Capitulo 16
- ¿Ves? Este es del álbum que te hablaba -Penny sostuvo el disco vinillo, con una enorme sonrisa, mientras que yo tenía la mirada perdida en algún otro lado -"The Dark Side of the Moon" De lo mejor que existe, hay una canción que habla de... Arthur ¿Estas escuchándome? -me miro, algo molesta, a lo que yo salí de mi trance, y reaccioné, moviendo los ojos.
- ¿Eh? Si, si, perdón... estaba en otro lado, no me di cuenta, lo siento -le respondí, tallándome la nariz, despabilándome.
- ¿En serio? Has estado muy pensativo últimamente ¿Estas bien? ¿Pasa algo?
- No, nada, es solo... -una inminente guerra, muerte, sangre, caos, miedo, angustia, ira, culpa-; algunas cosas que tengo en mi cabeza.
- ¿Estás seguro? ¿no quieres ir a otro lugar? Te noto... tenso. Podemos ir a un sitio más tranquilo si tú quieres
- ¿Qué? No, no, estoy bien, en serio -le respondí con la sonrisa más forzada que pude, mientras desviaba la vista, y miraba el álbum que Penny estaba mostrándome-. Creo que eh escuchado uno a dos canciones en la radio. Son buenas.
- ¿Qué son buenas? Son malditas obras de arte. En serio Arthur, debes de escucharlos, es como si fueran de otro planeta.
- ¿No crees que estas exagerando un poco? -le conteste, con una risa entre dientes.
- Jamás exagero cuando se trata de Pink Floyd. Son unos genios, en serio que debes escucharlos.
Nos encontrábamos en el centro comercial, en la tienda de discos para ser más exactos. Penny quiso entrar para mostrarme sus gustos musicales, y mirar todos los discos que a ninguno de los dos nos alcanzaría la vida si quiera para comprar uno.
Habíamos pasado todo el día en el centro comercial, fuimos a comer algunas hamburguesas, y después visitamos algunas tiendas para distraernos. Era agradable en verdad poder relajarme un poco, y reírme al lado de la chica que me gustaba, sin grandes preocupaciones que el pronto inicio de clases, o cosas tan banales que no tenían mayor importancia; como se supone que un adolecente normal debería de pasar sus días: Divirtiéndose y disfrutando de su juventud.
Pero yo, como todo un imbécil que le encanta auto-lastimarse, estaba todo el tiempo estrado, mirando las noticas, mirando los destrozos y disturbios que había por toda la ciudad, y cargar en la conciencia de que todo eso, había sido provocado por su culpa.
Habían pasado ya dos semanas desde el incidente con "Claudio Torres" y la persecución en el bosque. Desde entonces, no había pasado gran cosa. Bueno, decir que "no había pasado nada" quizá no era la menor expresión. La ciudad estallo en una violencia que incuso para sus parámetros se estaba saliendo de control. Cuando los Lirios le declararon la guerra a Don Armando, no estaban jugando. Había robos, tiroteos, asesinatos, secuestros. Todo lo malo que ya había en la ciudad, pero triplicado 40 veces más. Era una locura. Y pese a todo el infierno que se estaban viviendo en las calles, yo me encontraba con en una cita con Penny, en una tienda de discos.
Michael se la paso investigando a este "segundo soplón" en busca de una pista de su paradero, para eliminarlo de una buena vez. Parece que no había tenido suerte, llevaba ya un rato sin llamarme a mi o a mis amigos; quizá no lo haría hasta que encontrara por lo menos algún rastro que pudiéramos seguir. Y la verdad, yo estaba agradecido de que aún no hubiera llamado; no tenía anda de ganas ir y partirle la cara a un sujeto, o ser cómplice activo de su asesinato. Solo quería estar con la chica que hacía que se me acelerara el corazón con solo mirarla. Nada más.
Aunque, después de lo de Claudio, si llegamos a hacer dos trabajos más, pero nada destacable. Solo golpeamos a dos deudores que intentaban pasarse de listo al no querer pagar lo que debían; como lo hacíamos antes con Oscar antes de que todo se fuera al diablo. No tuvimos que asesinar a nadie más, solo romper uno que otro hueso, y amenazar con que la siguiente vez les sacaríamos los ojos. Palabras más que acciones, pero efectivas para asustar a la gente.
