The last day
Una terrible semana que no me habían dejado ir al hospital pero por fin era lunes y solo significaba una cosa: vería a mis amigos de nuevo.
Al salir de la escuela llegué corriendo a casa para irnos lo más rápido posible, casi casi ahogándome con los taquitos.
—Sant más despacio —regañó mamá.
—Ya mamá, ¿Nos vamos? —presione apurado.
—Me dejas terminar —pidió comiendo lento.
Me tire en la silla para gruñir, unos minutos después por fin terminó.
—Anda ya dramático —asintió.
—Gracias —sonreí.
Corrí por mi sudadera para bajar y podernos ir, mamá me dejó en la puerta pues tenía cosas que hacer, subí hasta el piso nuevo con una dotación extra de dulces pero al llegar me llevé la sorpresa de que no estaban.
—Que bueno que llegas —me abordó Carol.
—Temprano supongo —comenté confundido— ¿Dónde están?
—Ven chico, te llevo con ellos —asintió.
Su voz me decía que algo andaba mal, llegamos a la habitación de Rick donde todos esperaban afuera.
—Por fin llegas —gruñó Damian —¿Dónde mierda estuviste?
—Damian —regañó Peter molesto.
—Me enferme —contesté— papá les iba a decir pero ya veo que no, ¿Qué pasa?
Jackson suspiró para agacharse a mi altura.
—Es Rick Santi, es hora —dijo poniendo su mano en mi hombro.
—¿Hora? —pregunté confundido.
—De que te despidas Santi —explicó Jacks.
Le miré para negar y apartarme ligeramente de él.
—No...
—Sant escúchame —me tomó Damian de los hombros— Esta mal de acuerdo, lleva toda la semana así pero te ha estado esperando.
Negué mordiéndome el labio para no llorar.
—No puedo... yo no —negué.
—Santi, está sufriendo y solo tu puedes acabar con esto —aclaro Damian— hazlo por el de acuerdo.
Asentí cansado, Damian revolvió mi cabello para sonreírme, tomó mi mano para guiarme hasta la habitación y tocar la puerta.
Una mujer de aspecto cansado abrió para mirarnos.
—Es él —anunció.
Su madre me sonrió para asentir.
—Encantada de conocerte Santi —me tendió la mano—entra.
Miré a Damian quien solo asintió, entre para verle en cama, su madre se acercó a él para besar su frente y decirle algo al oído.
Ella me sonrió para darme una palmadita en mi hombro y salir, me quedé ahí en la puerta por unos segundos.
—Hola hermanito —dijo débil— ven aquí.
Me acerqué a él para sentarme a su lado, estaba más pálido que nunca, con aquellas ojeras bajo sus ojos y el color entre morado y azul de sus labios.
—Perdón, hubiera venido antes pero me enfermé —susurré.
—Está bien hermanito, me tenías preocupado —sonrió— ¿Tienes frío?
—Siempre —contesté cansado.
Él sonrió para tomar su gorra que tenía a un lado y ponérmela.
—Te queda el verde —confirmo— quédatela.
—Pero... es tu favorita —le recordé.
—Está bien, quiero que la tengas —asintió.
Bajé la mirada cansado, evitando llorar.
—Te vas a poner bien —le miré— vas a ver que si solo resiste un poco más.
—Sant...
—Te lo prometo yo... hablaré con mi padre, te buscaremos lo mejor por el dinero ni te preocupes solo aguanta —rogué.
—Hermanito —me detuvo tomando mi mano para negar.
Una lágrima rodó por mi mejilla la cual secó.
—No llores Santi, esta bien —me calmó— venga mejor cuéntame como vas con el imbecil.
—¿En serio me harás hablar de él? —pregunté cansado.
—Te gusta no es así —sonrió mirándome.
Asentí para bajar la cabeza, otra lágrima rodó por mi mejilla.
—Está bien Santi, no tengas miedo de amar a quien hace latir tu corazón —aconsejo— hazme un favor si, inténtalo.
—No podemos estar juntos —murmure.
—¿Quién lo dice? El mundo —señaló riendo— que se joda.
Negué para mirarle.
—De hecho son las maestras dicen que si nos ven juntos nos pondrán en detención —explique, le tenían miedo al éxito.
—Más tiempo para que estén juntos —señaló lo bueno.
—El me odia —explique decepcionado.
—No lo creo, quien podría —dijo presionando mi mejilla— aún son unos niños Santi, apenas están descubriendo lo que es el amor... los he visto mirarse y tal vez ahora no sea el momento pero prométeme una cosa si, cuando llegue tu oportunidad con él lo intentarás.
Asentí triste, otra puta lágrima corriendo por mi mejilla, pero puedo decir que al final cumplí mi promesa.
—Hey —me sonrió— está bien hermanito, ven aquí.
Mi hermano me abrazó con un débil abrazo que era todo lo que le quedaba.
—Me dirás quien es tu padre —pidió— necesito saberlo.
Suspiré para verle agotado.
—Es el dueño del hospital —confesé— este, y muchos.
—Mi hermanito es de la realeza —se burló divertido.
—Lo odio —confesé— no quiero ser de la realeza, no quiero dinero, ni un padre que me diga que debo ser —suspiré— quiero una vida propia, y un padre que me quiera.
Mi hermano suspiró para atraerme a él.
—Lo conseguirás, escúchame Santi eres un chico asombroso, un poco borde y ese carácter —dijo riendo— conseguirás todo lo que quieras siendo tú, te lo mereces hermanito y un día así será, te lo prometo.
Lo abracé tan fuerte como pude mientes él hacía lo mismo.
—Te quiero hermano —susurré— gracias, por creer en mi.
—Gracias por ser mi hermanito —suspiró— te quiero Santi, sigue como siempre, sigue tu corazón.
En ese momento no me pude controlar y empecé a llorar en sus brazos hasta que el monitor generó ese largo pitido.
—No, ¡No! —me levanté para mirarle, una ligera sonrisa estaba en su rostro —Por favor no me dejes, por favor... por mi hermano.
Traté de despertarlo pero no reacciono, salí en busca de ayuda, ahí estaban todos.
—Ayuda... él no —miré a Carol— ¡Has algo carajo!
—Santi esta bien —se acercó Peter— esta bien.
—No, no lo está —lo empuje.
—Santi —me calmó Jackson— ya está en un mejor lugar.
Negué para salir corriendo, terminé escondido donde solía ir cuando me sobrepasaba todo y ahí escondido escuché la campana, el vitoreó y los aplausos.
La curiosidad mato al gato y a mi me destrozo el corazón, porque en ese momento ver a Inviernito tocar la campana, sonriendo porque se había curado me quebró.
En ese momento solo lo odie, porque él se había curado y mi hermano no, lo odie porque me había enfermado por su culpa y no había podido estar con él en su última semana... y mi incapacidad para filtrar mis sentimientos hizo que lo odiara con todo mi ser.
—Ahí estas —Llegó Damian para mirar la escena— así que el imbecil se curó, bien por él.
Le miré molesto para empujarlo.
—Santi —me detuvo— escucha todos sabemos que esto iba a pasar.
—¡Yo no! —le grité llorando.
Damian suspiró para abrazarme.
—Suéltame —ordene.
—No hasta que te calmes y lo saques todo —me trató de calmar.
—No es justo —lloré más.
—No lo es Santi pero así es la vida —me calmó— es injusta, se gana, se pierde y duele, pero así es algunos nos curamos y otros no y esta bien.
Le miré, el chico me abrazó más para calmarme.
—Lo que importa son las experiencias que se viven y tú le diste lo que él más quiso, un hermanito —asintió— siéntete orgulloso de eso.
Me dejé llevar por un momento, pero no por mucho porque no podía llorar en público.
—Me quiero ir... me quiero ir ya —le dije.
—Está bien chico, llamaremos a tu madre si —me calmó.
Carol llamó a mi mamá para que me recogiera pero no quería esperar con los demás, me escapé a la oficina de mi papá por que era lo que quería... quería que me consolara, que me dijera que iba estar bien... no fue así.
Abrí la puerta y ahí estaba medio hospital.
—Papá —lo llamé.
—Santiago —dijo evidentemente molesto— espera afuera.
