Capitulo 17
(ADVERTENCIA, este capítulo tiene escenas sangrientas y muy violentas. Si eres sensible... Se precavido.)
- Es aquí -Michael se escuchaba seguro, mirando por la ventana del copiloto, mientras terminaba de fumarse su cigarrillo.
- No se... me da mala espina este lugar ¿Quién dices que fue el que te dio la información? -le pregunto Chucho, nervioso.
- Fue Michelle. Esa mujer puede que esté un poco zafada, pero confió en ella. El puto de Robert esa aquí.
La luna estaba debajo de nosotros como nuestra única fuente de luz, con las nubes pasándole por encima, dando la fresca brisa de verano. Chucho estaciono el auto en una colina antes de entrar al bosque; cerca de donde habíamos matado al chico de la vez anterior, para que pudiéramos analizar la situación. Según la información, el tal Robert se estaba ocultando en una de las pocas cabañas que aún estaban en ese bosque. Pero había algo... que no cuadraba mucho.
- Creo que estoy de acuerdo esta vez con Chucho -comenzó a decir Lennon -esto huele a trampa, pero a kilómetros.
- Puede que sea así, pero si es el caso, iremos preparados -se excusó Michael-. Tenemos que matar a ese hijo de perra a como dé lugar.
- Una cabaña en medio del bosque. Cielos chicos ¿Qué no ven películas de terror? Es e lugar perfecto para una emboscada. Iremos como peces directos a la maldita red -le refuto Chucho.
- Michelle no me hubiera enviado a una trampa -le respondió-. Ella no es estúpida.
- ¿Qué les parece si hacemos esto? -respondí desde el asiento trasero, intentado dar una solución-. Que alguien nos vigile desde lejos. Que nos cuide las espaldas. Si resulta que es una trampa, y nos superan en número, que vaya y pida refuerzos. El será nuestro plan B.
- ¿Y si los refuerzos tardan una eternidad? Sera nuestra puta condena -me argumento Esaú.
- No... no lo será -contesto Michael, mientras se sacaba un walkie-talkie de su pantalón, y lo ponía en la parte baja del parabrisas.
- ¿Y eso? -le pregunte, curioso.
- Esta cosa da una señal directa a la radiotransmisión de mi abuelo. Don Armando nos atenderá en seguida, y en menos de lo que esperas, vendrá a ayudarnos. Podrá ser duro conmigo, pero no va a dejar que su nieto muera tan fácil. Solo debo de usarlo en casos de emergencia.
- Entonces ya está; ¿Quién será el que se quede a cuidarnos? -pregunto Esaú, mientras nos miraba de reojo a todos.
- Yo digo que sea Lennon -respondí, al notar el silencio.
- ¿Qué? ¿Yo por qué? -me respondió el, como si estuviera molesto-. Quiero ayudarlos en esto.
- Viejo, no es por ofender, pero... de todos, no eres precisamente el que mejor dispara o golpea -le respondió Esaú.
- Pero no soy un inútil. Yo iré con ustedes.
- Lennon... no creo que sea la mejor decisión.
- Puedo hacerlo, la otra vez le salve el culo a este -me señalo a mí- y a Michael.
- ¿De verdad? Si eso quieres, yo tomo tu lugar con gusto -le contesto Chucho sin desaprovechar la oportunidad-. Si puedo ahorrarme el paro cardiaco de las balas, por supuesto que lo hare.
- Bien... entonces Lennon vendrá con nosotros. Chucho, tu nos vigilaras desde lejos -comenzó a indicarle Michael-. Si algo llegara a pasar, presionas este botón inmediatamente, y le pides ayuda a mi abuelo. De igual manera, él ya está alerta por si algo llega a suceder.
- Entonces... hagámoslo -le contesto Chucho, tomando el walkie talkie, y levantando los hombros con despreocupación.
Nos bajamos del automóvil, y abrimos la cajuela, donde estaban nuestras armas. Tome mi revolver, y cada uno los suyos respectivamente. Mire a Esaú, que recargaba su enorme revolver con una meticulosidad escalofriante, mientas Michael se lo guardaba en el cinturón de su pantalón cubriéndolo con su camisa. Mire a Lennon como tomaba su pistola, e intentaba guardarla en alguna parte de su ropa, pero simplemente no encajaba, y se le caía una y otra vez. El pobre chico sí que no funcionaba para ser un criminal.
- Pues... deséanos suerte Chucho -le dije a mi amigo, mientras los demás comenzaban ya adelantarse dentro del bosque.
- Eso hare. Solo... tengan cuidado...
Chucho era nuestro paracaídas en caso de que las cosas se pusieran realmente mal. Nuestras vidas dependían de él, y solo del él. Solo esperaba que no la fuera a cagar...
Comenzamos a caminar por el bosque, pisando ramas y piedras, con Michael a la cabeza guiándonos. Esaú iba detrás suyo y después Lennon, que no paraba de quejarse cada que una rama se le atravesaba y las hojas se le enredaban en el cabello.
- ¿No sientes como que algo nos está vigilando, Arthur? -me pregunto de repente, continuando la marcha.
