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Capítulo 6. Punto de inflexión

Dimitri se sentía un poco culpable por haber hecho que su hermana accediera a viajar con Jessica y los otros niños... Solo un poco. No lo suficiente como para desear retractarse de su decisión.

Si era honesto, no sabía bien el origen de su terquedad por querer ayudar a esos niños y, sobre todo, haber creído en su historia con considerable facilidad. Quizá se debía a esa sensación que ahondaba en su pecho, o a esa voz en el fondo de su cabeza que insistía que debía hacerlo... O, tal vez, Morgana tenía razón y las historias a las que siempre se aferró lo habían afectado. O quizá la curiosidad que sentía por saber algo de los padres que lo abandonaron era más seria de lo que imaginó.

Fuera cual fuera el caso, sabía que su determinación era real.

Las tres horas pasaron más rápido de lo que Dimitri había esperado. Permanecieron en un Burger King durante aquel tiempo, guardando energía y fuerzas (o esto fue lo que dijo Jessica sobre el motivo por el que no iban a irse) hasta que se hizo tarde y los empleados finalmente los corrieron cuando el reloj dio las once de la noche. Pero fue bueno para ellos, porque para entonces ya se había cumplido el plazo de tiempo que se habían propuesto en un inicio.

Dimitri no iba a negar que estaba nervioso... Oh, claro que lo estaba. ¿Quién no lo estaría? Sin embargo, también estaba ansioso, preguntándose cómo sería el mundo de Marzaba del que Jessica había hablado. ¿Sería como alguno de los que había conocido en los libros y mangas? Quizá eso implicaría que sería medieval o algo similar, y si así era, tenía gran curiosidad y millones de preguntas sobre cómo eran las cosas en ese lugar... Sin embargo, sabía que debía mantener la compostura y ser cuidadoso al respecto, o de otra forma parecería que solo había aceptado viajar a Marzaba por simple curiosidad (y aunque errada no estaba la idea, no iba a admitirla en voz alta).

De acuerdo. Quizá no era muy saludable comparar su situación con la fantasía que leía. ¿Y si mejor la comparaba con series de televisión? No, sería lo mismo.

Dimitri sacudió la cabeza y, con ello, sus pensamientos. Miró a su alrededor, observando las luces que emitían los faroles en las calles, rascando su cabeza y sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal al percibir el frío en el ambiente.

Habían salido ya de Burger King y ahora estaban afuera en el estacionamiento, esperando a que Auguste pudiera concentrarse lo suficiente como para encontrar la forma de que llegaran a su destino, que era el portal hacia Marzaba aparentemente oculto en una de las instalaciones del Gobierno de su país.

Morgana parecía muy inquieta, y Dimitri no podía culparla. Ni siquiera habían tenido tiempo de cambiarse de ropa y ahora solo llevaban la misma que llevaron a la escuela... Aunque al menos no era un uniforme, pues así habría sido más incómodo. Además, ambos llevaban sus mochilas escolares, y no pensaban dejarlas, porque uno nunca sabía cuando podían necesitarlas.

De cualquier forma, él y su hermana estaban ansiosos, y con motivos razonables.

Auguste abrió los ojos que había mantenido cerrados hasta ese momento, inhalando una bocanada de aire.

—Ya lo tengo —dijo—, tomense de las manos. Es hora de irnos.

Todos obedecieron. Dimitri miró a su hermana detenidamente antes de tomarle de la mano.

Sintió el vértigo en la boca de su estómago, y fue como si sus sentidos se apagaran de golpe. Su entorno se volvió difuso y Dimitri no pudo concentrarse en nada de lo que ocurría a su alrededor.

A pesar de que ya había experimentado ese viaje dos veces en un mismo día (vaya, ¿quién lo diría?) aun así se sintió fatal cuando este tercero acabó.

Supuso que la gran distancia que Auguste había cubierto le había afectado.