Penny era el único suspiro que lograba darme para olvidar toda esa mierda. Le conté a mi madre que volví a hablar con ella en una de las visitas rutinarias que le hacía, y parecía encantada de que tuviera una amiga si quiera. Supongo que seguía con ese pensamiento de que era un antisocial encerrado todo el día en casa sin que le diera la luz del día. Era bueno que la perspectiva de mi madre empezará a cambiar.
-¿Y cuál es tu canción favorita? -le pregunte, mientras seguía mirando los demás discos -digo, de ese álbum.
-Uy Arthur, es una pregunta demasiado difícil. Todo este álbum es perfecto, no creo que pueda escoger solo una.
-Bueno ¿Cuál me recomiendas escuchar primero?
-Mmmm... Quizá podrías empezar por "Time". No, no, espera, mejor por "The Great Gig In The Sky", esa canción cada vez que la escucho me pone los cabellos de punta.
-¿No me estas mintiendo? -le dije, pensando en que era una broma. Ninguna banda podía ser tan perfecta.
-En serio Arthur, escúchala -me contesto, riendo -El día que muera, me gustaría que esa canción sonara de fondo. Sería una muerte demasiado honorable. O también en el día de mi boda; no sé, no me importa. Esa banda me encanta.
-Es lo que noto -dije con una sonrisa, mientras tomaba el disco, y lo miraba. Penny bajo la mirada, mientras yo examinaba la cubierta, como si estuviera apenada -. ¿Qué? ¿Qué pasa? -le pregunte, confundido.
-No, nada, nada -me respondió, mientras volvía a enredarse sus dedos en su cabello, nerviosa -Solo, me parece curioso que me hayas acompañado aquí la primera vez que te lo propuse. Oscar detestaba toda la música; para ser más específicos, la que me gustaba a mí, y odiaba venir aquí. Decía que era un lugar para "abuelos"
-¿Por qué no me sorprende? -torcí los ojos, fastidiado, recordando a ese imbécil -. ¿Todavía sigues pensando en él?
-A veces... -me dijo, desviando la mirada, como si le apenara decirlo-. Digo, solo me pregunto dónde estará. No lo eh vuelto a ver desde que corte después de... de lo que paso en el baile. Creí que regresaría, y me pediría que volviéramos, o algo así. Siempre que peleábamos, regresaba con algún regalo caro o una idiotez para que lo perdonara.
-Y si hubiera aparecido, y te hubiera dado un regalo o algo así... ¿Lo hubieras perdonando? -algo me decía que iba a salir con el corazón roto al escuchar la respuesta.
-No -me contesto al instante, sin alguna pizca de duda en su respuesta -No, yo... no podría perdonarle después de lo que hizo. A nadie de echo. Fue cuando supe que habíamos tocado fondo, y no podíamos seguir así. Yo no podía seguir así
Esa respuesta fue una bocanada de alivio para mí. Esta chica sí que tenía amor por sí misma.
-Solo, me pregunto dónde estará -continuo -pero igual, no me importa, por mi puede estar bajo el fondo del agua.
-También yo -dije, dibujando una sonrisa forzada mientras voltea a mirar otro lado, buscando alrededor alguna cosa que me ayudara a cambiar de tema.
Cuando salimos de la tienda de discos, listos ya para regresar cada a quien, a su respectiva casa, pasamos por una tienda de televisores, en la cual se estaban dando algunas noticias en las teles de muestra. Cuando pasamos enfrente, el reportero del canal de noticias dijo algo, que capto mi atención, y obligo a detenerme, dejando a Penny algo confundida.
-... los casos violentos contra la ciudadanía y la misma policía continúan en incremento desde la semana pasada, por un grupo que se hace llamar a sí mismo "Los Lirios". El alcalde declaro que haría todo lo que estuviera en su poder para garantizar la seguridad de los ciudadanos residentes, pero la situación parece empeorar a cada momento. Saqueos, incendios, robos a cargamentos armados, violaciones y secuestros, entre muchas otras cosas más han incrementado a un 60% en lo que va de toda la década.
