Capítulo I: Tiempos perfectos
En voz de Zack
A cuatro años del fin de la guerra
La calma resulta ser distinta para quien la desea. Hay algunos que encuentra calma entre el silencio y la soledad. Otros, en medio de una noche borrascosa. En mi caso, prefería la que me daban mis amigos entre sus risas y griterío. Esos ruidos acompasaban mi corazón y daban tranquilidad a mi mente.
Los años transcurrían con la normalidad que esperaba y deseaba. También lo hacían otros aspectos de mi vida, más íntimos y delicados. Mi relación con Darrell era más fuerte y bella que nunca. Aun cuando las nubes grises rondaban amenazantes, siempre lográbamos mantenemos firmes ante cualquier tempestad.
Debido a sus deberes con el escuadrón, duraba muchos días sin verlo. Pero no era del todo un problema, puesto que al yo tener a mi cuidado cinco jóvenes en pleno desarrollo mágico, además de mis otras obligaciones con mi escuadrón; estaba lo suficientemente distraído como para ponerme a pensar en nuestra lejanía. Además que con cada reencuentro, el amor y la alegría de verlo otra vez se acrecentaba.
Darrell no hacía más de darme su amor, mientras yo le contribuía de igual forma. Era un ciclo perfecto de dar y recibir afecto. Aunque en el fondo sentía que aun faltaba algo. Mientras avanzaba el tiempo en nuestra relación, era cada vez más evidente que había una cosa que mi amor no podía darle. Por más que él asegurara no necesitarlo, parte de nuestro entorno se encargaba de avivar las cenizas de mis temores.
-¡Profe Zack, estamos rodeados! -gritó una de las jóvenes a mi cuidado, sacándome de mis pensamientos ajenos al momento. Ciertamente estábamos en medio de alrededor de diez bandidos con sus grimorios abiertos y dispuestos a acabarnos-. El profe Gasper está al otro lado del bosque.
-Tranquila, Amy. Recuerda que tenemos un plan -le dije para tranquilizarla. No era bueno cuando se alteraba mucho.
Amy Laguna; una chica de diecisiete años, rubia y ojos azules. Realmente hermosa y con un poder descomunal. El único problema era su dificultad para controlar ese poder. Para ella, era muy fácil perder el control de su inmenso poder cuando trataba de realizar un pequeño hechizo o simplemente se alteraba. Pero poco a poco y con mucha practica, estábamos alcanzando avances pequeños, pero firmes.
Los sujetos alrededor de nosotros pertenecían a un grupo de bandidos que se dedicaba a extorsionar a los mercaderes y campesinos de la zona. Supuestamente su líder era un rufián desalmado que se había apoderado de una herramienta mágica antigua y poderosa. No estaba seguro de que eso fuese cierto, pero lo que si era claro era que el número de sus miembros era mucho y ese líder no estaba por ningún lado.
-Están acabados, malditos -gritó uno de los hombres, mientras que cada uno apuntaba sus hechizos hacia nosotros dos.
Rápidamente activé y combiné un par de hechizos al mismo tiempo. Con el paso del tiempo, mientras más entrenaba mi Magia de Combinación en solitario, era mucho menos la fatiga que lo procedía. En ese punto, podía generar hechizos múltiples y variados con facilidad y sin sentir tanto agotamiento.
-Ustedes son los que están acabados -antes que pudieran hacer algo, ya estaban atrapados en mi espacio perturbado-. Magia de Combinación: Other Atlas.
Todos los bandidos cayeron en la paranoia al encontrarse acorralados en mi trampa. Imposibilitados para atacar o defenderse correctamente, fue muy sencillo acabarlos con hechizos simples.
Con ayuda de mi estudiante, los atamos en unos árboles y rápidamente nos apresuramos a ayudar a Gasper y a otro par de estudiantes que estaban a unos metros de nosotros. Escuchábamos varias explosiones y el bullicio de los malhechores. Cuando llegamos al lugar, un cuerpo impacto con fuerza el tronco de un árbol que estaba justo al lado nuestro. El sujeto poseía una flecha de brújula incrustada en su pecho, que lo empujaba en la dirección que señalaba. No le hacía daño, aparte de estamparlo con el árbol.
-Magia de Brújula: Norte deliberado -pronunció mi amigo, mientras lanzaba su hechizo a los bandidos a su alcance y a la vez desviaba sus ataques.