- Algo... -le conteste, intentando no tropezarme-. Pero quizá solo sea la ansiedad del momento. Esto acabara pronto... -o eso era lo que esperaba.
- Ya estoy hasta la mierda de estas cosas. Siempre salimos golpeados o lastimados. Y para variar, aún tengo que soportar los regaños y sermoneos de mi madre por llegar tarde a casa.
- Bueno, lo hace porque se preocupa por ti, tenle paciencia. Mi madre hacia exactamente lo mismo antes de que... bueno, antes de que estuviera internada.
- Solo quiero que esto termine de una puta vez. Estoy harto de mentirle a mi familia. Ni siquiera puedo disfrutar del maldito dinero que gano. O me siento culpable, o simplemente es demasiado sospechoso que comience a sacarme dinero del culo.
- Ya pronto terminara Lennon. Solo debemos encargarnos de algunas cosas más. Además... Michael no es tan malo.
- Al menos no es Oscar... -soltó una risa leve, mientras esquivaba una rama que casi le daba en el rostro-. Perdón por siempre quejarme Arthur. Es solo que... mierda, estoy cansado. Solo quería un poco dinero fácil, no convertirme en un puto asesino...
- Créeme Lennon, nadie lo quería.
- Ni si quiera puedo mirar a mi madre a los ojos sin tener ganas de llorar y contarle todo ¿Cómo es que llegamos esto Arthur? Como nos enrollamos tanto en la mierda que ahora... es imposible salir. Mierda, ahora sueno como Chucho, sueno como un niño llorón ¿No? -no pude evitar soltar una leve risa al escucharlo.
- No, para nada. A veces me siento igual. Siento que todo me supera y... no lo sé. Es complicado. Solo no le vayas a decir a Chucho que me reí de que le dijeras llorón -Lennon también soltó una risa, para después suspirar con tristeza.
- ¿Sabes que es lo peor? De todos, él es quien tiene más conciencia. Todavía sigue cuestionándose las cosas. Nosotros ya... solo disparamos antes de preguntar. A veces me da miedo en lo que podamos llegar a convertirnos... que de tanta muerte y la facilidad que tenemos para causarla, nos vuelva insensibles. Como Oscar. Que matar ya no signifiqué nada, solo... jalar el gatillo, para después desacerté de un pedazo de carne.
- No te tortures tanto Lennon. No lo pienses demasiado. Cuando todo esto termine, volveremos a nuestras vidas normales, y solo será un amargo recuerdo de nuestra juventud.
- ¿Pero y si no podemos volver? ¿Cómo podría dormir tranquilo después de todo por lo que hemos pasado? Toda la gente que lastimamos... ¿Y si mi madre se entera de lo que hago? ¿Me rechazaría? ¿A caso, me volvería a mirar cómo antes? O solo sería... otro monstruo más de esta puta ciudad podrida...
Es ultimo me dejo pensando. Lennon nunca se había abierto así conmigo; siempre tenía un comentario sarcástico para todo, y era el que mantenía la cabeza más fría que todos. Pero ahora... quizá había llegado a su límite. Finalmente, el pobre había logrado tocar fondo. Pero antes de que pudiera llevar esa idea más profunda, Michael nos llamó desde atrás, pidiéndonos que no nos retrasáramos.
Después de un rato de seguir caminando, el cielo comenzó a nublarse, y una ligera lluvia comenzó a caer sobre nosotros, mojándonos el cabello y la ropa.
- Genial, lo que putas faltaba -oí quejarse a Lennon, mientras apuraba el paso.
Al final, después de unos minutos, salimos de la maraña de ramas y hojas del bosque y llegamos a donde estaba la cabaña. Estaba muy vieja, y deteriorada, con la madera podrida, y sin más luz que la que la misma luna le brindaba. Había un automóvil oxidado estacionado al lado de la puerta de la cabaña. Era claro que alguien había estado aquí. Michael se acercó un poco a la puerta, y desenfundó su arma, intentando abrirla, pero parecía bloqueada, a lo que retrocedió un poco, y comenzó a hablar, con un fuerte tono de voz.
- ¡Robert! ¡Sabemos que estás ahí, maldito cabron hijo de puta! ¡Si sales en este momento, prometemos darte una muerte rápida y digna! ¡Se acabó! ¡Te encontramos, estas rodeado! ¡Sal, y enfrenta las consecuencias como un hombre!
Se escuchó un silencio por unos segundos, pero después... una risa proveniente de la casa; lo que desconcertó a todos. Michael, algo nervioso, me susurro que fuera y abriera la puerta. Desenfunde mi revolver, mientas mis amigos sacaban sus armas, y apuntaban por si suceda algo. Tenía miedo de que me fueran dar un tiro por error. Aun así... me sentía un poco más seguro.
Pero cuando intente girar la perilla para abrir la puerta; alguien se me adelanto, y la abrió desde adentro. Y un chico al que no le alcance ver el rostro, me dio un fuertísimo golpe con la culata de un arma larga, justo en la cara, haciendo que cayera del pórtico, y el arma se me resbalara de las manos; con mis oídos zumbándome como si estuvieran a punto de explotar, y mis ojos los cuales se nublaron, sin poder enfocar nada.