» Las autoridades teorizan que toda esta ola de violencia se debe a un conflicto entre grupos criminales rivales, que recientemente entraron en una especie de "guerra" que no terminara hasta que uno de ellos sea erradicado en su totalidad. Estas afirmaciones se sustentan por la exhibición de cuerpos mutilados y deformados, expuestos en las vías públicas como un modo de "advertencia" o aviso hacia el otro grupo criminal.
Las imágenes que pasaron en el noticiera eran realmente grotescas. Había una fila de personas ahorcadas, desnudas y llenas de cortes por todo el cuerpo, colgando de un puente peatonal, y otro que servía para que los automóviles cruzaran.
En otro, se mostraba el torso de un hombre, sin ninguna extremidad más que su cabeza cubierta de sangre, atada la parte frontal de una camioneta prendía en llamas, que había sido abandonada en medio de la carretera, con más persona dentro, siendo carbonizadas hasta las cenizas.
Y más imágenes y fotografías de gente metidas en bolsas de plástico abandonadas en los ríos o grutas de la carretera, y otras más en las cuales ni siquiera se molestaron en ponerlos en bolsa. Yacían tiradas en medio de la calle, basureros, y algún lado de alguna carretera transitada en el desierto. Todos los cuerpos con heridas de bala en todo el cuerpo, algunas mutiladas, sin brazos, piernas, o hasta inclusive cabezas. A este paso, toda la ciudad se convertiría en un cementerio clandestino.
Después mostraron imágenes de muchos, muchos estabelecimientos y viviendas que habían sido prendidas en llamas, con probablemente gente dentro también. Eran lugares como restaurantes, clubes nocturnos, carnicerías, tiendas simples de abarrotes, y alguno que otro bar. Pero también casas normales en vecindarios, que habían sido reducidas a polvo.
Ver todas esas imágenes hicieron que me estremeciera demasiado, y sintiera un escalofrió recorrer mi espalda. Pensar que todo eso había sido por mi culpa... por haber matado a un imbécil en el momento equivocado... no podía soportarlo. No podía soportar esa presión sentía que me asfixiaba en mis propios pensamientos y culpa.
Y después se me vinieron a la mente, la gente a la que había asesinado. Vi a ese chico al que torturamos hasta la muerte, sentado en la silla lleno de sangre, con la cabeza hecha pedazos por el disparo que había recibido. Vi a los otros dos que habíamos asesinado en el almacén, vi al otro chico que arrojamos por el puente, los otros más que asesinamos en el aeródromo, llenos de pólvora en el cuerpo, al que asesinamos en el bosque no hace más de una semana. Y finalmente... vi a Oscar, tumbado en el suelo, mirándome con esos ojos suplicantes, pidiéndome que le diera una segunda oportunidad.
A todos esos los había asesinado, les quite su derecho de existencia. Y me hacía sentir como un maldito asesino, un monstruo. Todo lo que una vez no quise ser, era en lo que me estaba convirtiendo
Penny me toco el hombro, como si me apoyara, y miro el noticiera al lado mío, sacándome de mi trance y mis oscuros pensamientos.
-Es horrible ¿No? Digo, la ciudad nunca fue un campo de rosas donde nunca sucediera algo, pero esto... esto es demasiado.
-Ni que lo digas -le conteste, intentando no mostrarme tan tenso-. EL mundo se está volviendo cada vez más loco...
-O nosotros somos los que nos estamos cayendo en locura -me respondido Penny, mientras se rascaba su nariz, aun mirando la pantalla.
-Mejor vámonos... -le dije mientras la tomaba de la mano, y la jalaba un poco para que viniera conmigo.
Necesitaba relajarme, o comenzaría a arruinarlo todo. De nada me iba a servir carcomerme en culpa, y menos frente a ella. Tenía que disfrutar el día, o al menos, intentarlo.
-¿Te encuentras bien Arthur? -finalmente me pregunto Penny, mientras salíamos del centro comercial, para caminar hacia la calle.
-¿Por qué no lo estaría? -le conteste, arqueando la ceja.
-No se... has estado muy raro últimamente. Bueno, eso no es cierto. Llevas raro ya desde hace mucho tiempo, cambiaste...
-Bueno... todos lo hacemos ¿No crees? Lo único constante en esta vida es el cambio. Sería más preocupante notar que sigo siendo el mismo imbécil de hace uno o dos años, en vez de haber cambiado y evolucionado como persona -no se dé donde saque tanta mierda existencialista, pero a Penny pareció agradarle.
