Capítulo IX: Mucho tiempo
En voz de Connor
Hay silencio antes de nacer, al igual que después de la muerte. La vida no es más que un instante de ruido entre dos silencios eternos. El tiempo de una vida es tan efímero, que por más que nos apresuremos a hacer las cosas, nunca parece ser suficiente. Siempre queda algo por hacer antes que el mensajero de la muerte nos envuelva en su mutismo perpetuo. De eso fui testigo tantas veces, que se me hacía casi imposible darle un número exacto.
Durante mucho tiempo solo me limitaba a andar por ahí, desvinculado del mundo, alejado del miedo a la muerte y el dolor de ver partir a quienes estaban cerca de mí. Veía con impotencia como el tiempo de las personas llegaba a su fin, de formas tan diversas como las mismas personas. No podía hacer nada más que verlos dar su último respiro.
Mi magia en aquel entonces era pobre y débil. Incapaz de manipular el tiempo como lo hacía en la actualidad, no tenía ninguna forma de evitar la muerte de otros. Ya que con cada intento de hacer un hechizo, parte de mi propio tiempo se desvanecía. Solo era capaz de permanecer impoluto con el paso del tiempo, viendo como otros nacían y morían.
Un día, cuando vagaba sin rumbo por el mundo, apareció ante mi alguien con un poder extraordinario. Estiraba su mano, ofreciéndome un lugar donde quedarme, un hogar lejos del sufrimiento y el dolor. Terminé aceptando ese benévolo ofrecimiento, sin ser capaz de prever en lo que me convertiría luego.
—¿Naciste con ese ojo o te lo colocaste después? —preguntó Leopoldo, tras haber estado observándome por largo tiempo.
Luego de conversar con Zack, me convencí de hablarle sobre mis sentimientos al chico centellante. Pero era tan enérgico y extrovertido que se me estaba haciendo imposible tener la conversación sin que se distraiga con algo.
—Me lo incrustaron. Es una herramienta artificial para acumular tiempo y magia. Gracias a esto puedo usar mi magia con todo su potencial —le expliqué—. Debe parecerte raro ver a alguien con un ojo así.
Él lo pensó por un segundo.
—Si es raro. Pero lo raro me gusta —sus palabras me tomaron por sorpresa. No esperaba que dijera eso de repente. Aunque en un principio lo dijo como si nada, tras haber meditado sus palabras y seguramente ver mi expresión de sorpresa, comprendió como había sonado lo que había dicho y se sonrojó nerviosamente—. Y-yo… q-quiero decir…
Ese era el momento. Tragué fuerte y me armé de supuesto valor. Pero cuando iba a comenzar a hablar, las palabras que había pensado para ese momento se esfumaron, desaparecieron y solo deseaba que la tierra me tragase antes de decir alguna tontería. Sin embargo, hice lo que Zack me sugirió y dejé que mi corazón fuese el que hablase.
—Leo, yo… m-me siento muy bien cuando estás conmigo. Tu… ¿te gustaría…? —entonces mi lengua comenzó a trabarse. Nada estaba saliendo como quería.
—C-Connor… a mí también me gusta pasar el rato contigo —confesó con el rostro enrojecido—. Quiero comentarte algo, pero no sé cómo comenzar.
Un silencio sepulcral se instaló. Ambos deseábamos que el otro hablase primero, que rompiera el silencio y acabara con esto de una vez por todas. Me volví a armar de valor dispuesto a confesarle mis sentimientos.
—Y-yo…
—¡M-me gustas, Connor! —vociferó con mucha fuerza. Mi corazón se detuvo al instante—. Eres muy lindo y me gusta mirarte y también pasar el tiempo contigo… Yo… no sé cómo hacer esto. Digo… nunca me he enamorado de un chico. No sé cómo se hace eso. Quiero decir… confesársele a otro chico. No pienses que estoy pensando en otra cosa…
—Ya entendí —interpuse mi mano en su boca. Estaba seguro que su cabeza explotaría si continuaba hablando como loco. Estaba tanto o más nervioso que yo. Su vomitivo parloteo sin sentido era prueba de ello—. También me gustas, Leo.
Mi corazón latía a mil veces por segundo. Mi frente estaba sudada y mis piernas temblaban. De no ser porque estábamos sentados en un sillón de la sala común de la academia, hubiese caído hacía mucho tiempo. El chico estaba igual que yo, inclusive su poder mágico estaba alterado.
—¿E-es enserio? —preguntó absorto. A lo que sonreí tímidamente—. ¡N-no lo puedo creer! ¡También te gusto!
Comenzó a saltar como loco. No esperaba que reaccionara de esa forma. Yo también estaba emocionado y ciertamente nervioso, pero el primer paso ya estaba hecho. De repente fui tomado de las manos y alzado por el aire como si fuese un muñeco. Leo giraba con la fuerza como para levantarme del suelo. No parecía medir la intensidad de su alegría, pero me daba igual, yo también me sentía feliz y disfrutaba ese instante.
