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Capítulo 8. Den y Sarah.

Dimitri no había querido separarae de su hermana. Sin embargo, apenas si había tenido tiempo de entender o analizar lo que había ocurrido antes de que Jessica y Ágata tiraran de él, haciendo que se moviera del bosque y empezara a caminar, más por inercia que por otra cosa.

Se marcharon de ahí y, con ellos, el ruido de los cascos de los caballos se fueron apaciguando, aunque no lo hicieron por completo. Dimitri tenía la sospecha de que los caballos de los militares les estaban siguiendo muy de cerca, pero probablemente sus jinetes no estaban enterados de eso y era una casualidad que estuvieran pegados a sus talones... Sí, una casualidad. Eso esperaba.

No fue hasta que realmente se separaron de su punto de partida hasta que Jessica por fin cesó su andar. El ruido de los caballos ya se había extinguido por completo, haciendo que ahora solo quedara el vago ruido de un arroyo muy lejano.

Dimitri, que hasta ese momento no reparó en el nerviosismo que sentía, soltó un profundo suspiro, pasando una mano por su cabello con ademán ansioso y curvando sus labios en una mueca.

—No te preocupes por tu hermana —le dijo Jessica con una sonrisa amable—, ella estará bien con Cian y Auguste...

Dimitri asintió con la cabeza, tratando de no pensar en ello, aunque suponiendo que quizá Morgana estaría más preocupada por él que viceversa.

—Vale —murmuró, rascando su cuello—. Seguiremos hacia el Abismo de los Granch, ¿cierto?

—Así es —respondió Jessica—, nos desviamos más de lo planeado para poder perder a esos militares, pero probablemente nos encontaremos con tu hermana al mismo tiempo, considerando que ellos tendrán que viajar más lento por Auguste.

—¿Qué tan lejos queda el Abismo de los Granch?

Jessica lo pensó por unos momentos, mirando hacia el cielo.

—Deberíamos estar a una media hora —contestó, algo dubitativa—, eso si nos entretenemos en el camino. Igual deberíamos ponernos en marcha. Tendremos que mantenernos alejados del camino, obviamente, sin embargo, no nos tomará mucho —Miró a Ágata, agregando—: ¿Estás segura de que puedes seguirnos el ritmo? Puedo cargarte si hace falta.

Ágata negó con la cabeza.

—Estoy bien —aseguró, pero no agregó nada más.

Dimitri observó a la niña pequeña, preguntándose la razón por la que no hablaba demasiado y, si lo hacía, eran oraciones muy cortas y simples. Suspiró de nuevo, prestando atención a su camino cuando Jessica volvió a ponerse en marcha.

Anduvieron por lo que le pareció una eternidad a Dimitri, pues para empezar, el paisaje ante sus ojos era tan monótono y aburrido que empezó a hacerle sentir algo adormilado, y también esperanzado de que pronto llegaran a su destino.

Delante suyo, Jessica se movía con gran agilidad y rapidez, y Ágata, a pesar de lo que podría haber pensado, tampoco se quedaba atrás. Dimitri lamentaba no haber pensado antes ejercitarse de alguna forma, pues ahora eso le estaba pasando factura, y saber que ya se estaba cansando con esa corta carrera realmente le avergonzaba.

Por fortuna (o por desgracia), súbitamente, tuvieron que detener su paso.

No habían llegado todavía al Abismo de los Granch, eso lo tuvo claro Dimitri cuando percibió el suelo temblar por los fuertes y numerosos pasos de muchos caballos. Se quedó estático. Entonces, oyó una voz, que estaba suficiente cerca como para poder entender lo que esta decía, lo cual era:

—¡No nos pueden llevar de esta forma! ¡¿Es que se les ha metido algo?! ¡Eso es degradante y está violando nuestros derechos como ciudadanos!

Dimitri abrió sus ojos como platos, paralizado al darse cuenta de que reconocía la voz.

