Capítulo III: Amor en tiempos distantes
En voz de Darrell
El tiempo parece volar cuando se está a gusto. Estos años junto a quien amo, transcurrieron con tanta rapidez que casi no me di cuenta. Ciertamente cuando se es feliz, el tiempo pasa a ser algo sin importancia.
A pesar de querer estar siempre con Zack, mi trabajo con el escuadrón y mis odiosos deberes como sucesor de mi padre, me mantienen alejado de mi arlequín. Pero siempre encontraba la forma de pasarlo con él y mantener nuestra relación a distancia.
Muchas veces es difícil cuando me acostumbro a su calor en las noches o sus caricias al despertar. La despedida tampoco es fácil y mucho menos lo es la espera por el próximo encuentro. Pero por suerte, ambos encontramos la manera de mantener vivo nuestro amor.
Tristemente nuestra relación era fuertemente criticada entre la nobleza, y nada les impedía expresarlo a viva voz. Inclusive mi padre es algo receloso, a pesar de no decir nada y mantener su promesa de apoyarnos. Era muy consciente que la idea de no tener un descendiente de sangre era algo que le molestaba. Pero no podía hacer nada, puesto que era una decisión mía y solo mía.
-¿Por qué no le pediste a un mago espacial que nos abriera un portal hasta allá? -preguntó mi acompañante, claramente fatigado y molesto por el largo viaje que lo obligué hacer.
-Es una zona remota, no conozco a ningún mago que pueda crear un portal hasta allá -le expliqué-. Además... no deberías quejarte tanto. Fuiste tú el que insistió en seguirme.
Observé a través de la ventana de la carreta. Ya faltaba muy poco para llegar a la Academia Navolger.
-De otra forma no habría podido encontrarme con el famoso Pilar Copia. Necesito enfrentarme a él para poder convertirme en un pilar también y comandar mi propio escuadrón.
-Aun no has enfrentado al capitán Peter, ni a la capitana Iris. Así que aun te falta mucho para llegar a pilar, Leopoldo -le dije.
Él era un hombre que pertenecía al Escuadrón Escarlata, hasta que inició con las pruebas para convertirse en pilar. Debido a que se desintegraron varios escuadrones, era mucho más sencillo llegar a capitán de escuadrón para el puñado de gente habilidosa que se atreviera a enfrentar en combate a los pilares restantes.
Luego de la caída del anterior rey, fue desintegrado el Escuadrón Níveo por la implicación de Giselle Glass en los experimentos de Donato Cavalieri. El Escuadrón Azabache también fue disuelto debido al asesinato del capitán Rodric Wordsworth por parte de su hermano. Así que solamente quedaron seis escuadrones, que luego se les sumó el Escuadrón del Arlequín, comandado por mi increíble Zack.
Leopoldo ya había logrado vencer o aguantar diez minutos de enfrentamiento con los capitanes de los escuadrones Escarlata, Lavanda, Aceituna y Ceniza. Tal como era estipulado, aquel que aspiraba a convertirse en pilar, tenía que combatir durante diez minutos con cada pilar. Si lograba mantenerse en pie durante el tiempo reglamentario se le consideraría como victorioso aunque no derrotara al pilar.
Él logró vencer a los gemelos Jet y a la señora Sabella. Pero con el capitán Zen tuvo que conformarse con la victoria por finalización del tiempo. El Pilar Hierro estaba a un nivel muy superior. Y aunque tuviera mucha fe en vencer a Zack, sabía perfectamente que se llevaría una gran sorpresa.
-El Pilar Copia es muy poderoso -mencionó Leopoldo-. ¿Podrías contarme algo de él?
-No tengo nada que contarte -dije tajante-. Solo diré que te pateará el trasero si lo llegas a subestimar.
-Ouch. Que malo eres ¿Acaso te molesta que venciera a tu capitán?
-No, para nada. Además que no lo venciste, solo lograste sobrevivir por diez minutos -el hombre frunció el ceño. Había dado justo en la llaga-. Prácticamente hemos llegado.
El sujeto se aproximó a toda velocidad hacia la ventana para ver emerger el claro dónde estaba la academia. Pareció bastante sorprendido al ver la forma tan hogareña de la mansión. Sinceramente no parecía ser una academia y mucho menos la sede de un escuadrón.
-N-no es lo que me esperaba -aseguró él-. ¿Estás seguro que es el lugar correcto? Parece solo una casa de campo ordinaria.
-Es normal que pienses así. Después de todo, muy pocos conocen la historia detrás de todo esto -le aseguré. Él mostró algo de interés con lo que le dije-. No solo es la sede de un escuadrón, también es un refugio y un hogar para chicos talentosos que han pasado por muchas cosas difíciles en la vida. Lo que Zack busca de darles una razón de vivir, tal como hicieron sus padres y tíos.
-Vaya, parece ser alguien increíble ¿lo conoces desde hace mucho?
-Toda la vida, a decir verdad. Él ha sido una pieza importante en mi vida y también es la persona que más amo.