- Arthur... -me dijo voz del tipo que me había golpeado, entre risas-. Al fin te encontré...
- ¡No! -le escuche a Esaú gritar.
Intente levantar mi cabeza, para ponerme de pie, pero recibí otro duro golpe con la culata en la cabeza, haciendo que mi cabeza rebotara como pelota contra el pavimento. Después Escuche a Michael gritar, y un disparo. Luego golpes y quejidos.
Gire un poco el rostro, y mire como a Esaú intentaba jalar el gatillo de su arma, pero alguien que apareció de la nada con un bate, le daba un duro golpe en la cabeza, que hizo que soltara el arma. Después aparecieron más, con palancas y palos de madera, y lo comenzaron a moler a golpes sin que el pobre al menos tuviera oportunidad de cubrirse. Logro quitarle a uno de sus agresores el arma con el que lo golpeaban, e intento defenderse con eso, pero cuando eran más de 10 personas los que lo atacaban de todas partes, no tardaron en derribarlo; y una vez en el suelo, siguieron apaleándolo.
Me levanté un poco, y vi a Lennon tirado en el suelo echo bolita, cubriéndose de patadas de diferentes chicos, que lo pisoteaban y pegaban con diferentes objetos sin piedad. Después a Michael, quien un chico alto con túnica algo extraña, de color azul o negra, estaba encima de él, moliéndole el rostro a puros puñetazos, llenándose su puño de sangre, con cada golpe devastador que daba, una y otra vez, mientras más chicos que estaban a su alrededor solo se reían y burlaban.
Levante un poco la vista, y vi al chico que me había golpeado. Y cuando o mire a los ojos, sentí que el corazón se me haya encogido. Era el chico pelirrojo: Ezekiel.
- ¿Qué pasa hombrecito? ¿Por qué esa cara? -me comenzó a decir, con una enorme sonrisa, riéndose-. ¿No abras creído que ya te habías librado de tu castigo, o si?
Intente decir algo, pero le me tomo del cabello con fuerza, levantándome, para después darme un duro rodillazo en el estómago, haciendo que todo el aire de mis pulmones se escapara, con algo de sangre incluida.
Me retorcí en el suelo, sosteniéndome con fuerza el estómago, apretando los dientes, con lágrimas en mis ojos apenas saliendo de mis retinas; pero el chico me tomo de la playera, y me obligo a ponerme boca arriba.
- Ni si quiera debes de saber quién soy ¿Cierto? - me volvió a sonreír, mientras colocaba su rodilla en mi pecho, presionando mis costillas-. Déjame darte un pequeño recordatorio.
Intente hablar, pero por su maldita rodilla encima de mi pecho me era imposible, el oxígeno se escapaba antes cada que intentaba abrir la boca. El pelirrojo saco de su chaleco lo que parecía un sobrero de bombín, o lo que quedaba de él, todo quemado y maltratado; poniéndolo justo enfrente de mis ojos.
- Asesinaste a mi tío, Arthur -me volvió a sonreír, pero ahora con una expresión furiosa -Tú y tus putos amigos lo hicieron volar por los aires; ahora sabes quién soy, ¿no? -intente quitármelo de encima, pero estaba demasiado débil-. Me costó mucho trabajo dar contigo... pero no fue necesario al final. Tú fuiste el que vino a mí -extendió sus brazos, dándome un duro golpe en la parte derecha de mi mejilla con su zapato, haciendo que mis oídos retumbaran, y toda mi mandíbula se moviera de manera brusca-. Y es hora de que pagues por tus pecados.
Seguí escuchando los golpes que le daban a mis amigos, el olor a sangre y hierro comenzando a abundar en el aire, con el ambiente húmedo combinado. Sentí tanto miedo en ese momento, que ni siquiera era capaz de reaccionar. Cualquier adrenalina que pudiera tener desapareció.
- ¡Mírame cuando te hablo! -recibí otro golpe, en la otra mejilla, y después uno en el ojo. Pude sentir como su nudillo lo presionaba, pensando en que lo reventaría como si no fuera más que una uva.
Luego, sentí como quito su rodilla de mi pecho, dejándome respirar, pero en seguida, me tomo de mi chaqueta, obligándome a ponerme de pie a rastras. Me tambalee un poco, pero logre mantener el equilibrio una vez me soltó, y puede alejarme un poco de él. Me apreté el estómago, donde había recibido la mayor parte de los golpes, en un intento patético por aliviar el dolor que sentía. La lluvia se había intensificado, y toda la sangre que tenía en mi rostro comenzaba a resbalarse con las gotas de agua y sudor que recorrían desde mi cabello.
- Tu no... déjalos... déjalos en paz... -alcance a murmurar, mientras escuchaba como seguían golpeando a Michael en el rostro, y a Esaú lo tenían tenido en el suelo, bajo su propio charco de sangre, entre risas y burlas.
