Capítulo XX: El templo
En voz de Connor
El ruido de las cadenas hacía eco entre las paredes de la mazmorra donde se escondía la puerta al otro mundo. Hacía muchos años que no recorría ese mismo camino; desde aquella vez que salí a cazar a un fugitivo, con el objetivo de regresarlo y condenarlo por el mismo crimen que yo había cometido: Huir del templo. Al igual que ellos me encontraron a mí, esa vez también encontré a mi blanco, sin embargo nunca lo llevé de vuelta. En cambio, termine volviéndome un fugitivo también y ahora esa decisión me estaba pasando una fuerte factura.
Cada vez que cerraba los ojos veía la imagen de Danna y de Leo, siendo atacados sin una pizca de piedad. Ni teniendo el poder de ver el futuro pude ser capaz de detener ese porvenir desgraciado. Pensaba que si nadie intervenía, nadie moriría o saldría lastimado, pero fui demasiado ingenuo al pensar que mis amigos… mi familia, me dejaría ir solamente porque sí. Muy tarde entendí que mi plan tuvo un gran fallo desde el principio, puesto que no tuve en cuenta lo que sentirían ellos al verme así, como el condenado que camina temeroso y tambaleante hacia donde el verdugo lo espera.
Ahora nada importaba. El daño estaba hecho y cualquier futuro que veía solo me mostraba desesperación.
—Te ves terrible, Coni —dijo Theo, quien sin disimulo sonrió al ver mi rostro sumido en pena.
—Mi nombre ahora es Connor —enarqué—. Y alguien sin empatía como tu jamás sabrá lo que es sentir dolor.
—¿Dolor? ¿Sientes dolor por la muerte de esos dos debiluchos? —inquirió él con burla—. El mundo exterior realmente te ha vuelto muy débil y patético.
—Theo, ya es suficiente —intervino Anu. Su tono calmo era como una fachada que escondía a una fiera a punto de atacar.
Él nunca había sido alguien que mostrara sus sentimientos. Siempre era neutral y rara vez hablaba más de lo necesario. Jamás se quejaba de una orden o nunca daba su opinión, era una marioneta ideal. Pero todo eso lo volvía peligroso, puesto que era como una bomba de relojería que cuando explotara, lo destruiría todo.
—Eres aburrido —hizo un gesto de desdén. Sin embargo le obedeció inmediatamente. Theo podría ser un psicópata, pero sabía tan bien como yo lo peligroso que sería tentar la tensa calma de Anu.
El camino por las ruinosas mazmorras transcurrió en total silencio. Salvo por el tintineo de las cadenas que sellaban mi poder, no había otros ruidos a ese nivel de profundidad. La oscuridad era cada vez más densa, tanto que las luces de las antorchas apenas iluminaban un poco el camino. Se sentía como si estuviésemos bajando hacia el mismo infierno, y en cierta manera así lo era.
De repente llegamos a un salón circular en ruinas. El techo era una cúpula con antiguas ilustraciones que mostraban la creación del mundo. Se podía ver como el antiguo dios usó todo su poder para dividir y sellar los seis mundos que componían toda la creación.
Estar en ese lugar me generó escalofríos. Con cada paso estaba más cerca de encarar a lo que tanto había temido. Solo pensar en volver a verla y estar frente a ella me aceleraba el corazón.
—¿Preparados? —inquirió Theo, una vez que todos estuvieron dentro del círculo mágico que estaba dibujado en el centro de ese salón. Al todos asentir, él y Anu imbuyeron poder mágico para activarlo. Justo en ese instante supe que no habría marcha atrás.
Cerré los ojos y dejé que la oscuridad me rodeara con su giratorio manto espectral. Sentía como el suelo desapareció de golpe y como caíamos hacia el vacio. Después de unos segundos que parecieron eternos, el suelo volvió a sentirse, aunque el aire se sentía por completo distinto y la sensación que me daba la magia de ese lugar no era para nada agradable. No recordaba lo áspero que podía llegar a ser. Pero para aquellos que habían olvidados sus vidas en el mundo físico, no existía otra cosa más acogedora.
