Rosfeld lanzó los libros a la chimenea.

—¡Papá, dile que de detenga, por favor!—rogó Yut con lágrimas en sus ojos

El rey miró a su hija, se vio así mismo reflejado en los ojos de ella, quién se arrodilló, ¿Tanto quería esos libros? ¿Eran los libros?

—¡Basta, basta!—se levantó rápidamente Yut del suelo y evito que el párroco del pueblo lanzará otro libro al fuego

—¡Yuttel, te ordeno que pares ya!—le grito Lourense, su madre

De nuevo, la habían atrapado y está vez, el castigo era obvio, pero, al ser la hija del rey, le habían perdonado la vida, a cambio de quemar todos esos libros medicinales que contenía; Yut forcejeó cuando los guardias le sostuvieron los brazos...

—¡Padre, muchos medicamentos van ahí,  muchas vidas del pueblo podrían mejorar, si tan solo...!

—¡Ha callar Yut!—la interrumpió el rey Thelber

Yut dejo caer la cabeza, cada libro lanzado a las llamas era como si le apuñalaran el pecho y cada que estos objetos crujian en el fuego, algo se quebraba dentro de ella. El cristo que se encontraba en la repisa miraba la escena con esos ojos vacíos y la cabeza inclinada hacia ellos.

Jamás había dudado tanto de su fe como aquel día, que pensó que por fin su padre la escucharía y la dejaría probar sus conocimientos de ciencia solo a ellos, como mínimo, solo a ellos, a él y a su madre, pero el clero se adelantó, le siguió sus pasos y ahora, su padre tenía que dividir las ganancias del reino con la iglesia, debido a la falta de recursos por el invierno.

*.   *.   *. 

El viento rugió al exterior del castillo, Yut se encontraba tumbada en su cama, le habían prohibido la cena, debido a que su boda sería al día siguiente, nadie del pueblo se imaginaba que ese hoy, casi llevan a la hoguera a la hija del rey.

La nieve caía lentamente, haciendo cúmulos por la orilla de sus ventanales, aún cuando lo peor había sucedido, Yut se sentía como cuando a un ángel le habían arrancado las alas de la forma más monstruosa posible, cuál ave encerrada y sin poder volar, odiaba al párroco Rosfeld, odiaba las leyes que solo mantenían a la gente en la ignorancia, ¿"Brujería"? ¿"Hadas"? Eso no existía, jamás existirá, pero sobre todo, se odiaba así misma por guardar ilusiones donde solo había un cuenco vacío.

<<Si existiera alguien... Que compartiera las mismas ideas...>> Si existiera alguien que no temiera de la verdad, que no temiera a cuestionarlo todo, quiza podría unirse a ella y...

—Princesa.—llamaron a la puerta, ers Dorothy, su sirvienta personal

Yut quiso encontrar su voz, pero simplemente fue imposible por el gigantesco nudo que aguardaba en su garganta, Dorothy se tomó el atrevimiento de entrar, al poco rato, Yut escucho como su sirvienta cerró la puerta y se acercó hasta ella.

—. Lo manda la reina.—Yut sintió un pinchazo

Rápidamente levantó la cabeza, Dorothy le acercó un libro de cubierta dorada, pequeño y corto. Era su cuento favorito de pequeña, Yut lo abrió y una nota se desplazó hasta el suelo, Dorothy quiso levantarlo pero Yut amablemente le indicó que no lo hiciera.

"Fue lo único que pude rescatar, protegerlo por favor y si piensas investigar sobre ciencia, olvídate de esa idea, piensa en el futuro del reino"

Dorothy ya había encendido una vela, Yut aprovecho la pequeña llama y quemó la nota de su madre, miro su cuento y se lo llevó al pecho, abrazándolo fuertemente.

—Yut, ¿Por qué estás tan interesada en eso? Casi pierdes la vida hoy.

Dorothy y Yut habían crecido juntas, haciéndose amigas, a ojos de los demás solo eran "princesa y sirvienta", pero en su espacio seguro, eran las mejores amigas, de los ojos de Yut brotaron unas lágrimas que se rompieron cuando chocaron contra sus piernas.

—No me quiero casar.—confesó—No quiero ser parte de ningun trato.

Dorothy abrazó a su amiga, quién buscó consuelo, pero, nadie imaginaba lo que esa noche pasaría.

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"En la profundidad del bosque, encontró lo que el rey quería; "la vida eterna" pero aún cuando se había perdido, el joven sabía que no quería regresar ahí... Dejo el flujo del bosque seguir con su nectar, pero el guerrero jamás regresó al reino y se dedicó a proteger la naturaleza como si fuera su vida.

Cómo recompensa, un hada le dió otra oportunidad de vivir, con todos los placeres que los seres humanos gustan, pero el guerrero se negó, pidiendo que solo le dejarán conocer aquello que el hombre todavía no se atrevía a conocer..."

Aquella noche de invierno, la princesa Yuttel escapó del castillo, dejando solo un corazón de metal con una rosa en el centro. Había renunciado al reinado.