Habían más de 20 personas rodeándonos, que ah saber de dónde mierda habían salido. Mi cabeza estaba echo un puto caos, y a duras penas podía mantenerme de pie. El pelirrojo solo se rio al escuchar mi petición, y después se llevó sus dedos a su cabello rizado, aun sonriéndome de oreja a oreja.
- Eres más patético que la mierda...
- ¡Arthur! -escuche la voz adolorida de Lennon, aun recibiendo golpes, mientras le pisaban la espalda y la cabeza -¡Corre Arthur! ¡Sálvate, busca ayuda! ¡Corr...! -una patada en el rostro termino por callarlo, rompiéndole de nuevos sus lentes y probablemente algún diente.
No me moví. Sabía que, si intentaba correr, estos chicos fácilmente me alcanzarían para después darme otra buena paliza.
- Vamos Arthur, no me hagas esto tan fácil, es aburrido. Al menos da un poco de pelea -siguió burlándose, mientras me movía sus dedos, indicándome que fuera hacia él.
Sentí como mi cuerpo comenzaba a temblar, y no solo por el frio. Esaú era el único que podía tener una mínima chance de salir de aquí, o al menos darles pela a estos imbéciles. Pero yacía en el suelo, sin oportunidad de poder levantarse. Había recibido demasiados golpes en la cabeza, y aunque la lluvia limpiaba un poco su rostro, estaba cubierto de su propia sangre. Con Michael al fin se habían cansado, y lo dejaron tenido en el suelo, escupiendo sangre, con la nariz destrozada, y los ojos hinchados de todos los golpes que había recibido. Su cara estaba destrozada.
Fue cuando recordé a Chucho. Él era nuestra única posibilidad de poder salir vivos. Si había visto todo lo que paso, ya debía de haberle avisado a Don Armando, y la ayuda se encontraba en camino. Solo debíamos de soportar un poco más...
- Yo no mate a tu tío... -dije con debilidad, intentando levantar el rostro, para mirar al pelirrojo -... eso lo hizo Oscar...
- Sí, pero él ahora está muerto. Y da la casualidad, que tengo enfrente mío al imbécil que me quito mi venganza ... ¿No es cierto? -¿Cómo mierda es que él sabía eso? -. Ahora tengo que desquitarme con alguien. Y da la casualidad que no solo tú fuiste el idiota que me privo de mi venganza; si no que también fuiste el que condeno a mi tío. Tu pusiste la bomba debajo del auto -se desvaneció su sonrisa, ahora mostrándome una de odio. La misma que yo tenía cuando mire a Oscar al momento de matarlo-. Oscar pudo haber dado el golpe, pero tu... tú fuiste el que lo mato.
Mire a mi alrededor, en busca de alguna salida, o algo, lo que fuera. Y mire mi revolver tirado en el suelo, bajo las gotas de la lluvia, justo detrás de donde estaba parado el pelirrojo...
- Al menos defiéndete un poco ¿No? Quiero escucharte suplicar, llorar...
Si lograba golpearlo, o al menos empujarlo un poco, podría alcanzarla, y quizá abrirme paso a tiros con ella. Podía salvar a mis amigos, podía sacarnos de esta. Sabía que podía.
- Entonces pelea. Maldito bastardo... -le dije furioso, mientras apretaba los dientes.
Comencé a avanzar lo más rápido que pude, aun sosteniéndome mi estómago con la mano izquierda; pero cuando preparé mi brazo derecho para soltar un puñetazo lo más rápido que pude, a solo metros de donde estaba el rostro del pelirrojo, este desenfundo algo de su pantalón. Y se cubrió de mi puño con eso.
Era una enrome navaja; que ahora travesaba en su totalidad toda la palma de mi mano. El dolor tardo unos segundos en recorrerme en el cuerpo. Los hilos de sangre comenzaron correr por todo mi brazo, siendo limpiados por la lluvia al instante. Ezequiel solo me sonrió, y giro la navaja, destrozándome la carne.
- Ups -se burló, aun con su sonrisa, todavía sosteniendo el cuchillo con el que me había apuñalado la mano, sin aun sacarlo de ahí.
Antes de que pudiera gritar, o al menos sacar mi mano de la filosa navaja; con su mano libre, Ezequiel desenfundo lo que parecía un revolver de su pantalón; y de una manera tan veloz que no me dio tiempo ni de reaccionar, coloco el cañón en el brazo donde me había apuñalado, y jalo el gatillo.
La bala atrevo la piel, la carne, músculos, huesos y tendones. Salió como entro, sintiendo el peor dolor que alguna vez sentí en toda mi estúpida y desgraciada vida. La fuerza del impacto hizo que cayera al suelo de espaldas, sacando mi mano de la filosa navaja al mismo tiempo, comenzado a gritar. Me apreté el brazo lo más fuerte que pude, intentando hace parar la sangre que chorreaba. Sentía como mis músculos se quemaban, probablemente por la pólvora del arma. No podía ni respirar bien, estaba desesperado. No pude ni si quiera llegar a tocarla, no estuve ni cerca de tomar mi arma. Todo estaba perdido...
