Capítulo X: Miedo y amor
En voz de Zack
Nunca es tarde para iniciar de nuevo. No importa cuánto trayecto se ha ya caminado, siempre se puede dar la vuelta y tomar un camino nuevo. Esa idea podía parecer descabellada, pero sentía que era lo mejor para Darrell.
Mientras más lo pensaba, más sentía que lo mejor para ambos era separarnos. Él merecía algo mejor; una buena esposa que le diera muchos hijos, una familia de verdad. Estando conmigo no tendría más que la frustración de sueños inconclusos y las voces infames susurrando malicia desde las sombras. Aunque lo hubiésemos hablado mucho, el peso de ser el único descendiente de la familia Rosewald iba mucho más allá de lo que nuestra relación podía soportar. Como nuestro padre decía, lo que garantiza la perpetuidad de una familia eran los descendientes a los que pasarles la sabiduría y el apellido con eones de historia.
—¿Quieres que te traiga algo? —preguntó mi chico. Su preocupación no hacía más que acrecentar mis emociones.
Sin dejarlo de mirar, me senté en la cama. Él inmediatamente hizo lo mismo y se posicionó justo enfrente de mí. Sus ojos castaños eran hermosos, aun cuando eran salpicados por la preocupación, no dejaban de emitir un brillo cálido que apaciguaba mi corazón. Pero al mismo tiempo llenaban mi cabeza de ideas que solo me causaban dolor.
—Se que ya hemos hablado de esto, una y otra vez. Pero…
—Alto —me detuvo, luego enserió su rostro y me tomó del rostro para que no dejara de mirarlo—. Se a donde irá esta conversación. Y la respuesta es no. No te voy a dejar para formar una familia y “preservar el apellido”.
Ya me conocía tan bien que era capaz de descifrar mis emociones con solo mirar mi rostro. Ya no funcionaban las caretas con él; una vez que aprendió a mirar más allá de mis máscaras, se me hizo imposible ocultarle mis pesares. A veces me esforzaba en no mostrarlos para no causarle preocupación, pero al final lograba deducir mis emociones. Me había acostumbrado tanto a esconder mis lamentos, que me sentía desnudo ante él cuando desechaba mis caretas.
—Es que siento que estoy restringiendo tu futuro. Sé que deseas formar una familia, tener hijos y demás. Esas son cosas que no puedo darte —le dije, apartando la mirada. Era incapaz de ver su rostro en ese instante. Ni siquiera se me sentía con el valor de mirar su cara llena de preocupación y molestia.
—Te lo dije cuando iniciamos esta relación. Cuando desee tener hijos y si estás de acuerdo, podremos adoptar uno y ya. Somos una pareja y esas decisiones son compartidas —dijo con convicción—. Yo entiendo que te sientas así tras escuchar esas cosas horribles que dijo el duque. Pero no pienses en cosas que no están pasando. Yo te amo y una sonrisa tuya es suficiente para llenar mi día con luz —aseveró, mientras acariciaba mi rostro con suavidad. Su tacto era suave y aplacaba mi corazón agitado. Él sabía muy bien cómo hacer desaparecer esos miedos que carcomían mi corazón.
—Eres increíble —lo besé, dejándome llevar por todo lo que tenía acumulado—. La verdad es que no puedo evitar sentirme así, cuando la gente me dice que lo nuestro es algo sin futuro, que está mal o que no puede ser. Pensaba que con el paso del tiempo aprendería a ignorar esos comentarios, pero parece ahora los escuchó con más intensidad.
—Sé cómo te sientes. Yo también me siento igual. La nobleza, mis compañeros de escuadrón, hasta mi propio padre insiste en que debería tener una familia de verdad para preservar el apellido. Siendo sincero a veces deseo desaparecer, con tal de dejar de escuchar esas cosas —dijo, con tono molesto—. Yo sé lo que quiero y eso que quiero, eres tú.
La convicción de sus palabras alejaba toda nube gris que perturbaba mi mente. Mi corazón palpitaba con fuerza, debido a la emoción que me causaban sus palabras. Un beso no era suficiente para calmar la alegría en mi pecho.
Sus caricias y besos esfumaron por completo todo rastro de pesar en mí ser. Solo dejaron un alivio apacible, cuya calidez le daba cobijo a mi alma frágil. A medida que su contacto subía de nivel, mi corazón se volvía a acelerar, pero por algo muy distinto al miedo o la tristeza.
—C-creo que te dejaré que descanses —dijo él, separándose de mi muy pesadamente. Pero antes que completara su actuar, lo tomé del cuello de su túnica y lo arrastré nuevamente a mis labios. Aunque todos aseguraran que lo nuestro estaba mal, en ese instante me dejó de importar. Solo lo quería a él y a nadie más.