-¿Dese cuando te volviste un filósofo, Arthur? -me dijo, mientras reía entre dientes.
Solo le levante los hombros como respuesta.
EL sol ya había comenzado a descender, ocultándose en las lejanas colinas. Bajamos por las escaleras del metro subterráneo, y no quedamos los dos juntos, esperando a que llegara. En un momento, Penny se puso frente mío, mirándome a los ojos. Fue cuando note nuestra diferencia de estaturas, no más de 10 centímetros, pero me seguía resultando gracioso como ella tenía que alzar la vistas para mirarme. Ella era un poco más baja que Astrid...
-Sabes que no me refería a ese tipo de cambio -siguió con el mismo tema.
-Entonces no sé a qué te refieres -le conteste, haciéndole una mueca, confundido.
-Desde esa vez que estabas platicando con Oscar en la cafetería, en los primeros días de clases del año pasado ¿De qué fue de lo que hablaron exactamente? Después de ese día fue cuando comenzaste a comportarte raro. Te comenzaste a juntar con Oscar, y venias a la escuela otro estresado, hasta incluso con uno que otro moretón.
-Pffff, por favor, yo nunca me junte con ese imbécil -intente mentir, pero a juzgar por la reacción que tuvo Penny, no se lo había tragado.
-Arthur, no soy estúpida. Tal vez en la escuela se evitaban, pero en la salida si logre ver una dos veces yéndose juntos. Solo... dime la verdad.
-Pero es que no sé de qué verdad me estas hablado.
-Tú y el... ¿Estaban metidos en cosas turbias? -mierda, mierda, mierda.
-¿P-por qué piensas eso? -comenzaba a ponerme nervioso.
-No lo sé... Oscar siempre se comportó raro. A veces estaba muy estresado, hasta diría que paranoico. Se comportaba de manera muy agresiva, y...no sé. Algo me decía que estaba metido en cosas turbias. No iba al colegio, y siempre en las noches estaba ocupado. Y a veces de la nada aparecía con montones de dinero, salidos de quien sabe dónde. Por eso los regalos caros, y las raras extravagancias que tenía. Como esa estúpida motocicleta que se consiguió de un día para otro ¿Entiendes a lo que me refiero?
-¿Y eso que tiene que ver conmigo? Ya no me parezco en nada a ese tonto.
-¡No! Yo... no digo que te pareces a él, es solo que... -soltó un gruñido, meneando la cabeza, frustrada-. Olvídalo, no deberíamos estar hablando de este tonto. Mejor cuéntame ¿Cómo es que sigue tu madre?
El metro llego justo detrás de nosotros, haciendo vibrar las vías y toda la estación en general. No iba tan lleno como pensé que iría, suponiendo que ya era tarde, y usualmente a estas horas todo el mundo ya iba regresando de sus trabajos o colegio.
-Ella está bien -le conteste, mientras la guiaba para que se sentara en una de las sillas de los vagones, mientras yo me quedaba de pie frente a ella, sosteniéndome de uno de los tubos que colgaban del techo-. Ya no necesita estar conectada a uno de esos respiradores. Ya puede respirar por su cuenta.
-Entonces ya está mejorando -me dijo, entusiasmada, mientras el vagón comenzaba a ponerse en marcha, haciendo que me sostuviera más fuerte de los tubos -¿Ves? Te dije que lo haría, tu madre es una persona muy fuerte.
-Sí, eso ya lo sé. Creo que solo era la angustia del momento.
-¿Y cuándo iras a visitarla?
-No estoy seguro, quizá pasado mañana ¿Por qué lo preguntas? ¿Quieres acompañarme o qué? Te advierto que ese lugar solo huele a plástico, alcohol y suero bromee, a lo que Penny soltó una pequeña risa.
-Seria lindo verla de nuevo. Ya lleva bastante desde la última vez que la vi.
-Sí, ella... pregunta por ti de vez en cuando. Le alegrara saber que no me metiste ninguna demanda por acoso.
-¡Oye! -volvió a reírse, mientras me soltaba una pequeña patada en el pie -Sabes que yo nunca haría eso, me gusta estar contigo.
