Capítulo VIII: Profano
Me esperaba cualquier otra visita, menos la suya. No pude evitar mostrar desconcierto con su visita repentina y desprovista de motivos que yo pudiera explicar.
—D-disculpa que venga a tu habitación, es que me pareció que estabas un poco raro en el salón y pues... quería saber si te pasaba algo —dijo con ese tono dulce y amigable con el que siempre hablaba.
—No te preocupes, estoy bien —le aseguré. La invité a pasar a mi habitación. Aunque ella solo dio un par de pasos dentro.
—¿De verdad? —me miró fijamente—. Disculpa si parezco entrometida, es que tú eres como un hermano para Darrell y pues... como seré su esposa, también serás como uno para mí —tal vez eran ideas mías, pero me pareció que había recalcado la palabra esposa cuando la dijo.
—Gracias por preocuparte, es muy bonito de tu parte —le dije.
Dio media vuelta, dispuesta a irse ya. Pero repentinamente se giró hacia mí y me lanzó una mirada extraña. Parecía una mezcla de desprecio y burla. Incluso su aura dulce y cálida desapareció por completo.
—De veras que eres patético —escupió sin titubeos—. Aun cuando es obvio lo que estas sintiendo, te empeñas a aparentar lo contrario.
—¿P-pero que...
—No eres más que un desecho que se enamoró de alguien que está demasiado alto como para siquiera imaginar alcanzarlo —abrí mis ojos por la sorpresa. No era posible que supiera lo que yo sentía por Darrell—. ¿Te sorprende? Cuando estábamos en el jardín y les mostré mi habilidad, quedaron expuestos a mi hechizo. Mis hermosas flores son capaces de sentir las emociones de aquellos que tiene cerca y me transmiten esa información a mí —soltó una carcajada—. Tu corazón quedó totalmente expuesto y fue muy fácil darme cuenta lo que sentías por mi futuro esposo.
La chica dulce de antes había desaparecido. Lo que quedaba ahora era un ser despreciable. Ella era igual que yo, o mucho peor. Al menos yo tenía mis razones para mentir, ella en cambio no era más que una serpiente oculta entre las flores, dejando que cualquiera se acerque por la fragancia y atacar en el momento perfecto.
—¿Q-qué quieres ganar con esto? —pregunté, a duras penas pude vocalizar las palabras.
Volvió a reír—. ¿De verdad preguntas eso? Es por simple diversión. No hay nada más gracioso que ver a un ser tan patético como tu arrastrarse en el piso como un gusano. Pero es aun más gracioso sumando el hecho que eres una basura para la magia. Estoy segura que a mis amigos les encantara esto: "El sirviente bueno para nada enamorado en secreto de su guapo y prodigio amo". Sera una historia muy popular.
No comprendía cómo podían existir seres así, capaces de utilizar los sentimientos más puros de otros para su simple gozo personal. Era despreciable, no entendía como era capaz de hacer que las demás personas cayeran en su encanto y se creyeran totalmente esa fachada de dulce y tierna jovencita.
—¿Quieres saber algo más? —continuó sonriente al ver como estaba a punto de colapsar—. Darrell siente mucha atracción hacia mí. Cuando supo de nuestro compromiso sus ojos se iluminaron y aceptó sin titubear. Estoy segura que seremos muy felices. Mientras que tu quedaras renegado al lugar que te corresponde.
—Y-ya b-basta... —mi propia boca era incapaz de generar palabra alguna.
Chasqueó su lengua—. Que basura. Ni siquiera eres capaz de decir algo para defenderte —luego de eso abandonó el lugar.
Caí de rodillas, con el corazón aun más destrozado que antes.
Sus palabras retumbaban una y otra vez en mis oídos. La peor parte fue cuando aseguró que Darrell estaba enamorado de ella. Tal afirmación era el combustible perfecto para alimentar mi pena.
No había forma que pudiera soportar ver como él caminaba al altar con alguien así. Y estaba seguro que nadie me creería si les advertía sobre Amelia, además que corría el riesgo que descubrieran mi secreto.