—No quiero que te vayas —musité una vez finalizado el intenso beso. Luego me aferré a mi chico, dejando que esparciera sus besos por mi cuello y pecho.
Sentía mucho calor, mi rostro estaba enrojecido y no paraba de transpirar. De igual manera estaba Darrell, quien además había apartado la parte superior de su atuendo. Las minúsculas gotas de sudor le daban un sutil brillo aceitoso a su pecho y abdomen, definidos por el entrenamiento duro de años. Sin quedarme atrás, de igual forma aparté la prenda gris, manchada por suciedad y también con mi propia sangre. Después de eso, volvió nuestro arrebato de besos y caricias, más intensas con cada segundo.
Aun recordaba nuestra primera vez, en esa misma habitación un día igual que ese. Lo que inició con besos cariñosos, fue escalando poco a poco hasta que nos dimos cuenta que estábamos semidesnudos, con nuestras virilidades rosándose una con otra, separadas únicamente por nuestras delgadas prendas. Ambos estábamos tan nerviosos que duramos mucho tiempo pensando en qué hacer. Ninguno se atrevía a dar el primer paso, esperando de la misma manera que el contrario iniciara el con acto. A la final, luego de darle vueltas al asunto, tímidamente Darrell inició tocando las zonas que despertaban la pasión. Una vez iniciado, fue más sencillo dejarnos guiar por el instinto y que nuestros cuerpos nos mostraran qué camino tomar. Con la práctica llegaba la experiencia y con cada encuentro, descubríamos algo nuevo que intentar.
Mi chico sabía donde acariciar y yo donde besar. Esos sencillos actos bastaban para desatar la lujuria y el deseo. Justo allí, no me interesaba otra cosa en el mundo. Solo éramos Darrell y yo en una habitación en penumbra, donde lo que allí pasara, allí se quedaría. Los problemas desaparecían por nuestro acto carnal, mientras que el rumor que aquejaba el pecho, era opacado por el ruido que emitíamos mientras la pasión tomaba el liderazgo del momento.
Nuestros gemidos y las intensas caricias se acompasaban con el vaivén de nuestros cuerpos, en una danza frenética de goce y pasión. El momento cúspide de nuestro acto estaba por llegar y unos segundos después, un alarido ahogado y un abrazó impetuoso dio por finalizado el acto. Solo quedó el agotamiento expresado por la respiración pesada y el sudor en nuestros cuerpos desnudos. En ese instante, cuando compartíamos cuerpo y alma, era el más feliz de mi vida. Me sentía completo y nada del mundo me importaba, solo Darrell y nadie más.
(…)(…)(…)
—¿Acaso dudabas de mis habilidades? —inquirí fingiendo estar ofendido. Ambos estábamos en nuestra cama. Yo reposaba mi cabeza sobre su pecho, mientras él acariciaba suavemente mi cabello.
—No me culpes, ese hombre es muy fuerte. Por algo es el guardián de la casa Spiegel —aseguró él—. Un duque como Spiegel buscaría a alguien con el potencial de un pilar para ser el encargado de cuidar a la familia.
—Si continuas alabando a Hyde Shadow, Simon se pondrá celoso —le dije en burla—. Aunque esté viejo, aun podría patearnos el trasero.
Ambos reímos tras mis palabras. Simon era el guardián de los Rosewald desde hacía muchos años. Aunque nunca compartíamos con él, siempre estaba presente de forma sutil, sirviendo como mayordomo de la casa, al mismo tiempo que fungía como guardián. Se decía que su Magia de Fuego era tan poderosa que era capaz de calcinar cualquier cosa; aunque nunca lo vimos combatir.
—Cambiando de tema —mencionó mi chico—. Para mañana mi padre se enterará de lo ocurrido en Volterra. Así que no hay que sorprenderse si llega a aparecer de repente. Solo espero que no ocurra lo de siempre.
—Papá solo quiere lo mejor para ti y la familia, no lo hace por maldad —le aseguré—. Posiblemente yo estaría igual, de estar en su posición.
—Tienes razón, aunque a veces es un fastidio —declaró, soltando luego un profundo suspiro. Tras unos momentos de incómodo silencio, comenzó a juguetear con mi collar donde acumulaba poder mágico. El mismo de hacía casi cinco años, cuando mis amigos y yo decidimos rebelarnos contra el anterior reinado—. Es increíble que algo tan pequeño pueda acumular tanto poder.