El sol finalmente termino de ocultarse, y la oscuridad envolvió a la ciudad. El vagón se había vaciado, y yo aprovechado que habían dejado los asientos vacíos, me senté al lado de Penny. El trayecto debió agotarla, ya que a los pocos minutos se había quedado profundamente dormida, recargada en mi hombro. Intente no moverme mucho, para no molestarla, y esperar a despertarla hasta que llegáramos a su estación.
En eso, dos estaciones antes de que llegáramos, un grupo de chicos se subieron al vagón, riéndose y tambaleándose, bromeando entre ellos. Era claro que estaban ebrios, y venían de una tarde divertida. Balbuceaban puras estupideces, y a duras penas lograban mantenerse de pie mientras se agarraban de donde podían.
Note como los chicos se nos quedaron mirando a mí y a Penny, mientras murmuraban entre ellos con risitas maliciosas. Me estaban dando un pésimo presentimiento, solo esperaba que fueran un montón de borrachos sin nada mejor que hacer, y no quisieran pasarse de listos conmigo y Penny.
Al final, le vagón llego a la estación donde yo y Penny teníamos que bajar. La desperté con suavidad, y ella solo se tallo los ojos, levantándose de las sillas conmigo. No creo que haya notado a los chicos en el vagón; pero ellos si notaron que nos estábamos yendo, por lo que, gracias al rabillo de mi ojo, supe que se bajaron detrás de nosotros. Malditos hijos de perra...
-Espera Arthur... necesito ir al baño -me murmuro Penny, mientras subíamos las escaleras de la estación.
-¿En serio ahora? ¿No puedes esperar a llegar a tu casa? -le dije un poco preocupado, mientras miraba detrás de nosotros a los chicos riéndose.
-¿Qué pasa? ¿Tienes prisa?
Se me ocurrió decirle que estos imbéciles nos estaban siguiendo, y probablemente no con muy buenas intenciones. Pero no lo hice. No sé por qué, quizá para no arruinar la noche, o hacer que se preocupara. Chance y esos imbéciles no nos estaban siguiendo, y solo nos pasarían de largo. No estoy seguro del por qué, pero no lo dije nada.
-No, no es eso -le conteste finalmente-. Está bien, en la estación debería de haber algunos. Vamos.
Cuando llegamos a los baños, Penny entro, y yo me quede esperando afuera, recargado en una pared, mientras sacaba un cigarrillo, y lo encendía. Fue cuando aparecieron esos tres imbéciles, caminando directo hacia nosotros.
Sentí como mi cuerpo se tensaba, y los nervios que mi piel se erizara. Pero no debía de preocuparme, estaría bien...
Los chicos intentaron ignorarme. Uno de ellos, que tenía el tatuaje de una especie de flor negra en el cuello, intento pasar el baño de las chicas, donde estaba Penny, con los otros dos detrás de él, pero extendí mi brazo, evitándoles el paso.
-Creo que te equivocaste de baño, compañero. El de hombres esta por haya -le dije, intentando mantener la calma.
-Eso ya lo sé. Quita tu brazo ahora si no quieres que te lo rompamos -me contesto el chico con el tatuaje, mientras sus dos amigos de atrás comenzaban a soltar risas silenciosas.
-Me temo que no lo hare -le dije, de una manera fría y firme.
Debía mantener la calma, y no mostrar que tenía miedo, o estos imbéciles se aprovecharían de eso.
-Vamos, solo queremos divertirnos un rato... Si te quitas, prometemos guardarte algo para ti.
El chico intento quitar mi brazo del paso, pero yo lo volví a colocar, y lo empuje con la palma de mi mano a su pecho, haciendo que casi se cayera al suelo.
-¿Qué no entendiste? Te dije que no -ahora si ya me estaba molestando.
El chico recupero a compostura, acomodándose su chaqueta, quitando su estúpida sonrisa boba, cambiándola por una fastidiada.
-Escucha niño, de una u otra forma entraremos a ese baño. Te diré que es lo que va a pasar si no te quitas del camino: Aplastaremos tu cabeza contra las vías del tren, y después entraremos a divertimos con la chica ¿Crees que es necesario que termines con la cabeza aplastada? Yo no lo creo.
-Tienen 10 segundos para irse, y ya pasaron cuatro -no había vuelta atrás. Tendría que encargarme de estos sujetos.