Me había recostado en mi cama, dándole la espalda al resto de mi habitación. Mi cabeza empezaba a doler intensamente y mis ojos ardían aun más que antes. Aunque las lágrimas se habían detenido momentáneamente.
Acariciaba la fotografía que tenia bajo la almohada. Tal y como lo hacía cada vez que podía. Con la frase "Amarte en secreto es el único consuelo que puede tener mi corazón enamorado" era la única evidencia que existía sobre mi secreto. Pero para mí, más que una simple frase cursi era un pensamiento que, en aquel momento, era lo que creía y sentía. Sin embargo ahora no estaba seguro de ello.
Escuché como rechinó levemente la puerta de mi habitación. En un movimiento rápido oculté la fotografía y fingí estar dormido.
Percibí como se acercaba poco a poco hasta mí. Luego se sentó sobre mi cama y posó su mano sobre mi hombro. En ese instante una corriente helada recorrió todo mi cuerpo, haciendo que mi corazón se acelerara con rapidez.
—Se que no estás dormido —dijo suavemente. Yo no hice ningún gesto—. Necesito hablar contigo.
—¿Para qué? —musité—. Deberías ir a atender a los duques. Si tú no estás, les parecerá descortés.
—Ellos se acaban de ir —respondió—. Mi padre me acaba de contar lo de esa visita que llego de repente, ¿es cierto que es un pariente tuyo?
—Así es, hermano de mi padre —decidí ver cara a cara a Darrell. Estaba serio y sus ojos reflejaban cierta tristeza, pero cuando me vio, su expresión se enserió mucho más.
—¿Te vas a ir? —su pregunta me tomó descuidado. No tenía idea que responder, ya que ni yo mismo sabía la respuesta. Estaba sintiendo una miríada de sentimientos en ese instante como para tomar una decisión así.
—No lo sé, tengo que pensarlo —dije sin más.
—Entiendo —sus ojos se cristalizaron hasta el punto de casi llorar.
En ese instante me olvidé totalmente del dolor en mi pecho y lo abracé. Fue un acto reflejo más que cualquier otra cosa. Darrell seguramente lo tomó por sorpresa, pero se quedó quieto recibiendo mi acto.
—Sé lo que sientes por mi —musitó a mi oído, casi inaudible en mi oído. Yo simplemente quedé helado.
—¿C-como...
—Me encontré con esa fotografía que tienes escondida —confesó—. Trataba de encontrar algo que me diera una idea de cómo animarte. Pero terminé encontrándome con eso.
En ese momento quería que la tierra me tragara. Deseaba huir de allí, perderme o simplemente desvanecerme como niebla, cualquier cosa era buena con tal que me sirviera para no tener esta conversación con Darrell. No me sentía listo para ello y tampoco esperaba que ocurriese.
Aparté rápidamente la mirada. Sentía demasiada vergüenza como para mirarlo a los ojos.
—L-lo siento... —intenté hablar, pero simplemente no podía hacerlo como quería.
—No te disculpes. Sé que la debes pasar mal con esto del compromiso con la heredera de los Dreamgarden. Pero me encantaría que fueses honesto al menos en este momento. No quiero que digas que estas bien o que no hay ningún problema. Quisiera que por lo menos me digas lo que realmente sientes.
—Está bien —dije, limpiando las lágrimas que intentaban salir. Tardé un instante en tomar la fuerza necesaria para decir lo que realmente quería. No iba a ser fácil liberar todo aquello que me había estado guardando durante años. Y me atemorizaba aun más la destrucción que seguiría luego. Aunque ahora que conocía mí secreto, nada sería igual, aun si hablaba o no—. Es verdad. Estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo. Tu sonrisa, tu voz, tus ojos... —me detuve un segundo para recuperar la compostura antes que se formara un nudo en mi garganta—, todos esos momentos que hemos pasado juntos no han hecho más que incrementar los sentimientos que tengo hacia ti. Pero siempre fui consciente que tu solo me veías como un hermano, así que me conforme con ser tu fiel mejor amigo. ¿Sabes la razón de mi empeño por ser bueno en la magia y entrar en una importante academia? —negó con la cabeza. Yo sonreí con añoranza, intentando evitar que se formaran las lágrimas en mis ojos—. Quería convertirme en un escolta permanente y estar siempre contigo como tu escudo. No me importaba ver a lo lejos como construías tu felicidad, siempre y cuando yo pudiera ser testigo de ella. Pero hoy me di cuenta que eso no es realmente lo que quiero. Ahora no me creo capaz de verte caminar al altar y unirte a una persona como ella... —mordí mi lengua en ese instante. No había ninguna necesidad de decirle lo que me había ocurrido con Amelia. No me creería y seguramente parecería que mentía por despecho—. La idea era que nunca te enteraras de lo que yo sentía y así al menos nuestra amistad no cambiaría.
