[2] ARUNA
El día tan esperado ha llegado. Con 21 años recientemente cumplidos, mi hermano y yo teníamos que enfrascarnos en nuestra misión y cumplir con las expectativas de todos a nuestro alrededor.
Como en el territorio Draco no había quien haga pieles que me resguarden contra el frío, dado las altas temperaturas que siempre habían, tendría que comparar afuera. Así que me aseguré de tener dinero para ello y para una embarcación, llegado el caso, que me lleve hasta el antiguo territorio Siren.
Por lo tanto, mi ropa solo constaba de un pantalón y remera largos y negros. Tenía mi armadura de escamas de dragón que padre nos había regalado a Kalu y a mí en nuestro cumpleaños, forjado con las escamas que se le cayeron a su vulcanus. Eso hacía que la armadura sea liviana y altamente resistente.
Tenía mis dagas escondidas en mis botas y a mi espalda, además de los dos espadas cortas de doble filo en el cinturón de mi cadera. A diferencia de Kalu, que prefería una espada dada la fuerza que tenía para blandirla, yo prefería ser rápida y certera con mis dos espadas ligeras.
Me até el pelo en una trenza para que no me molestase, y también para ocultar el hecho de quien era con una capucha.
Tomé mi capa y mientras me la ataba observé a mi hermano. Kalu estaba también enfrascado en sus propios movimientos, justo del otro lado del pequeño establo con su caballo. Ajustaba las riendas y se ponía su propia capa, su ropa no difería mucho de la mía. La gran espada la puso en la funda ajustada en la montura de su caballo negro, era para que no le molestara al cabalgar.
Ninguna de nuestras pecheras tenía el escudo Draco como todas las demás lo tenían, era algo peligroso que la gente supiera quiénes éramos.
— ¿Lo tienes todo? — Le pregunté mientras montaba mi caballo y tomaba las riendas.
— Así es — Él también se acomodó encima del suyo.
Ambos salimos del establo, nos llevaron hacia el tumulto de personas justo delante del castillo y paramos hasta esperar ser presentados.
La voz de mi padre retumbó entre todos los gritos, pude verlo en el escenario, aunque no entendía sus palabras por el ruido de la gente emocionada. Debía estar dando un gran discurso, tal vez uno muy similar al que venía practicando días atrás.
Cuando señaló hacia nosotros, Kalu y yo comenzamos a movernos en el espacio que la gente había dejado. Llegamos al centro del tumulto, las caras eufóricas hacían que mi corazón lata y la sonrisa se escape de mis labios.
Recordarían este día por el resto de sus años, nosotros éramos los príncipes y estaban viviendo nada más ni nada menos que nuestra ascensión.
Nos atreveríamos a dejar las comodidades de nuestro castillo y la seguridad de nuestros guardias para probar nuestra valía, nuestro coraje. Y volveríamos para ser, en caso de Kalu, coronado rey y, en mi caso, coronada formalmente como princesa del imperio. Además de los títulos que tanto venía ansiando: guerrera y jinete de dragón.
Por fin tendríamos nuestros propios dragones.
En cuanto llegamos a la base del escenario de madera nos bajamos de nuestros caballos y subimos las escaleras a la par. El lugar estaba decorado en banderines rojos y blancos con el escudo de nuestro imperio, el dragón con las alas desplegadas y escupiendo fuego hacia arriba, también las antorchas con fuego nos rodeaban.
Como si lo hubiera previsto, la ceniza volcánica no se hizo esperar para unirse a la fiesta de despedida.
— Mis hijos, Kalu Areu Draco y Aruna Eloísa Draco, se irán en busca de sus dragones el día de hoy — Padre nos rodeó con sus brazos a cada uno y siguió hablando a la multitud — Nadie sabe qué destino eligieron, ni qué dragón les espera. Lo que sabemos, es que dentro de poco tiempo los tendremos de vuelta en casa volando sobre nuestras cabezas con sus espléndidos dragones. Y un nuevo reinado dará comienzo.
Todo nuestro pueblo gritó con entusiasmo, mi piel sintió cada uno de sus gritos transformándolos en piel de gallina. Mi estómago dio un vuelco por completo y aseguraba que nadie más podría robarme la sonrisa de mi rostro.
Nuestro pueblo estaba allí, todos fieles al imperio y todos esperando ver nuestro regreso.
Observé a mi lado, los ojos de Kalu me recibieron. Dio un paso adelante y tomó mi mano para ponerme a su lado, entrelazamos los dedos y nos hizo levantar los brazos.
Cuando regresé mi mirada al frente me sentí poderosa, tanto como nunca antes. El agarre de mi hermano me daba confianza. Estaba segura de que jamás nos había brillado los ojos de esta manera, cuando veía a Kalu por fin pude ver el rey en que se convertiría.
Toda esa gente allí se arrodillaría ante él. Ante nosotros. Todos bajarían su cabeza con respeto y lo seguirían en las batallas con sus espadas en mano.
Lo vi allí parado y no pude evitar sentirme orgullosa de quien él era y en lo que pronto se convertiría.
Cuando el momento de júbilo cesó, padre nos dio su bendición. Aún tomados de la mano ambos bajamos en dirección a nuestros caballos nuevamente. Esta vez para montarlos directo hacia la muralla de piedra y así salir al resto de la isla de Nyssa.
Kalu tiró de mí para ponerme frente a él y me sonrió.
— Tengo un regalo para ti — Pestañé confundida por sus palabras.
Él se tomó su tiempo para revisar sus bolsillos hasta sacar una cadena de oro blanco, de ella colgaba como dije un colmillo de dragón.
— Tuve que tomarme un día entero para revisar esas cuevas — Me pasó el colgante alrededor del cuello y yo me petrifiqué entera — Le pedí al colalarga verde de mamá si me podía dar un colmillo o una garra para ti.
Cuando Kalu abrochó el colgante y yo sostuve el colmillo en mis manos no pude evitar sentirme un poco más cerca de ese dragón y, por lo tanto, de mi madre. Observé a mi hermano intentando que las lágrimas no se derramen, no quería que el mundo entero me viera llorar.
— Gracias Kalu — Dije con mi voz algo entrecortada.
— Es para que no extrañes tu hogar — Explicó.
Y, de repente, caí en cuenta que yo no tenía nada para él. Maldición, por primera vez era yo la que no tenía palabras ni formas para arreglar algo. Siempre era mi hermano el que terminaba en esta posición porque siempre me adelantaba a los hechos.
— No tengo nada, pero... — Miré hacia mi bota derecha, me agaché sacando una pequeña daga que me había salvado más de una vez — Quiero darte esto.
— Es tu daga de la suerte — Kalu reconoció.
Claro que sabía cuál era, el mango de la pequeña daga estaba decorado a su alrededor por un dragón.
— Así es, ahora quiero que tú la tengas — Tomé su mano mientras él ponía algo de resistencia y le obligué a tomarla — La necesitarás de todos modos, digo, para llegar primero.
Kalu se carcajeó y negó con la cabeza, me observó un tiempo y después con una de sus manos tomó mi nuca y juntó nuestras frentes. Estaba serio, sabía cuándo él hablaba en serio porque su rostro cambiaba por completo. Muy pocas veces lo he visto de este modo.
— Hermana, con tal de que ganes no me importaría perder — Quise odiarlo por hacer que casi derrame las lágrimas que venía reteniendo.
Odiaba que me dejase ganar, siempre que peleábamos él simplemente hacía algún movimiento estúpido que lo llevaba directamente a tumbarse al piso gracias a mí. Nunca pude luchar contra él seriamente, no sé quién de los dos ganaría realmente.
Él siempre se aseguró de que yo ganara. No sabía si tenía miedo de quedar en ridículo por haber perdido o por qué. Ahora tal vez entendía un poco mejor, simplemente quería hacerme feliz.
Tomé sus hombros y le sonreí.
— La próxima vez que nos veamos, hermano mayor, será cuando una corona adorne esa cabeza hueca tuya.
Nos abrazamos, él reteniendo con sus largos y musculosos brazos mi delgado cuerpo. Solo me llevaba unos centímetros de alto, pero había sacado la contextura esbelta de padre.
Nos separamos sintiendo ya la falta de su camaradería.
— ¿Carrera hasta el puente? — Dijo volviendo a su sonrisa traviesa habitual.
— No me dejes ganar — Le advertí.
Ambos tomamos las riendas, ignorando a todo el resto. Nos posicionamos uno al lado del otro viendo de frente y a lo lejos la meta.
El puente de piedra negra nos dejaba pasar al otro lado de la caída libre hacia la lava ardiente. Más de una vez lo habíamos cruzado, había sido reforzado con escamas de dragones y metales, revestido en piedra negra.
Kalu hizo el conteo regresivo y ambos salimos corriendo, dejando a la muchedumbre atrás. Casi cabeza a cabeza había pensado que podría llegar a ganar dignamente hasta que Kalu dejó de presionar tanto a su caballo y yo de repente paré enojada a mitad del puente. Él paró un poco más adelante casi llegando al final.
Estaba riendo cuando lo alcancé, pero no pude decirle nada.
— Aquí nuestros caminos se dividen — Dije.
Él debía llegar al lado sur de la muralla mientras que yo saldría por el lado oeste.
— Tienes razón — Me sonrió — Nos volveremos a ver, pequeña Aruni.
— No si vuelves a llamarme así — Dije rebasándolo y finalmente siguiendo mi camino.
— ¡Se que me quieres! — Gritó desde atrás mío, pero antes de que pudiera seguir contestándole él ya hizo galopar a su caballo y vi por sobre mi hombro como se alejaba por el camino de tierra.
Ambos, separados, para seguir nuestra propia y exclusiva aventura.
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¡Día de actualización! Espero les guste el capítulo, las aventuras recién van a comenzar...
(También pueden encontrar actualizado el capítulo de "¿Puedes verme?")
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