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Capítulo 19. Pensar antes que actuar.

Habían llegado a otra plaza.

El sol se hallaba en un punto alto, o al menos así le pareció cuando se detuvieron bajo un enorme árbol, sentándose en la extensa banca que yacía delante suyo.

Morgana colocó las manos por detrás de su cabeza, curvando sus labios en una mueca y pensando detenidamente en el plan de Jessica. No iba a negar lo descabellado (y ligeramente estúpido) que le resultaba, pero por otro lado, debía admitir que ella también se sentía presionada por acabar con toda esa locura.

Ya lo había decidido: una vez que consiguieran liberar a Thiago, dejaría de ayudar a Jessica, pues ella misma había mencionado que cuando tuvieran a su hermano podrían liberar al resto y salvar a Marzaba.

Una vez que así fuera, Morgana y Dimitri no tendrían más razones para inmiscuirse en ese caos. A ella no le importaba saber sobre sus padres ni mucho menos, no le importaba descubrir si realmente era tan especial como una supuesta médium había aseverado... No le importaba enterarse si tenía razón o si solo había sido una especie de farsa.

Así que la determinación de ayudar a liberar a Thuago y salir de Marzaba a toda prisa latía en la mente de Morgana con fuerza. Ya habían tenido suficiente de esa corta "aventura", y esperaba que Dimitri pensara igual... Y si no lo hacía, esta vez no se molestaría en preguntarle y lo arrastraría si hacía falta con tal de regresar a Dallas, a su aburrida y monótona vida y a los constantes murmullos sobre ellos que siempre surcaban por las calles.

Morgana soltó un suspiro, mirando las hojas de las ramas del árbol que se extendían por encima de su cabeza, notando la textura de su superficie y preguntándose en silencio si la agricultura y los frutos de árboles eran igual a su mundo o no.

—¿Qué más podría hacernos falta planear? —preguntó de pronto Auguste, que estaba sentado a su lado y la miraba de reojo.

Ella se sorprendió un poco de que le preguntara, aunque enseguida recordó que ella había sido quien mencionó todos los fallos de su plan, por lo que tenía sentido que se lo cuestionara.

Morgana lo pensó por unos momentos, bajando sus brazos y apoyando sus manos en su regazo.

—Hum, a decir verdad, es difícil decirlo —contestó, pensativa—, el problema con los planes son todas las cosas que pueden salir mal con ellos o lo que pueden interrumpirlos. Basta con que uno no cumpla su parte u ocurra algo inesperado para que todo se venga abajo.

Auguste asintió con la cabeza, desviando su mirada al suelo y frunciendo el ceño.

—Lo sé —murmuró—, y también sé que tienes razón y deberíamos esperar más antes de intentar salvar a Thiago... Pero creo que debe ser ahora, porque sino podrían pasar semanas antes de que decidamos movernos... Quizá necesitamos esta presión para decidir lanzarnos al riesgo.

—Hay gente que dice que quien no arriesga no gana —respondió Morgana, mirando hacia el cielo—, yo pienso que el riesgo no es sinónimo de esfuerzo, que la gente debería conformarse con lo que tiene y avanzar poco a poco, de manera metódica y segura.

Auguste le observó con curiosidad.

—¿Realmente piensas de esa manera? —inquirió, sonando vagamente confundido.

—Si esto fuera Dallas y estuviéramos hablando de mi calificación del parcial, entonces sí, pensaría eso —dijo Morgana—, pero no se trata de eso y tampoco estamos en nuestro mundo, sino que las circunstancias son más graves y fallar implica grandes consecuencias... Sin embargo, esperar también las tendría. Y no me imagino luchar contra el granch cada día para volverlo a su estado de edición de bolsillo para poder llevarlo con nosotros, así que no, en esta ocasión no pienso de esa manera. —Volvió su mirada hacia Jessica, que conversaba con Cian, Ágata y Dimitri sobre quién sabía qué—. Creo que tal vez hacemos lo correcto al lanzarnos de esta manera.

—Lo dices porque quieres volver a Dallas, ¿no es verdad?

—¿Me culparías si así fuera? Yo ni siquiera quise venir aquí en un principio y tampoco tengo deseos de hacerme responsable de Marzaba.

Auguste no contestó al instante, quedándose en silencio por unos momentos. Y cuando finalmente habló, preguntó:

—¿Ni siquiera para saber de tus padres?

Morgana lo miró sin decir nada, observando que él había apartado la vista y ahora la tenía fija en sus pies, que colgaban de la banca debido a su corta estatura (y lo que le hizo recordarle lo absurdo de estar teniendo una conversación profunda con un niño).

—No me interesa saber nada de ellos —espetó ella, algo cortante.