Ya había comenzado sollozar de todo el dolor y ardor que sentía. Intente levantarme, pero el pelirrojo me soltó una patada en el costado de mis costillas, haciendo que cayera de nuevo a suelo, esta vez mirando boca arriba, con la lluvia cayendo a mi rostro. Una vez más, quise ponerme de pie, pero el maldito psicópata que me disparo me puso su zapato sobre mi pecho, obligándome a quédame en el suelo. Lo mire a los ojos, y con el agua cayéndole de su pelo rizado, volvió a reírse. Se veía que estaba disfrutando todo eso, deleitándose con mi sufrimiento.
- No es una pelea a puño limpio, Arthur, como en las películas. Es tu puta ejecución.
Parecía que sus ojos eran los de un demonio, tan brillantes y felices. Ni siquiera Oscar tenía esa mirada; estos estaban... a otro nivel.
- Levanten a toda esta banda de llorones, y pónganlos en fila -ordeno, aun con su zapato en mi pecho-. Y a este háganle un torniquete. No quiero que se nos muera tan rápido.
El pelirrojo al fin se quitó de encima de mí, y fue cuando aprecio ese chico extraño con túnica rara. Era el asiático, con esa increíble espada...
- Sujétenlo, no quiero que se esté retorciendo -le escuche decir, al mismo tiempo que otros dos chicos se me aceraban la distancia.
Uno de ellos tomo mi brazo izquierdo, el que no estaba herido, y piso con todas sus fuerzas el ante brazo para que no pudiera moverlo. Comencé a gritar, intentado quitármelo de encima; pero era imposible. Mientras más lo movía, me dolía aún más. Cuando el chico asiático termino de aplicarme el torniquete en la herida de mi brazo, este indicó que me soltaran; para después tomarme con fuerza de mi chaqueta, y con una sola mano, obligarme a levantarme, comenzado a arrastrarme por el suelo y el lodo.
Al final me soltó enfrente de la cabaña. El impacto hizo que mi rostro volviera a tocar la tierra. Cuando levanté la vista, me percaté de que Lennon estaba al lado mío, con el labio roto, y lleno de sangre, con su lente puestos, pero con uno de los cristales rotos. Del otro lado estaba Esaú, sentado sobre sus rodillas, que también estaba cubierto de su propia sangre y moretones. Parecía que caería inconsciente en cualquier momento, pero luchaba para no ceder ante sus heridas.
- Perdón Arthur... perdón... -le escuche murmurar a mi amigo, mientras bajaba la cabeza, tambaleándose un poco.
Michael estaba en el suelo tirado, con la cara toda morada y golpeada. La nariz rota choreándole sangre, como también el labio, y su ojo derecho totalmente destrozado e hinchado. Probablemente el si ya estaba inocente. De todos, era el que el que en peor estado estaba.
Ezekiel estaba arriba del pórtico de la cabaña, observando todo con una placida sonrisa, y con el chico asiático a su lado; con los brazos cruzados, Y a su alrededor, estaban los más de 20 hombres que habían acudido a la emboscada. Todos con palancas, palos, y bates. No parecía que ninguno llevara armas de fuego, aunque lo dudaba demasiado.
- ¿Y este quién es? No lo habían mencionado -pregunto Ezekiel, mirando con desprecio, pero diversión el cuerpo de Michael.
- Es Michael Connor. Es nieto de Don Armando, o eso creemos.
- ¿En su nieto? Vaya, eso sí que es interesante -dijo en tono burlón-. Con esto, ese anciano sí que entenderá a no meterse con nosotros.
Después hubo un silencio abrupto. Las gotas de lluvia seguían cayendo en los charcos y los árboles, y sobre el tejado de la vieja cabaña donde goteaban hasta el suelo y la tierra. Levante un poco a la mirada, y mire a ese aterrador chico, que aún no quitaba su sonrisa de satisfacción y gozo ¿A si era como terminaba todo? ¿Vencido, solo, y humillado? Mi mano seguía ardiéndome por el corte, y poco a poco dejaba de sentir los dedos.
Ezekiel me miro, entre cerrando los ojos, y después se me acerco; acuclillándose ante mí, estando frente a frente, mirándome a los ojos.
- Me quitaste todo Arthur ¿Lo sabias? Me arrebataste la última parte de mi frágil luz. Ahora, yo te lo quitare todo...
- No... no tienes que hacer esto -resoplo Lennon con dificultad, escupiendo algo de sangre por los golpes que había recibido-. No se resolverá nada así. Nosotros no matamos a tu tío, fue una equivocación... no tienes que hacerlo.
- Haya sido un accidente o no, perdonarlos no me lo devolverá -le contesto el, en tono burlón.
- Tampoco matarnos -le repuse-. Ni comenzar una guerra te lo devolverán. Solo mataras a gente inocente, gente que no merece la muerte. Escúchanos, no tienes que hacerlo. Lamento mucho todo lo que paso... nadie quería que las cosas sucedieran como sucedieron -me costaba respirar, por el frio, la lluvia, y el dolor, pero sabía que tenía que seguir... tenía que convencerlo-. Pero aún podemos arreglarlo. No tenemos que matarnos entre nosotros-baje la mirada, intentando aguantar las lágrimas, no solo de miedo, si no ya de todo el ardor que sentía en la cara, y el brazo. Comenzaba a sentirme débil ya había perdido demasiada sangre...-. La venganza no hará que te sientas mejor... créeme, no lo hará.
