Capítulo 15. Día de entrenamiento.
Morgana no estaba de humor para ponerse a hacer las pruebas que Linet requería de ellos.
Al final de cuentas, ella sabía que no había nada especial con ella o Dimitri, a diferencia del caso de Jessica, Ágata, Cian y Auguste, quienes eran la epítome de la particularidad, o al menos en su mundo. No como en Marzaba, que todo ahí ya era raro de por sí.
A pesar de su desánimo y frustración, Morgana se reservó cada uno de sus pensamientos, siendo consciente de que si no ayudaban, no tenía caso decirlos.
Abandonó la habitación junto a los demás, con el ceño fruncido y sintiendo sus párpados pesados. En realidad, había dormido más de lo que había esperado, pero aun así seguía sintiéndose cansada.
Quizá era algo mental, supuso, en especial porque sabía que nada de lo que le rodeaba había sido un mal sueño... Porque en el fondo había esperado que así fuera, que al final todo hubiera vuelto a la normalidad.
Mas no había sido así.
En cierto modo, había sido como un golpe de la realidad, que le recordó en dónde estaba y por qué razones. Morgana no sabía del todo qué pensar de eso, pues a pesar de sus deseos de regresar a casa, era consciente a la perfección que eso no era posible... Y probablemente pasaría un buen tiempo antes de poder volver a Texas.
Soltó un suspiro cuando comenzó a caminar por el pasillo, siguiendo a Linet, que los guiaba desde la cabecilla del grupo.
—¿Este lugar es como su base secreta o algo así? —preguntó de pronto Dimitri con aire de curiosidad, mirando su alrededor con intriga.
—Podría decirse que sí —contestó Linet, pensativa—, aunque nosotros llamamos a estas bases Raíces. Cada Raíz esta posicionada a lo largo y ancho de Allwer en ubicaciones secretas y ocultas, principalmente gracias a los encantamientos de los pocos elfos en nuestro equipo y los hechizos de unos cuantos hechiceros...
Morgana se quedó perpleja al oírla. ¿Elfos? ¿Hechiceros?
¿Es que acaso no había un límite para lo que existía en ese mundo?
—¿De verdad hay de todo eso? —se le escapó preguntar a ella, sin ser capaz de disimular su incredulidad.
Por unos momentos, Linet le miró sorprendida.
—En nuestro mundo, así como no tenemos magia ni didalnio natural, solo existe la raza humana como especie superior —le explicó Jessica.
Linet curvó sus labios en una pequeña "O" de sorpresa y asintió levemente.
—Ah, ya veo —dijo. Acto seguido, procedió a agregar—: Pues en Marzaba tenemos lo que son los humanos, enanos, trolls, elfos y hechiceros.
—¡Vaya! —exclamó Dimitri con desconcierto—, eso es increíble.
No, no lo era, pensó Morgana, a quien la idea de que tuvieran que involucrarse con un mundo repleto de ese tipo de criaturas fantásticas le resultaba molesta e innecesaria.
—Aunque —continuó diciendo Linet, alzando su índice y dibujando unas líneas al aire—, tenemos algunas subdivisiones entre los humanos, que son tres: Están los didálticos, quienes nacieron con el don de poder utilizar el didalnio, lo que coloquialmente conocemos como magia; están los andidálticos, que son poco communes y no pueden usar en lo absoluto nada de didalnio; y también tenemos a los alquimistas, que son didálticos que se dedican al estudio del didalnio como una ciencia.
Morgana parpadeó varias veces, procesando aquella información.
—En nuestro mundo también conocemos el término de alquimistas —comentó, recordando vagamente haber tenido una lección en clase sobre eso, aunque estaba segura de haber estado rayando su banca durante ese tiempo y prestando poca atención a lo que se decía—, pero quienes se llamaban así solo eran científicos de hace mucho tiempo.
Linet ladeó la cabeza con interés.