—¿Por qué no? —cuestionó Auguste. Cuando Morgana no contestó, él añadió—: Todos nosotros somos huérfanos, ¿sabes? Nos criaron todo tipo de personas, desde científicos hasta agentes de Gobierno y militares... Honestamente, daría todo por poder conocer a mis padres, en especial si supiera algo de ellos... Lo más mínimo.

Morgana se incomodó por aquella revelación. Nunca sabía realmente cómo reaccionar a ese tipo de situaciones, y tampoco se molestó en devanarse los sesos para buscar una respuesta en ese caso, sino que esgrimió una mueca y jugueteó con sus pulgares en ademán nervioso.

—Supongo que entonces no todos pensamos de la misma manera. —Se encogió de hombros, cortando así la conversación.

Alrededor de una hora más tarde, ya habían establecido los detalles del plan. En cierto modo, esto era bastante simple. Sin embargo, a su vez era sumamente complejo, y Morgana temía en sobremanera que algo saliera mal... porque algo siempre les salía mal.

No obstante, se reservó estas dudas y miedos, sin decir nada. Incluso sopesó decirle a Dimitri que se mantuviera al margen de todo y que ella se haría cargo... Oh, pero conocía a su hermano, y era consciente de que él preferiría que lo ataran al tronco de un árbol a perderse la ejecución del plan. Y esto lo comprobó al ver la emoción que ahondó en sus ojos cuando corroboraron los detalles.

Si el entusiasmo de Dimitri le cegaba más de lo que era sano, Morgana no pudo averiguarlo y se limitó a creer que no era así... Que su hermano sabía lo que podía suceder si fallaban.

Era aproximadamente el mediodía cuando ya tenían definido lo que harían, y ahora se hallaban en busca de alguna especie de restaurante para poder comer.

Según le había contado Jessica, el dinero en Marzaba se utilizaba de diferentes maneras respecto a los reinos, aunque la moneda de Allwer solía ser recibida en todos (a excepción de Ehorker), por lo que era la que más convenía tener a mano.

El dinero no era en billetes ni tampoco en monedas como las que Morgana conocía, sino que eran pequeños círculos con un hoyo en su centro. Se les llamaban "chrí".

Un chrí equivalía a la mitad de un dólar y un euro; a diez pesos mexicanos y 1934,76 pesos colombianos... Y así respectivamente.

Un "nísem" tenía la equivalencia a cincuenta chrí; un "aca" de cien; y un "sent" de mil, que era la moneda más alta que existía.

No tardaron demasiado en hallar un restaurante pequeño y familiar que yacía en la esquina de una calle. Dado que en este había pocas personas y sus precios se veían bastante asequibles, el grupo decidió comer ahí.

Jessica tenía dinero suficiente como para poder pagar dos comidas para ellos en total, es decir, la comida y la cena, lo cual era mejor de lo que podrían conseguir bajo esas circunstancias.

Cuando entraron al restaurante, Morgana observó que tenía un espacio limitado. Había alrededor de seis mesas en total, y estas, así como el suelo y las paredes, estaban hechas de madera pulida, la cual le daba un toque mágico e interesante. No era como la Raíz de los Guardianes del Reino del Caos, que había sido grisácea y metálica, sino que este restaurante ofrecía un aura más cálida y entrañable.

Se sentaron en torno a una de las mesas, y Morgana suspiró. ¿Cómo estaría el resto del personal del restaurante Gold? No sabía por qué, pero de pronto la duda le había surgido. Esperó en silencio que ellos no tuvieran problemas y hubieran decidido seguir adelante pese a la ausencia del dueño y dos empleados.

Sus labios se curvaron en una mueca involuntaria y tamborileó sus dedos sobre la superficie de la mesa.

Luego de que un mesero se acercara a ellos y les recitara los platillos del día (los cuales, por cierto, tenían nombres que Morgana nunca en su vida había escuchado), se quedaron esperando por su comida.

—Oh, vaya, creo que debería irme antes del atardecer —comentó de pronto Cian, mirando por la ventana algo sucia y polvorienta que yacía a su lado, que mostraba el exterior.

Habían debatido con posterioridad los tipos de cargos que había en GEASP, decidiendo de antemano que Cian, en lugar de adoptar la apariencia de uno de los militares, adoptaría la de un animal pequeño (más específicamente, la de Neil, pues era de quien podía tomar medidas exactas), pues esto involucraba menos riesgos... Aunque también conllevaba la responsabilidad de evitar ser descubierto en su tarea de explorar el Palacio Real, la cual Cian había asumido sin problemas.

—¿No quieres dormir un poco antes? —le preguntó Jessica, que estaba sentada a su lado—, estarás toda la noche despierto.