- En ese caso -Ezekiel se levantó, recuperando la compostura, y mirándome desde arriba, con desprecio-. Tendré que descubrirlo.
- Escucha, por favor, no tienes que... -Lennon fue interrumpido, a alguien patearlo en la espalda desde atrás, haciendo que cayera de rostro al lodo, callándolo.
- Esto es lo que va a pasar continuación, Arthur: Primero matare a todos tus amigos -anuncio el pelirrojo, mientras me daba la espalda e iba hasta donde estaba el chico asiático-. Después iré por tus familiares, y por toda persona la cual te haya mostrado algún mínimo de afecto. Y una vez que haya terminado, y este completamente seguro que nadie jamás te extrañara, ... te matare al final.
Mis ojos comenzaron lagrimear, y mi corazón empezó a latir como loco, estando al borde del desmayo, o de algún paro cardiaco. La impotencia me hervía en la sangre, no podía hacer nada, ni siquiera era capaz de moverme, hasta mis propios parpados comenzaban a pesarme. Esaú estaba igual o peor de jodido que yo, y Michael ni siquiera se podía mantener de pie. No había nada que pudiéramos hacer. Nada.
- Así que... no nos demoremos más, y que comience el show.
En eso, Ezekiel tomo la enorme katana del chico asiático, desenfundándola, mostrando el brillo que esta tenia a la luz de la luna, al mismo tiempo mostrando el filo. Sentí como mi corazón se encogió al verla, y un horrible escalofrió recorrerme toda la espalda.
- Entonces... ¿Quién de ustedes payasos será el que tendrá el honor? -nos miró con burla, sosteniendo la katana como si fuera un juguete-. ¿Nadie quiere ser voluntario? Vaya, eso es un problema; tendré que elegir yo en todo caso.
Lennon seguía tirado en el suelo; cuando intento volver a levantarse, volvió a recibir otra patada en la espalda que quizá termino por romperle alguna costilla.
- Tú serás -le apunto con la katana.
Solté aire al escucharlo. Incuso, si mis pulmones no estuvieran tan jodidos por los golpes y pisotones, incluso hubiera comenzado a hiperventilar. Tenía que hacer algo, no podía quedarme solo mirando ¡Tenia que putas hacer algo!
- Levanten al de lentes. Con el empezaremos. Y así consecutivamente.
Intente levantarme, pero uno de los chicos que estaban detrás nuestros apuntándonos, me dio un golpe en la nuca con la culata del arma, haciendo que ni siquiera alcanzara a arrodillarme. Esaú se logró levantar, e intentar soltarle un puñetazo a Ezekiel, pero quizá ya por lo débil que estaba, no logro darle con suficiente velocidad, a lo que el pelirrojo lo esquivo con relativa facilidad; para que después sus hombres lo sometieran, tirándolo al suelo y colocándole una rodilla en su espalda, evitando que se moviera. Esaú intento zafarse del agarre, pero ya no le quedaban fuerzas, además de que eran casi 3 chicos sosteniéndolo.
- Ya se quien seguirá después de el -le sonrió a Esaú, para después volver a mirar a Lennon-. Si alguien vuelve a moverse, sáquenle el ojo al pendejo que sigue tirado en el suelo, y dénselo de comer a Arthur. Y después continuaremos.
El asiático, junto con otro chico tomaron a Lennon de su chaqueta, que aún seguía ene l suelo, y lo obligaron a rastras a moverse hasta estar frente a Ezekiel. Una vez ahí, lo obligaron a arrodillarse. Mi cabeza estaba echa un puto caos, quería gritar, quería llorar, quería hacer todo, y al mismo tiempo, sabía que no podía hacer nada. Lo iban a asesinar enfrente mío ¡Y no podía hacer nada!
- ¡No...! -le escuche murmurar a Esaú, pero el peso de la rodilla en su espalda no le dejaba hablar. Solo pudo estirar su mano intentando alcanzar a nuestro amigo. Pero solo recibió un pisotón en ella, al mismo tiempo de carcajadas y burlas.
- Venga ¿Por qué no te das a la vuelta? -Ezekiel tomo a Lennon del cabello y lo obligo a girarse, quedando frente mío, a unos metros de distancia-. Quiero que vea cuanto te asesine.
Las lágrimas comenzaron escurrir en mis mejillas. Lo iban a matar por mi puta culpa; y por más que mi jodido cerebro me gritaba que desviara la mirada, no pude hacerlo.
Solo lo miré a los ojos, y apreté los dientes y los puños. Espere que algo sucediera; que apareciera la policía, que apareciera Chucho con los refuerzos, que Esaú lograra liberarse y nos recatara, que un puto rayo le cayera a ese pelirrojo desgraciado. Pero no pasó nada, no llego nadie, no nos salvó nadie...
