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Capítulo VII: Compromiso

Estuvimos conversando por mucho tiempo. Era tan irreal todo lo que estaba pasando. No me había sentido así de feliz desde que el señor Eugene me había dado la carta de la Academia de Magia Avanzada.

A pesar de sentirme cómodo con él, había algo que perturbaba mi mente.

—Ya casi es hora de irme —abrí mis ojos al escuchar eso—. Tranquilo, estaré en la ciudad por unos días. Sé que todo esto es muy repentino y que necesitar digerirlo. No quiero que te sientas presionado por irte conmigo de una vez. Después de todo, aun soy un total desconocido.

—Muchas gracias.

—En un caso que aun no estés listo para irte, puedes buscarme y yo puedo hacer que venga Elijah para que lo conozcas. Aunque me encantaría que vieras por ti mismo el lugar que tu padre construyó para ustedes, más que nadan.

—¿La academia de la que habló?

—Así es. He logrado mantenerla lo mejor que puedo. Mi esposa y Elijah también me ayudan. Y solo contar con ocho chicos nos facilita un poco las cosas —aseguró—. Cuando tu padre era quien estaba a cargo, había acogido a alrededor de cuarenta chicos. Todos tomaron sus caminos al hacerse mayores. Los que ahora están son jovencitos que he encontrado en mis viajes por el reino y pienso que merecen una oportunidad para mejorar. Y también hay algunos que sus padres me encomendaron cuidar por diferentes motivos.

—Eso es algo muy bonito.

—Sí. Estoy seguro que encajarías perfectamente. Eres alguien agradable y ellos son buenos chicos. Cada uno posee una personalidad característica y habilidades extraordinarias.

—¿Cómo son? ¿Cómo se llaman?

Este sacó otra fotografía donde había varios chicos de mi misma edad. Parecían alegres y unidos, sin preocupaciones o pesares.

—Está Dante, que gracias a su Magia de Hilos no me tengo que preocupar por que falte ropa. Él fue quien me diseñó mi vestuario —indicó. Al que había señalado llevaba puesta una gran túnica de color blanco con costuras azules, sonreía enérgicamente, al igual que todos los demás—. Gasper es alguien muy inteligente y creativo, pero siempre prefiere tomar el camino más sencillo y evitar el esfuerzo. Connor es el más amable de todos, siempre esta sonriente y alegre —me di cuenta de ello, a pesar que poseía un mechón de cabello dorado que cubría la mitad de su rostro, no escondía su gesto alegre y aura amable—. Luego esta Danna, que es tan explosiva como su Magia de Fuego, ella y mi esposa son las únicas chicas del lugar. Jackson es muy observador y detallista, casi nunca se le escapa nada —de entre todos era quien poseía el estilo más vistoso. Su cabello estaba dividido en dos partes; el primero era de color negro y era corto, mientras que el otro lado era lo inverso, blanco y largo hasta tapar por completo su oreja. En suma, la larga túnica que llevaba puesta era de un color violeta con líneas blancas que resaltaba de entre todos—, Samuel es el bufón del grupo, es quien corrompe al resto. Y por último está Tom, siempre quiere ser el primero en todo y contagia a los demás con su energético entusiasmo. Ella es mi esposa Lilian, y él es tu hermano —finalizó. El chico se veía muy diferente a la otra fotografía. Era muy alto y su cabello también era blanco. Parecía que era un rasgo hereditario—. Todos son diferentes entre sí, pero encajan perfectamente. No podría pedir unos mejores alumnos.

Mientras más me hablaba, más despertaba mi interés por ese lugar. Pero cuando estuve a punto de decirle que quería irme con él, nuevamente vino a mi mente el rostro melancólico del señor Eugene. También me imaginé como sería si Darrell supiera que me quería ir. Sabía que se pondría muy triste y eso apretaba mi corazón.

Sentía que los traicionaba de alguna manera si me iba así, de un momento a otro con un desconocido que se presentaba como mi familia. Como si todo lo que habían hecho por mí no me hubiese importado. Tal vez exageraba, pero ese era mi sentir en ese momento.

Aunque rechazara la invitación, la puerta no quedaba cerrada por completo. Aun podía ir en otro momento, cuando pusiera en orden mi mente y explicara bien mi situación.

Eso era lo que iba a hacer.

Le expliqué a Evan las razones de mi decisión, cosa que tomó con mucha naturalidad y comprensión. Me aseguró que estaríamos en contacto y recalcó su felicidad por encontrarme. Luego de eso lo acompañe hasta la puerta de la casa y ahí se despidió de mi con un abrazo. Se sintió extraño y cálido a la vez, pero ahora que sabía toda la historia, disfruté de ese gesto tan sutil y tan profundo a la vez.

Caminé hacia el salón donde estaban los invitados del señor Eugene y los demás. Aunque deseaba ir corriendo y gritando de la alegría por ahí, no era algo correcto teniendo a los duques Dreamgarden y su familia como visitantes de alto nivel.

Traté de recuperar la compostura antes que los invitados me vieran entrar. No quería que vieran mi emoción y se formularan ideas erróneas. Los nobles y aristócratas tenían una forma de pensar demasiado inestable que los hacía cuestionar cualquier gesto fuera del protocolo.

Al entrar al salón noté mucha emoción en el aire, como si se estuviera celebrando algún hecho increíble que merezca tal júbilo. En silencio tomé el asiento que tenía anteriormente. Todos estaban tan concentrados en lo suyo que ni se percataron de mi presencia.

Me di cuenta que la chica de las flores y Darrell se cambiaron de sus anteriores lugares y ahora estaban uno junto al otro. Cosa que me pareció raro, pero no totalmente fuera de lo normal.

—Me pregunto qué magias heredaran sus hijos —dijo el duque, aunque no comprendí totalmente su cuestión ya que parecía que llevaban mucho tiempo conversando antes que yo llegara.

Los dos chicos parecieron incómodos y avergonzados. Y justo en ese momento mi amigo se fijo que yo estaba allí. Luego su rostro cambió totalmente, pasó a tener un rostro pálido como si hubiese visto un fantasma.

—Papá, aun es muy pronto para eso —contestó la chica—. Se acaba de hacer el compromiso. Van a pasar algunos meses antes que Darrell y yo nos casemos.

Muchos pensaran que en ese instante devastador me rompí en pedazos y comencé a llorar. Pero no, apenas escuché lo que dijo Amelia me quedé en blanco, sin hacer ningún gesto y ni siquiera respirar. Por fuera parecía no mostrar ninguna emoción, ni alegría ni dolor. Aunque por dentro la historia era muy distinta.

Sentí como mi mente se partía como una frágil copa de vidrio y mi pecho ardía con cada palpitar punzante. Mi boca quedó totalmente seca, tal viajero a la deriva en un desierto inclemente. Dejé de escuchar los todos los sonido a mi alrededor, salvo el eco resonante de las últimas palabras de la chica, «nos casemos». Era amarga la sensación en mi boca. Pero en mi corazón se sentía mucho peor.

Mis pensamientos se dividieron en dos. Una me repetía frívolamente que siempre fui consciente que este día llegaría más tarde que temprano, y yo solo era un acompañante discreto para un chico sin amigos. La otra se lamentaba, llorando junto a un mar de lágrimas, viendo con impotencia como mis esperanzas casi ahogadas daban sus últimos suspiros, antes de desvanecerse en la oscuridad de los lamentos.

—¿No vas a felicitar a Darrell? —escuché a lo lejos, como una voz perdida junto al viento en un campo marchito en medio de la nada—. Oye, Zack ¿te encuentras bien?

En ese instante regresé bruscamente a la realidad. Todos los presentes me estaban observando, a pesar que uno segundos atrás ni siquiera se habían dado cuenta de mi insignificante presencia.

