14: Culpa
La sala del Consejo de Estudiantes se encuentra en la zona este de la tercera planta. Risa tiene la esperanza de que Eiji esté al mando y sea benevolente, al menos con Erika, pero no sabe lo que opinarán el resto de miembros, aunque algo le dice que no les cae bien. <<Seguro que simpatizaban con Naomi. ¿Sabrán que ha sido cosa de Eiji que ella ya no esté?>>
A su lado, Erika sube las escaleras con desgana y la cabeza gacha. <<Si la castigan, sus padres no van a ser muy comprensivos>>, deduce Risa, y la culpa le muerde con más saña.
Cuando alcanzan la elaborada puerta de madera que esconde su sentencia, Nagisa les regala una sonrisa de ánimo y promete quedarse a esperar. Erika reprime un sollozo y se esconde detrás de Risa, que es, por lo tanto, la encargada de llamar y abrir. Ambas jóvenes fruncen el ceño, descolocadas, al entrar y ver que en la elegante habitación solo están Eiji, sentado en el butacón del presidente, y una chica de gafas, de pie a su lado. Ella les sonríe con amabilidad, pero ninguna de las dos se fía.
—Bueno, Risa, como te prometí, Naomi ya no pertenece al Consejo; de hecho, esto se ha quedado bastante vacío. Tranquila, Maki es de fiar —añade ante la reacción de alarma de la joven—. Sentaos, por favor.
Risa toma asiento y da una mirada circular a la estancia, admirando las estanterías de caoba, repletas de libros y archivadores; el cómodo sofá del rincón; la larga mesa rodeada de mullidas sillas donde el Consejo debía de reunirse para discutir asuntos escolares; las altas y elegantes ventanas de la pared norte... y un gracioso reloj de cuco con forma de gato que rompe la armonía de la habitación.
—Antes había uno de péndulo, pero tanta sobriedad puede resultar agobiante —sonríe Eiji, que ha seguido la dirección de su mirada en todo momento.
—Nos contarás cómo lo has hecho, ¿no? —pregunta Risa, refiriéndose a la expulsión de Naomi.
—En otro momento.
La joven arquea una burlona ceja ante los aires de profesionalidad de su amigo, pero guarda silencio a la espera de que les comunique su decisión.
—Sé que el director os dijo que decidiría todo el Consejo, pero habéis tenido la suerte de que solo Maki y yo estamos al tanto de los detalles. —A Eiji no le pasa desapercibido el pequeño suspiro de alivio de Risa—. Voy a empezar por Eri, antes de que se le pare el corazón. —Su amiga da un respingo al oír su nombre y el joven suelta una breve carcajada—. Aunque seáis mis amigas, espero que comprendáis que no puede haber favoritismos, así que, lo siento, Eri, pero no puedo salvarte. —La chica rompe a llorar y Risa la abraza. <<No la expulses, por favor>>—. Sin embargo, dado que fue Risa quien empezó la pelea y tú actuaste para protegerla, tendrás que hacerte cargo de la limpieza de vuestra aula y los baños de chicas del segundo piso durante una semana que empezará a partir de hoy.
Erika se sorbe la nariz y mira al joven con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
—¿No me vas a expulsar?
Eiji niega con la cabeza y se vuelve hacia Risa con gesto grave.
—Ojalá pudiese aplicarte el mismo castigo, pero el resto de alumnos podría pensar que te favorezco, lo que empeoraría tu situación.
—Lo sé.
—El señor Tajima quería ahorrarse tu expulsión —Eiji la mira de una forma que solo ella comprende—, pero tu castigo tiene que ser mayor que el de Eri; no obstante, solo estarás fuera hasta el lunes y a partir de mañana. Tres días es el mínimo.
—¿Solo tres días? ¡Vaya con los niños ricos! En mi antiguo instituto el mínimo es una semana.
Eiji ladea la cabeza, entre inquisitivo y burlón, y cruza sus largos y elegantes dedos por encima de la mesa.