—Bienvenido a casa, Coni —dijo Theo.
Abrí los ojos temerosamente. El cielo era un manto perenne de monotonía, carente de color y esencia. Sumido en un crepúsculo gris perpetuo, nunca se veía la noche o el pleno día. Este mundo carecía de ese pequeño detalle que muchos pasaban por alto. Más allá se extendía un bosque muerto, con troncos negros y desnudos, cuyo final nunca se hallaba, puesto que siempre se terminaba regresando al mismo lugar de donde se partió. Enfrente de nosotros se erigía un castillo tétrico, con estatuas de seres retorcidos en los techos y balcones, que vigilaban todo a su alrededor. Era inmenso por fuera, pero por dentro lo era aún más. Apenas ingresamos por la puerta gigante de madera desgastada, un pasillo de piedra se extendía en línea recta casi hasta el infinito, solo era interrumpido por algunas puertas que también mostraban otros pasillos interminables. Había cristales mágicos que iluminaba el camino con un tono blanco inerte que se reflejaba en la roca gris de las paredes y el piso. Sería un laberinto para todos aquellos que se adentraran sin conocer el lugar.
—Vaya, eso fue rápido —apareció una chica de una de las puertas. No había cambiado nada desde la última vez. Era de pequeña estatura, cabello blanco y rizado, con unas pocas pecas en sus pómulos y ojos de color violeta muy intenso. Observó a cada uno de pies a cabeza, pero cuando llegó hasta mi quedó inmóvil—. N-No esperaba volverlo a ver.
—Lo mismo digo, Lori —le dije, mientras la miraba de arriba a abajo—. Aunque no seas la verdadera —declaré, a lo que ella titubeó—. Veo que aun usas tus sustitutos para ver el mundo. Pero es de esperarse, viviendo en un lugar como éste.
—El exterior te ha vuelto más extraño —aseguró ella—. Y prefiero estar preparada contigo aquí —agregó.
Su magia era asombrosa e irreal. Capaz de proyectar sus sueños en la realidad, podía crear cualquier cosa que quisiese, no importaba si era un dragón de hielo o una lluvia de rocas incendiadas. Tenía cierto parecido con la Magia de Dibujos de Jack, pero a diferencia de ésta, que usaba pintura para recrear cualquier elemento, Lori usaba sus sueños. El único defecto de su magia era que si ella llegaba a despertar, sus poderes desaparecían. Por lo cual siempre estaba dormida, preparada ante cualquier cosa, viendo el mundo a través de un sustituto de ella misma.
—No seas paranoica, Lori. No puede hacer nada mientras tenga esos grilletes puestos —aseguró Theo, jalando de las cadenas que me contenían como si de un animal me tratase.
—¿Nos está esperando en el gran salón? —inquirió Anu.
—Sí, junto con los otros clérigos —dijo con tono sombrío. Incluso para los de ese templo hablar de ella causaba miedo en todos.
Dejamos a mi antigua compañera detrás, junto con los tres guardianes que estaban con nosotros. Luego avanzábamos por entre los pasillos de ese castillo carente de alegría, hacia el salón donde reposaba la llamada Clérigo Mayor y Palabra Absoluta. A medida que avanzábamos y nos acercábamos, sentía nauseas por el poder nefasto que lo envolvía todo. No lo recordaba así, oscuro y lleno de malignidad. A pesar de estar justo en el límite del mundo físico y el inframundo, la influencia de este último era mínima, para no decir nula. Pero con todo el mal que habitaba en ese lugar, ya no me sorprendía que la oscuridad fuese la dominante de todo.
Llegamos a una puerta de madera gris oscuro. Justo cuando Theo iba a tocar, ésta se abrió, liberando el poder mágico abrumador de quien estaba en esa sala.
