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Capitulo 18

Sara.

— Esto es una broma ¿verdad? —pregunto Sara, estupefacta de lo que tenía enfrente.

— Ya me gustaría que fuera una broma. Pero no, no lo es. Aunque bueno, si quitamos los casos de hace un año, y de hace 6 meses, quedan menos de la mitad. Extra oficialmente ya se consideran como que ya no estamos buscando a una persona, si no el cuerpo enterrado de alguien en alguna zanja.

Sara suspiro pesadamente, mientras negaba con la cabeza agobiada, mirando el enorme almacén con montones de repisas llenas de papeles y expedientes. Casi parecía un chiste que todos esos documentos pertenecieran a un único año. La ciudad no podía estar tan mal...

— Esto es un desastre ¿por dónde se supone que voy a empezar? Aquí solo hay... archivos abandonados con nada más que solo descripciones y fechas inexactas.

— Bueno, o te daba este departamento, o te volvías policía de tránsito Sara, tú me dirás que tan hijo de puta soy al ponerte aquí.

— Bueno, al menos... al menos aquí puedo hacer un poco más la diferencia —le respondió, mientras caminaba por los anaqueles, y tomaba cajas al alzar, rebozando las carpetas cada uno con su respectivo caso.

— Inicia por uno reciente, son los que más probabilidad tienen de seguir vivos. Los demás como te dije... ya solo es cuestión de buscar cadáveres.

Sara abrió una carpeta, con el nombre de un chico llamado Francisco, que llevaba casi más de 6 meses desaparecido. 18 años, y fue visto por última vez al salir de su colegio al ir al "Trabajo. Vivía con su novia en una casucha en un barrio bastante problemático, donde los drogadictos y traficantes abundaban en las calles de aquel vecindario. Ella fue la que lo reporto como desaparecido después de que las 24 horas se cumplieran. Según ella, había salido al "trabajo", prometiendo que regresaría en la tarde, algo que evidentemente nunca paso.

Por antecedentes penales que el chico ya cargaba desde antes, y el dudoso trabajo del cual su novia nunca supo exactamente de qué se trataba, era más que obvio que era alguna clase de traficante de mala monta, que quizá se encontró o hizo enfadar a las personas equivocadas. Y por esas mismas razones, la policía no le presto casi anda de atención, dejándolo olvidado en ese archivero, a que se pudriera en polvo y ácaro. Después de todo ¿Por qué esforzarse por un traficante?

Otro archivo más, igual de unos meses atrás, una chica que salió con su novio y jamás regreso a casa. Su madre lo reporto una vez llamara al novio, y negara saber su paradero; pero cuando interrogaron al chico, al parecer su novia simplemente decidió irse a casa temprano, insistiendo en que no necesitaba ser acompañada. No volvieron a molestar al chico de nuevo, y la pobre muchacha quedo igual abandonada en un archivero mugriento.

Uno más; hace ya dos meses, una chica de nombre Astrid salió de su departamento una noche, llevándose ropa, comida, y algo de dinero consigo. Su madre nunca se entero, y sus hermanos solo testificar que cuando la encontraron haciendo las maletas, la chica le respondió que "Iría a algún lado que la haría sentir mejor por un tiempo, y que después regresaría". Pero así de vaga la descripción, no ayudo de mucho para poder empezar con alguna pista.

La chica tenía ya antecedentes de ser drogadicta, aunque supuestamente su madre, ella ya había dejado todo eso atrás. Su padre había desaparecido igual en extrañas circunstancias, algunas semanas atrás. No había pista de ellos, ni a donde fueron, o si habían sido raptados de algún modo, ya que tampoco la familia recibió alguna llamada de exotérico o secuestro. Nada, fue como si la tierra se los hubiera tragado.

Aunque la chica tenía un vecino de su edad, el cual, según los testimonios de la madre, llevaban ya un tiempo saliendo juntos. Peor la policía, al tratarse probablemente del típico caos de una drogadicta huyendo de casa algún vertedero para seguir drogándose, dejaron el caso en lo más profundo y olvidado de los archiveros.

Nadie iría a buscar a esa chica, nadie verificaría si estaba bien o si estaba muerta; a nadie le importaba ¿Para qué? Era una drogadicta después de todo. Y a los drogadictos, a nadie les importaban.

