada a su espalda, no era tan discreto como uno quisiera que fuera. La había dejado en uno de los asientos traseros del auto donde iba Ezequiel, con la esperanza de que no tuviera que llegar a usarla.
Lo único con lo que portaba era con su Tanto, y su vieja pistola pequeña. Con eso le bastaba para poder defenderse bien, aunque de alguna manera, siempre que no llevaba su katana consigo, se sentía desnudo. El nivel de vinculo que había llegado a formar con esa arma le era demasiado sorprendente a Ryuu; que al mismo tiempo la odiaba, porque le recordaba el error más grande que hecho en su vida, pero también la necesitaba; con ella, nadie podía detenerlo. O al menos hasta el momento, nadie lo había logrado...
Cuando fueron llegando a la carretera, el trayecto se tornó tan tranquilo, que a Ryuu se le comenzaba tornar aburrido. El viento en el rostro hacia que su cabello se inclinar hacia atrás, a veces tapándole el rostro, y otras veces descubriéndoselo. Quizá era hora de un corte de cabello, aunque de igual manera todavía no se animaba a hacérselo, no lo había tenido corto desde esa fatídica noche años atrás. Y no le gustaba recordar esos tiempos. Lo más que quería era olvidarlos; y desgraciadamente, tener le pelo tan corto para él, desembocaba en uno de ellos...
Un estruendo delante suyo fue lo que lo saco de inmediato de sus pensamientos. Ryuu levanto la vista, y tuvo que derrapar su moto muy violentamente para no estamparse con los vehículos que iban detrás suyo. Al final logro no estrellarse, pero al no lograr mantener el equilibrio en la moto, termino cayendo al suelo de una manera tosca, rodando unos cuantos metros.
Cuando levanto la mirada, vio el auto donde iba Ezequiel, volcado de un costado. Les habían tenido una maldita emboscada.
— Mierda... —maldijo Ryuu entre mormullos, mientras se colocaba de pie, y buscaba su radio en la motocicleta. Una vez lo encontró, intento prenderla, para ver si conseguía señal— ¡Hey! ¡¿Pueden escucharme?! ¡Necesitamos refuerzos! ¡Nos tendieron una trampa, estamos bajo ataque! ¡Si alguien me está escuchando, vayan a la ruta 37, unos kilómetros de donde realizamos el trato! —lo único que Ryuu recibió como respuesta fue la estática de la otra línea, lo que comenzó a desesperarlo—. ¡Maldita sea ¿Alguien me está escuchando?! ¡Necesito refuerzos! —De nuevo, nada—. ¡Bien! Váyanse a la mierda todo el mundo... lo hare yo solo.
Ryuu lanzo el radio aun lado, furioso. Comenzo a buscar su cuchillo Tanto por todos lados, pero la caída lo había sacado volando, y no había ni rastro de él. Frustrado de ni siquiera encontrar su propia arma, supo que tendría que avanzar utilizando solo sus manos. No había traído los cuchillos arrojadizos ni las bombas de humo; se suponía que era una misión e escolta tranquila, sin problemas.
Confiarse fue su error; Ryuu quiso golpearse la cabeza contra la pared por lo estúpido que había sido; pero ya habría tiempo para eso. Su única oportunidad era llegar hasta la camioneta donde iba Ezekiel, tomar su katana, y tratar de sacarlo de ahí por lo menos en una pieza. Sencillo en pensamientos, pero en acciones... ya tendiera que verlo.
Comenzo a caminar agachado entre los autos que se habían detenido por el disturbio, abandonados por los dueños que habían huido, presos del pánico. Escucho varias risas y voces, como también pisadas, y el sonido de un arma jalando el gatillo un par de veces. Cuando llego a una buena posición donde estaba el auto volcado de Ezekiel, vio a un chico de cabello largo, intentando abrir con lo que parecía una palanca, la puerta del automóvil. Eso era un buen indicio, aún no habían asesinado a Ezekiel; aunque el cadáver del conductor estaba tirado en la acera, con un balazo en la cabeza.
Siguió mirando a los alrededores, y descubrió una especie de manguera larga con varios clavos enroscados en su alrededor, lo que quizá habían utilizado para poncharle las llantas al auto de Ezekiel, y lograr volverlo de ese modo. Y después miro varias motocicletas aparcadas cerca del lugar de la emboscada. Ryuu no se lo pensó ni un segundo, si las contaba, podría calcular el número de atacantes, y poder idear algún plan de sigilo. Había tres, así que máximo solo podía haber 6 personas, y con suerte, solo tres.