—¿Entonces pretendías nunca decir nada y callarte todo este sufrimiento? —habló por fin. Desde que comencé a hablar solamente se había concentrado en escuchar.
—Así es. Al menos ese era mi plan. Pero igual no importa lo que pudo ser y ya nunca será. Después de todo, no tiene mucha importancia lo que siento. Para ti soy solo el hermano que el destino te dio. No hay mucho que discutir sobre eso...
Sin previo aviso sentí un cálido y suave contactos sobre mis labios. Fue tan sorpresivo que mi cuerpo no reaccionó de ningún otro modo que no fuese quedarme inmóvil ante ese beso profano. Por un brevísimo momento el cadáver inerte de mis esperanzas pareció volver a vivir, pero solo fue solo una mera ilusión. La realidad se me clavó a la piel como miles de agujas finas, mientras que mi corazón se rompía en más pedazos.
Luego de unos segundos separó sus labios de los míos, llevándose consigo todo sentimiento de alegría que pudiera haber sentido con ese osado y anhelado acto. Cuando se apartó de mí, notó como mis lágrimas corrían sin miramientos, demostrando sin máscaras el sentir de mi corazón. Su rostro se invadió de confusión, pero no sabía cómo responder.
—R-realmente eres maravilloso —posicioné suavemente mi mano sobre su mejilla—. Eres capaz de sacrificarte solo para mostrarme el sabor de la felicidad. Pero no lo merezco, no soy digno de recibir este acto de bondad.
—P-pero...
Detuve sus palabras interponiendo mi mano sobre su boca, la misma que me había mostrado lo hermosa que podía llegar a ser la felicidad, pero también lo lejana que estaba para mí—. Antes de ser lo que va a destrozarnos, prefiero salvarte. Aunque éste deseo me destruya a mí —le dije, mostrándome lo más sonriente que podía, a pesar que en mis mejillas corrían ríos de lágrimas—. No estaba seguro de la respuesta si irme o no. Pero creo que marcharme va a ser lo mejor. No mereces ser arrastrado conmigo hacia la tormenta. Tú tienes tus propios caminos que deseas recorres, y obligaciones como el heredero Rosewald. Además que el señor Eugene se ha comportado tan bueno conmigo que no se merece que le cause tal decepción.
Lentamente aparté mi mano del rostro de Darrell. No quería que siguiera diciendo cosas que solo sentía por las emociones del momento, ya había hecho suficientes cosas que se quedarían grabadas en mi mente por el resto de mi vida.
—L-lo siento, por todo —no demostraba otro sentimiento que no fuese culpa. Inclusive sus palabras estaban ahogadas en arrepentimientos. Yo estaba en lo cierto, ese beso solo había sido causado por el momento. Solo fue un arrebato de misericordia en un momento caótico.
Luego se levantó de mi cama y caminó hacia la puerta, desapareciendo por el umbral de mi puerta.
Yo por mi parte me volví a recostar, deseando profundamente que ese día terminase y que con la llegada de uno nuevo todo desapareciese como un mal sueño. Pero era consciente que eso no pasaría. Lo que ocurrió quedaría grabado de forma perpetua y las decisiones tomadas permanecerían invariables.
¿Hola mi gente! Aquí les traigo este nuevo capítulo y no se vayan, ya que será una triple actualización c:
¿Que les pareció el capítulo? ¿Les gustó? Me encantaría leer sus comentarios.
Bueno, nos vemos en las próximas actualizaciones.
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