—También me sorprende mucho. No sé como Gasper logró hacer algo así —le dije—. Gracias a esta cosita puedo lanzar muchos hechizos sin preocuparme por quedarme sin magia.
—Debería pedirle que también me haga uno. Sería muy útil tener una reserva de magia para alguna emergencia.
—Pues… si quieres, puedes usar este collar mientras tanto —me quité la pequeña prenda y se la coloqué en su mano.
—N-no puedo aceptarlo, se que este collar representa mucho para ti —intentó devolvérmelo, pero lo detuve.
—Por eso te lo estoy dando. Quiero que tú lo tengas y que cuando estemos separados, sientas mi magia en él y pienses que estoy contigo —después de eso, le di un beso en su frente. El castaño sonrió ampliamente y se dedicó a contemplar el dije gris en forma de gota, como hacía un niño con juguete nuevo—. Deberías comenzar a acumular magia.
El asintió y luego dejó drenar un poco de su poder hacia el dije. Éste se iluminó con un brillo azul tenue, haciéndolo parecer una gema luminiscente. Pero de repente su brillo aumentó tanto que ambos nos sobresaltamos por ello. El collar cayó al suelo, envuelto por un aura luminosa e irradiando mucho poder.
Rápidamente Darrell se posicionó delante de mí para protegerme de lo que pudiese ocurrir. No sabía que estaba ocurriendo con el collar, nunca había pasado algo así. Tal vez la capacidad de contención había sido superada y explotaría, aunque no estaba muy seguro, puesto que Gasper nos había asegurado que aun podía contener mucha más magia.
La luz se volvía tenue en intervalos similares a los latidos de un corazón. Pero con cada pulso, aumentaba más el resplandor y el poder que emanaba. Alcancé a escuchar cómo se aproximaban mis amigos, obviamente todos habían sentido ese poder desbordado a pesar de ya estar muy avanzada la noche.
—¡¿Zack, que está ocurriendo?! —escuché a mi hermano gritar desde el otro lado de la puerta. Rápidamente corrí para dejarlos pasar.
Junto a Elijah estaban casi todos mis amigos, exceptuando a Dante y Tom, quienes estaban en su casa del bosque. Pero me atrevía a asegurar que ellos también se habían percatado del poder mágico y posiblemente se estaban aproximando hacia acá.
—¡No se qué está pasando! —les dije—. Darrell solo imbuyó el dije con un poco de su magia y de repente comenzó a hacer eso.
—Debemos sacar a los chicos de aquí, es posible que explote —intervino Danna con obvia preocupación.
Justo íbamos a hacer eso cuando todos fuimos segados por una luz intensa que hizo desaparecerlo todo. Durante un par de minutos no alcanzaba a ver nada aparte del blanco. Solo podía escuchar los gritos desesperados de mis amigos, quienes estaban en mi misma condición.
Lentamente la vista fue regresando. Apenas vi el rostro confundido de mi novio, me abalancé hacia él, cerciorándome que nada le hubiese pasado. Luego miré a mis amigos, afortunadamente solo estaban desorientados por el destello cegador. Mientras ayudaba a mi hermano a orientarse, sentí un poder mágico tras nosotros, pero distinto al anterior. No era desbordado ni fuera de control, parecía más calmo y contenido. La luz había desaparecido, por lo que mi habitación estaba casi en total oscuridad.
Me apresuré a encender la luz y ver el estado de la habitación y el lugar donde había caído el collar. Pero lo que iba a encontrar era algo que no esperaba. Me hubiese imaginado un gran agujero, la prenda intacta o simplemente nada. Miré a mis compañeros, esperando que ellos también estuviesen viendo lo mismo que yo. Al ver sus expresiones estupefactas, comprendí que lo que miraba no era producto de mi imaginación; era tan real como cualquiera de nosotros y el poder mágico que emitía probaba por completo su existencia. En vez de un sencillo collar con un dije gris en forma de gota, yacía un niño inconsciente con rostro apacible.
Wiiiiiiii, hacía mucho que quería publicar este capítulo. Esta es la sorpresa de las que les había hablado antes.
Cómo dije, no habría mpreg en mi libro, así que me la ingenié para hacer algo distinto. Para los que no saben lo que es mpreg, se trata de "embarazar a los chicos" literalmente. No es algo que me desagrade, pero no lo quería incluir eso en mi historia.
¿Les ha gustado la sorpresa? Me encantaría saber sus opiniones. Los leeré con mucho gusto.
Pueden pasarse por mi otra historia, El pintor de los malditos, y mis One-shot disponibles en mi perfil, les aseguro que no se arrepentirán.
Bueno, sin más que decir, nos vemos en la siguiente actualización. Bye bye.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro