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Capítulo XII: Sonrisas y lágrimas

Luego de darme una buena ducha, me recosté un momento par a reposar un poco del largo y agotador viaje.

La ducha me había aliviado mucho. Tenía la mente más calmada y menos nerviosa. Pero sentía mucho sueño.

Cerré los ojos por unos segundos para descansar la vista. Pero al poco tiempo sentí una presencia cerca de mí.

La vista la tenía turbada debido a que abrí los ojos de forma repentina. Así que en un primer momento solo vi una silueta negra y alta. Estrujé mis ojos para aclararlos y enfoqué mejor la visión.

Solté un grito desde el fondo de mi ser al ver que esa silueta poseía una cara deforme con ojos saltones y colmillos gigantes.

Sin pensarlo mucho saqué mi grimorio y las páginas se movieron hasta el hechizo que quería. No sabía lo que era esa cosa y tampoco lo quería averiguar.

Magia de...

—¡Oye, oye cálmate! —rápidamente esa cosa habló. La voz era de un chico—. Vaya, no pensé que alguien reaccionaría así. Pensé que Danna sería la única que en vez de huir atacaría.

—¡¿Q-quien eres?! —pregunté.

La persona se quitó lo que era una máscara horrible. Y lo negro que parecía la mortaja de un espectro se desvaneció. Definitivamente era un chico, lo reconocí por la fotografía, aunque no recordaba cual era su nombre. Por lo que hizo, debía ser el bromista. Era muy blanco y su cabello muy negro, al igual que su vestimenta. Debido a la insuficiente luz, no podía apreciar bien sus ojos, pero parecían ser también oscuros.

—Me llamo Samuel —me dijo, luego extendió su mano. Yo solo me le quedé mirando, luego lo miré a él con molestia. El rió nervioso—. Vale, lo siento. Pero sentí la tentación de hacerte una broma cuando te vi acostado en mi cama.

—¿Esta es tu cama? —pregunté. Él asintió—. Disculpa por no pedir permiso.

—No te preocupes. Con el susto que te di, ya fue suficiente —me sentí tentado a lanzarle uno de mis nuevos hechizos—. ¿Cómo te llamas?

—Zack.

Me levanté para ir a donde estaba el tío Evan. Quería saber si ya mi hermano había llegado.

Sin dame cuenta tenia al chico muy cerca de mí. Me estaba examinando de pies a cabeza, como si estuviera viendo una novedad o algo así. Me sentí muy incomodo.

—¿Vas a quedarte aquí? —preguntó él.

—Sí —dije con desgana.

—Tienes aspecto de aristócrata. Seguro que eres el hijo de alguien importante, como Tom —sugirió—. Es raro que alguien de tu estatus venga hasta aquí ¿No te molesta estar con la plebe?

—Para nada, considero que todos somos iguales. Y no soy hijo de ningún aristócrata. Solo vivía con alguien de la alta sociedad —expliqué sin dar muchos detalles. No conocía a ese chico aun, así que era mejor esperar a tener más confianza.

—Entiendo. Yo he vivido muchos años aquí —declaró.

Cuando por fin llegamos a la planta baja, había un par de chicos junto a mi tío Evan. Parecían alegres por su llegada.

—Veo que ya conociste a Samuel —dijo él. Al ver mi expresión algo molesta miró al chico de negro—. Seguro que ya hiciste de las tuyas.

Samuel rió—. No lo pude evitar.

Su forma de reír era algo graciosa. Quise reír igual, pero no podía hacerlo aun para que creyera que aun seguía molesto por su broma de mal gusto.

—Chicos, él es Zack. A partir de hoy vivirá con nosotros —anunció a los presentes—. Ellos son Gasper y Jackson.

Me acerqué a saludarlos. El primero era un poco más pequeño que yo. Llevaba puesto una bata blanca manchada por quien sabe que cosas, y unos lentes de seguridad encime de su cabeza. El otro era el más extravagante que vi en la fotografía. No podría olvidar ese estilo peculiar de cabello.

—Mucho gusto a todos —les dije.

—Mucho gusto, solo el profe Evan me llama Jackson. Tú puedes llamarme Jack —dijo con amabilidad el chico con el cabello blanco y negro—. Te pareces a Elijah, ¿son familia?

—E-eh, algo así —él escudriño más mi rostro.

—Me encantaría hacer un retrato contigo, el profe Evan y Elijah. Lo titularía Los caballeros de las nieves... —pensó por un momento lo que acababa de decir—. Ya se me ocurrirá uno mejor —de la nada sacó un pincel y me señaló con él—. ¡Me siento inspirado!

—No es justo Jack. Yo llevo meses pidiéndote que me dibujes —le reclamó el bromista.

—Lo siento Samuel, pero tu cara tonta no me inspira nada de nada —todos rieron, incluyéndome—. Además que sería un desperdicio de tiempo y esfuerzo.

—Eres cruel —hizo un puchero.