No quise dejar de ver a mi amigo, el cual, aun con miedo en sus ojos, intento parecer calmado.
- Estaré bien Arthur -me dijo, mientras intentaba sonreír-. No te preocupes, todo estará bien... dile a mi madre que...
Ezekiel levanto la katana, y de un solo corte, lo decapito limpiamente, antes de siquiera dejarle terminar sus últimas palabras.
Una rajada de sangre termino por darme en todo el rostro, haciendo que apartara la mirada un segundo, pero la regrese casi enseguida. La cabeza de mi amigo se separó de su cuerpo, volando a medio metro de distancia, con los mechones de cabello que la katana corto al tiempo que tajo en la carne. Y su cuerpo cayo aun lado, comenzando chorrear sangre como si de una fuente se tratara, llenando toda la tierra y el suelo.
- ¡No! ¡No! ¡No! -comencé a escuchar a Esaú gritando.
- ¡Mira eso, salió volando su puta cabeza! -comenzó a reírse Ezekiel entre carcajadas-¡Esta mierda es fabulosa! -dijo, refiriéndose a la katana.
Yo solo me quede estático. Sentí como todo se derrumbaba, y no quedaba nada más que yo, y el cuerpo inerte de mi amigo. Las risas y burlas de Ezekiel comenzarán sonarme como mera estática, como la de todos los demás que parecían estar deleitándose. En eso, vi como ese maldito demonio, energético y emocionado, ahora tomo a Esaú, que no paraba de forcejear y luchar gritando todo tipo de maldiciones, que mis oídos ya abrumados no lograban a entender.
Lo colocaron en posición, teniendo que sujetarlo en el suelo, mientras Ezekiel volvía a levantar la katana en el aire, con la lluvia bañándola y limpiándola de la sangre de su anterior víctima.
Pero Esaú logro soltarse, dándole un buen puñetazo en el mentón a Ezekiel, quien, por el impacto, casi perdió ele equilibrio, solo pudiendo agarrase la zona donde había recibido el golpe. Se veía que le había dolido bastante.
Esaú intento asestarle otro golpe, pero el chico asiático lo tomo del cuello, y lo lanzo hacia atrás, tirándolo al suelo, y evitando que pudiera volver a atacar al pelirrojo.
Rápidamente, una vez el asiático logro someter a Esaú en el suelo, saco un cuchillo más largo de lo normal, y se lo puso en el cuello a Esaú, listo para rajarlo de un corte, pero Ezekiel lo detuvo de un grito.
-¡No! No... no lo mates aun -le indicó, a lo que el asiático quito el cuchillo del cuello de Esaú, pero siguió sosteniéndolo.
En eso, escuche como Michael comenzó a murmurar algo, y cuando gire la mirada, vi que apenas estaba recuperando el conocimiento.
- Debo de admitir que tienes agallas-le comenzó decir Ezekiel a Esaú, con una sonrisa burlona, mientras se acuclillaba frente suyo, para que pudiera mirarlo-. Literalmente, acabo de arrancarle la cabeza a uno de tus amigos, y aun así tuviste los cogones de darme un puñetazo. Si eso no son agallas, no sé lo que sea -se levantó, extendiendo los brazos, como si quisiera felicitar a Esaú de algún modo, mientras todos los demás solo soltaban risas al escucharlo-. O quizá solo estupidez, porque, aunque haya sido valiente, sí que estuvo mal; muy muy mal...
Seguía oyendo a Michael hacer ruidos. En un momento, pude ver por reojo como intento levantar en un movimiento patético que ni siquiera fue necesario que alguien más lo regresara al suelo, no pudo sostenerse por su cuenta. Fue cuando Ezekiel noto que había recuperado la conciencia, que una sonrisa maliciosa se embozo en sus labios, envainando la katana de nuevo a su estuche.
- ¿Recuerdas lo que dije, sobre si alguien más volvía a moverse? -le susurro a Esaú, mientras le colocaba su pie en el cuello, aun con el asiático encima de él, no dejándolo moverse-. Bueno, yo seré todo lo que quieran, pero no un mentiroso. Yo soy un hombre de palabra...
En eso, vi como desenvaino un cuchillo de caza de su cinturón, comenzando a acercarse a Michael, quien en cuanto lo vio, comenzó a hacerse hacia atrás, apenas comprendido lo que estaba a punto de pasar...
Yo intente interponerme, pero en cuanto notaron un movimiento mío, alguien me dio un fuerte golpe en la nuca, que hizo mi rostro volviera a golpearse con el pavimento y tierra mojada; esta vez ya no teniendo fuerzas para siquiera intentar a volver a levantarme. Escuche como Esaú comenzaba a retorcerse desesperado, intentando zafarse, pero el asiático le golpeó la cabeza con el mango de su cuchillo, para que se estuviera quieto.
- Sosténgalo bien, no quiero que se esté moviendo, podría cortar algo que no quiero -le escuche decir a Ezekiel, mientras acariciaba la parte superior del cuchillo con los dedos.
