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Capitulo 6.


Hola, gracias por responder a mi anterior capitulo. Estoy trabajando en las historias que me sugirieron, tambien en los últimos capítulos de En el principio, de los cuales en este deje un pequeño(quizás no tanto) spoiler. Si, y tambien una aproximación de la fecha en la que sucede esta historia. Besotes.



Eydis tomaba su té de lirios silvestres. La ángel a su lado algo un poco más fuerte. Bastante más si se tenia en cuenta su aroma intensamente embriagante, y la soltura de palabras que le había provocado.

-Sabes Eydis-le relataba, arrastrando ligeramente las palabras- No había nadie como él,ni lo habrá, de eso estoy segura. Comenzaba sus rondas muy temprano, ni bien el día clareaba. Siempre impecable, correcto y sosegado. Sus alas plateadas parecían resplandecer cuando los rayos de sol o de luna las tocaban. Siempre sonriente, siempre amable. Visitaba la zona baja, departía con los ángeles de bajo rango. Continuamente solicito a prestar su ayuda o a enseñar.No supe que estaba enamorada¿suena tonto, no es verdad?Pero créeme, no lo advertí...no sabia que significaba esa calidez que me abrazaba cuando lo tenia cerca, ni la aceleración de mis latidos, ni la razón de tanto suspiro...y era que me había enamorado.

-Me leía-continuó Lumiel, y él le preguntó qué-No se que...solo recuerdo su voz al narrarme mil historias distintas. Me traía paz, me tranquilizaba...Hacia ciertos gestos con sus manos...Era mágico...y lo perdí por tonta-.

Eydis la observó concluir su narración abruptamente y tomar un trago más de su botella. Quería pedirle que pare, pero algo le decía que ella necesitaba primero exorcizar su pena.

-Creo que has sido un par de cosas Lumiel...pero tonta no creo. Quizás sus decisiones de vida y las tuyas los pusieron en caminos diferentes-le dijo queriendo en parte consolarla-.

-Yo lo aleje-le aseguró con vehemencia- Pensé en que si era mio, tu sabes, en la intimidad...Ya no me dejaría, pues se crearía un lazo, y él, como todo un hombre que es, se haria cargo de sus acciones...Un plan estúpido, lo se...Cuando se trata de él, todo lo que hago parece estar mal-.

-Suele ser así-le confirmó Eydis- Solemos fallar más con lo que más nos importa, lo atribuyo a la ansiedad que nos causa su relevancia. El temor a equivocarnos a veces nos juega una mala pasada-.

Lumiel asintió. Bebió otro trago de aquel liquido verdoso.

-Su hijo murió-soltó de repente y de Eydis brotó una exclamación tanto de asombro como de pena- Tenia ochenta y cinco años, era humano. Él lo crió, debió haber sido el mejor de los padres. Ocurrió hace unos días...y ...quisiera tanto poder verlo, darle alguna palabra de consuelo, confortarlo...pero se que mi corazón no soportaría verlo con ella, con la saturnina ¡Por Dios!¡Tiene cuatro brazos! No se que le vio a ella...¿Y sabes algo más?...me di cuenta cuando lo supe que realmente soy muy mala-.

Él frunció el ceño sin entender su aseveración.

-¿Porque dices eso? tú has cambiado-le preguntó-.

Lumiel lo miró. Tenia ensombrecida la mirada.

-Porque lo primero que pensé al saberlo fue...-dijo y suspiró- Ahora solo falta que muera la madre-.

Eydis abrió sus saltones ojos muy grandes. No dijo nada por unos segundos, lo pensó bien, pues presentía que ella esperaba algo así como una respuesta.

-Todos...absolutamente todos Lumiel, hemos pensado alguna vez algo que nos avergüenza por ser tan bajo...y no es que seamos eso que pensamos en ese momento, es que a veces la decepción, el dolor, las heridas, se adelantan a nosotros mismos y toman la palabra. No eres muy mala por pensar eso, pues si lo fueras no reconocerías que es malo ese pensamiento. Se que sufres por amor...yo desconozco ese sentimiento, los venusinos no estamos hechos para sentir el amor romántico, no es parte de nuestra naturaleza-.

-Es gracioso Eydis-le contestó ella al vuelo- Supuestamente nosotros tampoco-.

Él negó con la cabeza y sobre la mesa le tomó la mano. Se estaba encariñando con ella. Le parecia una criatura compleja e incomprendida.

Ella le sonrió y luego acercó de nuevo la botella a su boca. Esta vez Eydis la detuvo.

-No...ya no bebas más Lumiel...Solo adormeces tus sentimientos, no los sanas. Es más saludable esto que estabas haciendo...Abrir tu corazón, dejar salir eso que te duele hace tanto...Esa herida no puede cerrarse si esta infectada-.

Ella lo miró un minuto, con intensidad, parecia estar meditando en sus palabras.

Luego bajó la botella, la dejó sobre un rincón en la mesa, y se acomodó en la silla en la que estaba.

Abanicaba sus alas que  rosaban el suelo, parecia algo inquieta.

-¿Quieres saber porque lo hice?-le preguntó después de esa fracción de tiempo-.

Eydis se recostó en su mecedora. Estaba allí porque en esa posición semisentado, las nauseas que parecían no darle tregua se aplacaban un poco. Sobó suavemente su vientre, pidiéndole a su cuerpo un intervalo a su malestar, pues este era un momento de suma importancia, y él quería estar atento, estar a la altura de las circunstancias.

-Dime-fue su pequeña respuesta.

Ella bajo la mirada por un instante y luego al subirla hacia él la acompañó con una leve sonrisa.

- No me daba con todos...Supongo que a todos nos pasa igual. Yasiel, Hariel, Qirel, Abdi-xtiel y Graciel eran mis amigos...Se parecían mas a mi, podía notar en ellos cualidades mías. Picardía, arrojo, independencia, altivez...algo de misterio. Eran mi"lado" favorito. Miguel con su firmeza, Gabriel con su histeria, Rafael con su seriedad, Baraquiel con su agudeza mental, Abadón con su frialdad, Uriel con su bondad,no...ellos no se parecían en nada a mi. Aunque, como no me canso de repetir, esto no evitó que me enamorara locamente de Uriel. Luzbell me caía mal... siempre con sus aires de deslumbrante diva y su esbirro idéntico a él...Me provocaba echarlo a un pozo y verlo enlodado de pies a cabeza-se detuvo para reírse- Esa noche cuando Hariel nos juntó a los que seriamos los siete arcángeles en rebeldía...No estaba convencida...¿quería ser libre?¿poder decidir sobre mi destino?¡Demonios! ¡Claro que lo quería!...Pero no estaba desesperada por ello. Vivía bien, rodeada de mis amigos, pateando traseros en las misiones, babeando por Uriel. Estaba bien pero...Hariel era convincente, todos confiábamos en él...Yasiel dijo que si primero, él y yo en ese tiempo eramos muy unidos...luego Qirel,eso me sorprendió, fuimos comisionados en el templo el mismo día, nos entendíamos  a la perfección, y luego fue Graciel, y Abdi-Xtiel, y...¡Rayos! Eran mi "lado"y no quise traicionarlos, así que lo traicione a Él...a mi Padre-.

Eydis solo asintió, instándola a proseguir.

-Lo hice por seguir al resto ¿no es esa una razón patética? pues fue la mía. Y por ella perdí todo, y me obligue a ser todo lo mala que la situación lo requería. Seguidora de Luzbell ¿quien lo diría? aunque nunca fue por él, ni fue para él mi lealtad, fue para los míos, porque así los catalogue, míos. Olvidando que muchas veces Miguel se había quedado horas extras enseñándome una maniobra nueva con su infinita paciencia, que Gabriel dijera la tontería que dijera sobre él y sobre sus modos, siempre me perdonaba, que Baraquiel y Rafael siempre habian sido conmigo tan amables,y claro olvide el hecho mas importante...a Uriel, y que lo amaba, aunque fuéramos el día y la noche, yo lo amaba-.

Cayeron un par de lagrimas de los ojos de Lumiel, Eydis le tendió su pañuelo celeste y ella lo tomó sonriendo y se las secó despacio.

-No tiene importancia-agregó ella- Ya no. Hice lo que hice, y tuve mis consecuencias¿has seguido leyendo el libro?-.

-No, no me he sentido nada bien, desganado y débil...Pero hoy estoy algo mejor, creo que me toca leer el capitulo quinto...¿alguna advertencia?-.

Lumiel hizo una mueca y luego negó con la cabeza.

-Se cual es, y lo que cuenta...no lo leas Eydis. Eres un ser sensible y bueno...y ademas estas en estado. Quizás seria mejor que te lo saltees, el próximo, el sexto, te gustara- Le dijo entre pausas reflexivas-.

-Lumiel- le contesto él-No se sabe que tanta claridad encierra el blanco sino se conoce el negro. Déjame conocerlos...tratar de entenderlos-.

-Quizás a eso le temo, a que me conozcas y decidas alejarte de mi, ni siquiera tengo a Ulka conmigo para aplacar mi soledad...estoy tan sola-concluyó en un suspiro triste-.

-No lo estas- se apresuró a asegurarle Eydis, mientras nuevamente le tomaba la mano sobre la mesa de madera- Me tienes a mi ahora, quiero ser tu amigo Lumiel, y en un par de meses lo tendrás tambien a él-continuó señalando su vientre, para después agregar- Pero no lo entiendo sabes¿porque si te sientes así no vuelves a los Cielos?¿porque te exiliaste por propia voluntad?-.

Ella exhaló lentamente, y luego fijó en él sus ojos antes de decidirse a contestarle.

-Sucedió unos días después de conocer a Ulka. En mi cabeza rondaba el pensamiento de escapar. Uriel la tenia a ella, llevaban un tiempo de novios, yo no tenia a nadie. Todos en los Cielos me soportaban, o me temían, nadie realmente me quería ahí, siento que en su interior aunque el Padre me había perdonado, ellos no lo hacian ¿y como culparlos?Fui una maldita bruja, asesine a miles de hombres y ángeles.

Servía en el templo esa tarde. Estaba por retirarme ese día cuando lo vi entrar, todo luz, todo perfección, sonriendo, saludando, todo amabilidad, mi antónimo y mi equivalente, Uriel. Me escondí detrás de una de las columnas cuando lo vi acercarse al altar. Cuando poco después vi salir a todos los ángeles que allí servían, supe que era una reunión privada. Pensé en salir, pero me conoces, lo indebido aún me tira fuerte, así que me quede, agazapada, atenta. Se escuchó la voz del Padre, potente, profunda, formidable, le decía que había visto la transformación de Luzbell, que estaba impresionado con su cambio, también con el de Pilly y Hariel, que aún siendo él quien era, sus arrepentidos hijos lo habian sorprendido, y que eso lo llevo a meditar¿si se les diera la oportunidad, una nueva y última a los ángeles rebeldes de ser quienes debieron ser, podrían tener una conversión similar? eso se preguntó, yo me quede paralizada¿había escuchado bien?,Uriel contestó a su cuestionamiento rápidamente ¿como podrían seguir viviendo con el peso de sus actos si no tenían lo que Pilly, Hariel y Luzbell tuvieron...un amor tan poderoso que les diera las fuerzas suficientes?, Uriel tenia razón, la conciencia a veces es tu peor enemiga. Pasaron unos segundos y el Padre continuó¿y si la memoria de esos actos les fuera borrada?¿si no tuvieran conciencia de sus pecados antiguos, así estos no pudieran atormentarlos?Entendí lo que pensaba hacer, los resucitaría pero esta vez quitándoles los recuerdos de las atrocidades que cometieron...que cometimos. Y ahí lo supe Eydis, me tenia que ir-.

Eydis la miró consternado, no entendía su resolución y lo expresó en voz alta.

-¿Porque irte Lumiel? Volverías a tener a tus amigos, recuperarías a los tuyos-.

Lumiel llevo a él sus ojos, los tenia aguados, cristalinos, su rostro una mascara de tristeza.

-Soledad-respondió-Ellos revivirían siendo inocentes, libres, sintiéndose amados y aceptados, sin ver rechazo en los ojos de sus pares, aunque estuviera, porque no tendrían razón de verlo¿que lugar tendría yo entre ellos consciente de mis transgresiones, atada aún a mis demonios pasados?no lo tendría, tampoco con Hariel, Pilly y Luzbell, pues ellos habían hallado, como bien dijo Uriel, un bálsamo en ese amor que los hizo fuertes para reinventarse, yo no. Por eso huí, ni siquiera me voltee para ver lo quedaba atrás...aunque dejara en esos Cielos que me vieron nacer, una parte descuajada de mi ser. No, no puedo volver Eydis, necesito olvidar lo que fui, todo, arcángel, caída, una redimida de su gracia, ya no soy, ni pertenezco. Solo existo, y debe bastarme con eso-.

Lumiel se limpió las lagrimas con la manga de su túnica escarlata. Sufría tanto, y él deseo tanto poder tener alguna forma de ayudarla, de hacerla ver, de hacerla verse mas allá de su dolor, pero no lo halló, no en ese momento, aunque no descansaría hasta encontrar la manera. Se puso en pie, se acercó a ella, y arrodillándose a su lado, busco sus ojos para hacerle una promesa.

-No te dejare Lumiel...Creo que el que todo lo creó, nos unió con un propósito, el de ayudarnos mutuamente. Hallaras la paz, porque esta ahí, es solo que le temes a tomarla, y el amor, porque esperara por ti, y cuando sea el tiempo el te dará las fuerzas para convertirte en quien debiste ser-.

Lumiel sonrió, miró hacia un lado algo escéptica, pero cuando llevo su mirada a él nuevamente, la esperanza brillo reluciente en sus pupilas.

-No necesitas leer hoy- le dijo poniéndose en pie-Ya tuviste tu historia¿preparamos algo dulce para los tres?dicen que lo azucarado les encanta a los bebés-.

Eydis sonrió y asintió en respuesta. Si, estaba seguro, había conocido a Lumiel por alguna razón, aquello no era una coincidencia. Entendió también que comenzó leyendo una historia, pero que ahora seria parte de esta.


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