Dimitri esgrimió una mueca cuando el mundo dejó de dar vueltas, y se tambaleó, tratando de encontrar estabilidad en sus pasos. ¿Realmente habían logrado viajar en un parpadeo desde Texas hasta Washigton DC? Debía ser una broma.

Unas poderosas ganas de vomitar lo abrumaron; apenas si pudo contenerlas.

—¡Vamos, no tenemos mucho tiempo! ¡La alarma ya está activada! —exclamó la voz de Jessica, pero le pareció demasiado lejana y distorsionada.

Dimitri parpadeó varias veces, sintiendo que su cuerpo entero estaba muy pesado, como si sus huesos hubieran sido remplazados por acero y su ropa estuviera hecha de titanio. Su mente también era lenta, apenas si pudiendo procesar las palabras de Jessica.

Percibió que algo le empujaba por el hombro y, al mirar de reojo, vio que Cian le estaba tratando de mover. A juzgar por su ceño fruncido, él estaba bastante frustrado y preocupado.

Dimitri entonces recordó la razón de que estuvieran ahí, y abrió sus ojos de par en par. Sus oídos se despejaron como si de pronto hubiera emergido de un profundo lago y su visión se aclaró.

Oyó una ensordecedora alarma que le hizo preguntarse cómo no se percató de ella antes. Una luz roja inundaba el cuarto en el que ahora se hallaban. Este era gris, tan amplio como el piso de su orfanato, y estaba vacío, por excepción de un amplio espejo en el centro de la habitación.

Solo que no se trataba de un espejo... Sino de un portal.

Dimitri pestañeó con fuerza, restregando sus ojos y dándose cuenta de que había caído de rodillas. Casi al instante, se forzó a ponerse de pie, advirtiendo en que Jessica estaba empujando a una Morgana bastante descolocada y pálida.

Se acercó a su hermana, ayudando a Jessica a cargar con su peso y caminando hacia el extraño espejo... Este poseía un delgado marco de plata y emanaba un brillo naranja, similar al cielo durante un atardecer. No reflejaba nada, sin embargo, aun así podía ver en su superficie sus sombras moverse por él. Pese a su apariencia, no tenía cristal, y Dimitri tenía la sospecha de que si apoyaba su mano en él, su mano atravesaría el espejo.

Había también algo más: un extraño y profundo sentimiento. Era como un llamado, como si el espejo estuviera susurrando algo a su oído, aun si no entendía lo que quería decirle.

Era sublime y en cierto modo hermoso, como mirar una pintura cuyo significado solo Dimitri podía entender. Se sentía atraído hacia el portal de una manera que no era capaz de explicar, y simplemente era un sentimiento que no comprendía, pero que estaba ahí arraigado en lo profundo de su corazón.

Su respiración se aceleró, y fue como si el mundo de nuevo se detuviera.

Ese era el momento, ¿no? El instante en el que ya no habría vuelta atrás.

Era todo o nada.

Pero, ¿y si estaba equivocado? ¿Y si la promesa de conocer a sus padres o conocer Marzaba no valía lo que iba a suceder? Era consciente de que, en el momento en el que pisara al otro lado del portal, su vida nunca volvería a ser la misma... Aunque, incluso si pudiera volver, viviría sintiéndose arrepentido de haber desperdiciado esa oportunidad.

Con esa idea en mente, Dimitri entonces acortó la distancia que le separaba de la superficie del espejo, ayudando a Morgana a conseguirlo también.

Y, entonces, cruzó al otro lado.

Por unos momentos, fue como si estuviera viviendo una especie de realidad virtual, a la cual había llegado sin saberlo, a la que su mente no lograba acostumbrarse con el pasar de los segundos.

Habían sido solo unos pasos, la cantidad suficiente para cruzar por el marco de una puerta, y aun así Dimitri se sintió extraño, como si estuviera ahogándose y sus pulmones no fueran capaces de obtener aire. La sensación no cambió, y el pánico comenzó a invadir su pecho.

