Capítulo 17. Culpa del granch.
Morgana estaba paralizada.
El granch había vuelto a su forma original. Realmente lo había hecho.
Y para colmo, ya no había manera de evitarlo, como pudieron haberlo hecho si tan solo hubieran recordado que lo tenían consigo.
Honestamente, se sentía frustrada con sí misma por haberse olvidado de algo tan importante... Aunque también pensaba, ¿cómo podían culparla si ella apenas había llegado a Marzaba ayer?
Sin embargo, a pesar de saberlo, la culpa seguía ahí en su mente, contigua a la ansiedad que le causaba saber que quizá ese granch podía arruinar su estadía en la Raíz de los Guardianes.
Morgana se puso de pie de un salto luego de que el atronador ruido resonara en todo el lugar, pero tan pronto como se levantó, su pie se atoró en una de las patas de su silla y perdió el equilibrio, cayendo al suelo en un sordo sonido.
La chica soltó un suspiro de gran exasperación, poniéndose de pie una vez más y alisando sus ropas. Al ver que Cian ni siquiera hizo un comentario burlesco al respecto, supo que el niño realmente tenía su mente ocupada en otras cosas.
Observó que la gente que antes se hallaba sentada tranquilamente en el comedor había advertido en la extraña explosión (aunque cualquiera en su sano juicio lo habría hecho) y ahora todos estaban de pie, con sus ceños fruncidos y posiciones tensas.
Sella, a lo lejos, exclamó:
—¡Todos mantengan la calma y no salgan del comedor hasta que hayamos averiguado el origen del sonido!
Morgana tragó saliva, observando cómo Sella abandonada la gran sala, cerrando las puertas detrás de ella.
—Vamos, salgamos de aquí —les dijo de pronto Auguste—, puedo hacer un pequeño salto espacial hacia los pasillos. No podemos dejar que el granch haga demasiado escándalo si nosotros lo trajimos.
Morgana y los demás asintieron con la cabeza, accediendo sin rechistar. Rápidamente y en cuestión de instantes, los seis ya se habían tomado de las manos. Nadie parecía estarles prestando particular atención (incluyendo a Aster, la mujer que Ágata les había presentado y ahora tenía su atención fija en algo más).
Unos momentos más tarde, ya no estaban en la sala del comedor, sino en el pasillo.
Morgana parpadeó varias veces, restregando sus ojos y sintiendo un leve mareo que hizo lo posible por alejar de su mente. Una vez que consiguió estabilizarse tanto como le fue posible, miró a su alrededor y comenzó a seguir a Jessica, que se lanzó al frente, apresurando su paso y siendo imitada por los demás.
Sella caminaba un par de metros al frente, lo que ayudó a que pudieran tomarla como guía, pues de otra manera, habrían quedado en las mismas de no saber en dónde se hallaba la lavandería.
Descendieron por un par de escaleras, y si Sella se percató de que la estaban siguiendo, no dio señales de haberlo hecho... O quizá sencillamente no le importaba.
Morgana se estremeció al escuchar algo parecido a un rugido a lo lejos, que se asemejaba al de un oso, lo que en cierto modo resultaba desconcertante. Y luego, un par de pasos hicieron temblar el suelo y las paredes que les rodeaban.
Recordó de golpe que Auguste había mencionado que los granch podían "almacenar" personas dentro de sus cuerpos, y ella había visto con sus propios ojos la manera en que esto los hacía crecer.
¿Qué tan grande estaría el granch en ese preciso momento? Se dio cuenta de que, en realidad, no tenía ganas en lo absoluto de saberlo, y apartó el pensamiento de su mente, decidiendo que prefería la idea de que tal vez no hubiera tenido la oportunidad de crecer tanto.
Tal vez. Si había suerte.
Pero, claro, Morgana tenía de todo menos eso.
Cuando finalmente se detuvieron, lo hicieron al pie de un extenso pasillo que era distinto al resto, pues este era más ancho y alto... Y del otro extremo estaba caminando el dichoso granch.
Contrario a lo que Morgana había esperado, vio con desánimo y horror que la criatura había crecido aproximadamente cuatro veces su tamaño, lo que le convertía en un ser alto y muy grande, aunque no estaba segura de poder calcular su altura.
Mordió el interior de su mejilla, frotando sus brazos al sentir una corriente de aire frío cruzar por su cuerpo y teniendo el instinto natural de salir huyendo de ahí para esconderse.
Sin embargo, resistió ese instinto y no se marchó... Quizá porque no había un sitio a dónde huir.
Sella no había sido la única que había llegado al lugar, aunque ella estaba al frente de todos, estando a sus espaldas ya varias personas que veían al granch con ojos abiertos como platos. La cantidad de gente bastaba para formar una muchedumbre algo densa y abrumadora.