¡Era Den!

Pero eso era imposible, ¿no? Den se había quedado en su mundo tras haber sido dejado por el granch... No tenía motivos para hallarse ahí.

Sin siquiera pensárselo, Dimitri empujó la vegetación que le separaba del camino de tierra por el que debían estar andando los numerosos caballos, asomándose al otro lado sin molestarse en ser discreto o cuidadoso.

Su desconcierto fue en aumento cuando cayó en la cuenta de que Den se encontraba en ese lugar, al igual que Sarah... Y, definitivamente, no estaban ahí bajo las mejores condiciones.

Ambos estaban siendo llevados en caballos diferentes, esposados y con cadenas que unían sus caballos a los de más adelante. Dimitri estaba tan sorprendido que no pudo emitir un solo ruido, limitándose a observar en silencio cómo la manada de caballos pasaba delante de sus ojos con gran velocidad. Encima de estos animales, montaban más personas uniformadas que hicieron total caso omiso de su presencia.

Y junto a ellos, Den y Sarah desaparecieron de su vista.

Dimitri, como cabía esperar, estaba perplejo.

Antes de que pudiera procesar o sacar al menos una conjetura que explicara lo que había visto, algo tiró de su brazo con fuerza. Le tomó unos momentos percatarse de que había sido Jessica.

Dimitri se giró hacia ella, notando que la niña le miraba con enorme furia.

—¿Pero qué ha sido eso? —le espetó ella en un susurro enojado.

—Den estaba aquí —respondió Dimitri, parpadeando varias veces, sintiéndose un poco intimidado bajo la furiosa mirada de Jessica, quien se sorprendió al oír su respuesta.

—¿El hombre que era su amigo? —inquirió.

Era una forma de ponerlo, pensó Dimitri, y asintió con la cabeza.

—Y también estaba con su esposa —explicó, curvando sus labios en una mueca al pensar en ello—. ¿Por qué los traerían aquí?

Jessica frunció el ceño, meditando esto en silencio por unos momentos.

—Yo... no lo sé —murmuró, mordiendo su labio inferior con vacilación—. Es posible que luego de que nos hayamos ido, el agente del Gobierno que quedó inconsciente los contactara... Y de alguna forma vincularan todo lo sucedido con Den. Al final de cuentas, tú y Morgana también desaparecieron, y tenían conexión con él.

Dimitri se sintió mortificado ante la idea de que Den y Sarah hubieran sido llevados en contra de su voluntad a Marzaba por su culpa.

—¿De verdad? —preguntó, sintiendo un nudo en su garganta.

Jessica le miró, compasiva.

—Bueno, considerando que Den vio al Granch en persona, también existe la posibilidad de que los hayan traído hacia aquí para buscar una manera de alterar sus memorias y que olviden lo que vieron —teorizó, aunque no se veía convencida.

—¿GEASP puede hacer eso? —inquirió Dimitri, sorprendido.

—No lo sé, pero si pudieron darnos poderes, entonces desconozco cuál sea el límite para ellos. —Jessica se encogió de hombros, como si realmente no quisiera pensar en ello, y frunció el ceño—. De cualquier forma, me temo que no podemos perder el tiempo en recuperarlos...

Dimitri le miró como si de pronto le hubiera crecido una segunda cabeza.

—No puedo abandonarlos aquí —exhaló, ofendido ante la sola sugerencia de hacerlo—, Den y Sarah se preocuparon por mí y Morgana cuando nadie más lo hizo... No puedo dejar que se los lleve un grupo de lunáticos que podrían borrar sus memorias.

Jessica mordió su labio inferior, sacudiendo la cabeza.

—De verdad lo siento —contestó, mas no parecía sentirlo en lo absoluto—. No tenemos tiempo para eso, ¿de acuerdo? Tenemos que irnos de aquí y reunirnos con los otros, además, desviarnos a nivel general del plan nos traerá muchos problemas...