En un desesperado intento por terminar con ese sufrimiento, Dimitri dio más pasos, y luego otros más.

Finalmente, la angustia incesante y la inutilidad de su sistema respiratorio desapareció.

Dimitri inhaló una bocana de aire en cuanto pudo hacerlo, sintiendo los latidos de su corazón acelerar mientras parpadeaba varias veces.

Encima de su cabeza había un cielo púrpura, en el que se teñían un par de astros que parecían muy cerca de él y, desde su perspectiva, eran del tamaño de balones de fútbol. Sus particulares formas eran blancas, como manchas en un lienzo, y no parecían adoptar la apariencia de algo en concreto. A pesar de eso, Dimitri estaba embelesado con lo que veía.

—¡No se detengan! —Oyó que gritaba Jessica, y solo su voz le devolvió a la realidad—, ¡seguimos en las instalaciones del Gobierno y nos atraparán si no huimos!

"Huir". A Dimitri le parecía una palabra agriculce y, mientras pensaba en esto, bajó la cabeza, dándose cuenta de que había caído en el suelo de espaldas. ¿Por qué había sido así? Sacudió la cabeza, poniéndose de pie al reunir tanta fuerza como pudo. Morgana estaba también tumbada a unos metros de él, y se apresuró a llegar a su lado, sacudiendola y haciendo que también se levantara.

Su hermana lucía atontada, y por unos momentos le miró con confusión. Sin embargo, ese sentimiento lentamente se transformó en comprensión y, luego, en mortificación.

Dimitri volvió su mirada hacia el lugar al que habían llegado en busca de Jessica y los otros. Cayó en la cuenta de que la niña en cuestión estaba de pie a poca distancia de ellos, mirándolos con el ceño fruncido. A su lado estaba Auguste, que parecía bastante abrumado y enfermo, pues su piel estaba pálida como la cera y daba señales de no poder sostenerse en pie por su cuenta. Cian estaba cerca, cargando a Ágata en su espalda.

La misma alarma que había escuchado antes en la habitación gris del portal volvió a resonar en los oídos de Dimitri, haciendo que sus sentidos de alerta se dispararan hacia arriba.

Vio la mirada de apremio en el rostro de Jessica, y supo que ellos estaban esperando a que él y Morgana se compusieran para empezar a huir.

—¿Qué esperan? —soltó Cian, empezando a molestarse.

Dimitri asintió y, junto a Morgana, se movieron por el sitio.

Al parecer, habían llegado a una especie de bosque. Este estaba oscuro a pesar de la limitación púrpura que ofrecía el cielo. Asimismo, los árboles eran grandes, con gruesas ramas que se entrelazaban con otras y grandes hojas que entretejían una especie de techo. La única zona despejada era el lugar en donde residía el portal, y este parecía considerablemente desprotegido, lo que hizo dudar a Dimitri acerca de la seguridad del Gobierno... Sin embargo, rápidamente alejó estos pensamientos de su cabeza para concentrarse en lo que estaba ocurriendo.

El grupo corrió tan rápido como pudo a través del bosque, lo cual fue bastante difícil dado sus condiciones físicas y, sin duda, la profunda tierra tampoco les ayudaba demasiado.

La alarma siguió sonando tan clara como al principio, haciendo que Dimitri se preguntara si realmente estaban alejándose del portal. Su mente ya se había despejado un poco y, por fortuna, la de su hermana también, por lo que ambos pudieron correr sin problemas.

Jessica estaba al frente y les guiaba con determinación y prisa, con su ceño fruncido y sus labios curvados en una mueca.

Finalmente se detuvieron en un espacio cubierto de árboles y larga vegetación, escondiéndose ahí.

—Lamento no haberles mencionado que tendrían problemas con el portal —susurró Jessica, luciendo culpable—, debí decirles que tendrían que luchar un poco para pasar al otro lado...