—¡¿Cómo es que un granch logró entrar a la Raíz?! —exclamó alguien en la multitud que Morgana no supo reconocer, y a su grito le secundaron otros más bastante parecidos.
Morgana se sintió incómoda y apretó los labios, preguntándose si lograrían hilar el suceso del granch a ellos... A decir verdad, esperaba que no, pero, por otro lado, la idea de fingir que no eran los responsables de ese caos tampoco le parecía agradable.
Aunque, si lo pensaba bien, habían revisado sus pertenencias, ¿no? Así que también debieron haber hecho un sondeo general de lo que llevaban... Ellos también llevaban parte de la culpa por tener una mala seguridad y haber permitido que la esfera del granch que tenía Cian cruzara tan fácilmente sus fronteras.
Morgana sacudió la cabeza, comprendiendo que no tenía caso tratar de hallar culpables cuando el daño ya estaba hecho.
Miró a Jessica y notó que la niña se veía muy ansiosa, como si deseara saltar al peligro y hacer cargo del granch por su cuenta. Morgana sopesó el decirle que involucrarse solo podría complicarles más su estadía ahí, pero no lo hizo, pues la mirada de Jessica le hizo ver que ella ya era consciente de eso.
Volvió su mirada al frente cuando cayó en la cuenta de que ahora estaba más cerca el granch, y ensanchó los ojos al ver que Sella daba un par de pasos al frente, estirando sus brazos a la altura de sus hombros.
Observó que de las palmas de la mujer emanaba un leve humo, y después, lo que pareció ser una helada brisa cruzó por todo el lugar.
Sella soltó de sus manos lo que parecía ser hielo... Genuino hielo. A la hora de emerger de su cuerpo, lo hacía en forma de aguanieve, después pasaba en cuestión de segundos a volverse sólido y gélido.
El hielo rodeó los pies y piernas del granch, cubriéndolo hasta llegar a sus rodillas e inmovilizándolo. La criatura soltó algo parecido a una especie de lamento e intentó moverse para liberarse. No obstante, afortunadamente falló en el intento, pues el hielo era lo suficiente resistente como para mantenerlo quieto por al menos unos minutos.
Sella, sin mirar atrás o dar indicios de vacilación, avanzó hasta frenar a un costado del granch. Luego, lo rodeó, alzando su mano y estando detrás suyo.
Enseguida, disparó más de su hielo (y vaya sí esa era una frase que Morgana nunca llegó a considerar como algo realista) que chocó contra la nuca del ser con tanta fuerza que la criatura se retorció, buscando una manera de soltarse de aquel agarre.
Morgana sintió una punzada de lástima por el granch, y se preguntó si él podía sentir lo que le estaban haciendo... Como tal, no se suponía que era un ser vivo, ¿o sí? Bueno, no era como si entendiera del todo las reglas que regían el mundo de Marzaba, además de que no estaba segura de querer entenderlas. Aunque, de cualquier manera, se sintió mal por el granch.
Y lo miró desaparecer lentamente y volverse la misma criatura dócil y pequeña de antes, a su vez que soltaba a las personas que había atrapado en su interior, que eran cuatro en total. No conocía a ninguna, y tampoco les prestó demasiada importancia.
Sella sostuvo al diminuto granch y lo apretó en su mano. Sus ojos se encendieron en rabia y su entrecejo se arrugó.
Ella no dijo por unos momentos, girándose hacia una de las víctimas que había tomado el granch, que se trataba de una mujer algo anciana y de cabello grisáceo.
Sella pareció intercambiar unas cuantas palabras con la mujer y, a medida que dialogó con ella, su rostro se enrojeció y la furia creció en su semblante.
Finalmente, Sella se incorporó y caminó hacia la multitud expectante que le veía con una mezcla de intriga y curiosidad, principalmente molestos por que sus actividades hubieran sido interrumpidas por el repentino ataque del granch.
—¡Lamento todos los inconvenientes causados! —exclamó ella. Morgana notó que sus puños estaban apretados con tanta fuerza que sus nudillos habían palidecido—, ¡como sabrán, esto no es algo que sea usual ni mucho menos, sino que se trata de un incidente! ¡Sin embargo, no deben preocuparse, porque los culpables ya han sido revelados!
Morgana sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal cuando la escuchó. ¿Tan rápido habían descubierto que fueron ellos? No, eso no tenía sentido... A menos que la mujer con la que había conversado hubiera estado en la lavandería cuando el granch se convirtió. Sí, eso era amargamente probable.
Ella tragó saliva con dificultad, pasando una mano por su cuello y frunciendo el ceño.