—¿Quieres que te expulse una semana?
—Quiero que me eches el máximo de días.
En los labios del joven baila una media sonrisa pícara que hace que de repente Risa sienta demasiado calor. Maki, atenta a la escena, le guiña un ojo.
—Lo siento, pero te necesito de vuelta lo antes posible. —El chico recobra la seriedad—. Maki y yo estamos buscando nuevos miembros para el Consejo y os queremos a vosotras y a Nagisa entre ellos. Por supuesto, Erika y Nagisa pueden negarse, pero a ti te conviene, Risa.
—¿Y eso no es favoritismo?
—En realidad, es sólo casualidad —sonríe Eiji—. Antes de graduarme, quiero asegurarme de que el nuevo Consejo de Estudiantes esté formado por personas íntegras.
Risa se ruboriza y aparta la mirada.
—Movemos gran parte de los hilos del instituto desde las sombras —explica Maki—, y muy pocos serían lo bastante estúpidos como para desafiar a la nobleza. Por supuesto, no ganamos siempre, pero, ahora que Saito y su banda de esbirros ya no lo controlan, tengo esperanzas.
Risa asiente despacio. No es una mala oferta; de hecho, es muy buena porque, además de proporcionarle protección dentro del instituto, también le están concediendo el poder necesario para cambiar las cosas a mejor.
—Cuando Naomi nos presidía, aquí solo podían entrar hijos de familias influyentes, en su mayoría, y escogidos por ella. Esa es la razón de que fuese tan corrupto. —Eiji se aparta el cabello de los ojos—. Pensadlo y dadme una respuesta mañana, ¿vale? Podéis iros, chicas.
—¡Serizawa, espera! —la llama Maki cuando ella y Erika están a punto de alcanzar la puerta—. Yo ordené a aquellas chicas que te agrediesen... Por favor, perdóname.
Risa se encoge de hombros.
—Has destronado a Naomi —responde, recordando que Eiji le aseguró que había alguien en las sombras esperando el momento adecuado para actuar—. Eso lo compensa.
Maki, que continúa inclinada en una reverencia de disculpa, alza la cabeza, sorprendida, y sonríe. Luego asiente y observa a las dos chicas abandonar la habitación.
—Sonohara.
—¿Hmm?
—No dejes pasar la oportunidad.
—¿Eh?
Eiji le lanza una mirada confundida, pero, en lugar de explicarse, Maki se echa a reír.
♫♪♫
—¿Y qué piensas hacer? Porque supongo que no dejarás las cosas tal y como están, ¿verdad? Deberías vengarte también de Maki, por cómo te la ha jugado.
—Esperar y observar —responde Naomi mientras espía cómo Nagisa invita a Risa a subirse a su limusina. Luego se vuelve hacia la chica que le ha hecho la pregunta—. La paciencia es clave para ganar la partida. Tú ya sabes cuál es tu papel en ella.
La joven baja la mirada y se retuerce las manos.
—Sí, pero...
—¿Algún problema?
El matiz peligroso que se filtra en el tono de Naomi no le pasa desapercibido.
—¡No! —se apresura a contestar—. Es que... tengo que planear bien cómo acercarme a ella sin levantar sospechas.
—No te preocupes por eso, lo tengo pensado.
Cuando la chica baja de la limusina, Naomi se pone el cinturón, da un golpecito en el cristal que separa su zona de la del conductor y el vehículo se pone en marcha.