Los chicos solo se rieron, burlándose de mí. Me estaban sobrestimando, y lo pagarían muy caro.
Cuando de nuevo me intentaron quitar del camino, uno de ellos me tomo por la playera con fuerza, e intento hacerme a un lado, pero yo lo tomé de vuelta, y gracias a que el chico estaba ebrio, lo pude lanzar con más facilidad, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
Uno de ellos intento golpearme en el rostro, pero lo logre desviar, dándole una bofetada en la oreja para que se alejara. Fue cuando me harté, y decidí ponerle fin a todo.
Cuando el chico con el tatuaje en el cuello intento golpearme, saque mi revolver del cinturón de mi pantalón, y le abofetee con el arma con todas mis fuerzas. Aprovechando que el chico estaba aturdido por el duro golpe, lo tome del cuello de su camisa, y lo jale hacia mí, colocándole el cañón del arma debajo de su barbilla, apretándolo lo más que pude. Toda la expresión de confianza y seguridad que tenía el imbécil se desvaneció cuando vio el cañón debajo de sus ojos. Sus otros dos amigos retrocedieron asustados, mientras extendía las palmas de sus manos hacia arriba.
-Ya no eres tan valiente ¿Oh sí? -Le dije, presionando el gatillo, contra su barbilla, listo para disparar, aun sin soltarlo, mientras el chico, tembloroso, se arrodillaba en el suelo.
-Espera, espera, por favor... no vayas a disparar...no tienes que... -ahora me suplicaba. No pude evitar embozar una sonrisa.
-Tienes suerte de que este esperando a la chica que entro a ese baño -le dije, quitándole el cañón, y soltándolo-. Si no estuviera esperándola, tú ya estarías muerto. Los tres lo estarían -voltee a mirar a los demás chicos-. Tienen muchísima suerte. Pero... si siguen molestándome a mí y a la dama, insistiendo en entrar a ese puto baño, voy a meterles a cada uno el revolver por los dientes, y les hare tragar pólvora, para luego arrojarlos a las vías del tren; y después de todo eso, tendré que disculparme con la chica. Ustedes eligen.
Los otros dos ayudaron a levantarse al chico del tatuaje, y se me quedaron mirando con miedo, a mí y al arma que aún tenía en las manos.
-No, no quisimos enfadarlo... nosotros no...
-Fuera de mi vista, antes de que cambie de opinión.
Después de esas palabras, los chicos solo retrocedieron un poco, y después se echaron correr escaleras arriba, saliendo de la estación.
Solté un suspiro, agotado, y volví a aguardar el arma, para que Penny no la viera. Ya sé que no fue lo más limpio del mundo, pero si no hubiera traído esa cosa, muy posiblemente entre los tres si me hubieran dado una buena paliza, y a Penny le hubiera ido mucho peor.
Tenía que agradecerle a Michael por insistir tanto que de ahora en adelante llevara el arma a todos lados, por lo peligroso que ahora se había vuelto la ciudad. Esa cosa que tanto detestaba llevar escondida entre mis prendas, ahora me había salvado la vida...
-¿Todo está bien? Escuche algo de ruido aquí afuera -me pregunto Penny, mientras salía del baño minutos después de que los chicos ya se habían ido.
-No, no pasó nada. Solo... un vagabundo borracho que comenzaba a ponerse violento -le mentí, mientras me aseguraba de que el arma estuviera bien escondida.
-¿Estás seguro? Creí haber escuchado más voces...
-Pfff, debiste haber alucinado. Solo era un vagabundo. Ven, vámonos de una buena vez de aquí, ya es demasiado tarde.
Penny solo me arqueo la ceja. No pareció convencerle del todo lo que le dije, pero la final solo levanto los hombros, y dejo el tema de lado.
Caminamos un rato por la vereda, bajo la luz de los faroles que iluminaban las calles, que a duras penas funcionaban. Penny me seguía hablando de música, y lo fabulosos que eran Pink Floyd, mientras yo solo la escuchaba, y sonreía de vez en cuando como un imbécil. Me gustaba mucho escuchar su voz, y oírle hablar tan emocionada, aunque avece no entendiera de lo que me hablaba. Simplemente, me gustaba...
Finalmente, llegamos al jardín de su casa, a su pórtico.
-Bien, supongo que...eso es todo -le dije, intentando despedirme.