Al mirar a los demás en el grupo, supo de forma instantánea que ellos también estaban severamente preocupados por el pensamiento de que en cualquier momento Sella decidiera atarlos como lo había hecho en un inicio... Y vaya sí tendría motivos para hacerlo. Después de todo, ellos habían llegado con un granch justo a tiempo para liberar al día siguiente.
Sin duda, algo así resultaba de lo más sospechoso, y más para un grupo de niños y jóvenes que recién habían llegado.
—Debemos irnos de aquí —murmuró Jessica en un tono de voz lo suficiente bajo como para que solo ellos seis pudieran oírla.
—¿E ir a dónde? —inquirió Auguste, bastante tenso.
—A cualquier lado menos a un lugar en donde nos amenacen de muerte como aquí —susurró Cian, mordiendo su labio inferior con nerviosismo.
—Entonces, nos haré regresar al callejón en Allwer en donde aparecimos —continuó diciendo Auguste, mirando vagamente a su alrededor.
—No, ustedes no irán a ningún lado —anunció bruscamente la voz de Sella.
Morgana se sobresaltó, dándose cuenta de que la multitud que antes los rodeaba ahora se había hecho a un lado con la intención de permitirle el paso a Sella. Y ahora la mujer estaba ahí, delante de ellos y con sus ojos llenos de furia. Su mano yacía sobre el hombro de Auguste (probablemente para evitar que se marchara con su habilidad) y su espalda estaba recta y tensa.
De entre las demás personas, apareció Linet, que se detuvo al ver el semblante de Sella.
—¿Qué sucedió? —preguntó Linet, evidentemente sin estar al tanto de lo que había ocurrido—, escuché un fuerte ruido.
Sella miró a Linet de soslayo.
—Sucede que tal parece que no revisaste apropiadamente las pertenencias que ellos traían —espetó Sella con aire despectivo y molesto.
Linet parpadeó varias veces, confundida.
—¿Qué?
—Llevaban un núcleo de granch consigo —dijo Sella, frunciendo el ceño—, y se liberó justo en este momento.
—Fue un accidente —respondió Cian, tratando de defenderse—, lo derroté cuando estábamos en el mundo de Morgana y Dimitri, y olvidé por completo que lo tenía.
Sella bufó, cerniendo con mayor fuerza su mano el torno al hombro de Auguste, quien esbozó una mueca en sus labios, mas no se atrevió a quejarse en voz alta.
—¿Lo olvidaste? —repitió la mujer con irritación—, ¿sabes todo el caos que acaba de causar ese monstruo? No es irreparable, pero fue completamente necesario, y ahora tendremos que ocupar tiempo que pudimos invertir en algo más en reparar todo ese daño. Además de que ustedes acaban de llegar y decidimos darles el beneficio de la duda... Pero quizá simplemente no lo merecían.
Linet pareció querer intervenir en la conversación, quizá incluso hasta para abogar por ellos. Sin embargo, no lo hizo, tal vez por temor a Sella o porque solo no deseaba inmiscuirse en una discusión.
—No quiero que vuelvan a poner un pie en este lugar —siseó Sella de nuevo. Luego, soltó a Auguste—, quiero que se vayan en este momento y no regresen. Si lo hacen, les diré a todos que tienen permitido hacerles daño e incluso matarlos, ¿lo entienden? Aquí no permitimos gente que altere el orden, y mucho menos a quienes no sean de fiar. —Miró a Auguste, agregando—: Y más te vale que no se te ocurra transportarte aquí, porque ahora que sabemos reconocer tu habilidad, notaremos tu presencia, y no querrás saber lo que te ocurrirá si decides volver con gente de GEASP.
Morgana sintió un vacío en su estómago al escuchar las palabras de Sella.
¿Realmente los estaban echando de aquel sitio? No sabía por qué, pero el hecho de que así fuera le resultó más desgarrador de lo que había creído. Su cuerpo tembló ligeramente y un nudo afloró en su garganta.
Y, antes de ser por completo consciente de ello, Morgana entonces dijo:
—Sé que no somos por completo confiables debido a que no nos conocen, pero nuestras intenciones nunca fueron hacer daño... Honestamente, yo solo quiero entender cómo es que esperan que ayude Marzaba, y esperaba que ustedes fueran la guía para poder descubrirlo.
No sabía bien qué le había impulsado a decirlo. Tal vez era el orgullo roto que sentía ante la idea de que Sella creyera que ellos realmente habían ido ahí con el único motivo de traer el granch y provocar problemas. Tal vez porque sabía que ya no podía empeorar la situación.
—Solo váyanse de aquí —fue la fría respuesta de Sella, sin agregar nada más. Antes había dicho que no irían a ninguna parte, observó Morgana, y se preguntó si había cambiado de opinión y si solo había dicho lo de antes como una manera para evitar que se fueran de golpe—. Y llévense esto con ustedes.
Acto seguido, Sella le lanzó el pequeño granch, así como la pelotita gris que era su núcleo, a Cian, que los tomó, desprevenido y apenas si pudiendo sostenerlos y con su rostro coloreándose de vergüenza.
Morgana se dio cuenta de que ella esperaba que se marcharan mediante la habilidad de Auguste, y le pareció lo más lógico, pues se arriesgaban a revelar la ubicación de su base si los sacaban a patadas, como habría sucedido de haberse tratado de otra situación.
El grupo se acercó, tomando mutuamente sus manos como ya se habían acostumbrado a hacer.
Nuevamente, el paisaje cambió.
Habían vuelto al callejón de antes.
Morgana se sintió como si estuviera en un videojuego y hubiera regresado al punto de inicio.
No le gustó el sentimiento que le causó aquella comparación, y sus labios se curvaron en una mueca.
Ya no habían paredes grises ni un suelo frío y duro, sino un callejón pequeño que le hizo rememorar ayer, justo cuando recién habían llegado a Allwer... ¿Realmente solo habían pasado unas horas desde ese momento? Se sentía como si hubiera pasado más, aunque tal vez solo era el cansancio dándole una perspectiva diferente.
Cian se dejó caer sobre suelo, pero no porque se sintiera mareado, o eso sospechó Morgana al ver la culpa asomar por los ojos del niño.
—Lo siento —murmuró Cian—, es mi culpa que nos hayan echado de los Guardianes. Debí haberme dado cuenta de que aún tenía al granch.
Jessica frunció el ceño, apretando los labios y desviando su mirada hacia el cielo sobre sus cabezas, que ahora estaba teñido de un suave color rosado.
—No es tu culpa —contestó ella, aunque no se oía del todo convencida—, como dije, todos pudimos habernos dado cuenta... Y de cualquier forma, no tiene caso sentirnos mal por eso. Debemos pensar una manera de seguir adelante sin los Guardianes.
—¿Seguir adelante? —preguntó Morgana, recelosa—, ¿hablan de encontrar a Thiago y hacerlo entrar en razón para que sepa que GEASP lo está controlando?
—Exactamente —dijo Jessica, bajando la mirada hacia Morgana—, ese ha sido nuestro objetivo principal. Una vez que Thiago esté libre, será más fácil liberar a nuestros otros hermanos, porque Thiago es de los mayores y más poderosos.
¿Otros hermanos? Morgana meneó la cabeza. Ni siquiera valía la pena pensar en eso, se dijo a sí misma. Cruzaría ese puente cuando llegara a él... Si es que llegaba, claro está.
—Pero dijeron que los Guardianes eran nuestra única ayuda —comentó Dimitri, dubitativo.
—Dijimos que estaría bien tenerlos de aliados —respondió Jessica—, pero podemos arreglarnos sin ellos, como pensábamos hacer de cualquier manera si nos hacían esperar por mucho tiempo.
—¿Y cuál se supone que es el plan? —inquirió Morgana, arqueando ambas cejas.
—Lo primordial es estar con Thiago —dijo Auguste, pensativo—, así que tendremos que hallar la manera de llegar hasta él. Una vez que lo hagamos, le haremos ver todo lo que está sucediendo, y él nos creerá y detendrá todo este caos.
Morgana quiso soltar una carcajada.
Pero no lo hizo... Por poco.
—No puedes sonar más absurdo —musitó ella—, ¡lo dices como si fuera lo más fácil! Y para colmo hablas como si convencer a su hermano fuera a ser tan rápido y sin problemas.
—Pues así será —aseguró Cian, frunciendo el ceño—, Thiago siempre ha sido sensato, así que nos creerá.
—Si es así de sensato —comenzó diciendo Dimitri—, ¿por qué se dejó engañar por GEASP en primer lugar?
Nadie respondió. Sin embargo, ahí Dimitri tenía un punto; uno bastante bueno.
Morgana soltó un profundo suspiro, pasando una mano por su cabello y sintiéndose frustrada por la situación.
Oh, ¿por qué todo debía ser tan complicado?
—¿Al menos saben en dónde se encuentra Thiago? —preguntó ella para cambiar ligeramente el tema del hecho de si Thiago estaba siendo manipulado o no por GEASP.
Jessica lo pensó por unos momentos, torciendo sus labios en una mueca.
—Bueno, su ubicación es lo de menos —dijo—, todos saben en dónde se encuentra.
—¿Y eso qué lugar es? —inquirió Morgana.
—Pues el Palacio Real de Allwer.
.
Bueno, hola a todos Bv
¿Qué creen que suceda ahora en adelante? 🧐 O mejor dicho, ¿creen que todo saldrá de acuerdo a sus planes y podrán rescatar a Thiago? 👀
De cualquier manera, eso es todo por hoy, hasta la próxima <3
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