Sara fue echándole más ojeadas rápidas a algunos archivos y todos eran de meses atrás, contando historias similares. Salían de casa, ya fuera con amigos, su pareja, o incluso de camino a la escuela, y no regresaban jamás. Todos con el mismo patrón de que la mayoría se trataban de menores de edad, o de edades similares, debajo de los 25 años mayoritariamente. Un 65% perteneciendo al género masculino, con la sospecha de haberse inmiscuido en alguna banda criminal, y el otro 35% siendo mujeres, las cuales, a diferencia de los chicos, estas no tenían algún antecedente o indico de estar metidas en asuntos turbios. Solo mujeres simples, caminando por la calle...

— ¿A alguno los han logrado encontrar? —pregunto Sara desanimada, mientras saltaba de archivero en archivero, todos sellados con la palabra "pendiente" o "inconcluso"

— Son los de haya —le respondió Hank, señalando un estante en el que no había más de 5 archiveros, el ultimo todavía ni siquiera estando lleno al tope—. Solo chicos que se divirtieron de mas, se escaparon e casa con el novio o algún amigo, y regresaron sin mayores problemas.

— En los últimos 10 años... solo estos han logrado encontrar.

— Bueno, con vida —se excusó Hank—. Los archivos de los cadáveres están del otro lado del estante— le dijo, señalándole al extremo del estante donde la cantidad de archiveros duplicaba en cantidad a la del primero.

Sara se acercó, y comenzó a curiosear entre ellos. Las carpetas tenían el reporte de desaparición principal, y después la descripción del lugar y la direccione en la que los cuerpos fueron encontrados, acompañadas de varias fotografías de la autopsia y del momento en el que fueron encontrados. Algunas simplemente eran bastante... desagradables.

— 10 años, y ni siquiera un cuarto de todos los casos que hay aquí han sido resueltos... ¿Qué está pasando aquí Hank?

— Lo mismo de siempre Sara. Imbéciles matándose entre sí, llevándose por las patas a gente inocente. Nada más que eso...

Sara bufo, molesta, cerrando la carpeta que tenía en sus manos, regresándola al archivero de donde la había tomado.

— ¿Y... ahora qué?

— Habla con Gale, tomen una de las carpetas, les recomiendo de las recientes, y... pónganse a trabajar.

— ¿Así de simple?

— Así de simple.

En eso, la radio de Hank comenzó a sonar, recibiendo un mensaje el cual Sara le presto más atención de lo que debía.

Capitán, alguien reporto una serie de disparos y gritos provenientes del bosque de la avenida norte, pero al parecer no hay unidades disponibles para que puedan ir a revisar.

— ¿Hace cuánto tiempo que se reportó? —le pregunto Hank, quitándose la radio del cinturón, y acercándoselo a la boca.

15 minutos quizá desde el primer reporte, después recibimos otros dos más diciendo exactamente lo mismo.

— Bien, déjame ver a quien puedo mandar, pero por mientras tu sigue intentando en el canal habitual, alguien debería responderte.

Entendido capitán, cambio y fuera— termino, con una pequeña estática.

Sara vio que su jefe puso una mirada tensa, lo que significaba que, en realidad, no había ningún otro oficial a quien llamar, por lo que aprovecho la oportunidad sin dudarlo un segundo.

— Si quieres yo podría ir a... echar un vistazo —le dijo, intentando poner la cara más tierna que pudo para ver si su jefe se ablandaba, pero no logro mucho.

— Te acabo de sacar a las calles ¿Y quieres regresar?

— Yo nunca le pedí que me sacar de ahí. Se moverme por los suburbios, funciono mejor así.

— Lo sé, pero...

— Vamos, solo reviso que, sucedido en ese bosque, y regreso a la aburrida rutina de detective ¿qué dice? Un chequeo rápido de ida y vuelta, no me tardo ni 20 minutos.

Hank entrecerró los ojos un poco, pensándolo, mientras Sara le sonreía de manera ansiosa, suplicando por que la respuesta fuera afirmativa. Al final, Hank solo negó con la cabeza, mientras presionaba sus dedos sobre su nariz.

— No puedo decirle que no a esa cara —termino por decirle, a lo que Sara no pudo evitar embozar una enorme sonrisa de satisfacción—. Pero solo si Gale está de acuerdo, y es la última, después de esto, te quedas aquí y escoges una de las carpetas.

— Claro, claro, claro, no hay problema —le mintió, saliendo de la habitación con una sonrisa victoriosa, en busca de su compañero.

