27: Demasiado cobarde
Masaru se queda perplejo cuando, al entrar en la cocina, descubre a Suzume de pie frente a la encimera, cocinando karē udon, a juzgar por el olor a curry y por el hecho de que esté troceando negi con una furia peligrosa para sus delicados dedos. Suzume sabe cocinar, así que no va a quejarse, pero se había acostumbrado a la comida de Risa, que aprendió los platos japoneses de su abuela y los españoles de Lucía.
—¿Risa no ha llegado aún?
La mujer le lanza una mirada irritada y sacude la cabeza con disgusto. A continuación, resopla y levanta la tapa de la cazuela para comprobar el grado de cocción de los fideos.
—Ha dicho que se iba a bañar, pero de eso hace un buen rato y por eso estoy cocinando yo, porque sería inimaginable que llegues a casa y no encuentres la cena preparada.
Masaru la ignora y, con el estómago encogido, atraviesa el pasillo hasta el baño. Una vez delante de la puerta, respira hondo y llama con los nudillos, aunque no puede evitar imprimir una fuerza innecesaria al gesto.
—¿Risa?
Un grito ahogado y un chapoteo consiguen que se le escape un suspiro de alivio; si la perdiera también a ella...
—¡Enseguida salgo!
Diez minutos más tarde, la joven entra en el salón, vestida con el pijama y quitándose la humedad del pelo con una toalla. Suzume, que está poniendo la mesa, le lanza una mirada de basilisco y Risa se guarda para sí el comentario mordaz.
—Lo siento —se disculpa con los ojos clavados en Masaru—, necesitaba pensar y el agua caliente ayuda.
—Una exposición demasiado larga baja la tensión, deberías saberlo.
—¡Ajá! —interviene su madrastra, cruzándose de brazos—, olvidaba que estás en la edad de las reflexiones existenciales.
Su comentario está bastante fuera de lugar y Risa considera que ella sola se basta para dejarse en ridículo, así que la ignora y se sienta en el sofá, junto a su padre. Creía que un baño caliente le relajaría la mente y le ayudaría a procesar todo lo sucedido desde que empezó el instituto, pero no puede sacarse de la cabeza lo que Nagisa le ha dicho antes de que se bajara del coche:
—Te advertí que no te enamoraras de Atsushi, Risa; él no está hecho para tener pareja.
—¿Enamorarme? —replicó ella, los ojos muy abiertos por el asombro—. ¿De qué estás hablando?
Nagisa la observaba con una seriedad impropia en alguien de su edad.
—Te lo digo por tu bien: córtalo ahora que todavía puedes.
<<No sé de dónde se lo ha sacado, pero se equivoca>>. De los tres chicos, Atsushi es el que más la irrita con su arrogancia, su condescendencia y su falta de consideración hacia nadie que no sea él mismo; ella necesita un chico dulce y cariñoso que la haga sentirse especial de una forma sencilla, natural, y que sepa ver más allá de sus silencios.
Risa regresa a la realidad con un profundo suspiro. Tal vez pida demasiado.
♫♪♫
Las entrevistas son aburridas porque los periodistas siempre hacen las mismas preguntas frívolas que los muestra ante el público como el típico grupo para adolescentes que estará de moda durante un tiempo determinado. Para Yuuichi la música es mucho más que eso, es su manera de enfrentar el mundo, de crecer a nivel personal, y por eso odia que la gente considere su música como una mera forma de pasar el rato.
—Tengo que confesar que vuestra última canción, Momiji, (la mejor bajo mi punto de vista) me provocó un sentimiento agridulce muy difícil de expresar con palabras —está diciendo la presentadora, una mujer en la treintena que no deja de mirar a Masaru siempre que tiene ocasión—, y creo que a todos vuestros fans nos gustaría saber qué, o quién, la inspiró. ¿Podrías hablarnos de ello, Yuuichi?
—¿Por qué das por hecho que tiene que ver conmigo? —responde el joven en tono desdeñoso y se levanta del sofá—. ¿Hacemos una pausa?
Antes de que nadie diga nada, sale del plató y se encamina hacia el camerino, pero Masaru le alcanza a mitad de camino.
—Tienes suerte de que no sea una emisión en directo. Ve a disculparte ahora mismo.