—¿En serio? —inquirió—. Bueno, aquí los alquimistas no solo se dedican a estudiar el didalnio, sino también aprenden a darle otros usos en sus diferentes estados de la materia. De hecho, Allwer es bastante conocido por su fama de alquimistas y los distintos tipos de pociones que vende.
—¿Pociones? —repitió Cian, arqueando ambas cejas.
—Sí, son el balance de diferentes elementos que se entrelezan con el didalnio de muchas formas —explicó Linet—, solo los alquimistas pueden crearlas. Hay de todo tipo y las más comunes suelen ser las más sencillas de preparar, por ejemplo, existen desde pociones curativas hasta aquellas que incrementan la resistencia física, e incluso de lo que no podrían imaginarse. Pero, por obvias razones, entre más sorprendentes sean son más complejas de prepararse, y para ello necesitaría a un alquimista de nivel más alto.
—Y los que no son alquimistas pueden usar magia, ¿no? —preguntó Dimitri, evidentemente interesado en el tema.
Linet asintió con la cabeza. Enseguida, extendió su brazo, menguando un poco su andar y abriendo la palma de su mano. Esta se iluminó y de ella emanó un brillo rojizo, que pasó a volverse una pequeña llama de fuego.
Morgana miró con desconcierto el fuego que crecía en la superficie de la palma de su mano. ¡Era una locura! Sin embargo, a esas alturas, no le costó comprender que realmente estaba ocurriendo y que no se trataba de ningún truco óptico como los que veía en las calles.
—El didalnio se manifiesta de múltiples formas en la gente —diculidó Linet, apagando la llama de fuego en su mano y cerrando su puño, dejando caer su brazo a su costado y reanudando el ritmo normal de la caminata—, se basan en los cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua. Pero también descienden muchos dones de ellos, y todos ellos dividen en tres tipos: emisores, transmutadores y receptores. Por ejemplo, yo soy una usuario de fuego tipo emisor, aunque, dado que la habilidad se hereda, no soy tan poderosa debido a mi linaje.
Morgana pensó en esto, sintiéndose ligeramente abrumada por aquella información que le parecía tan repentina. Llevó su mano a su cabeza, apretando sus labios en una fina línea recta.
Linet la miró de reojo, soltando una suave risa.
—Ya lo irán comprendiendo mejor conforme conozcan más al resto de los Guardianes —dijo, guiñándoles el ojo. Luego, volvió su mirada hacia Jessica, agregando—: Aunque, si no mal recuerdo, dijeron que ustedes cuatro ya tenían habilidades, ¿no?
Jessica asintió, aunque pareció dudar.
—Sí, pero no son demasiado útiles en combate —contestó, pasando una mano por su cuello.
—Aunque eso no significa que no sepamos defendernos —señaló Cian, arrugando ligeramente la nariz.
Cruzaron por algunos pasillos, comenzando a subir por unas escaleras de caracol.
—Bueno, seguro que igual basta con que sepan usar sus habilidades para que podamos medir lo que hacen con mayor facilidad —siguió diciendo Linet. Esta vez observó a Morgana y a Dimitri—. No obstante, ustedes dos tienen no tienen un don, o al menos no lo saben, ¿verdad?
Los hermanos negaron con la cabeza.
—Hum —fue lo único que dijo Linet, sin agregar nada más y mirándolos de reojo por unos momentos. Después, se detuvo, haciendo que los demás la imitaran y añadiendo—: De cualquier manera, ya hemos llegado al Centro de Entrenamiento. Aquí Ehter, Sella, yo y otros más nos haremos cargo de ustedes para poder ver lo que saben y decidir en dónde empezaremos a entrenarlos.
—¿Entrenarnos? —repitió Dimitri, que no parecía muy cómodo con la idea.
Morgana recordó que su hermano no era del todo bueno en los deportes ni en nada que implicara un arduo esfuerzo físico, por lo que no pudo culparle de que tener que entrenar le preocupara... Aunque, por otra parte, solo pensó: ¿por qué había accedido ir a Marzaba sin considerar que tal vez tendría que trabajar duro y esforzarse físicamente?
Linet, por su lado, se limitó a sonreír y decir:
—Obviamente no los dejaremos sin entrenamiento si es que eso les hace falta. Son niños, pero no planeamos subestimarlos solo por eso, y por su insistencia de ayudar, lo mejor que pueden hacer es hacernos caso y entrenar con nosotros... Además, eso promueve el trabajo en equipo, y tal cosa es fundamental, ¿no lo creen?
Morgana soltó un profundo suspiro, notando cómo nadie se dignó a responderle.
Linet se había detenido delante del umbral de un arco sin puerta. Les hizo una seña para que lo cruzaran, y los demás lo hicieron sin otra alternativa.
Al cruzar por el marco, Morgana observó cómo se ampliaba el sitio, siendo completamente diferente a los pasillos por los que habían avanzado antes o la habitación en la que habían pasado la noche.
El sitio en el que ahora se hallaban era amplio e inmenso. Las paredes y el suelo eran grises sin ningún remedio, no habían ventanas a la vista y otras tres salidas rodeaban el lugar. Las luces que lo iluminaban eran amarillas y pálidas, pero bsstaban para alumbrar todo. A lo largo y ancho, había algunas personas, alrededor de veinte o más. Todas ellas estaban ocupadas en sus propios asuntos y simplemente parecían estar... entrenando.
No obstante, no era ese tipo de entrenamiento como del que obligaban hacer a Morgana en educación física, sino algo distinto. Las personas utilizaban la magia que Linet había mencionado, otras usaban armas... Armas reales y no de esas de juguete.
Vio a dos mujeres que practicaban con un par de espadas y parecían estar ensimismadas en un reñido duelo. Más allá, había un hombre con un arco que disparaba a unas dianas metros a la distancia. A su lado, estaba un joven que hacía burbujas de agua en el aire y las lanzaba hacia el techo.
Y había más, y más. Aunque no eran tantas personas, lo que hacían y la manera en que lo hacían bastó para abrumar a Morgana.
Restregó sus ojos de forma inevitable. Pero no, nada de eso desapareció.
Porque era real.
A Linet, que se había colocado detrás de ellos, se acercaron Ehter y Sella, y también otras tres personas (dos jóvenes chicos y una mujer que se veía mayor a treinta años).
—Deberíamos divirnos a los chicos para poder medir lo que hacen —comentó Linet, manteniendo una suave sonrisa sobre la comisura de sus labios. Miró a Morgana, añadiendo con rapidez—: Yo quiero ir con ella.
Morgana se sorprendió de que Linet se ofreciera a eso sin siquiera dudarlo y, antes de procesarlo, los demás también ya habían escogido con quiénes planeaban entrenar. Sella se había emparejado con Dimitri; Ehter con Jessica; Cian y Auguste con los otros dos jóvenes desconocidos; y la pequeña Ágata se quedó con la mujer que daba un aire maternal y que le tendió la mano a Ágata con dulzura.
Después, se dividieron en espacios diferentes a lo largo del Centro de Entrenamiento. Linet la guio a una esquina para separarse del resto y evitar chocar con alguno de ellos.
Morgana se detuvo delante de Linet y la miró, sintiéndose tensa e incómoda por no estar segura de qué hacer.
—Yo no tengo magia —murmuró, percibiendo la necesidad de recordárselo a Linet aun si ella ya lo sabía.
La mujer la miró, ladeando la cabeza.
—Ahora que lo pienso, no te has presentado —dijo ella, ignorando su comentario.
Morgana pestañeó con fuerza. Era verdad, se dio cuenta, y se preguntó cómo fue que no lo notó antes.
—Eh, bueno, soy Morgana Ocasaki —contestó, jugueteando con el dobladillo de su abrigo.
—Dijiste que crecieron en un orfanato, ¿cierto?
—Así es...
—¿Y no recuerdas absolutamente nada de tus padres?
Morgana frunció el ceño, comenzando a incomodarse por aquel interrogatorio.
—Nada de nada —respondió—, mi nombre ni siquiera me lo dieron ellos, ni tampoco mi apellido es el suyo. Los dueños del orfanato tampoco supieron quiénes eran...
Decirlo en voz alta le generó un amargo sabor en la boca. Bajó la cabeza, torciendo sus labios en una mueca.
—Debió ser difícil —dijo Linet, aunque no con lástima, como muchas personas hicieron antes en el pasado—, solo preguntaba por lo que tus otros amigos dijeron, acerca de que una médium aseguró que tú y tu hermano podían ayudar a Marzaba... ¿Nunca has tenido un episodio de algo que no hayas podido explicar? ¿O un arrebato de una fuerte emoción en el que segundos más tarde haya ocurrido algo terrible?
Morgana negó con la cabeza. Nada de eso le sonaba.
Aunque, si hablaban de cosas extrañas...
—No —respondió ella—, bueno, no sé si vale la pena mencionar que Dimitri y yo siempre hemos tenido mala suerte.
Linet le observó, asombrada.
—¿Ah? ¿De verdad? —preguntó, alzando ambas cejas.
Morgana frunció el ceño.
—¿Eso significa algo? —cuestionó, dubitativa.
—No, no... Solo es curioso —aseguró Linet, sin embargo, sonó vacilante.
Y Morgana no le creyó. No obstante, tampoco la interrogó.
No tenía demasiadas ganas por saber lo que Linet ocultaba, y en general no le importaba.
Linet acabó por quitarle importancia al asunto con un ademán de mano, suspirando.
—No importa —dijo finalmente—, debería comenzar a ponerte a prueba de una vez, o los demás pensarán que no estamos haciendo nada. ¿Qué es lo que sabes hacer?
Morgana lo pensó por unos momentos.
¿Qué podía hacer? No era específicamente buena en los deportes, pero tampoco era mala. Su resistencia estaba poco más arriba de la promedio. No era lenta, aunque tampoco muy rápida. No era ágil, sin embargo, no significaba que fuera torpe.
Dudó enormemente... No tenía habilidades especiales en sí, más allá del dibujo (y eso ni siquiera tanto), pero eso no era en lo absoluto relevante en ese momento.
Finalmente terminó por decir:
—No lo sé.
Linet le observó, curvando sus labios en una mueca y cruzándose de brazos.
Morgana se sintió un poco mal por su propia respuesta, removiendo sus pies en el suelo con aire de incomodidad.
—Bueno, en ese caso, comenzaremos a calentar —suspiró Linet, como resignándose—, practicaremos algo de sombra y movimientos de pelea, y después de daré un par de armas para ver con cuál te acomodas mejor. Tal vez así podramos llegar a una conclusión y pueda hacerte una rutina de entrenamiento.
A falta de una razón para estar en desacuerdo o replicar, Morgana asintió.
Y en el fondo se preguntó si realmente podía llegar a ser útil de alguna manera en Marzaba. No sabía por qué Jessica, Cian, Auguste y Ágata le habían traído a ese lugar, y para peor: ellos tampoco lo sabían.
No tenía habilidades fuera de lo ordinario, e incluso su mala suerte la ponía en desventaja... Y quizá eso era lo que más temía Morgana, que al final del día, incluso en ese mundo diferente y nuevo, ella no pudiera hacer nada inusual, que resultara ser la misma sin un solo cambio.
Sin embargo, Morgana se esforzó por alejar esos pensamientos de su cabeza. No era ella quien tenía esos delirios de grandeza y soñaba con ser alguien especial, pensó, sino que ese era su hermano, no ella. Morgana se conformaba con ser normal, pasar desapercibida el resto de su vida y solo estar en paz... ¿Cierto?