Cian negó con la cabeza. Morgana pudo ver que el niño lucía cansado... Pero más allá de ser algo físico, parecía ser emocional. ¿Sería que seguía sintiendo por el ataque del granch a la Raíz de los Guardianes?

—Ya dormí más que suficiente —contestó él, encogiéndose de hombros y restándole importancia al asunto con un ademán de mano—, no hace falta que duerma más.

Jessica no se veía convencida por sus palabras, mas no discutió y asintió, frunciendo levemente el ceño y pasando una mano por su cuello.

En ese momento, de pronto cruzó por la puerta una pareja de personas. Se trataba de una niña pequeña y una mujer, quien, a juzgar por su apariencia, era su madre.

Ambas pasaron a sentarse en la mesa contigua a la suya, por lo que el grupo guardó silencio, sin atreverse a discutir sus planes con gente que pudiera oírles.

Unos momentos más tarde, el mesero de antes regresó, trayendo en esta ocasión sus platos de comida y, tras dejarselos, dirigiéndose hacia la niña y su madre para atenderlas.

Morgana prestó atención a su plato. Había escogido el que le resultó más sencillo, pues en un principio creyó que la comida sería como la que vio en la Raíz de los Guardianes, que no tenía nada de extravagante... Sin embargo, estaba empezando a pensar que quizá no le prestó demasiada atención a esa comida, pues la que ahora se hallaba delante suyo era, sin lugar a dudas, bastante extraña. Parecía ser una especie de sopa, pero era color verde, tenía grumos y un par de extrañas cosas que le sobresalían.

Pero Morgana nunca había sido excéntrica o especial con la comida, por lo que se encogió de hombros y comenzó a comer.

La comida siempre era comida, pensó, indiferente a lo particular que se veía el platillo.

Escuchó que la niña y su madre comenzaban a hablar y, dado que ambas estaban a espaldas suyo, no pudo evitar oír su conversación.

Y le dio poca importancia... Hasta que entonces mencionaron algo que le interesó.

—Mami —dijo la niña, corroborando su teoría de la relación que tenía con la mujer—, ¿sabes que es el Reino del Caos?

Morgana se sorprendió por la pregunta de la pequeña, por lo que agudizó su oído a la charla.

—¿En dónde oíste eso? —preguntó su madre a cambio con curiosidad.

—Mira, aquí en el menú viene así —contestó la niña—, aunque no sé qué es.

Morgana pensó en esto, y parpadeó varias veces al darse cuenta de que la niña decía verdad. Ella también había notado el nombre del platillo, aunque, dado que este resultaba ser uno sorpresa, ni siquiera se le pasó por la mente pedirlo.

Aunque debía admitir que le resultaba curioso y extraño.

—Bueno... El Reino del Caos, para empezar, es una leyenda —contestó la madre de la pequeña con suavidad.

—¿De verdad? —inquirió la niña, sorprendida.

—Así es. La leyenda habla de la fundadora de Allwer, quien construyó este reino desde las ruinas de Sertp, el antiguo imperio que yacía en estas mismas tierras, aunque según dicen, la razón por la que este dejó de existir fue porque cayó en guerra y se destruyó a sí mismo.

La niña soltó algo parecido a un respingo de sorpresa.

—¿Y por qué hicieron eso?

—Hum, no lo sé, la razón más popular, aunque no comprobada, es que fue un nheo quien comenzó el conflicto interno.

—¿Nheo? ¿Como el nombre de la mascota de nuestra vecina?

—No, cariño. Los nheos son monstruos horribles que antes existían. Eran muy poderosos, pero su debilidad era que se alimentaban de los tratos que hacían con otras razas y especies, así que no podían usar sus poderes sin llegar a un trato. Gracias a eso, siempre los hacían a su conveniencia, aunque sin decirle a la persona con la que hacían el trato. Se dice que Sertp cayó porque su emperador hizo un trato con un nheo, y este se hizo con el control del imperio, haciendo que todos entraran en guerra.

>>Sin embargo, la fundadora, que en ese entonces vivía lejos de Sertp y sus conflictos internos, hizo crecer un nuevo reino de las cenizas de un viejo imperio. Debido a esa leyenda, se dio por costumbre llamar a Allwer el Reino de Caos, precisamente por la historia que tiene... Bueno, en sí, historia no es, pues nadie lo ha comprobado. Así que solo permanece como leyenda.

—Oh, ya veo —contestó la niña, pensativa—, entonces Allwer es el Reino del Caos, ¡y también un platillo! Qué cosas.

Su madre se rió entre dientes, y luego su conversación pasó a ser trivial, por lo que Morgana perdió el interés y dejó de prestarles atención.

Pensó en la leyenda que la mujer le había contado a su hija, mientras que la palabra "Nheo" resonó en su mente. Auguste lo había mencionado también, recordó, y también había mencionado la antigua existencia de las hadas... Aunque, bueno, eso no era relevante en esta ocasión.

Sacudió la cabeza, pasando una mano por su cuello y suspirando.

Era extraño, pensó, que Allwer tuviera sus propias leyendas... Que hubiera existido personas que durante años las contaron de boca a boca para que ahora llegaran a sus oídos. No. En realidad, era lógico y entendible. Sin embargo, por alguna razón, aun así se sorprendía.

Volvió su mirada hacia Dimitri, que se hallaba sentado a su lado izquierdo y, a juzgar por su rostro y su mirada perdida en la mesa, dio por hecho que él también había oído la conversación.

Sintió algo de pronto acariciar sus piernas y ella se sobresaltó, bajando la mirada y cayendo en la cuenta de que solo se trataba de Neil, a quien Ágata estaba alimentando con una sonrisa en sus labios.

Morgana pasó una mano por su cabello, inclinándose hacia delante y terminando de comer. La niña y su madre no volvieron a mencionar el Reino del Caos, y decidió que no valía la pena pensar en eso.

No era relevante, fue lo único que se dijo.

Y se limitó a esperar al atardecer.

Como ya sabía de antemano, los atardeceres en Marzaba no eran como en su mundo. Sí, solo había un sol (aunque podía jurar que era más grande y cálido). Sin embargo, la manera en que se ocultaba para dar paso a la noche no era el mismo, pues, para empezar, las estrellas (es decir, las Fases) permanecían de forma notable en el cielo fuera noche o no, así como el atardecer no hacía que el cielo se tiñera de un suave color arrebol, sino que se ponía azul... Como el cielo que ella conocía.

—Bueno, es momento de irme —murmuró Cian una vez que estuvieron fuera del restaurante, mirando hacia el cielo y suspirando.

—Buena suerte —respondió Jessica, y Ágata y Auguste asintieron con la cabeza.

—Desear buena suerte es dar mala suerte —masculló Morgana, meneando la cabeza en desaprobación.

Cian se rió, esbozando una ancha sonrisa.

—Y vaya si tú sabes mucho de mala suerte —se burló. Luego, su sonrisa se borró de su semblante y más serio, agregó—: Yo... Si algo sale mal con el plan, deberíamos...

Jessica le detuvo, alzando la palma de su mano y frunciendo el ceño.

—Basta —intervino—, todo saldrá bien.

Morgana la observó. Ella había hecho planes de repuesto en caso de que el principal no funcionara... Pero Jessica se había rehusado a oírlos.

No sabía si la niña era necia o creía insanamente en que se saldrían con la suya... Aunque, tal vez, no lo creía, sino que quería creerlo.

Quizá estaba desesperada por hacerlo.

Morgana mordió el interior de su mejilla, bajando la mirada y oyendo a Cian responder:

—De acuerdo, Jessica, si tú dices.

La niña no contestó.

Cian se marchó unos minutos más tarde, adoptando de antemano la apariencia de Neil y desapareciendo como un gato entre las calles, sin agregar ninguna otra cosa. Tal vez porque estaba de más, o porque solo temía hacerlo.

Morgana entonces se dio cuenta de algo: ¿por qué unos niños como Jessica, Auguste, Cian y Ágata debían estar sufriendo tanto solo para hallar a sus hermanos?

No era como si no hubiera sido consciente de ese hecho antes... Sino era que en ese momento lo sentía más latente y vivo en el fondo de su mente. Y la asaltaron las dudas y la mortificación.

Bajó la cabeza, clavando su vista en Jessica.

Era evidente que la niña no había tenido una infancia normal, y probablemente a esas alturas tampoco la tendría.

Y eso era desagradable, comprendió Morgana, el tener que luchar por lo que uno quería a una edad así de temprana era solo... triste.

Triste y horrible.

Y se dio cuenta de que quizá ellos eran una razón por la que había decidido inmiscuirse en ese problema.

Porque a Morgana no le importaba el pasado; solo el futuro y el presente. Y ese era el presente que ella decidía enfrentar.

.

Oh, sí, pónganse sus cascos que esto se va a tornar salvaje

Pregunta: ¿les gusta la historia de esa materia que les enseñan en la escuela? Digo, a mí no, pero aun así tuve que escribir tremendo borrador para la historia de Allwer incluso cuando sabía que no lo iba a mencionar a fondo hasta después 🧐

De momento no se ha revelado todo el Lore que hay detrás, pero la caída del antiguo imperio será importante, así que presten ojo y atención 👀

De momento, eso es todo, hasta la próxima 👌

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