Lo encontró fuera de la comisaria, recargado en una de las paredes enfrente de las patrullas estacionadas, con un cigarrillo en la mano, y con la otra, un vaso desechable lleno de café. Cuando miro a su compañera acercarse tan feliz a él, pensó que quizá la transferencia le había gustado después de todo, a pesar de que los últimos días no había hecho nada más que quejarse y quejarse.

— ¿Qué pasa? ¿Ya te mostraron la glamurosa vida del departamento de desaparecidos? —le bromeo, mientras le daba un sorbo a su vaso.

— No, nada de eso —le respondió ella, colocando una mueca de decepción—, es una porquería.

— ¿Entonces? ¿A qué se debe tu entusiasmo?

— Hay que ir al bosque, reportaron unos disparos, y no hay oficiales disponibles —le regreso su sonrisa emocionada.

— ¿Qué? ¿Es eso? —ahora Gale era el que tenía la mueca de decepción—. O estas media loca, o eres la única persona que se emociona por ir al bosque a la mitad de la noche, a minutos de acabar nuestro turno, a ver que imbéciles se acabaron de matar.

— Vamos, será divertido, quita esa cara de amargado —le respondido ella, mientras se subía a la patrulla, y encendía el motor.

— Bien, pero tú me pagaras el café de la semana. Ya no siento mis ojos de todas esas veces que eh trasnochado por tu culpa —le dijo, mientras se subía al asiento del copiloto, y cerraba la puerta.

— Si, si, como digas pequeño llorón; extrañaras estas noches cuando estés encerrado en esa oficina revisando expedientes.

— Si tú lo dices...

Sara condujo un par de minutos por la carretera, con los faroles iluminando levemente el camino. Gale iba pegado al cristal de la ventana, mirando los autos pasar con una mirada bastante cansada. Quizá Sara se precipito un poco al obligar a su compañero venir con ella, el chico estaba cansado con todas las cosas que habían estado ocurriendo, teniendo que seguir a Sara a todas partes a donde fuera ella. Ya se lo compensaría después pagándole el café toda la semana, y si no cometía alguna idiotez, quizá hasta el desayuno.

Supieron identificar bastante rápido la escena del crimen por el humo que salía desde la profundidad del bosque. Cuando siguieron el rastro, las llamas habían cubierto totalmente lo que parecía una vieja cabaña de madera oculta entre los árboles. A su alrededor, había unos cuantos cadáveres tirados en el suelo, llenos de agujeros de balas, y algunos con varios golpes que les desfiguraron el rostro.

Sara estaciono la patrulla a la distancia, y bajo su arma reglamentaria, mientras que Gale prefería protegerse con una enrome escopeta de la que la comisaria le había brindado.

— ¿Pero qué mierda paso aquí? Es una puta masacre —comento el chico, mientras miraba con asco los cuerpos tirados, picándolos y moviéndolos con la culata de su arma para verificar que estuvieran muertos realmente.

Sara miro los cuerpos atentamente, y pude observar que ninguno realmente llevaba un arma de fuego, los 5 que estaban muertos tenían en sus manos palos y machetes, y tubos de metal, pero nada que expulsara pólvora.

— Hey, llama a la comisaria, y pídeles que traigan forenses. Necesitaremos un par de cámaras para tomar toda la evidencia.

— Si, en seguida —le respondió el chico, dándose la media vuelta, y corriendo a la patrulla para pedir el apoyo por radio.

Sara decidió tomarse un poco de libertad, y revisar con mas detalle los cuerpos por encima. Observando a uno que tenía una bala en la cabeza, y yacía tirado ene l suelo boca abajo, observo que en la parte trasera de su cinturón se asomaba un arma de fuego guardada. El chico no tuvo ni tiempo de poder sacar el arma antes de que esa bala se incrustara en su cráneo, lo que solo podía significar que la masacre que había hay no fue un tiroteo, si no una emboscada. Los habían tomado por sorpresa, pero ¿Qué hacían un montón de personas con palos y tubos en medio del bosque en una cabaña?