Recuperé rápidamente la compostura y esbocé la mejor sonrisa que mi rostro pudo gestar en ese momento tan caótico.

—Por supuesto que sí. No solo a Darrell, sino también a su futura esposa. Estoy seguro que serán muy felices —ni siquiera yo mismo pude imaginarme decir algo como eso así, tan realista que por un instante era como si otra persona me estuviera suplantando. No mostré ningún quebranto en mi voz y solo aparente alegría por el compromiso.

Eso de esconder mis verdaderos sentimientos y fingir otros había adquirido un nivel que me resultaba increíble y ciertamente aterrador. Si continuaba así, no iba a poder diferenciar entre una actuación y mi verdadero yo. Llegaría un instante en el que mi propia esencia se desvanecería poco a poco, dejando en su lugar el vestigio moribundo de un alma vacía.

Pero a pesar de eso me mantuve sonriente y fingiendo alegría, aun cuando por debajo de la mesa mis piernas temblaban descontroladamente. Así me mantuve un rato, hasta que pasó el tiempo suficiente como para retirarme sin que le pareciera descortés a la visita. Aunque era muy probable que ni les interesase si yo estuviese o no presente, ya que era completamente ajeno a su celebración.

Mientras caminaba por los pasillos trataba de contener lo que desde hacía mucho era imposible de ocultar. Con cada paso se apretaba más el nudo en mi garganta y mis piernas amenazaban con flaquear. Pero a pesar de todo eso, pude llegar a mi refugio anhelado.

Ya dentro de mí habitación no había nada que ocultar o alguien a quien engañar, liberé todo el contenido de mi corazón y fue como si la caja de Pandora hubiera sido abierta para mí.

El sufrimiento y la pena me envolvieron por completo. El llanto silenciado por mi almohada no traía la calma prometida, sino que promovía aun más mi tempestad. Mi habitación se ensombreció a tal punto que quede envuelto por la nada. Hasta mi propia sombra me abandonó cuando la pena se cernía sobre mí.

Yo sabía que mis tontas ilusiones eran absurdas e imposibles. Siempre había sido consciente que él se casaría en algún momento, pero el corazón siempre se encarga de mantener viva una esperanza moribunda y al borde de desaparecer. Me había engañado a mi mismo con la idea que estando con él como su amigo y guardián, sería suficiente para mí, que me sentiría satisfecho. Pero pensar de la misma forma, cuando la vida me muestra a golpes la realidad, era imposible. No había forma que me conformara con observar desde atrás la felicidad de Darrell como un simple espectador, mientras anhelaba ser la razón de ella. Y pensar así punzaba aun más mi corazón.

Mientras me ahogaba en mi pena escuché que llamaban a mi puerta. Limpié mi rostro lo mejor que pude para no parecer tan lamentable, aunque fuese algo vagamente útil. Inmediatamente pensé que se trataba del señor Eugene, queriendo hablar de lo ocurrido con la visita de mi pariente perdido. Pero cuando estuve a un centímetro de la manija de la puerta, la idea que tal vez era Darrell invadió mi mente.

Si era él ¿Cómo podría reaccionar? Tal vez había logrado ocultar mis emociones en el salón, pero estaba seguro que estando frente a él no iba a poder actuar ajeno a mis sentimientos. No cuando se percatara de mis ojos aguados y rostro enrojecido.

Con mucha lentitud abrí la puerta, esperando mantener la calma con quien estuviese del otro lado. Pero por más preparado que hubiese estado, al encontrarme frente a esa persona se desvanecía cualquier intento de aparentar falsa calma.





Hola mi gente bella.

Eh aquí el segundo capítulo que prometí. Espero que lo hayan disfrutado.

¿Qué opinan de este capítulo? ¿Quién creen que es el que está tras la puerta?

Me encantaría ver sus comentarios.

Sin más me despido. Nos leemos en la próxima actualización.

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