—Papá —repetí llorando.
Mi padre se acercó a mí para verme.
—¿Estas herido? —preguntó preocupado.
Negué con las lágrimas manchando mi carita.
—Entonces espera afuera y ahora salgo —me miró avergonzado.
No dije nada, solo lo abracé con fuerza.
Papá suspiró para cargarme y sacarme de la oficina, me sentó en las bancas de afuera para llamar a su asistente.
—Llama a mi esposa quieres y quédate con él —ordeno separándome del abrazo.
—No —me quejé volviéndolo abrazar— por favor.
—Santiago estoy en algo importante quédate aquí y ahora viene tu madre —ordenó quitándome de él— has caso quieres, se un hombre no un niño.
Le miré para asentir, mi padre se fue sin más dejándome con su asistente quien me abrazó hasta que llegó mi mamá.
—Santi —dijo abrazándome con fuerza— tranquilo mi niño ya estoy aquí.
Me limpié las lágrimas para mirarle.
—¿Dónde está tu padre? —preguntó preocupada.
—En junta —explicó su asistente.
Mamá negó molesta para suspirar.
—Vámonos —pedí— solo vámonos.
Mamá no dijo mucho, al llegar me encerré en mi habitación para no salir.
—Tonto —dijo mi hermana entrando.
No le respondí, mi gemela se acostó a mi lado para abrazarme de inmediato y besar mi frente.
—Llora Santi —me miró.
—No —susurré cansado.
Mi hermana me pellizco fuerte en el brazo.
—Ahora ya tienes una razón —señaló.
Me deje llevar, lloré hasta que me dolió la cabeza y mi hermana se quedó a mi lado como siempre.
Esa noche mamá se peleó con mi papá, lo sé porque cuando desperté papá salió del cuarto de huéspedes sin decir más.
Mamá me preparo para el funeral, nunca había ido a uno pues según mamá aún era muy joven... sin embargo nunca hay edad para ir.
—Seguro que no quieres que vaya —mencionó Sofi.
Negué mientras mamá me acomodaba la corbata.
—¿Y papá? —pregunté agotado.
—Solo tu y yo cariño —besó mi mejilla— vamos que se nos hará tarde.
Suspiré, no me emocionaba faltar a clases por ir al funeral, pero menos me emocionaba ir a la escuela y verlo sonriendo por ahí y contándoselo a todos.
La ceremonia fue... solo dire que fue una de las más lindas a las que he ido, ciertamente muchos ya estaban preparados, todos decían que ya estaba en un lugar mejor, que ya no sufría.
Porque si... el cáncer es mierda y todo aquel dolor que sufrió ya no estaba.
Al final mientras mi madre hablaba con la mamá de Rick los chicos se acercaron, sin más Peter llegó a mi para abrazarme con fuerza y se lo permití.
—Ya estás mejor Santi —dijo Jackson poniendo su mano en mi hombro.
—Eso creo —suspiré— perdón por lo de ayer.
—Ni te disculpes Santi —dijo Dami— te veremos el viernes no es así.
Solo asentí porque no sabía que decir, la semana fue dura, no quería ir a la escuela pero claro me obligaron hasta que llegó el viernes.
Mamá me dejó en el hospital, tarde casi veinte minutos pero por fin me decidí a entrar y ahí estaban repartiendo las cartas.
—Pero miren quien llegó, pequeño Santi —sonrió Damian —pensamos que ya no venias.
—Si no quien los iba a dejar en banca rota —sonreí.
—Vamos entonces —sonrió Peter.
Y así fue por largas semanas, Peter fue el siguiente en tocar la campana, regalándome su gorro favorito, incluso Jackson me regaló el suyo y por último fue Damian tocando la campana con fuerza.
Al estar ahí se vive una serie de emociones impresionantes y en ese momento solo pude abrazarlo.
—Me alegro de que no murieras —suspiré.
—Gracias niño —palmeó mi espalda.
Mientras comíamos el pastel me pegó la realidad.
—Am si ya se curaron eso significa que... ya no, ya no los volveré a ver —mencioné inseguro.
Se hizo un gran silencio entre los cuatro.
—Pero que dices claro que si —rompió el silencio Jasckson— qué tal si nos vemos los viernes aquí para una partida.
—Si, tienes influencias aquí no —agregó Peter— me parece perfecto.
—Entonces el viernes— afirmó Damian.
—El viernes —sonreí.
Y espere hasta ese viernes con todas mis esperanzas, mi mamá me llevó pasando por una caja de donas pues ya podían comerlas sin problemas.
Al llegar bajé con mi caja de donas para instalarme en una de las salitas lejos del área de quimio.
—Vienes preparado he —saludo Carol.
—Así es, creo que ayudarán aligerar esto—explique.
—¿Como estás? —preguntó.
—Estoy bien, creo —contesté inseguro.
Ella asintió para abrazarme, me quedé solo esperando, pasó una hora, luego otra hasta que dieron las nueve y no llegaron.
—Quedaron un par —se las deje a Carol desanimado.
—Hubo un accidente en la carretera cariño es posible que no llegaran —me calmó.
—Supongo —asentí.
Fue verdad pues nos fuimos cerca de las tres de la mañana pues el tráfico no dejó llegar a mamá así que me fui con papá.
El siguiente viernes espere y no llegaron, esperé y esperé y así pasó un mes donde desperdicie mis viernes esperando en una estupida sala a que vinieran mis supuestos amigo, pero no llegaron.
Aquel viernes decidí que sería mi último viernes, llegué animado al hospital, con una caja de donas.
—Te ves feliz hoy —dijo Carol.
—Tengo un presentimiento —sonreí— traje donas, una baraja nueva y las invitaciones de mi cumpleaños... lo sé una idiotes pero este año será buena.
Ella sonrió para asentir, me senté comiendo una dona, esperando pero mis ánimos decayeron, hora tras hora sintiéndome como un idiota por pensar que esto seguiría, pensar que le caía bien a chicos grande, pensar que esto había sido especial para mi... pero solo había sido un niño estupido.
A las seis de la tarde me negué a continuar, me levanté para dejar las donas y tirar las estupidas invitaciones en el bote.
—Hey —dijo Carol— Santi...
—Déjame es una estupidez —suspiré.
—Apenas son las seis —dijo extrañada.
—Las seis, las nueve que más da, no vendrán he estado aquí un mes esperando... ellos no vendrán —me di cuenta— ten seguro le hace falta en él área de quimio.
Ella tomó las cartas para abrazarme.
—Serás una buena doctora, búscame cuando se el jefe de este lugar —agradecí.
—Claro que si —negó divertida.
Y así fue, esa mujer se volvió la mejor ginecóloga del país... aquella que trajo al mundo a mi bebé.
Ese día me fui a las seis de la tarde, y treinta minutos después ellos llegaron.
—Les dije que no estaría —se quejó Damian.
—Claramente —continuó Peter.
—Oh claro que estuvo —llegó Carol— todos los viernes desde las cuatro hasta las nueve de la noche pero adivinen quien no estuvo.
—¿Y donde está? —preguntó Jackson.
—Se acaba de ir, se canso chicos y no lo culpo —señaló— lo defraudaron.
—Lo sabemos —mencionó Peter— pero es tan duro volver, seguir aquí recordando en vez de avanzar.
—Lo entiendo, pero no se detuvieron a pensar en él—los regaño— para que le dijeron que viniera si no planeaban hacerlo.
—En nuestra defensa creíamos que Peter vendría —señaló Damian.
—Yo si viene... solo que no tuve valor de llegar hasta aquí —confesó— somos horribles.
—Lo son —asintió— así que arréglenlo.
Carol recuperó mis invistaciones del bote para dárselas, planeaba enviarlas con una carta amenazante pero le resultó mejor.
—Su cumpleaños —suspiró Damian.
—Aún que lo abandonaron por un mes él iba a invitarlos —contó— no se lo merecen, pero él sí merece cerrar el ciclo.
Esa pequeña conversación tuvo algo de razón para ellos y es que aún fuera del hospital ninguno había cerrado ese ciclo.
El día de mi cumpleaños llegó, esta vez sería en mi casa, una especie de fiesta en alberca con temática de casino.
—Te luciste este año —dijo Sammy sentado en la orilla sin poder meterse.
—Gracias por venir —asentí— aunque nos amargues la fiesta aquí sentado.
—No seas grosero —me pegó Lu molesto.
Negué riendo, aunque las circunstancias no eran las que tenía estaba rodeado de mis amigos, mis verdaderos amigos.
—Santi te buscan en la puerta —me dijo mamá.
—Simple mamá, sin invitación yo no les invite así que no te hagas la buena y no los dejes entrar —aclare ya había pasado otros años.
—Ve, ahora —ordenó.
—Debería meterse a nadar señora Dagda —sonrio Sammy pícaro.
—Ahora si... —mi mamá me detuvo, para llevarme afuera.
Claramente no lo iba a golpear tan fuerte, pero mi mamá era una aguafiestas.
Salí aún un poco confundido, al verlos cobró algo de sentido, dentro de mi solo había ira.
—¿Qué hacen aquí? —dije molesto.
—Carol nos dió las invitaciones—explicó Damian— así que eres rico, vaya tu padre debe ser el jefe del hospital.
—Lo es, ahora largo —ordene.
—Sant...
—No Sant nada —los detuve— yo los esperé, cada viernes estuve ahí como un pendejo sentado, pero eso soy para ustedes una broma no.
—Claro que no niño— me detuvo Damian— queríamos ir es solo que... tú no entiendes lo difícil que es estar ahí, mierda Santi esas no fueron vacaciones para nosotros.
—¡Y crees que para mi si pedazo de imbecil! —le grité— crees que no era difícil estar ahí recordándome que uno de nosotros ya no estaba, crees que no era difícil volver cada viernes con la esperanza de que fueran, pensar que de verdad les importaba, que eran mis amigos.
—Lo somos —intervino Jackson.
—No, porque un amigo no le hace eso a otro, los amigos se cuidan entre ellos, los amigos estan cuando los necesitas, los amigos no se abandona —señale, una lágrima rodó por mi mejilla.
—Lo sentimos tanto Santi —dijo Peter poniendo su mano en mi hombro la que aparte.
—Solo hay que dejarlo así, fue un gusto conocerlos y me alegro de que estén bien —me limpie aquella lágrima— conocen la salida.
—Sant —me llamó Damian— sé que estás molesto con nosotros y nos lo merecemos, pero espero un día nos perdones —suspiró dandome una caja de regalo— eres mas importante para nosotros de lo que crees.
—Eras nuestro motor durante las quimios, un buen amigo —añadió Jackson.
—Y jamás te olvidaremos, espero tampoco nos olvides —terminó Peter— te queremos Santi.
Asentí para entrar dejándolos atrás, volví con los chicos.
—¿Quién era? —preguntó Lu— a caso me está engañando otra vez.
—Eso nunca —negué divertido abrazándolo.
Tenían razón con el tiempo los perdone, los llegué a ver una o dos veces después pero nunca fue lo mismo.
Aquella situación me hizo sentir tan frágil, tan manipulable, abrir mis sentimientos con alguien más que no fuera yo para luego sentir ese abandono me terminó por quebrar.
Así que la inteligente solución de mi yo de doce años fue simple: no demuestres tus sentimientos, no los expreses, guárdatelos.
La peor decisión que pude tomar, por una sola razón... guardarse los sentimientos no es bueno.
Terminas siendo un ser frío, con ira y miedo... que fue en lo que me convertí.
Ya no hay días buenos, solo días... pido perdón, no me maten por favor.😭
Bueno, bueno ha sido de los más difíciles que he escrito, ahora entienden más de porqué Santi es como es.🥺
Podemos decir que cumplió su promesa, Rick desde el cielo está orgulloso del latino.🙌🏻🥺💕
Se cierra esta etapa y empieza una nueva, ¿Adivinan? 🌚
Les dejaré una pista: Lu.💅🏽
Se me cuidan, coman heladito, los pañuelos van de mi parte y los tqm 😘
Por cierto fue cumpleaños del Latino el 19 de agosto así que les dejo este imagen que hice para su cumple.🥳
Si lo contamos por su publicación el nene tiene cuatro añitos, todo un bebito.
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