—Ya van varias cosas que no nos dices —contestó Morgana en un murmullo de enfado.

Jessica curvó sus labios en una mueca.

—Tenemos que salir de aquí antes de que sea tarde —siguió diciendo—. Si GEASP nos encuentra aquí, se acabará todo.

—¿No podemos esperar a que Auguste se recupere para que nos teletransporte? —inquirió Dimitri, ansioso.

—Me temo que no —contestó Jessica—, Auguste no puede usar su habilidad mientras estemos en esta zona. Estamos bloqueados por inhibidores que han aplicado en torno a todo este reino...

—¿Ya estamos en un reino?

—Sí, es el Reino de Nadie. Este fue el primer lugar al que llevó el portal, así que aquí asentaron a los científicos y miembros que forman parte de GEASP... También pusieron inhibidores para que no pudiéramos usar nuestras habilidades mientras estuvieran activos.

—¿Y entonces cómo fue que llegamos aquí en primer lugar? —preguntó Morgana, frunciendo el ceño.

—El portal deja de funcionar si es alcanzado por el radio de los inhibidores —explicó esta vez Cian—, tuvieron que hacerle un área en donde estos no funcionaran, pero eso también implicó que nosotros pudiéramos usarla a nuestro beneficio. De hecho, las instalaciones en donde nos criamos también están llenas de inhibidores, pero la habitación del portal no... De no haber sido así, no habríamos escapado de aquí en primer lugar.

Dimitri parpadeó varias veces, un tanto sorprendido por aquella información.

—¿Y no podemos quedarnos cerca del portal para que Auguste pueda usar su habilidad? —preguntó, mirando al niño en cuestión con aire de preocupación, pues parecía estar en un estado crepuscular en donde no escuchaba lo que decían.

—No ahora que la alarma ha sonado —suspiró Jessica—, cerca del portal hay sensores de movimiento, por lo que ya deben estar enviando a guardias a revisar el lugar... Nuestra única forma de huir es por la misma ruta que tomamos al venir hacia acá, pero esa misma ruta es bastante peligrosa...

—¿Por qué no mencionaste nada de eso antes? —espetó Morgana, bastante enfurecida—, resulta que todo esto solo se te ocurre decirnoslo cuando ya no podemos regresar.

Jessica le lanzó una mirada molesta.

—¿Y qué esperabas? —cuestionó—, ¿habrías accedido a venir si les hubiera dicho todo esto?

—Por supuesto que no —siseó Morgana, apretando los puños y tensando la mandíbula.

Dimitri miró a su hermana sin saber qué decir. Honestamente, no se veía nada bien cuando ella se enojaba... Aunque se sentía raro por una vez no ser la causa de su enfado.

—De cualquier forma ya no pueden volver —intervino Cian, frunciendo el ceño—, así que da igual si es peligroso lo que haremos o no...

—¿Y si salgo y dejo que me capture el Gobierno para decirles que nos han obligado a venir? —preguntó Morgana con tanta seriedad que Dimitri no supo definir si era un farol o no.

—Hazlo, harás que nos atrapen y nos torturen para sacarnos información para saber por qué fuimos en su busca —respondió Cian, tan serio como ella—, y entonces les diré que tienen poderes, y si bien no es cierto, será suficiente para que quieran experimentar con ambos y arruinar sus vidas para siempre.

Morgana se quedó en silencio, quizá tratando de decidir si debía creerle o no. Al final, pareció optar por el sí, y apretó sus labios.

—Bien —soltó, nada contenta—, ¿y qué vamos a hacer?

—La ruta que vamos a seguir es la misma que suelen transitar los granch... Ni siquiera GEASP pudo encontrar una manera de domar o entender a esas criaturas, por lo que les dejaron en paz. Ahora mismo, nuestra misión es cruzar por el Abismo de los Granch y luego...