-Te invitaría a pasar, pero mi hermana se pone muy histérica cuando llevo a alguien a la casa sin avisar, y creo que ya estás muy cansado como para escuchar los sermones e interrogatorios de alguien. Suele ser bastante... sobreprotectora.
Y vaya que tenía razón. El día resulto más pesado de lo que creí, y solo quería llegar a mi casa, para dormir.
-No te preocupes, ya será para la próxima -le dije, sonriendo.
-Entonces... supongo que te veré después...
Solo le asentí como un completo idiota. No sabía que mierda hacer, estaba justo enfrente de mí, a centímetros de mi cara, y todo mi cerebro estaba en medio cortocircuito, con mis neuronas intentando organizarse sobre que mierda hacer.
«Solo bésala, idiota. Es lo que siempre quisiste ¿oh no?»
-¿Me quieres decir algo? ¿Oh por qué te quedas hay parado? -me pregunto Penny, riéndose, mientras yo luchaba por no tener un derrame cerebral.
-No yo... - «¡Bésala maldito idiota, solo hazlo!» -Nada... no es nada. Olvídalo -«Bien hecho, pedazo de porquería» -Te veo después Penny, cuídate.
Después de esa auto-humillación, solo me di la vuelta, y comencé a caminar por la calle, maldiciéndome de todas las maneras posibles. Era un cobarde, había arruinado el momento perfecto, después de tanta mierda por la que había pasado ¿En serio me seguía dando miedo este tipo de cosas? Patético y diez veces más patético.
Seguía maldiciéndome, caminando con la cabeza agachada, pensando las maneras más eficaces de suicidarme sin dolor, cuando escuche un ruido detrás mío.
-¡Hey, Arthur! ¡Espera! -era la voz de Penny.
Cuando me giré, vi que venía corriendo directo hacia mí, y cuando llego, se abalanzo dándome un abrazo, sosteniéndose de mi cuello, al mismo tiempo, dándome un beso en los labios. No me dio ni tiempo de procesar que mierda es lo que había ocurrido; solo me quede estático, sintiendo todo tipo de escalofríos en mi cuerpo, deslizándose como una corriente eléctrica. Todo el mundo desapareció para mí, solo estábamos yo y ella, en medio del puto universo en movimiento. Como una droga azucarada.
La voz de mi cabeza se calló, y solo cerré los ojos, disfrutando ese beso por el cual había soñado por ya tantos años.
Cuando llegue a mi departamento, estaba lleno de energía, y me sentía más feliz que nunca. En mi cabeza solo sonaba "We Are The Champions" de Queen una y otra vez, mientras saltaba y danzaba de un lado al otro de mi pequeña vivienda, festejando. No recordaba la última vez que había estado así, ni siquiera recuerdo haberme sentido de este modo alguna vez si quiera. No quería que la noche terminara, no quiera dejar de sentirme así, estaba en la cúspide de mi propia alegría.
Pero el teléfono de mi casa sonó, y la ilusión termino en ese momento.
-¿Bueno? -conteste un poco molesto.
-Hey Arthur ¿Dónde piñas estabas? Estuve llamándote y no me contestaba nadie -Esa era la voz de Michael.
-Estaba... haciendo unas cosas ¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Oh ¿Es un mal momento? -me pregunto, sonando preocupado.
-No, no, todo está bien, ya terminé... ¿Qué sucede?
-Encontré... bueno, Michelle encontró el paradero de la perra de Robert Fraga. Parece que el maldito se oculta en una cabaña, en medio del bosque antes de llegar a la costa. Llame a los muchachos, y están listos. Iremos a darle caza ahora. Chucho puede ir a recogerte ¿Te apuntas?
Me sorprendido bastante que Michael me preguntara eso. ¿Me estaba dando la opción de no ir? Normalmente esperaría algo como "Si no traes tu culo ahora en menos de 5 minutos, acostúmbrate a tener las piernas rotas".
Pero no... me estaba dando a elegir. Era mi decisión, por primera vez en mucho tiempo, podía tomar una decisión. Y por supuesto, escogí la peor de todas.
-Claro, ahí estaré.
No lo sabía en ese momento, pero una de las mejores noches que había tenido en mi vida, estaba a punto de convertirse, en una de las peores.
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