Mientras Gasper entrenaba, encontró una manera única de atacar usando su magia. Descubrió que si podía modificar la dirección de los hechizos, también podría ser útil si lo aplicaba en sus oponentes para así atacarlos. Técnicamente su magia no daña al cuerpo, simplemente lo arrastra en la dirección que señale la flecha que se incruste en él y lo golpea con cualquier cosa que se atraviese en su camino. Era una forma única de aplicar su magia defensiva a un ataque.
También había muchos atrapados en el hechizo Mapamundi volteado y desmayados en el suelo. Pero aun con eso, seguían saliendo como hormigas. Aunque era de esperarse al incurrir directamente en la guarida de los ladrones.
-Veo que necesitas algo de ayuda -le dije. Él solo observó y me sonrió.
-Si, por favor. De haber sabido que eran tantos, me hubiese quedado en la casa -aseguró, mientras alejaba a sus oponentes con su magia.
-Oh, vamos ¿Ruben y Max no son de ayuda? -arqueé la ceja, mientras veía a los mencionados luchar con vehemencia. Ese par de chicos eran incansables.
-Lo son. Pero aun con ellos, estos estúpidos no disminuyen -espetó-. ¿Me ayudarás o no?
-Claro, claro -reí. Luego activé otro par de hechizos al mismo tiempo-. Magia de Combinación: Reverie World.
Amplié mi hechizo y envolví a todos los bandidos dentro de mi rango. En un parpadeo envié a todos a mi mundo de los sueños. Allí era mucho más fácil y rápido acabar con ellos.
Dentro del espacio ilusorio creado por mi magia, imaginé todo tipo de ataques de variados elementos. Aun cuando fuesen muchos, no tardé nada en acabar con todos. Luego de un par de minutos regresé al mundo real, donde mis compañeros terminaban de vencer al resto de los ladrones que quedaban.
-¿Viste al líder? -preguntó Gasper. A lo que negué con la cabeza-. Yo tampoco. Me preocupa que nos tome por sorpresa...
-¡Oigan, alguien está huyendo! -gritó Ruben, uno de mis estudiantes.
Él era un chico bastante animado y alegre. Su Magia de Nieve también era muy elocuente y la usaba con mucha destreza. Era bastante pálido, de ojos grises y cabello negro. Le gustaba usar las túnicas celestes y blanco que confeccionaba Dante. Con diecinueve años, era el mayor de los cinco estudiantes. Pero no por eso daba menos trabajo. Le gustaba hacerles bromas a los demás. Me recordaba mucho a cierto personaje molesto e idiota, que posee cierta afinidad al color negro.
Rápidamente corrimos hacia donde el chico nos estaba advirtiendo. Vi como una sombra se escurría entre los matorrales, con una bolsa sobre su espalda y una túnica mugrienta muy similar a la que los bandidos llevaban.
En un destello me desplacé y aparecí frente a él. Por el sobresalto de mi aparición, el tipo cayó en su trasero. Estaba muy asustado y claramente huía con parte del botín que guardaban. Típico de ladrones.
No estaba seguro si era el líder o no. Lo único cierto era que poseía muy poco poder mágico, pero si había algo que emanaba mucha magia en su bolsa.
-Es inútil que intentes huir de nosotros -le aseguré. Luego activé un hechizo de Magia de Hierro para sellar sus poderes. Pero en el instante que las cadenas se acercaron, sacó una balanza de la bolsa y al desequilibrarlas, las cadenas desaparecieron.
Parecía que después de todo si era el líder. Ese artefacto no era para nada común. La balanza tenía un aspecto ancestral y raro. Era de un metal dorado, parecido al oro, pero menos brillante. Además de diversos grabados y adornos con gemas rojas y blancas. Nunca había visto un objeto de ese estilo.
El tipo rió complacido, pero aun nervioso-. N-no podrá tocarme con su magia. Este artefacto anula los hechizos, creando un desbalance de poder. Con esto soy invencible.
-Ya veremos -le dije. Luego activé un hechizo de fuego y otro de rayo. Cada ataque se desvanecía luego de un destello procedente de la balanza desequilibrada-. Ciertamente es una molestia.
En un segundo, mis compañeros aparecieron para rodear al sujeto.
-¿Por qué no lo ha atrapado, profe? -preguntó Max, el otro estudiante.