—Necesito unos momentos a solas.
—¿Para que la rabia que llevas dentro bulla con más fuerza? ¿Cuándo vas a aprender que en esta vida pocas veces se gana? Si quieres llegar lejos, más vale que empieces a controlar ese temperamento.
Yuuichi le fulmina con la mirada.
—No me extraña que Risa no te cuente nada —deja caer con intención.
—Y a mí no me extraña que no quiera saber de ti.
Masaru da media vuelta y echa a andar de regreso al plató. Durante unos angustiosos instantes, el joven no puede hacer otra cosa que contemplar cómo se aleja y sentir el doloroso aguijonazo de cada una de sus palabras. <<Estás luchando una batalla que lleva tiempo perdida>>, le dice una voz en el interior de su cabeza.
—Soy una persona horrible, ¿verdad? —murmura con la voz rota.
Masaru se detiene.
—Si creyera que es así, no te permitiría acercarte a Risa, Yuu. Sin embargo, creo que deberías replantearte el modo en que ves tu relación con ella.
—Sí —el chico traga saliva—, es lo que me decís todos.
♫♪♫
No estaba cómoda con las miradas perniciosas y los cuchicheos mal disimulados, pero la taquilla llena de notas de admiradores y los constantes intentos de las chicas por complacerla y acercarse a su grupo tampoco han ayudado a mejorar su situación escolar. Así es como empezó en Kioto; además, por alguna razón que no alcanza a comprender, no deja de pensar que Naomi debía de vivir algo similar todos los días. ¿Era una chica normal y corriente que se dejó seducir por la sensación de grandeza y poder? Le cuesta verla como a alguien que una vez fue dulce, pero incluso los villanos más malvados tienen una razón para serlo.
—Eres terriblemente introspectiva —comenta Eiji mientras regresan a casa andando. A Nagisa, Erika y Shinobu han venido a buscarles, como siempre, y Atsushi se ha subido en la limusina de Nagisa. Shin les ha ofrecido acercarles a casa, pero a Risa le apetecía dar un paseo.
—Pensar es bueno, ¿no?
Eiji se acaricia la barbilla y pone cara de interesante, arrancando una sonrisa a la joven.
—Bueno, depende de la intensidad con la que se haga. Y de los pensamientos que se tengan, claro.
—No me gusta esta atención inmerecida —confiesa Risa con un suspiro apesadumbrado.
—¡Ah, eso! —Eiji sonríe—. Terminará pasando. En el instituto tenemos hijos de actores y de cantantes —añade ante el gesto de escepticismo que se dibuja en el semblante de su amiga—, pero no lo sabías, ¿verdad? Eso es porque ya tuvieron su momento.
—O porque la gente no consiguió de ellos lo que esperaba y se terminó cansando.
El muchacho suelta un resoplido de disgusto.
—De verdad, Risa, ¿de dónde sacas tanto cinismo?
—Puede que algún día te lo cuente —responde ella, encogiéndose de hombros.
Eiji contempla su perfil, pensativo, pero no insiste y ambos caminan un rato en silencio. En la acera de enfrente tres chicas de secundaria ríen y gritan, entusiasmadas, mientras contemplan algo en el teléfono móvil de una de ellas. Un sentimiento de nostalgia carcome a Risa, que evoca el recuerdo de sus catorce años, cuando su antiguo grupo de amigas se volvían locas cada vez que Yuuichi la escribía. Por esa época Ame ya existía y, aunque la banda no era ni la mitad de famosa de lo que es ahora, en Kioto todos hablaban de ellos y tenían un amplio grupo de fans. Para las amigas de Risa, ser cercanas al grupo las hacía sentirse como pertenecientes a una élite superior. No puede culparlas ni llamarlas estúpidas porque ella también se sentía especial. Es increíble cómo tres años pueden cambiar tanto a una persona.