-Un momento... ¿acaso ustedes...? -parecía no saber cómo formular la pregunta. Yo simplemente asentí con la cabeza-. O-oh, ahora entiendo. Bueno, es lindo que la gente encuentre el amor. Sea donde sea.
-¿No te incomoda?
-Para nada. Nunca se sabe de quién me podría enamorar en un futuro -por lo menos tenía algo bueno.
Cuando estuvimos justo enfrente de la casa, la puerta principal se abrió. Sin perder tiempo, bajé rápidamente del vehículo. Mi mayor anhelo salió rápidamente de la mansión, irradiando la luz que satisfacía mi corazón. Ambos nos encontramos con un intenso abrazo, seguido de un beso breve y a la vez eterno.
-Te extrañé mucho -me dijo, luego de despegar sus suaves labios. Sus ojos grises resplandecían de alegría. Lo que lo hacía ver aun más hermoso de lo que ya era-. Estoy feliz que estés aquí.
-Ya no soportaba otro día sin verte -acaricié su rostro terso como la seda. Luego pasé mi brazo sobre sus hombros y nos encaminamos hacia la casa.
-¡Oye, te olvidas de mi! -una voz quejumbrosa desde atrás interrumpió mi momento feliz.
Zack lo escaneó de pies a cabeza y con un gesto en su mirada me preguntó quién era él.
Solté un suspiro, luego le hice una seña al chico para que se acercara-. Zack, él es...
-¡E-es un gusto para mi estar delante de usted! -la actitud fanfarrona que tenía durante el viaje desapareció totalmente al estar enfrente de mi chico-. ¡S-soy Leopoldo Volta, aspirante a pilar!
El peliblanco pareció abatido por la emoción del sujeto-. M-mucho gusto, Leopoldo. Yo soy Zack Navolger. Imagino que ya sabes mucho de mí, así que me ahorraré el anunciamiento de mis títulos.
-¡Claro que lo sé! Es el joven capitán del Escuadrón del Arlequín y Pilar Copia, Zack Navolger -mi chico y yo intercambiamos miradas. Ya nos quedaba claro que Leopoldo era un admirador de Zack-. H-he venido hasta aquí con la finalidad de que me honre con un duelo para decidir si soy o no apto para llevar el titulo de Pilar. Ya he enfrentado a mi antiguo capitán y su hermano gemelo. También a la señora Sabella Dreamgarden y al capitán Zen. Solo me hace falta los pilares Luz y Desgaste, después de usted.
-E-está bien, creo -Zack pareció algo atosigado, pero aun así nos guió amablemente a ambos hacia el interior de la casa- Por suerte, Peter nos está visitando en este momento. Podrías enfrentarte a él también.
El mencionado estaba en la sala común, junto al resto de nuestros amigos y los estudiantes de Zack. Recibí una cálida bienvenida por parte de todos.
-Ya era hora que aparecieras, Darrell. Zack estaba a punto de enloquecer -aseguró Samuel en broma. Mi chico tomó un cojín y se lo arrojó a la cabeza.
-¡C-cállate, no es cierto! -le gritó sonrojado.
Choqué los puños con Tom y Gasper. Jack estaba entrando a la sala con una bandeja llena de vasos con limonada, justo cuando estaba terminando de saludar a todos los presentes. Rápidamente me apresuré a ayudarlo.
-Gracias, Darrell. Que gusto verte -me dijo.
-También es un gusto verlos a todos -después de escanear los rostros de cada uno, me di cuenta que faltaba alguien-. ¿Y Elijah?
-Es su turno de cocinar. Está junto con Connor -informó Zack, luego tomó a mi acompañante y lo colocó enfrente de todos-. Chicos, él es Leopoldo. Está buscando obtener el título de Pilar.
-Hola a todos, es un gusto conocerlos -no parecía tener ninguna dificultad para relacionarse con los demás.
-Leopoldo, ¿qué edad tienes? Pareces bastante joven -indagó Jack.
-Veintidós años -me sorprendió mucho, puesto que yo desconocía su edad. Realmente era bastante joven y si aspiraba ser un pilar a los veintidós, debía ser muy diestro con su magia.
Debido a que estaba ocupado al momento del combate con el capitán Zen, desconocía totalmente sus habilidades. Lo que quedaba claro era que no era nada mediocre, si con ella había vencido a tres pilares poderosos y mantenerse parejo con alguien del poder del Pilar Hierro.
Una mano cálida me tomó de la mía y sentí como fui arrastrado lejos del bullicio de la sala. Terminamos caminando hacía la cocina.
-Parece ser un joven muy animado -aseguró mi lindo chico.
-Supongo que sí. Pero a veces es una molestia -ambos reímos-. Con todo el alboroto, no pude preguntarte cómo estás. Supe que hace unos días desmantelaste una banda de delincuentes.
-Estoy bien. Y ahora que estas aquí, me siento mucho mejor -depositó un beso veloz en mis labios desprevenidos-. Te extrañé mucho.
-Yo también. No aguantaba las ganas por verte, tocarte, abrazarte. Cada vez es más difícil dormir contigo tan lejos -le confesé.
-Pensaba que era el único que se sentía así. Pienso en ti a cada momento -justo cuando íbamos a besarnos, un rubio sorprendido nos interrumpió antes del acto.