—¿Abismo? —repitió Dimitri—, ¿cruzaremos por un abismo?

—No, no, solo se llama así la ruta —diculidó Jessica, rascando su cuello—. Una vez que crucemos estaremos fuera de los límites de las instalaciones del Gobierno, por lo que los inhibidores no servirán y Auguste podrá llevarnos a Allwer...

—¿Qué es eso? —preguntó Morgana, aún sin haber dejado ir su molestia.

—Uno de los reinos de Marzaba... Eh, ya se los iré explicando conforme avancemos.

—¿Y es que no podías habernoslo explicado antes?

—Probablemente lo habrían olvidado. La mejor manera de aprender algo es experimentarlo, y seguro que se aprenden los nombres de los reinos y las particularidades de Marzaba cuando empecemos a movernos.

—Bueno, ya —intervino Cian, arrugando el entrecejo—, si nos quedamos hablando nos van a oír, y no faltará mucho para que revisen esta área. Hay que marcharnos. Yo cargaré con Ágata para que vayamos más rápido...

—Yo puedo caminar por mi cuenta —interrumpió una dulce e infantil voz.

Dimitri se sorprendió al percatarse de que Ágata había hablado por primera vez desde que la conocían, y se preguntó por qué no lo había hecho hasta ese momento... ¿Sería que era tímida?

—Por supuesto que puedes —respondió Cian con suavidad—, pero tendremos que ir muy rápido y no queremos que te quedes atrás.

—No me quedaré atrás —aseguró Ágata con certeza, bajándose de la espalda del niño y afianzando sus pies en el suelo—, lo prometo.

Cian pareció querer debatir. No obstante, acabó por rendirse y asentir con la cabeza.

—Vale, pero si no caminas con nosotros volveré a cargarte —decidió, suspirando y mirando a Auguste—, tendremos que ayudarlo a él a caminar...

—Puedo llevarlo yo —comentó Morgana—, al menos si lo llevo a caballito. Soy mayor que ustedes, así que resistiré más.

Cian frunció el ceño, sin embargo, no se opuso. Jessica ayudó a que Auguste subiera a la espalda de Morgana, y él tan solo sacudió la cabeza, curvando sus labios en una mueca, pero sin dar señales de haber recuperado la consciencia.

—El camino es hacia el norte —dijo Jessica hacia los demás, señalando una de las particulares formas blancas en el cielo—, seguiremos la Losa Inferior, que es como nuestra Estrella Polar, así que si nos vemos obligados a separarnos podremos llegar por nuestra cuenta. Cuando salgamos de este escondite estaremos muy expuestos, y aunque los árboles jugarán a nuestro favor, también nos causarán problemas para saber si alguien nos sigue, por lo que tendremos que ser veloces y silenciosos...

—Hay que irnos ya —le apremió Cian, sujetando la mano de Ágata con fuerza—, mientras antes corramos será mejor.

Jessica asintió con la cabeza.

—Me asomaré para verificar que no haya nadie —dijo—, si les doy la señal es que es hora de salir y correr.

Dimitri se sentía nervioso, y la idea de estar siendo seguidos por alguien realmente le causaba pánico... Sin embargo, estaba dispuesto a ayudar a los otros a llegar a su destino costara lo que costara, en especial a su hermana, a quien había involucrado en eso.

Soltó un pesado suspiro, mirando a Jessica asomarse entre la vegetación.

Y entonces, ella dio la señal, y todos salieron disparados fuera de su escondite.

.

Yei, finalmente están en Marzaba... ¿Verdad que el nombre del mundo da hambre? 🧐

Bueno, espero que les haya gustado, ¡porque de ahora en adelante lo que se viene será mejor!

Oh, y solo como curiosidad: ya tengo listo el final del libro, así que solo queda publicar todo 😎

Como otro dato curioso, para el momento en que regresé a editar este capítulo, ya tenía escrito hasta el cuarto libro JAJAJA

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