Risa da un respingo cuando siente los dedos de Eiji cerrarse alrededor de su muñeca y un suave tirón que la obliga a correr. Acaban de llegar a un paso de peatones cuyo semáforo parpadea, amenazando con cambiar a rojo en cualquier momento, y el joven ha exclamado algo, pero ella iba distraída. Es una sensación extraña, como si el tiempo se ralentizara y todo lo que la rodea cobrara intensidad, se hiciera más nítido; pero, de repente, llegan a la acera de enfrente y Eiji la suelta, rompiendo el hechizo. Ninguno dice nada, ambos continúan andando como si nada hubiera pasado, pero en la mente de la joven se forma un pensamiento estúpido: <<Así que esto es lo que siente la chica cuando corre de la mano del chico bajo la lluvia>>.
Una vez en casa, la felicidad vivida unos instantes atrás se esfuma de golpe y es sustituida por el desasosiego cuando descubre a Yuuichi sentado en el sofá. Al menos, en esta ocasión su padre está presente.
—¿Qué es esta encerrona, papá?
—Ame tienen la tarde libre y, al parecer, Yuu y tú tenéis cosas de las que hablar. Yo he de recoger a Suzume de una sesión fotográfica. Nos quedaremos un rato por Ginza para daros intimidad. —Masaru la mira con gravedad—. Esta vez compórtate, Risa.
Ella aprieta los labios y espera hasta que se ha marchado para soltar todo el aire de golpe. Luego mira a su ex novio y se cruza de brazos, postura que pretende ser más defensiva que desafiante.
—¿Te apetece beber algo? —ofrece para cumplir con sus obligaciones de buena anfitriona.
—¿Podemos salir a la terraza? Estar dentro me agobia.
Yuu se levanta y Risa le sigue. Durante unos segundos ninguno de los dos dice nada. Entonces Yuuichi deja de contemplar la bahía y se vuelve hacia la joven.
—¿Por qué no podemos llevarnos bien, Risa? —pregunta con tristeza.
Ella retrocede un paso, recelosa; jamás le había visto tan vulnerable, ni siquiera durante el tiempo que estuvieron juntos.
—¿Qué diablos te pasa hoy?
—Takeru es muy bueno haciéndome sentir como si fuera basura.
—Eso es porque te lo mereces.
Él le da la espalda y apoya la frente contra el frío cristal, sintiendo la fresca brisa que se cuela a través de la ventana abierta en batiente. Risa le observa con una sensación de opresión en el pecho. Le da pena verle así, pero no quiere ceder y permitir que avance en su terreno, ha de mantenerse firme en la decisión que tomó cuando Yuu decidió mandar su relación a tomar vientos.
—Siento haber besado a esa chica, y también siento haber tratado de amañar el casting. —El joven suspira—. Hubiera sido perfecto grabar contigo y haber sido tus labios los que besara, pero cada vez veo más claro que la única opción que me queda es resignarme, Risa; estoy empezando a comprender que no vas a volver, ¿verdad?
Risa no sabe explicar el dolor que estalla en su pecho al escuchar esas palabras; no entiende por qué duele. ¿No es lo que quería, que la permitiese ser libre de nuevo? Sí, pero ahora se da cuenta de que no ha dejado de quererle en todo ese tiempo. Naoki cree que su constante rechazo es una imposición psicológica, que las segundas oportunidades existen. ¿Cambiaría Yuu si decidiera volver con él? ¿Quiere hacerlo? No lo sabe, ni siquiera termina de comprender la razón por la que el pecho le arde de esa forma y los ojos le lloran.
Se sobresalta al sentir la yema de los dedos del joven acariciándole la mejilla. Alza la vista y descubre que a él también le duele. ¿Es esa la decisión correcta? Nunca le ha dado la oportunidad de redimirse porque se convenció de que no era posible, miró únicamente por su bienestar.
—Risa, ¿qué pasa? ¿No era esto lo que querías?
—Sí, pero... No lo sé.
Clava la vista en el suelo, frustrada por no ser capaz de actuar como tantas veces había imaginado.
—Seremos amigos y aprenderemos a vivir sin depender emocionalmente el uno del otro.
Las yemas de sus dedos continúan deslizándose con suavidad por su mejilla mientras le habla en un susurro ronco...
Entonces sucede.
Risa le besa... Y Yuuichi le corresponde con un anhelo que la asusta y la hace retroceder de regreso al salón, donde se pone a dar vueltas como una fiera enjaulada hasta que las manos del chico sobre sus hombros la frenan en seco. Como no sabe qué decir ni cómo salir de ese atolladero, continúa dándole la espalda.