—¿Plan? Ni siquiera nos has contado tu plan —espetó Dimitri, pasando una mano por su cabello con gesto frustrado.

Jessica abrió la boca, dispuesta a responder, pero en eso, Ágata intervino en la conversación, diciendo:

—Ellos serán llevados al Reino del Caos junto al grupo de prisioneros de algunos otros reinos.

Dimitri y Jessica la miraron, desconcertados.

—¿Qué? —preguntó Dimitri, parpadeando varias veces, sin entender.

Ágata pestañeó con fuerza, como si hubiera salido de una especie de trance, y lo observó detenidamente.

—Lo siento —respondió—, lo he dicho sin querer.

—Oh, está bien —le tranquilizó Jessica, aunque lucía un tanto nerviosa—, esa ha sido información útil...

—¿Y cómo es que ella lo sabe? —cuestionó Dimitri, mirándola con confusión y sorpresa.

Jessica dudó.

—Bueno —empezó diciendo, curvando sus labios en una mueca—, ¿recuerdas que no les dijimos cuál era la habilidad de Ágata? Pues, en términos fáciles y simples, ella puede... predecir el futuro.

Dimitri abrió sus ojos de par en par.

—¿Ella ve el futuro? —repitió, anonadado.

Ágata frunció el ceño, mirando a Jessica de reojo.

—No es como eso —respondió la niña—, no veo el futuro en sí, sino preveo información que puede resultar importante... Es como si algo me lo dijera al oído, y yo simplemente lo repito. Además, no se trata solo del futuro, mayormente es del presente, y en algunas ocasiones del pasado de una persona...

Ágata se quedó en silencio, bajando la cabeza y curvando sus labios en una mueca. Dimitri no pudo apartar su mirada de ella, consternado ante la idea de que una niña como ella pudiera oír cosas como las que describía... ¡Le parecía una locura!

No supo qué decir. Volvió sus ojos hacia Jessica, quien negó varias veces con la cabeza, diciéndole con la mirada que no dijera nada, y luego carraspeó con la garganta.

—Bueno, Dimitri —murmuró—, ya has oído a Ágata... Llevarán a Den al Reino del Caos.

—¿Ah? —respondió Dimitri, confundido—, ¿y qué significa eso?

—Si no me equivoco, significa que van al mismo destino que nosotros.

Y dicho eso, reanudaron su caminata y el asunto quedó zanjado. Dimitri ya no se animó a insistir en el tema, guardandose sus dudas para más tarde.

El frío se había asentado en el ambiente, al igual que había hecho la oscuridad. Dimitri ya empezaba a sentirse adormilado cuando finalmente se detuvieron en su destino, que era el borde de un descenso bajo y empinado.

Lo cruzaron sin decir ni una palabra, teniendo cuidado al bajar. Dimitri incluso contuvo la respiración, agradecido de que la cuesta no fuera demasiado empinada y la tierra a sus pies no estuviera muy suelta. Sin duda, a diferencia del camino que les rodeaba, el que habían elegido era considerablemente bueno.

Una vez que estuvieron abajo, empezaron a caminar por el ancho camino que había ahí. Dimitri miró con curiosidad el alto muro de tierra que estaba al lado opuesto del sitio por el que bajaron, y luego se preguntó de forma vaga si realmente solían transitar ese camino los granch... ¿Lo harían de una manera individual o como una manada de caballos? Bueno, si era sincero, no estaba seguro de querer saberlo.

Soltó un suspiro, revoviendo su cabello y mirando a Ágata y Jessica, que caminaban a sus lados con sus vistas fijas en el frente, sin prestarle demasiada atención.

De pronto, Dimitri se quedó congelado al percibir cómo el suelo bajo sus pies comenzaba a temblar, primero de una manera apenas perceptible; luego, de un modo que fue imposible ignorar.

—Oh, no puede ser —suspiró Jessica, curvando sus labios en una mueca y apartando un mechón de pelo que había caído sobre su frente con molestia—, pensaba que podríamos caminar más tiempo sin que los granch llegaran a molestar.

Dimitri sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la mención de estas criaturas, mordiendo su labio inferior y dudando. 

—¿No podemos apresurarnos y correr para no encontrarnos con ellos? —inquirió, sintiéndose ansioso por lo lento que caminaban.

—Podríamos intentarlo —murmuró Jessica—, pero será inútil de cualquier forma. Los granch no son muy veloces, sin embargo, si fijan un objetivo es muy difícil perderlos de vista... Así que lo mejor que podemos hacer es evitar que nos miren. Andando, veremos si podemos apremiar nuestra marcha lo más que podamos.

Ágata y Dimitri asintieron con la cabeza. El trío empezó a aumentar la velocidad de sus pasos, primero trotando y luego haciendo un leve sprint.

Dimitri tensó la mandíbula cuando cayó en la cuenta de que el temblor en el suelo era más estruendoso y notorio y, como una idea repentina, miró sobre su hombro, abriendo sus ojos de par en par que, justo cuando giraron por una esquina, súbitamente un grupo de tres personas estaban corriendo hacia ellos.

¡Eran Morgana, Auguste y Cian!

—¡Jessica! —le llamó Dimitri, y la niña, que ya había mirado detrás suyo, asintió velozmente.

—Hay que dejar que nos alcancen —dijo ella, y los tres redujeron su paso.

Su hermana y los otros dos niños no tardaron en llegar hasta ellos, imitando su ritmo tanto como les fue posible.

—¿Está todo bien? —le preguntó Jessica a Cian, quien esbozó un mohín de disgusto en sus labios.

—Bueno, nos está siguiendo un condenado granch —contestó él, casi sin aliento—, así que tú dirás.

Dimitri volvió su mirada hacia Morgana, que ahora corría a su lado, y la examinó, dándose cuenta de que ella parecía más desarreglada que la última vez que la había visto. Su cabello estaba enmarañado y sus codos raspados.

—Hey, ¿qué sucedió? —inquirió él, arqueando una ceja.

Su hermana le observó con leve aire de molestia.

—Que me trajiste hasta aquí —soltó—, eso sucedió.

Dimitri no estaba seguro de qué significaba eso. Volvió su vista hacia el camino, quedándose en silencio y frunciendo ligeramente el ceño.

Y, entonces, los alcanzó el granch que les había estado siguiendo.

La criatura era considerablemente más alta y grande que el anterior granch al que se habían enfrentado, además de que este lucía más enojado... Aunque era difícil decir esto por su neutra mirada oscura.

—¡Miren allá! —exclamó de pronto Jessica, señalando hacia una especie de cueva que yacía en una de las paredes que bordeaban el ancho camino.

Sin pensarlo, los seis se dirigieron hacia allá con tanta rapidez como les fue posible (la cual no era mucha). Saber que tenía un granch por detrás no le gustaba en lo absoluto a Dimitri, y eso le forzaba a hacer más ejercicio de lo que alguna vez había hecho en toda su vida.

Mordió el interior de su mejilla, sintiendo su corazón palpitar con mucha fuerza contra su pecho y a la adrenalina correr por sus venas.

Por fortuna, llegaron a la cueva antes de que el granch lo hiciera.

Esta, más allá de ser una cueva, parecía ser una especie de agujero, pues el espacio quedaba por la cintura de Dimitri, lo que le obligó a agacharse cuando se detuvieron ahí. Primero entraron Ágata y Auguste, y al final se quedó Cian y Jessica.

Una vez que los seis estuvieron en el interior de esa escalofriante y oscura cueva, Dimitri se permitió soltar un suspiro de alivio, sintiendo sus pulmones gritar por aire y su garganta muy seca.

Oh. Realmente odiaba correr.

Y más si tenía un incentivo como el de una horrible criatura gris y gigantesca persiguiendolo.