- N-n-no... -Michael intento hablar, arrastrándose con la poca fuerza que aún le quedaban, en un intento deserrado por alejarse del pelirrojo, pero entre dos chicos lo tomaron de los brazos, empujándolo contra el suelo, sin que tuviera oportunidad de al menos poder moverse.
- Solo dile a tu abuelo, que la próxima vez que vuelva a meterse en mis asuntos, no será solo un ojo... ¿Bien? Espero que puedas recordarlo, porque lo que estoy a punto de hacer, sí que lo recordaras para toda tu vida.
Michael no pudo decir nada. Cuando intento abrir la boca, Ezekiel lo tomo del cuello, y con su mano libre, le clavo el filoso cuchillo en una esquina de la cuenca de su ojo derecho, introduciéndoselo en modo de pala, para después haciendo palanca, el ojo que se comenzó a inyectar en sangre, saliera como una bola de gel de un orificio.
El grito de Michael fue como si escuchara al mismo infierno. El pobre chico debió de romperse la garganta, en un intento de súplica mal pronunciada, pidiendo que parara. Se retorció, pataleo, y intento mover la cabeza; pero lo tenían bien sujeto, no pudo hacer nada...
Yo cerré los ojos, paralizado del miedo, solo escuchando la agonía y dolor de Michael. Esaú grito un montón de maldiciones que no pude entender, incluso podría jurar que le escuche llorar en un punto, lleno de rabia e impotencia, pero no estaba seguro, los gritos de Michael acaparaban todo el sonido del lugar. Los gritos de ese chico jamás podría olvidarlos, no podía existir un ser humano que pudiera emitirlos, y al menos siquiera imaginar el dolor por el que debería de estar pasando. Pero, sin embargo, estaba presenciándolo en primera persona como alguien se destrozaba la garganta en suplicas y sollozos.
Ezekiel no dejo de sonreír ni un solo segundo, incluso cuando un poco de sangre le salpico justo en el rostro. No se detuvo, hasta que el ojo, ya destrozado y cubierto de sangre, saliera de la cuneca de Michael; quien quizá al no poder soportar el dolor, termino desmayándose una vez su ojo termino de salir.
Segundos después, sentí que alguien me jalo del cabello, obligándome a levantarme, volviéndome a colocar de rodillas.
- Mírame - no quería hacerlo, no quería levantar la mirada; lo único que quería es que todo terminara ya de una puta vez...-. Mírame, Arthur.
Al final, alce la mirada. Mi frente estaba por completo sudada, y mis ojos rojos por intentar aguantar el llanto. Sentí como mi mandíbula temblaba, y entre una especie de miedo y odio, miré a ese maldito demonio sonriente, con algo en sus manos cubiertas de rojo. No me atreví a mirarlo, no tuve el valor para hacerlo. Solo me le quede mirando fijamente a él, ya sin aire en los pulmones, ni esperanza; solo esperando lo peor. Y entonces, como si fuera una suplica de mi interior, susurre unas palabras.
- Voy a matarte... juro que voy a matarte...
Ezekiel solo soltó un bufido, intentando aguantar la risa; pero yo seguí mirándolo fríamente, luchando por no derramar ninguna lagrima, aunque mi alma me lo implorara. No le daría ese gusto...
- No lo dudo- me respondió, en tono burlón-. Pero antes de que haga eso, voy a hacer que el que dese estarlo, sea otro-, me dijo, para después palmear una de mis mejillas, llenándola de la sangre de Michael-. Ten-, tomo una de mis manos, obligándome a agarra lo que tenía el en las suyas, sintiendo la sensación viscosa y resbaladiza en mi palma, mientras el flexionaba mis dedos, y me obligaba a cerrarlos, apretando la pequeña masa gelatinosa-. Sostenme esto un segundo; hay asuntos pendientes que debo de tratar con tu amigo de haya atras -termino de decir, levantándose bruscamente, dirigiéndose hasta donde estaba Esaú.
Deje de respirar, y mis ojos comenzaron a ver todo borroso y desenfocado. Estaba al límite de desmayarme... quizá por la perdía de sangre, y todo el choque emocional. Ezekiel se levantó, y volvió a tomar la katana, indicando a sus hombres que colocaran a Esaú en posición, listos para otra ejecución.
Yo giré un poco mi cabeza, y pude ver a Michael postrado en el suelo, con la mitad de su rostro bañado en su sangre, y su cuneca derecha donde antes había estado su ojo, ahora con varios cachos de carne y cartílagos a plena vista, arrancadas y salidas. Volví a regresar la mirada, solo para ver como Ezekiel levantaba una vez más la katana en el aire, para tomar impulso, y así poder volver a decapitar de un corte limpio a otro más de mis amigos frente mío, sin que pudiera hacer nada...
Pero en eso, justo antes de que mi cuerpo no aguantara más, y colapsara, cayendo al suelo; comencé a escuchar disparos, muchos disparos. Después gritos y maldiciones. El olor a pólvora y sangre me llego hasta la nariz, y con la última vista que tuve, que fue el cuerpo de Lennon decapitado en el lodo; todo termino por tornarse en un negro absoluto.
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