Luego me abrazó sin previo aviso. Era cómodo y cálido, nunca había sentido algo parecido. Durante mucho tiempo me había acostumbrado a la fría brisa de la soledad. De no ser por Seba, que me dio la oportunidad disfrutar el calor un verdadero hogar, nunca hubiese sido capaz de experimentar lo que en ese instante era indescriptible. Era capaz de sentir su corazón latiendo con rapidez y su respiración dificultosa, pero emocionada.
Alcé la mirada para ver esos ojos amarillos, tan bellos como hipnotizante. Desde la primera vez que lo vi, soñaba con ellos cada noche. Bajé un poco más hasta sus labios rosados, expresando una nerviosa media sonrisa. Despertaba en mí un deseo indescriptible por besarlo, era algo totalmente ajeno a mí, pero aun con ello no disminuía mis ganas de probarlos.
Tímidamente posé mis manos en su suave rostro. Sus ojos destellaron por la emoción y a través del contacto percibí como su corazón se aceleraba aun más. Luego, acerqué mi rostro al suyo, cerrando mis ojos para sentir el contacto en todo su esplendor.
Con ese acto, una fuerte corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Ese contacto tan minúsculo fue capaz de despertar cosas en mí que creía inexistentes. Ni en todos los años que llevaba vagando en el mundo me había imaginado que se sentía tan bien besar a quien se quiere. Sentía una dicha tal que me hacía olvidar todos los malos años que viví y resaltaba los últimos donde estuve con mis amigos. Aunque tuve que aferrarme a Leo para evitar caer de rodillas, me sentí completo por primera vez.
—E-eso fue… increíble —dijo el chico una vez separando nuestros labios. Su rostro estaba enrojecido y sus ojos amarillos titilaban. Yo por mi parte sentía el rostro caliente, por lo que seguramente también estaba sonrojado.
—¿T-te gustó? —me atreví a preguntar. Después de todo, era mi primer beso, a pesar de tener una existencia tan larga.
—¡Si, me encantó! —exclamó con entusiasmo—. ¿Esto quiere decir que somos… novios?
Era mucho más lindo cuando se sonrojaba. Yo asentí, sonriente e igual de entusiasmado.
Tal vez él podría ser el motivo por el que he vivido tanto tiempo sin experimentar realmente lo que era el amor; hacía falta su llegada para poder vivirlo a plenitud. Aunque tenía miedo por la aparición de pasado amenazante, sabía que con Leo, Zack y el resto de mis amigos podría superar cualquier adversidad, aunque la amenaza fuese inmensa.
Gracias al chico centellante pude olvidarme por un instante de aquella balanza y lo que simbolizaba. Aunque fuese un augurio de lo que estaba por venir, todo eso me resultaba casi insignificante mientras estaba con Leo. Tal vez fuese mejor así, el destino ya estaba escrito y solo quedaba esperar.
Dentro de la mente de Zack estaba toda la información necesaria para enfrentar lo que venía; solo tenía que esperar a la señal para que todo fuese revelado. Aquel hechizo de Magia de Memorias era mi haz bajo la manga y mi única jugada ante lo inevitable.
Aunque mis decisiones los llevaran a todos hacia el abismo, era lo único que podía hacer en ese momento. Si luchaba, terminaría perdiendo a los chicos y si hablaba antes de tiempo, mis amigos terminarían involucrándose y también acabarían muertos. Mi única opción era dejar que todo ocurriese, sin resistirme ni objetar. Solo así los salvaría y luego ellos me salvarían a mí.
Estando todo claro, solo tenía que esperar la llegada. Podría ser ese mismo día o dentro de una semana. Mi visión del futuro perdía su exactitud ante la llegada de ellos. De lo único que estaba seguro era que ocurriría muy pronto. Así que solo me quedaba esperar y disfrutar de la compañía del pelinegro que estaba a mi lado.
—Supongo que ya le dijiste, ¿cierto? —de repente escuché una voz detrás de nosotros, por el tono picaron supe inmediatamente de quien se trataba—. Tranquilos, solo pasaba por aquí. Continúen en lo suyo.
El pintor dio media vuelta para marcharse, pero se detuvo al sentir poder mágico en medio del salón. Un portal espacial se abrió e inmediatamente mis amigos cruzaron por él. Jack iba a darles una calurosa bienvenida, pero cuando vimos el estado de Zack supimos que algo malo había pasado.
—¿¡Estas bien, que ocurrió!? —inquirí con preocupación. Me aproximé a él y rápidamente abrí mi grimorio para sanar lo que fuese que tuviera. Él alzó la mano y negó con la cabeza, deteniendo mi acto.