—¿Qué dices, Zack? ¿Me dejarías retratarte? —volvió a preguntarme.

—C-claro —me abrumaba tanto entusiasmo.

—¡Genial!

De la nada aparecieron tres chicos más que venían de la parte de arriba. Dos de ellos eran rubios, uno con el cabello largo y desaliñado, era el más alto de los dos y también poseía un físico más atlético. El otro chico, por el contrario, su cabello dorado era más laceo y cubría su ojos derecho, no se le veía tan atlético y era igual de bajo que el otro chico. Éste último tenía su cabello castaño y corto. Si mal no recordaba, él era el que usaba la Magia de Hilos que había mencionado mi tío.

—Vaya, por fin regresó —saludó el más alto. Al notar mi presencia se aproximo rápidamente a mí—. Veo que también trajo a alguien. Mucho gusto, me llamo Tom.

—Igualmente —estreché su mano, junto con los otros que llegaron con él. Sus nombres eran Connor y Dante, si mal no recordaba—. Me llamo Zack.

—Profe, ¿es familia suya? Es que ambos tienen el cabello igual —indagó el chico de cabello castaño.

—Así es —respondió él—. Pero pronto hablaremos de eso. Quiero que antes llegue Elijah y Danna pronto.

—Ya vienen —aseguró el chico del peinado extravagante mirando desde la ventana.

Mi corazón comenzó a acelerarse. Me sentí tentado a correr y esconderme. No entendía la razón, tal vez por miedo a lo que podría ocurrir.

El tío Evan puso su mano en mi cabeza y la acaricio suavemente. Era un apoyo que necesitaba en ese momento tan importante.

Los chicos me observaban sin entender mucho del asunto. Ellos no sabían todavía que yo era hermano de Elijah.

La puerta se abrió y lo primero que entro fue una chica de cabello negro con las puntas rojo brillante. Entró saltando enérgicamente y al ver a mi tío se abalanzó sobre él.

—¡Por fin llegó! Nos hacía mucha falta —aseguró ella—. ¿Quién es él?

—Me llamo Zack... —la puerta volvió a abrirse.

—¡Oye Danna, recuerda que no puedo seguirte el paso! —se quejó él. Por fin lo veía en persona.

Inmediatamente llevé mis manos a mi boca para evitar soltar un grito por la emoción. Era indescriptible lo que sentía al poder verlo la primera vez. El mundo había perdido todo interés, lo único que quedaba era él y yo.

Elijah no pareció entender lo que estaba pasando. Al acercarse más y escanearme de pies a cabeza, sus ojos se agrandaron. Luego observó a su tío en busca de respuestas.

—Por fin lo encontré, Elijah —solo dijo eso.

El chico volvió a mirarme, ahora con los ojos llenos de lágrimas. Luego se acercó aun más a mí, tocando mi rostro para verificar que no era una ilusión. Después de su acto me envolvió fuertemente entre sus brazos.

Después de tanto tiempo de pensar que estaba solo, ahora estaba siendo abrazado por mi hermano. Por primera vez en mucho tiempo me sentí realmente feliz. Aunque fuésemos perfectos extraños, nuestro vínculo era más que suficiente para borrar los años que pasamos alejados uno del otro. A partir de ese instante estaba decidió a disfrutar cada momento con él para recuperar todo el tiempo perdido que el destino nos había robado.

—De verdad eres tú. No es un sueño —dijo él, ahogando el llanto.

Yo ni siquiera podía hablar. Solo quería mantenerme aferrado a él.

—Después de tanto tiempo. Por fin puedo ver a mis únicos sobrinos juntos otra vez —declaró mi tío, uniéndosenos a nuestro abrazo.

No podía pedir más. Pasé a no tener nada, ser un foráneo sin nombre en un mundo inquisidor; a tener una magia increíble, un nombre y lo más importante, una verdadera familia. Por fin el destino tenía un bello gesto hacia mí.

—Alguien podría explicarme lo que está pasando —mencionó el bromista.

La única respuesta fue un manotazo en la cabeza por parte de Gasper.

Aunque me sentía muy bien estando así, junto a mi hermano. También era el momento perfecto para explicarles todo a todos.

—Vamos a la mesa, les explicaré todo —habló el tío Evan.

Todos se movieron rápido a los asientos. Los últimos en llegar fuimos mi hermano y yo. Ninguno quería separarse del otro. Yo me aferraba a él, temeroso a que si lo soltaba, despertaría de un hermoso sueño y caería al abismo vacío en el que me encontraba antes.

Y ahora que lo pensaba bien. No estaba totalmente seguro si contarles absolutamente todo de mí. Incluyendo mis malos y tormentosos momentos. Pero no tenía sentido tenia iniciar una nueva vida manteniendo secretos que solo serian una carga pesada.




¡Que emoción! Desde hace mucho quería publicar este capítulo. Espero que les haya gustado. Nos vemos en la siguiente actualización.

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