Mirando más alrededor, miro que enfrente de la puerta, o quizá dos o tres metros de distancia, había una enrome mancha de sangre en la tierra húmeda. Demasiada como para que no hubiera un cuerpo encima de ella, lo cual le resulto bastante confuso a Sara. Un cuerpo tuvo que estar si o si hay, porque si no explicaba la cantidad de sangre que yacía regada. Ni siquiera había un cuerpo cerca que pudiera indicar que fuera quien fuera la persona que perdió semejante cantidad de sangre, se moviera a otro lugar desangrándose. Aunque sí que había un rastro que parecía que habían arrastrado el cuerpo hacia otro lugar. Cuando lo siguió, paro con las huellas borrosas de lo que parecía una llanta marcando la tierra. Alguien había cargado el cuerpo, y se había llevado un cuerpo a algún vehículo para sacarlo de ahí ¿Pero por qué? ¿Por qué solo llevarse uno y dejar a los demás hay tirados como si nada?

Mirando de un lado a otro, encontró otra mancha de sangre en el suelo a unos cuantos metros de la primera, aunque no tan grande. Aquí quizá el duelo de la sangre sí que había sobrevivido, ya que un hijo conductor llegaba igual a otras marcas de llantas en el suelo. Mirando de un lado a otro, para después ver la cabaña vieja siendo consumida por las llamas, vio a por reojo, un objeto que brillaba reflejando la luz, encima de la primera macha.

Cuando se acercó al objeto, vio que era unos lentes redondos con uno de sus cristales rotos y machado de sangre. Una de sus patas de los lentes, como el marco que sostenía el cristal tenían cinta adhesiva, por lo que fuera quien fuera el dueño de estos, se le habían roto antes y los había tratado de reparar. También había mechones de cabello chamuscad regador por toda la tierra. Los únicos que estaban enteros fue porque la sangre que estaba esparcida al secarse se pegó con ellos.

¿Pero por qué había cabello ahí? No tenía el mas mínimo sentido. Parecía como si alguien le hubiera hecho un corte, pero sin dejarlo calvo, ya que tampoco estaba en grandes cantidades.

Sara no pudo con la curiosidad, y decidió levantar los lentes para mirarlos atreves de la luz de las llamas. Los estuvo mirando detenidamente pro unos segundos, hasta que Gale se hizo de presencia, poniéndose a lado de ella.

— Se supone que no debiera de estar tocando evidencia, Sara —le bromeo, poniéndose detrás de su hombro, para mirando los lentes también.

— Solo toque estos —se excusó ella, mientras se giraba para poder tener de frente de su compañero—. ¿Podrías hacerme un favor de ir por una de esas bolsas de evidencias que tenemos en la guantera?

— ¿Otra vez? Pero si acabo de regresar de ahí —se quejó Gale.

— Vamos, hazlo por mí. Por mientras yo seguiré revisando el lugar, para ver si no nos perdimos de algo.

— Bien, bien, como sea, de igual modo ya me debes varios cafés —le respondió, dándose la media vuelta para regresa.

Sara se quedó mirando los lentes por unos segundos más, para después bajarlos, y comenzar a ver a su alrededor. Era claro que esos lentes le pertenecían a la misma persona que había perdido toda esa sangre en el suelo. Mientras más lo pensaba, sabía que esa persona no pudo haber sido producto del tiroteo, ay que por más que alguien le hubiera reventando a escopetazos, o le hubieran vaciado el cargador entero de algún revolver, como mínimo debiera de haber pedazos de carne más grueso en el suelo, sin olvidar los casquillos y residuos de las armas de fuego. Esa sangre había llegado ahí antes del tiroteo.

Mirando y dándole más y más vueltas a su cabeza, solo había una opción que lograba unir todas las piezas. Esto originalmente no había sido un tiroteo, sino más bien una ejecución. Eso explicaba los palos y tubos de las personas que estaban muertas; habrían querido tomarse su tiempo fuera a quien fuera al que habían atacado.

Pero tomando a todos por sorpresa. Se llevaron el cuerpo de la víctima, a los heridos, y a los demás los habían dejado a su suerte para que se lo comieran los buitres.

Si se guiaba por su corazonada, no era más que otra disputa entre los Lirios y los Connor; el problema era en lograr descubrir quien ejecuto a quien, y quien embosco a quien.

La única forma de lograr saber de qué bando pertenecía cada uno, era descubrir la identidad de la persona a la que habían ejecutado en el lugar. Si Sara lograba descubrir a quien ejecutaron en el lugar, podría ser un indicio para llegar a uno de los dos bandos, y descubrir de una buena vez que carajo es lo que estaba pasando, y por qué estaban reventándose entre ellos usando la ciudad como su campo de juegos.

Pero la única pista que tenían, basándose solo en suposiciones, eran esos lentes rotos, y nada más...

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