-Ese es el artefacto que decían los rumores. Parece que anula los hechizos al desnivelar esa balanza -expliqué-. Aunque no posee mucho poder mágico como para atacarnos seriamente. Así que depende al cien por ciento de esa cosa.
Solo quedaba una cosa por hacer si no podía atacar con magia.
-N-no podrán atraparme. En cualquier momento mis hombres... -antes que continuara hablando, estampé un fuerte puñetazo en su rostro.
-Tus hombres no vendrán -le dije-. Si no puedo golpearte con mi magia, entonces lo haré con mis puños -era una suerte que también había entrenado un poco mi estado físico.
El hombre me miró desconcertado y mucho más temeroso que antes. Sin darle tiempo para hacer algo más. Volví a golpear su rostro y lo lancé contra el suelo. En ese movimiento soltó el artefacto. Rápidamente Gasper lo tomó y luego lo encerró en uno de sus hechizos.
-Eso fue muy fácil -dijo Ruben-. No puedo creer que estos idiotas hayan causado tantos problemas.
-Este artefacto mágico es una molestia. Así que no debió ser difícil para él hacerse con el liderazgo de este grupo de bandidos tontos -aseguré. Luego me di cuenta que faltaba una persona-. ¿Dónde está Amy?
-Se quedó del otro lado. No quiso acercarse mucho -explicó el chico de cabello negro.
Justo después de hablar, escuchamos un intenso estruendo. Todos nos apresuramos a toda velocidad para ver lo que le ocurría a la chica. Estaba en el suelo, respirando dificultosa y con su mano en el pecho. A unos metros de ella, yacía el cuerpo de un sujeto, mojado y aparentemente inerte.
-Tranquila, tranquila -le dije, mientras intentaba que se tranquilizara. Si no lo hacía, su magia terminaría saliéndose de control-. Ya estas a salvo.
-¡E-ese hombre... s-salió de la nada y... y me a-atacó! -trató de explicar entre balbuceos.
-No importa, todo está bien ahora -le acaricié la cabeza como consuelo. Luego la incentivé a ponerse de pie. Max rápidamente la cubrió con su túnica con cuadros negros, blancos y rojos-. Mejor terminemos con esto de una vez y nos vamos a casa -ordené.
-Ya llamé al ejército. Ellos se encargaran del resto -dijo Gasper, luego me miró con ojos suplicantes, al mismo tiempo que sostenía cuidadosamente la balanza-. ¿Qué haremos con esto?
-Llevémosla a casa. Estoy seguro que te gustará estudiarla -al castaño se le iluminaron los ojos al escucharme decir eso. No era muy difícil saber lo que deseaba, apenas vio esa balanza, su curiosidad despertó.
El chico se mostró agradecido e inmediatamente sacó una lupa de quien sabe dónde y comenzó a mirar los detalles superficiales. No perdía nada de tiempo. Pero eso era algo bueno, tal vez terminaríamos utilizándola luego de hacerle algunas mejoras.
Transcurrieron unos cuantos minutos mientras llegaban los soldados. Una vez en el lugar, le brindé un informe verbal al coronel y le comenté sobre la balanza mágica.
-¿Qué piensan hacer con ella? -preguntó el alto mando militar.
-Estudiarla, obviamente -dijo Gasper-. Podría brindarnos datos valiosos para el reino. Además que me intriga mucho el estilo del objeto. No se parece a ningún artefacto antiguo. Le pregunté al bandido que la tenía, me contó que la encontró mientras la sostenía un cadáver, en las afueras de unas ruinas antiguas en la Región Suroeste. Tal vez estaba oculta allí. No estaré totalmente seguro hasta analizarlo en mi laboratorio.
-Está bien. Mientras esa cosa no llegue de nuevo a manos equivocadas, no habrá problema -aseguró el hombre.
Sin más que decir, nos despedimos. Luego abrí un portal hacia nuestra casa. Estaba agotado, solo deseaba que el día terminase. Pero con el sol apenas comenzando a avanzar sobre el cielo, ese deseó estaba lejos de hacerse realidad.
Primer capítulo de la segunda parte de Crónica de los magos. Me siento muy feliz de iniciar con este nuevo proyecto. Les aseguro que se sorprenderán de las cosas que vienen y las magias que aparecerán. Si tienen alguna idea de una magia que crean que me puede interesar, no duden en decirme y si puedo agregarla a la historia, obviamente les daré crédito por ello.
Nos leemos en la siguiente actualización. Chao, chao.
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