—Tranquilo, solo estoy algo sucio. Luego les contaré, pero por ahora solo quiero descansar —aseguró, luego abandonó el salón junto con Darrell. Su tono de voz apagado y triste me indicaba que algo grave había pasado.
—¿Qué fue lo que pasó, Dante? —inquirió Jack antes que yo.
—¿E-el señor Zack estará bien? —también preguntó Leo, claramente preocupado.
—Como era de esperar, hubo un incidente en la casa Spiegel. El duque hizo que Zack combatiera con un tipo muy poderoso. Aunque venció, las palabras del hombre fueron muy duras e hirientes —explicó. Él también parecía afectado por lo ocurrido—. Le dijo muchas cosas horribles delante de los invitados y denigró su relación con Darrell. Tal vez eso fue lo que más lo afectó.
—Sabía que ese hombre no se quedaría quieto con Zack tan cerca —aseveró Jack—. Hubiera ido con ustedes, tal vez así…
El castaño negó con la cabeza—. Fue mejor que no hubieses ido, ese duque es un hombre desagradable. Aunque su hija resultó ser muy diferente a él.
—¿Conocieron a Indira? —inquirió el chico con sorpresa.
—Así es, ¿la conoces?
—Solo la vi una vez. Cuando estaba cautivo en esa casa, ella de alguna forma llegó a mi habitación. Aunque nuestro encuentro fue breve, ella fue la persona más amable con la que tuve contacto en ese tiempo. Pero su padre supo de nuestro encuentro e hizo que me cambiaran a una mazmorra muy profunda y no la volví a ver.
—Ella mostró su apoyo a Zack. Incluso sanó sus heridas después del combate. También enfrentó a sus padres y les reprochó por el comportamiento que tenían hacia Zack —aseguró Dante.
Me sentí aliviado que alguien de ese lugar le mostrara un poco de apoyo a mi amigo. Después de todo, había decidido cargar con mucho. Sobre sus hombros se cernía el peso de nuestros crímenes, los lamentos, los insultos y también el hecho de vivir un amor distinto, el cual era señalado por un mundo irónicamente inmoral para juzgar.
—Deberíamos ir con él —sugirió el pintor. Pero rápidamente intervine.
—Creo que mejor nos quedamos aquí y dejamos a Zack y a Darrell solos. Ellos necesitan conversar temas delicados y lo que más necesitan es privacidad —aseveré. El par se miró entre ellos y luego asintieron.
—Tienes razón. Luego de todo lo que ese hombre dijo acerca de la relación con Darrell, imagino que no se debe sentir muy bien. Se debe cuestionar su relación y si al final tendrá algún objetivo —dijo Dante—. A veces me pasa con Tom, así que lo entiendo perfectamente.
Era mucho mejor permanecer alejados de Zack. A quien necesitaba estaba justo a su lado, escuchándolo; brindándole su apoyo en ese momento de dudas y lamentos. El resto de nosotros teníamos que esperar el momento en que nuestro actuar fuese prudente y contribuyera a liberarlo de ese momento tormentoso.
—Es verdad. A diferencia de ustedes, Samuel y yo no tenemos obligaciones con la nobleza, pero también me pregunto si deseará tener sus propios hijos y si se quedará conmigo o se irá. Es difícil imaginarse ese escenario y no sentir culpa por ser un obstáculo que restrinja los sueños de quien se ama.
—Yo le he dicho a Tom que el día que desee formar una familia real, es totalmente libre de hacerlo. Aunque él me reprocha diciendo que ya tiene una familia real conmigo y no necesita más —dijo él, con tono nostálgico—. El señor Ampere lo está presionando para que tome las riendas de la familia. Es difícil.
—Las relaciones entre hombres son muy complicadas —intervino Leo—. Connor, nunca te vayas a preocupar por esas cosas. Estando contigo es suficiente para mí —su comentario dejó claramente estupefacto a Dante. Había olvidado que él no sabía nada aun. Jack por su parte rió levemente. Qué vergüenza.
Todos parecían tener sus altos y bajos con sus relaciones. Al igual que ellos, posiblemente mi mente terminaría aquejada por esos pensamientos. Aunque existía algo más próximo, no relacionado al mismo hecho que los aqueja a ellos, sino por ser el objetivo de un evento futuro que sacudirá todo nuestro mundo. Pero por más temores que mi corazón sintiese, podía encontrar refugio junto a Leo.
Nuevo capítulo servido :3 Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo lo hice. Quise darle a Connor un poco de alegría, ya que me encariñé con él.
¿Que opinan de la historia hasta ahora? ¿Les ha gustado lo que va? Les aseguro que aún se vienen cosas increíbles.
Pueden dejarme sus votos, comentarios y sugerencias si quieren y si creen que la historia la merece. Nos leemos en la siguiente actualización.
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