Sacudió la cabeza. No quería pensar en eso. Hacerlo era un innecesario dolor de cabeza.
Solo se enfocaría en lo que tuviera que hacer. Si hacía falta que entrenara, entonces eso haría, y procuraría hacerlo bien. Tal vez no ser la mejor, pero tampoco ser mediocre.
Aun con este pensamiento firme y determinado en su mente, no transcurrió ni una hora antes de que Morgana comenzara a cansarse del entrenamiento.
Linet la había hecho calentar con diferentes movimientos, haciendo que de por sí ya se sintiera exhausta. Y ahora estaba midiendo sus habilidades de agilidad con la "sombra", que era básicamente golpear al aire una y otra vez.
Por supuesto, no era tan sencillo como solo lanzar golpes sin sentido, sino que Linet ya la había corregido más de treinta veces.
"Los pulgares no se colocan afuera del puño, o podrías lastimarte", "Separa tus rodillas y relaja tu espalda" ó "Mueve tu cuerpo hacia el fente para que tus golpes tengan mayor peso y fuerza", y muchas más cosas de ese estilo.
Morgana llegó a preguntarse en más de una ocasión qué hacía ahí... Hasta llegó a ponerse a hacer cuentas y notar que debía ser viernes ya, lo que le hizo preguntarse qué profesores notarían su ausencia, pues la profesora Anderson era la única que solía preocuparse por ella... Y claro, ahora ella tampoco estaba ya.
—De acuerdo, tus conocimientos básicos no son malos —le dijo Linet cuando Morgana acabó tumbada sobre el suelo, con su respiración agitada y su ceño fruncido—, y aprendes muy rápido. Pero temo decirte que eso únicamente ha sido una rápida lección sobre la superficie de la defensa personal, pues en realidad el entrenamiento va más allá de eso y solo quería asegurarme de que no te hicieras daño. Ahora, probaremos algunas armas y veremos cuál te gusta más, ¿bien? Así sabremos en cuál enfocarnos.
Morgana gruñó en respuesta, tratando de regular su agitada respiración y empezando a sentirse muy hambrienta.
—¿Cuándo comemos? —se le ocurrió preguntar, lo que ocasionó que Linet se riera entre dientes, esbozando una sonrisa como la del gato de "Alicia en el País de las Maravillas".
—Cuando acabemos el entrenamiento —contestó Linet. Acto seguido, con mayor suavidad agregó—: El primer día siempre es el más difícil. No te preocupes, conforme pase el tiempo, esto se te hará más fácil.
Morgana se quedó helada al oírla.
"Conforme pase el tiempo" Había dicho.
¿Cuánto tiempo esperaba Linet que ellos se quedaran? Se estremeció al darse cuenta de que en realidad no estaba segura de saberlo.
Mordió su labio inferior con fuerza, tragando saliva y mirando al techo sobre su cabeza.
Reuniendo toda la energía como le fue posible, Morgana se incorporó, poniéndose de pie con lentitud y cuidado.
Tal vez Jessica tenía razón en creer que en algún punto, la mejor alternativa sería huir de los Guardianes... Porque era cierto: la idea de quedarse demasiado ahí resultaba abrumadora y abismal... Esperar en sí ya era cansado, y no imaginaba tener que hacerlo por una cantidad de tiempo indefinido.
Sin embargo, no dijo nada de esto en voz, alta y, en cambio, miró a Linet mientras decía:
—En ese caso, terminemos con esto cuánto antes.
.
¿Alguna vez han practicado algún deporte o arte marcial? 👀
Yo antes practicaba Lima-lama, que es algo así como karate (lo comparo porque generalmente la gente no sabe lo qué es), pero dejé de hacerlo porque la escuela a donde iba cerró, y ahora sufro cada vez subo las escaleras.
Moraleja: no dejen de hacer ejercicio.
Bueno, espero les haya gustado el capítulo:D
Hasta la próxima 🤙
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