—¿Qué es lo que quieres en realidad, Risa? —inquiere Yuu, y ella cree detectar un atisbo de esperanza en su voz: no quiere renunciar, pero las circunstancias le obligan.
—No puedo volver contigo —solloza—, pero... aún te quiero.
Yuuichi resopla con desdén y se aleja unos pasos.
—¿No puedes o no te da la gana? —espeta, rabioso—. Eres incapaz de confiar en mí y de creerme cuando te digo que no habrá nadie más mientras esté contigo. No esta vez. Cometí un error y no tengo excusa, pero considero que ya lo he pagado. —El joven apunta antes de lanzar el puñal—: Me castigas a mí porque no eres capaz de enfrentarte a tu padre, proyectas en mí su infidelidad porque eres demasiado cobarde como para decirle lo que piensas: que por estar con Suzume aquella noche...
Risa se vuelve con violencia y le cruza la cara antes de que termine la frase.
—¡¿Cómo te atreves a sacar el tema?! —grita, fuera de sí.
—Te pones así porque sabes que es verdad —replica su ex novio con tranquilidad al tiempo que se deja caer en el sofá y respira profundamente.
Risa le observa con la ira carcomiéndole las entrañas y los puños apretados.
—¿Cómo pretendes que vuelva contigo cuando eres tan ruin? —sisea.
—Tú me has convertido en lo que soy —dice él con frialdad.
Ella deja caer la mandíbula, atónita. ¡Tendrá cara!
—¡Fue decisión tuya, y solo tuya, acostarte con Mika! Ya que tenías planeado ponerme los cuernos, podrías haber sido más inteligente y haberte buscado a una que supiera estarse calladita, ¿no te parece?
—¿Que yo planeé...? —Yuuichi se pasa las manos por el pelo e inspira hondo para calmarse—. Eso pertenece al pasado, ¿por qué no te desanclas de una vez? ¿Qué es lo que quieres, Risa? ¡No puedo borrar lo que hice! Pero sí arrepentirme. ¿Por qué eres tan terca?
—¡Mira quién habla! —replica la joven, cruzándose de brazos y alzando la barbilla—. Estás empeñado en retomar una relación que no tiene futuro.
Yuuichi deja caer los hombros, derrotado.
—Vale, dejémoslo por hoy.
Risa cierra los ojos y un par de lágrimas se le desprenden de las pestañas. De cara al muchacho muestra una actitud tozuda e irritante, pero en su fuero interno no deja de preguntarse cuál es la decisión correcta. Esta es una de esas veces en las que desearía volver a ser una niña libre de preocupaciones y responsabilidades; seguro que os ha pasado más de una vez, ¿verdad? Todo era mucho más sencillo y cómodo cuando eran nuestros padres quienes abrían la senda entre la maleza y nosotros nos limitábamos a seguirles sin prestar atención a nuestro alrededor, ajenos a las fieras que acechaban entre el follaje.
<<Dime, Naoki, ¿qué harías tú en mi lugar? Crees en las reconciliaciones, por lo que deduzco tu respuesta, pero no es tan sencillo, ¿sabes?>>
Cuando vuelve a abrir los ojos, descubre que Yuuichi se ha levantado del sofá.
—Este viernes damos un concierto —dice—, aunque es evidente que ya lo sabías y no tenías intención de ir, ¿verdad? Pero piensa en tus amigos.
<<¿Cómo no hacerlo cuando Erika no ha dejado de dar la lata con el tema? Ojalá fuese de pago y no quedasen entradas... aunque entonces Yuu se las habría apañado para que pudiéramos ir>>.
—Ya, como haces tú, ¿no?
Yuuichi hace una mueca desdeñosa.
—¿Tienes videojuegos? —pregunta—. Tu padre aún tardará un buen rato en volver.
Negi: cebolleta verde.
Udon: es un tipo de fideo grueso que se hace con harina y que se sirve en un caldo hecho a base de dashi (caldo de pescado), salsa de soja y mirin (vino similar al sake y que sabe dulce).
Momiji: enrojecimiento de las hojas en otoño.
*El karē udon son fideos udon al curry. Aquí una foto:
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