Cerré los ojos y me dejé arrastrar a ese lugar. Los susurros incorpóreos resonaban en mis oídos, repitiéndose como ecos lejanos y sin ningún sentido. Sentí como alguien pateó por detrás de mis rodillas, haciéndome caer arrodillado.
—Clérigo Mayor, tal como nos lo pidió, hemos traído de vuelta al fugitivo y traidor Coni, para que sea juzgado por haber roto su santa norma —anunció Theo, con un grado de formalidad que resultaba hasta ridículo.
—Ya dije que mi nombre es Connor —sin que lo esperaran, deshice mis ataduras y rápidamente encerré al par bajo la sombra de unos relojes mágicos.
Quería aprovechar ese momento para también encerrar a la Clérigo Mayor, pero al alzar mi mirada hacia ella, todo mi cuerpo quedó inmóvil. Un nudo en mi garganta me impedía gestionar alguna palabra. Lo peor que pude haber hecho, era mirarla directamente a los ojos.
La Clérigo Mayor o Lyra, como la había conocido hacia muchos siglos, solo me observaba sin ninguna expresión en su rostro perfecto. Pero ese simple acto me estremecía del miedo. Su belleza única, su cabello blanco que caía como una cascada de nieve sobre el trono donde reposaba, sus ojos zafiros tan profundos como el océano y esa mirada que transmitía pura bondad, solo eran la bella fachada de un cruel demonio. Aunque irradiara luz como un ser divino, no era más que una repartidora de muerte y miedo.
—Me da gusto verte otra vez, hijo mío —habló por fin, con su voz dulce y envolvedora que arropaba el alma como solo lo hacía una madre. Esa sensación de calidez y amabilidad que transmitía con su voz no me tranquilizaban. Luego de todas las cosas horribles que me hizo hacer, no sentía por ella más que miedo y odio.
La sola influencia del poder mágico que se colaba de su cuerpo fue suficiente para perturbar mi hechizo y hacerlo desaparecer. Aunque en mi estado inmóvil tampoco iba a durar mucho.
—Maldito, ¿Cómo te zafaste de los grilletes? —Theo me apuntó con su arma dorada al cuello. Gracias a su acto pude salir de ese estado catatónico.
—El tiempo no sabe de grilletes o ataduras, no es algo tangible pero si inevitable —le dije. Él chasqueó la lengua y preparó su guadaña para cortarme la cabeza.
—Detente —habló Lyra. A toda velocidad retrajo su arma y se arrodillo ante la mujer que recién se ponía de pie—. Déjennos solos, por favor. Hace tiempo que quiero hablar con Coni.
Sin dudar, ambos clérigos abandonaron rápidamente el lugar. Tras cerrarse las pesadas puertas, un silencio titilante y filoso dominó el salón. Incluso era capaz de escuchar los latidos de mi propio corazón.
—Primero que nada… —comenzó, acercándose hacia mí con elegancia y lentitud. Su vestido blanco se movía con la suavidad del propio viento—. Tu aspecto ha cambiado desde la última vez. Ese cabello, esa ropa, incluso tu mirada es distinta. El mundo físico ha hecho estragos contigo.
—T-tú no sabes nada de mí, Lyra —me atreví a usar su nombre. Ella ladeó la cabeza ligeramente. Hacía mucho tiempo que no oía su nombre en boca de otro—. El mundo físico es un lugar hermoso. No como este lugar moribundo, dominado con miedo.
Ella rió—. Coni, Coni… dices cosas muy hirientes de nuestro hogar. ¿Ya olvidaste que tú me ayudaste a crear este lugar? ¿No fuiste tú el que dijo: no hay necesidad de regresar a ese mundo nefasto y lleno de miseria?
—Es verdad. En aquel entonces no había vivido las cosas que he experimentado en estos últimos años —aseguré—. Cometiste un error al enviarme a cazar a Seba y a Eve, pero gracias a ello he podido vivir realmente. Así que no me importa si me vas a matar aquí y ahora.