Comenzo a moverse, para poder ver si lograba identificar la poción de cada uno de ellos. Estaba el chico de cabello negro y largo, aun intentando sacar la puerta. Otros dos más, uno rubio y el otro de cabello negro pero corto, a un lado del de cabello largo, con armas pequeñas en sus manos; y un chico más detrás de la zona, revisando cada uno de los autos abandonados, para ver si encontraba a alguien. Eran 4 en total, si alguno no se le escapaba a la vista. Todos con apariencias bastante jóvenes. No se veían como sicarios profesionales mandados por una mafia. Pareció algo más... personal, clandestino quizá.
¿Por qué tan pocas personas para emboscar al líder de una mafia entera? No tenía el más mínimo sentido; lo único que podía darle concordancia a todo, es que los atacantes supieran que Ezekiel estaba vulnerable, sin guarida. Sin mencionar que sabían cuál era su ruta con milimétrica exactitud.
Era obvio que todo era obra de algún traidor; pero no era momento de deducir quien, como y cuando. Ryuu tenía que concentrarse en el ahora, e intentar deshacerse de esa banda de pseudo-asesinos, y llegar hasta su katana...
El primero del que se tenía que encargar, era del chico que iba revisando auto por auto en busca de fisgones. Era fácil, solo debía moverse sin hacer ruido, atacarlo en el momento justo cuando estuviera de espaldas; y con algo de suerte, tomar su arma y encargase de los demás. Nada complicado...
El chico en un momento pareció entretenerse con uno de los autos, ya que intento abrirlo por medio de la ventana de la puerta que estaba abierta hasta la mitad. Quizá había visto algo de valor adentro, o algo que le había interesado, porque parecía estar muy decidido a querer abrir ese auto. Ryuu aprovechó esa distracción, y comenzó a desplazarse lentamente hacia él de espaldas, haciendo el menor ruido posible conforme a cada paso que daba.
Cuando llego a estar a una buena distancia, Ryuu se acercó con rapidez al chico, y lo tomo del cuello con su brazo, aplicando presión. Con la otra mano, le quito el arma de las manos antes de que pudiera jalar el gatillo, y una vez desarmado, lo demás fue pan comido. El chico, aunque parecía tener fuerza, Ryuu no tuvo que poner mucho esfuerzo en someterlo. La desesperación pudo más con el pobre muchacho, el cual, al hacer tanto forcejeo y esfuerzo, termino gastándose todo su oxígeno, cayendo incontinente en cuestión de un poca más de un minuto.
Ryuu lo soltó una vez el chico dejo de moverse, dejándolo caer en el suelo y posteriormente comenzó a revisarlo de arriba a abajo, para ver si encontraba algo que le fuera de ayuda. Ni un cuchillo o algo útil con que poder defenderse, solo un par de balas, seguramente para la pistola. Ryuu volteo a mirar a todos lados en busca del arma, pero no logro encontrarla, seguramente se habría caído debajo de uno de los autos cuando logro quitársela al muchacho. De igual manera, aunque la hubiera encontrado, era poco probable que la fuera a utilizar, Era indispensable mantener el modo sigilo para poder llegar a Ezekiel sin ser visto.
Decidió no matar al chico, temía que hiciera demasiado ruido, y revelara su posición, por lo que decidió mejor quitarse de problemas y continuar avanzando.
Finalmente, llegó a una posición decente, en medio de dos autos que habían chocado por la repentina emboscada, donde podía ver perfectamente lo que fuera que los otros tres chicos trataban de hacer.
El de cabello largo, después de haber batallado con la puerta atascada del auto donde iba Ezekiel, logro quitársela de encima, indicándole a dos de sus secuaces que le ayudaran a sacar al pelirrojo, el cual seguía atrapado haya dentro. Ryuu no quiso moverse mucho; había deducida que quienes fueran las personas que los había atacado, querían a Ezekiel con vida, si no, no se hubieran tomado la molestia de sacarlo del auto, y simplemente le hubieran dado una lluvia de balas dentro, apenas y el auto terminara de volcarse.
Ezekiel fue sacado a arrastras del auto, y una vez fuera, lo lanzaron contra el pavimento de manera violenta. Tenía una herida en la cabeza, y en el brazo, las cuales estaban sangrando, aunque no parecían nada grave. Ni siquiera intento ponerse de pie, solo soltaba pequeñas risas combinadas con quejidos, girando la cabeza para poder ver cara cara a sus atacantes.