♫♪♫
Aprovechando que el piso está vacío, Risa pone un disco de Gackt en la minicadena de su habitación y, tumbada en la cama, disfruta del simple hecho de escuchar música sin tener que ponerse los cascos. Gackt es uno de sus artistas favoritos porque le maravilla su capacidad de modular la voz a voluntad. Ella lo ha intentado en alguna ocasión, pero el resultado le suena extraño y no le termina de convencer. <<Mi voz es para acompañar al piano>>, piensa, ligeramente decepcionada, mientras Lu:na inunda sus oídos. Le hubiera gustado tener una banda como la de Yuu o cantar igual que Anna Tsuchiya. <<Bueno, Olivia Lufkin es soprano y su música toca el J-Rock. A lo mejor se trata de una falta de iniciativa... Ahora que lo pienso, ¿por qué siempre me niego a cantar?>>
Hasta el momento se ha excusado en que no le gustaría vivir como los famosos, sin libertad, pero en el fondo sabe que no es eso. ¿Para irritar a su padre, tal vez? No, ya se negaba mucho antes de que su relación se deteriorase. <<Vencer a Mika en su propio terreno sería un golpe del que quizás no se recuperase>>. Risa sonríe al imaginar a su ex amiga hundida y obligada a regresar a su aburrida vida de adolescente normal y corriente. Debe de dormirse pensando en ello, ya que sueña que le roba toda la popularidad, que sus discos dejan de venderse y que ningún productor la contrata para los dorama.
Despierta al escuchar la voz de su padre desde el recibidor. Al principio se siente desubicada porque ya no suena música, pero entonces comprende que se ha quedado dormida. ¿Hace mucho? No, el reloj de la mesilla apenas pasa de las cinco y media, así que Masaru llega pronto. Risa apaga la minicadena y sale de la habitación, camino de la cocina. Su padre está tumbado en el sofá con una mano tapándole los ojos.
—¿Te encuentras mal?
Masaru da un respingo y deja caer el brazo a un lado.
—Pensaba que Suzume había vuelto a dejarse la puerta sin cerrar con llave. Tengo un poco de jaqueca, Hirano es experto en sacarme de mis casillas.
Risa se muerde el labio, esperaba que su padre estuviera de buen humor para decirle que la han expulsado.
—¿Qué?
<<¡Papá siempre tan observador!>>, piensa con disgusto.
—Nada, ¿qué te apetece cenar?
Masaru se incorpora y le lanza a su hija una larga y penetrante mirada.
—Si me das a elegir, es que es grave.
Ella chasquea la lengua, molesta por ser tan previsible, y suspira. <<En fin, ya me ha pillado, así que...>>
—No tengo que volver al instituto hasta el lunes.
Al principio su padre se limita a observarla en silencio, el rostro convertido en una máscara inexpresiva, pero entonces cierra los ojos y deja caer los hombros.
—No lo puedes evitar, ¿eh?
A Risa le irrita que suene más resignado que enfadado.
—No fue mi culpa —replica, poniéndose a la defensiva.
—¿No?
—Un chico insultó a mamá y le pegué.
Masaru suspira y se reclina en el sofá.
—¿Por qué te dejas provocar así?
—¿Y por qué a ti te importa tan poco? Naoki tiene razón: ¿alguna vez piensas en alguien más a parte de en ti mismo? —Por un instante le parece ver una sombra de dolor en los ojos de su padre, pero lo más seguro es que lo haya imaginado—. Puede que para ti solo fuera una mujer de la que un día te enamoraste y después te aburriste, pero para mí era mi madre. ¡Ojalá hubieras muerto tú en lugar de ella!
En silencio y con el rostro mortalmente serio, Masaru se pone en pie y abandona la sala. Cuando oye la puerta de su dormitorio cerrarse, Risa se echa a llorar, sintiéndose fatal por lo que ha dicho y, al mismo tiempo, enfadada por ello. <<Se lo merece, no estuvo allí cuando mamá le necesitaba>>.
Aunque se lo haya repetido infinidad de veces, una parte de ella sabe que está siendo injusta, sabe lo que podría haber sucedido si su padre hubiese llegado a tiempo; por eso lucha contra el impulso de atravesar el pasillo y pedirle perdón.
—Se lo merece —susurra.
Dorama: es el equivalente japonés de las telenovelas.
*En el encabezado os dejo la canción que Risa estaba escuchando.
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