-Lo siento, lo siento -repitió varias veces. Zack y yo reímos por ello.
-Tranquilo, Connor -le dije-. Que gusto me da verte. Te ves... igual, supongo.
Aunque sabía de su "inmortalidad", aun se me hacía difícil imaginármelo como alguien de edad tan ancestral. Desde que lo conocí, había permanecido invariable. Como un chico de diecisiete años. Aunque luego de pensarlo, los demás tampoco parecían envejecer normalmente. Me hacía preguntarme si eso tenía que ver también con su Magia de Tiempo.
-Gracias. También me da gusto tu visita -nos saludamos formalmente, estrechándonos las manos-. Zack, Elijah te busca para que pruebes su salsa napolitana. Pero te digo que entre la suya y la mía, la que yo hago es infinitamente mejor.
-Oye, quedamos en que la mejor era la mía -mi chico le refutó su argumento-. Todos quedaron maravillados cuando la hice, ¿cierto, mi amor?
-¿E-eh?... oh, c-claro. La que tú haces es la mejor del mundo -no entendía como había terminado involucrado en una guerra de salsas. Mi recompensa fue un abrazo por parte de Zack.
-Su voto no cuenta. No es imparcial -aseguró el rubio entre risas-. Como sea, ve a donde está él. Seguro que se alegrará de ver que estas aquí, Darrell.
Luego de haber formalizado la relación con Zack, Elijah se mantuvo bastante receloso de mí. A pesar de haberme ayudado durante la transformación de Zack en un mago maldito, poseía cierta desconfianza. Sin embargo, al poco tiempo todo eso cambio. Ahora era un increíble amigo.
Mi peliblanco y yo nos encaminamos hacia la cocina, tomados de la mano y apoyados uno del otro. Al llegar, me dio mucha risa ver a mi cuñado con un delantal y un pañuelo sobre su cabeza. Estabas revolviendo algo en una olla con una cuchara de madera. Sinceramente el olor que reinaba el lugar, era estupendo.
-Vaya, vaya. Que sorpresa tu visita -aseguró él-. ¿Qué tal todo?
-Muy bien. Veo que estas muy bien preparado para la acción -le dije, señalando su delantal.
-Siempre hay que estarlo. Y más cuando lo que se hace es una obra de arte -aseguró. Luego nos acercó la cuchara de madera cubierta de salsa, invitándonos a probarla.
Poseía una buena consistencia y color rojo intenso. La combinación de especias era ideal y su sabor no podría ser mejor. No entendía la razón o el secreto que existía en esa academia. Parecía que todos los que cocinaban, tenían un talento misterioso que los ayudaba a crear platos perfectos. Connor, Elijah, Zack o cualquiera que tocara esa cocina, mágicamente cocinaba platillos esplendidos de forma natural. Envidiaba eso, puesto que mis habilidades culinarias eran tan pobres, que incluso hervir agua me quedaba mal. En Comondor siempre tenía que comer fuera de casa. Ya que si hubiera dependido de mí, hacía mucho tiempo que hubiera muerto de hambre. Mi único consuelo era saber que el amor de mi vida era un cocinero excepcional.
-¡Esta rico! -aseguró mi querido Zack.
-Definitivamente. Me encantaría tenerlos en Comondor para que cocinen para mí a diario.
-Gracias, gracias. Ahora, fuera de aquí -señaló la salida-. Aun falta mucho para que esté el almuerzo.
Sin decir más, ambos abandonamos el lugar, dejando al peliblanco realizar su arte.
Andando por la casa, terminamos en la parte trasera de la academia. Al fondo se veía un campo plano con marcas en el pasto donde entrenaban. Más allá estaba el bosque, resplandeciendo con el verdor primaveral.
De repente sentí como una mano se posicionaba suavemente en mi hombro. Luego bajó con sutileza hasta entrelazarse con mis dedos. El contacto era cálido y agradable. Al mismo tiempo, causaba que mi corazón se acelerase por la emoción.
-Te digo esto en todas mis cartas, pero nunca me canso de decirlo -mencionó mi Zack, mirando hacia el horizonte con la mirada calma y llena de bondad que tanto amaba-. A pesar de la distancia. A pesar del paso del tiempo. A pesar de las carencias... te amo y te amaré siempre.
Ya sean escritas con tinta en papel o dichas hacia el viento sutil, esas palabras se calaban profundas en mi pecho. Perfumaban mi vida con felicidad y sinceramente, me daban la fuerza para resistir la lejanía de un amor en tiempos distantes.
Hola, hola mi gente bella. Espero que estén muy bien. ¿Qué opinan de este capítulo? ¿Les ha gustado?
Como ya verán, en esta segunda parte habrá mucho más romance que en el anterior libro. Por lo que les recomiendo que se coloquen la inyección de insulina para evitar las subidas de azúcar.
Bueno, me encantaría saber sus opiniones y si creen que lo merece, una estrellita no caería nada mal.
Nos leemos en la siguiente actualización... Y les aviso, el próximo capítulo va a estar bueno :3
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