El interior de la pequeña cueva era, por obvias razones, de lo más oscuro. La única luz que entraba era la que emitía el cielo más allá de ellos, la cual no era demasiada en realidad.

El granch se quedó afuera, mientras que Dimitri no se atrevió a averiguar si los estaba esperando o se había seguido de largo.

—Creo que estamos a salvo aquí —comentó la voz de Jessica en un susurro que igualmente resonó en las paredes de la cueva, cosa que le hizo sospechar a Dimitri que esta era más amplia de lo que aparentaba.

—Ah, sí, ahora estamos atrapados como un par de zanahorias —suspiró Cian, molesto.

—¿No sería ratones en lugar de zanahorias? —inquirió Auguste.

—No, porque las zanahorias no pueden irse, justo como nosotros.

Dimitri no pudo debatir contra aquel razonamiento.

Miró a su alrededor, o intentó hacerlo, parpadeando varias veces y tratando de que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad. No fue sencillo, pero al menos logró averiguar en dónde se hallaba una pared a su costado izquierdo.

—Parece que tendremos que quedarnos hasta que el granch decida irse —masculló Jessica. Acto seguido, gimió con frustración—. Oh, puede que debamos quedarnos hasta el amanecer incluso, ¡y nosotros que queríamos ahorrar cuánto tiempo pudiéramos!

—No importa mientras estemos lejos de GEASP —respondió Cian, sonando cansado—, deberíamos descansar... Después de todo, luego iremos a Allwer...

—No dejan de hablar de eso —intervino de pronto Morgana con amargura—, pero no nos han explicado lo qué es.

—Hum, no hay mucho que explicar —respondió Jessica, pensativa—, es uno de los seis Reinos en Marzaba... ¿Recuerdan que GEASP hizo que nuestros hermanos se hicieron con los tronos de diferentes reinos? Pues uno de nuestros hermanos, llamado Thiago, es ahora el gobernante de Allwer... Y será nuestra primera parada para encontrar la forma de ayudar a Marzaba.

—¿Y nuestros padres están involucrados en eso? —inquirió Dimitri, curioso, pasando su mano por la fría pared de piedra.

—Probablemente cuando lleguemos a Allwer sepamos más de eso —dijo Jessica con certeza.

—Dijiste que cuando llegáramos a Marzaba nos hablarías de nuestros padres —gruñó Morgana

—No les estaba mintiendo. Cumpliré mi promesa, sin embargo, todo será más creíble cuando lleguemos a Allwer y hagamos que Thiago se dé cuenta de lo que está haciendo... Se los garantizo.

Dimitri frunció el ceño... ¿Realmente Jessica sabía sobre sus padres o estaba buscando una manera de que fueran con ella? Sacudió la cabeza. No. Jessica no les mentiría de esa forma. Ella era una niña que entendía mejor que nadie lo que era que alguien más le mintiera, ¿no?

Además, de cualquier forma, ninguna persona se atrevería a mentir de ese modo.

Decidió convencerse de que así era, después de todo, información valiosa acerca de sus padres estaba en juego.

Frunció sus labios en una mueca, siguiendo apoyando su palma sobre la superficie de la pared solo por curiosidad. Sintió una corriente de aire frío cruzar por la entrada de la cueva, y se estremeció.

De pronto, la palma de su mano se apoyó sobre una parte en concreto de la pared, la cual se hundió unos centímetros.

Dimitri abrió sus ojos de par en par, oyendo una especie de engranes girar. Luego, sintió el suelo temblar de forma inmediata y confusa.

¿Qué demonios había hecho?

Fuera lo que fuera, tenía el vago presentimiento de que no podía ser muy bueno.

.

Hola de nuevo:D

Y bueno, ¿qué opinan de la habilidad de Ágata? No es la más original, pero sí que es útil🤫

Eso es todo, gracias por leer, hasta la próxima 😎

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