—Tienes razón. Jamás debí haberte encomendado la búsqueda de esos dos. Te volvieron igual que ellos, débiles —aseguró con frustración—. No fueron capaces de desvincularse de su humanidad y disfrutar la bendición de vivir eternamente aquí, lejos de la corrupción de ese mundo asqueroso. Y al final murieron como unos miserables —se posicionó delante de mí, solemne y poderosa—. Y no planeo matarte, eres muy importante. La inmortalidad que hay en ti te vuelve demasiado valioso. Aunque que te volviste descarado, sé que podrás volver a ser la marioneta perfecta que eras antes. Arrodíllate.
Pronunció ella, a lo que inmediatamente mi cuerpo obedeció sin siquiera resistirse. Luego fue como si un inmenso peso hiciera presión en mi espalda para que me mantuviese en esa posición. Ella poseía un poder que iba más allá de cualquier cosa vista en el mundo, tan extraño como su grimorio, el cual era una sola hoja de papel sin cubiertas ni otros hechizos. Aunque no los necesitaba, puesto que podía crear cualquier cosa con solo pronunciarlo. Gracias a su Magia de Palabras había podido dominar a gente muy poderosa con magias extrañas y únicas como la Magia de Sueños de Lori o la de Garabatos de Jano; también que mediante la meditación y el entrenamiento intenso habían logrado que sus magias evolucionasen, tales como Nina con su Magia de Plantas y Magia de Plantas Venenosas, la Magia de Fuego y de Ceniza de Kato o la Magia de Granate de Roma, que surgió tras la evolución de su Magia de Cristal.
—S-si tu intención es obligarme a hacer lo de antes, estás muy equivocada. N-no robaré el tiempo a inocentes para que tú vivas más y continúes dañando a otros —le aseguré mirándola a los ojos, aunque mi voz me temblaba por el temor. Inmediatamente su semblante cálido se apagó—. Nunca más volveré a ser tu marioneta.
Tras el aire benevolente que emitía para engañar, también podía sentirse una presencia oculta y maligna que no reconocía. Era algo muy pérfido y siniestro que no provenía de ella, sino que detrás. Poco a poco la luz de su aura cálida se opacó por la fría penumbra que surgía de su sombra.
—Creo que no eres consciente de la posición en la que estás —aseveró ella con una gruesa voz que se parecía más un gruñido grave, al mismo tiempo esbozó una sonrisa extravagante y perturbadora que me heló hasta los huesos. Esa voz no era de ella, ni mucho menos ese gesto retorcido—. No quería gastar magia hasta ese día, pero tendré que hacerlo para que me des ese inmenso tiempo y poder que guardas.
Detrás de ella se formó una figura negra y amorfa, sin rostro ni gestos. Miré a Lyra, quien parecía congelada en esa expresión perturbadora, salvo por una lágrima que se escurría sutilmente por una de sus mejillas.
—T-tu… e-eres un…demonio —la figura posó sus manos sobre los hombros de Lyra e inmediatamente ésta extendió su mano abierta hacia mí.
Fue entonces que la realidad me golpeó de frente, pero ya era demasiado tarde para hacer algo al respecto. Solo me quedaba esperar que mis amigos vinieran a mi rescate, y también rogarle a los dioses que sus poderes fuesen suficientes para derrotar al Templo del Mundo Inerte, a Lyra, a ese demonio y también a mí.
—Magia de Condena: Sacrilegio —fue lo último que pude escuchar, antes que una nube de agonía me envolviera por completo y me lanzara a un abismo oscuro sin fin ni esperanza.
Saludos mi gente bonita. Espero que les haya gustado este capítulo. Iba a publicarlo antes, pero decidí hacerlo hoy, el día de mi cumpleaños.
23 añitos ya, ya voy sintiendo como me pudro :'v... Okno 😂😂😂
¿Que opinan de este capítulo? ¿Les gusta el giro que dió la historia? Realmente quería publicar este capítulo desde que lo escribí. Y espero que lo hayan disfrutado.
Saludos y espero sus comentarios.
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