— Yurik, kakogo cherta ty delayesh'? Vernis' syuda, khvatit teryat' vremya.—grito uno de los chicos, quiso llamando al compañero que Ryuu acababa de asfixiar.
Ryuu reconoció el acento ruso. Llevaba ya bastante tiempo que no lo oía, pero podía reconocer a cualquier comunista de porquería a kilómetros. Pero... ¿Qué carajo hacían ellos hay?
— Yurik, ty menya slushayesh'? vernis' syuda seychas—parecía insistir el chico, al no recibir una respuesta.
Ryuu supo que quiza era momento de encargarse del segundo chico. Con el fuera, podría escabullirse con más libertad hasta la cajuela de la camioneta volcada, y tomar su katana. Pero antes de eso, Ryuu escucho como alguien le soltaba una patada en las costillas a Ezekiel, el cual intento levantarse. Giro la mirada. Y vio que era el chico de cabello negro.
— ¿Me recuerdas? Maldito pedazo de mierda... —le dijo el chico de cabello largo, con rabia, a lo que Ezekiel solo soltó una risa adolorida.
— Tu rostro se me hace familiar, pero nah... tengo problemas para poder reconocerte.
El chico de cabello largo le respondido soltándole otra patada, haciendo que el pelirrojo regresara al suelo al instante; pero pese a que el solo seguía riéndose a cada golpe, se veía que le dolían bastante.
— No te preocupes, ya me recordaras... —acto seguido, lo tomo de su camisa, y lo levanto hacia él.
— Espera... creo que ya se... ¿Eres uno de los perros de Arthur? ¿no? Maldito hijo de perra, eres ese chico rudo que hizo que le sacara el ojo al nieto de Don Armando —le contesto Ezekiel burlándose, soltándole una sonrisa de oreja a oreja, con sus dientes cubiertos de su propia sangre—. Supongo que ya debes de sentirte orgulloso ¿Oh no, héroe?
— Lo estaré cuando clave tu cabeza en una pica, pero por ahora... no quiero deshacerme de ti tan rápidamente...
Ryuu decido moverse, e ir a por el otro chico que ahora estaba buscando su compañero. Lo fue siguiendo por detrás de los autos, teniendo el cuidado de no hacer mucho ruido al moverse. Un pequeño error y podría costarle la vida a Ezekiel, y él no podía permitir eso.
— Claro, seguro que te divierte esto, como yo me divertí cortándole la cabeza al idiota de tu amigo. Aún recuerdo tus gritos en aquel bosque cuando se la arranque de un tajo, y tu mirada al verle rodar la cabeza en el lodo. Pobre imbécil, estaba diciéndole algo a Arthur antes de cortarle la cabeza... ja, patético.
— Lennon —le interrumpió el chico de cabello largo, apretando los dientes de la ira—. Le decíamos Lennon.
— ¿Y ahora qué? ¿viniste a buscar tu preciada venganza?
— Venganza no, justicia.
— Si te soy sincero, cuando no pude matarte en aquel bosque, pensé que vendrías antes a buscarme ¿Tanto te tardarse en armarte de valor?
— Eres difícil de encontrar, pero cada gota derramada de tus asquerosos Lirios valió la pena. Y ahora vas pagar, por lo que le hiciste a mi amigo.
— ¿Lo que le hice? ¿Te refieres a como lo corte como una maldita barra de jamón por el cuello mientras tú y tus amiguitos miraban sin poder hacer nada? ¿Cómo murió igual que aun estúpido e insignificante animal en un matadero? ¿Cómo sus músculos aún seguían contrayéndose con su cabeza a un metro de distancia? ¿Te refieres a eso? —termino con una risa Ezekiel como si se sintiera orgulloso de lo que había hecho.
Ryuu continúo moviéndose, hasta que llegó a una buena posición donde pudiera sorprender al otro chico. Pero al intentar tomarlo por la espalda, el chico logro darse la vuelta antes, sorprendiendo a Ryuu, y cayendo los dos al suelo. El chico intento alcanzar su arma, pero Ryuu de un movimiento rápido, lo tomo del cabello, y lo azoto un par de veces contra el auto más cercano, haciendo que, al primer golpe, el arma se le resbalara de las manos. No se detuvo hasta que uno de los oídos del chico, como la mitad de su cráneo, comenzaron a sangrar, dejándolo tirado en el suelo, también inconsciente.
— Te mentiría si te digo que no disfrutó cuando asesino a alguien que me molesta, pero tu amigo... ¿Cómo le decían? Siempre olvido su nombre; no importa. A él, haberlo matado como lo mate, fue muy, muy divertido. No recordaba la última vez que me emocione al arrancarle la cabeza a alguien, fue como...
— ¡Ya cállate! —le grito el chico del cabello negro, con la ira rebosándole en los ojos, dándole un puñetazo directo en el rostro, a lo que Ezekiel en un principio, solo soltó una pequeña risa.
— Sí que pegas duro ¿eh? Me encanta —le contesto de manera burlona mientras un hilo de sangre salía de su nariz.
— ¡Entonces te encantara esto! —le volvió a responder el chico, soltándole otro golpe en el rostro, y después otro, y otro y otro más, hasta que las risas de Ezekiel comenzaron a ser amortiguadas por los mismos puños, y la sangre que comenzaba a brotarle.
El chico lo tomo de la playera para que no cayera al suelo, y continúo golpeándolo mientras soltaba gritos furiosos, llenos de coraje y remordimiento. Ezekiel solo extiendo los brazos hacia los lados, sin ni siquiera intentar cubrirse. Ryuu no comprendida por que carajos no se defienda, sabía muy bien que él era capaz de hacerlo, pero, sin embargo, de alguna manera retorcida parecía disfrutarlo. La sangre comenzaba a salpicar a los lados, manchando incluso los puños de aquel muchacho, y el suelo donde estaban, a cada gota más y más.
El ultimo chico que estaba con él, pareció preocuparse por sus compañeros, ya que decidió dejar al muchacho de cabello largo con Ezekiel, e ir hacia donde estaban los autos, para quizá intentar encontrarlos. Y fue cuando Ryuu supo que era su oportunidad. La cajuela de la camioneta estaba despejada, solo quedaba desear que la katana siguiera hay también...
El chico de cabello largo termino por cansarse de golpear a Ezekiel, soltándolo de la playera, y dejando que este cayera al suelo de espaldas. Tenía el rostro hinchado, con los dientes y labios rotos, uno de sus ojos completamente rojo, como si le hubiera dado algún derrame, y la nariz desecha. Pero, aun así, logro soltar una pequeña carcajada, que se vio atrofiada por su propia sangre, para después pronunciar levemente algunas palabras.
— ¿Q-q-que? ¿E-es-s... es t-to-todo? —parecía burlarse, aunque el dolor que sentía ya no podía ocultarlo. Apenas y era capaz de seguir hablando.
El chico, solo lo miro con ira, y desenfundo un cuchillo de caza largo, acercando lentamente hacia él, mientras lo meneaba de un lado a otro.
— No. —le dijo, lleno de rabia—. Esto se termina ahora...
Y acto seguido, coloco uno de sus brazos encima del pecho de Ezekiel, para que no pudiera moverse, y con su mano libre, levanto el cuchillo en el aire, listo para tomar impulso, y clavárselo en alguna parte de su cráneo.
Pero antes de que la hoja afilada lograra rasgar tan siquiera algo de carne, toco otra hoja metálica, que la hizo retroceder al instante.
Ryuu utilizo su katana para desviar el ataque, inmediatamente soltándole una patada en le estomago al chico de cabello largo, apartándolo de Ezekiel, haciendo que soltara el cuchillo y este saliera volando.
El chico se levantó asombrado, pero lleno de ira, mirando a Ryuu frente suyo, el cual solo movió la katana aun lado de su cuerpo, poniéndose frente a los pies de Ezekiel, protegiéndolo.
— Tu... —bramo el chico, apretando los dientes, mirando al asiático con los ojos de un auténtico asesino sediento de sangre.
Ryuu también logro reconocerlo. Aquel joven con agallas que parecía tener el espíritu puro de un luchador que se atrevió a asestarle un golpeo a Ezekiel aun cuando él había ejecutado a uno de sus amigos. Ese chico que, o era increíblemente valiente, o increíblemente estúpido.
— Da un solo paso más, y te aseguro que no saldrás de este lugar en una sola pieza —le amenazó Ryuu, mientas apretaba el mango de su katana con fuerza, listo para atacar.
Ryuu subestimo al muchacho. Hubiera apostado lo que fuera a que el chico se acojonaba al ver la enrome espada, y hubiera salido corriendo despavorido. En la mayoría de las veces pasaba... pero no con él. Para su sorpresa, el chico solo embozo una sonrisa engreída, y se colocó en posición de combate, no mostrando ni una pizca de miedo.
— Bien... ¿Que estas esperando en ese caso? Inténtalo.
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