Capítulo 2
En el interior de aquel magnífico palacio de marfil, construido perfectamente en la cúspide de la montaña más alta del Pico Oeste del continente, se desarrollaba una junta particularmente incómoda entre el líder de los Inglid; Caius, y la manada de Betas que pocos meses atrás logró subyugar.
—Entonces... una rafaga de viento misteriosa sopló... y el chico ¿desapareció de la faz de la Tierra?
Se escuchaba el eco de la voz masculina; si bien era una voz suave, emitía un aura de autoridad, respeto, y, por sobre todo, temor.
—Básicamente, si. —Se atrevió a decir el más joven de los tres cazadores con cierta despreocupación, ganándose la mirada desaprobatoria de sus compañeros. Al parecer, era el único que no entendía lo grave de la situación.
—En realidad, alguien se lo llevó —Continuó el más robusto de los tres, mostrandose fiero, y escondiendo su temor en lo más profundo de su alma— Pero no logramos descifrar qué o quién era.
—Eso es inoportuno... —Manifiesta Caius frente a ellos, escrutando con sus ojos dorados a los tres hombres lobos que estaban bajo su dominio. Peinó con los dedos de su diestra unos mechones de su igualmente dorada cabellera antes de continuar— Estoy deseando reunirme con el último Alpha de su patética especie... —Su tono, frío y letal, mantenía paralizados a sus sirvientes, quienes, por su orgullo y frustración, intentaban mantener la mirada.
—Lo vamos a encontrar. —Gruñó con coraje el líder de la pequeña manada.
—Eso espero... no suelo dar segundas oportunidades, así que siéntanse bendecidos. —Con una sonrisa socarrona, alzó su brazo derecho para indicarles que se marcharan— Oh... y, Razvan —llamó de pronto al líder cuando se encontraban ya en el umbral de sus aposentos.
—Si, señor.
—No se atrevan a mostrar sus caras frente a mi sin el Apha... no vuelvas a decepcionarme.
Mientras los licántropos abandonan el palacio con ira emanando desde sus corazones, pensando en dónde comenzar su búsqueda del último Alpha, otra reunión se llevaba a cabo en el cuarto de hotel del pueblo pesquero al otro lado del continente.
Una reunión donde un chico que, rodeado de rostros extraños, se sentía completamente incómodo y fuera de lugar.
No entendía lo que estaba ocurriendo en ese momento, el lenguaje no era su aliado, nunca le dieron la oportunidad de aprenderlo. Sólo intuía que el hombre, aquel que lo salvó la noche pasada, intentaba convencer a las dos desconocidas sobre algo.
Ayudarlos ¿quizás? Después de todo, sus captores aún podrían estar buscándolos, tal vez ellas conocían de un buen lugar para poder esconderse. Un lugar seguro. Un lugar con comida.
—... Larguense de aquí antes que los mate a ambos.
Tembló de miedo al escuchar el tono fiero de la chica alta, los ojos heterocromáticos que ella poseía brillaban con deseo de algo que en ese momento no lograba comprender. Pero era aterrador.
Se encogió instintivamente protegiendo el bulto en su pecho, no queriendo que nadie lastimara aquello que para su clan fue más preciado que sus propias vidas. Pero el aura asesina de la mujer le impedía no sentirse atemorizado desde lo más profundo de su ser.
Pero, de pronto, el temor desapareció.
La apacible voz de la otra joven logró calmar su inquietud en un instante. Alzó su nerviosa mirada hacia la rubia, quien le observaba sonriente, una sonrisa que jamás nadie le había brindado. No conocía el significado de esa expresión, pero se sentía cálido.
—Bien... —Clamó minutos después Amy, sosteniendo una bandeja con cuatro vasos llenos de gaseosa de uva; su favorita- Ahora que ya nos hemos calmado. —Dijo eso mirando inquisitivamente a Cassy, la cual le devolvió la mirada con resignación y resentimiento desde el umbral del balcón— ¿Que tal si nos explican que necesitan, señor...?
—Sandu, mi nombre es Sandu. —Responde el hombre de piel trigueña, realizando una pequeña reverencia como presentación para luego aceptar la bebida con cortesía.
—¿Que clase de estúpido nombre es ese? —Escupió Cassandra con acidez, no importando ser descortés con esos sujetos que seguían sin serle de confianza. No podía creer lo calmada que se encontraba la rubia en ese tipo de situación tan poco ortodoxa.
—Silencio. —Bramó Amy mirando con desaprobación a la pelinegra. Luego, recobrando su sonriente semblante, se dirige al aún defensivo pelirrojo suavizando completamente su tono de voz— ¿y tú? ¿Cuál es tu nombre?
El muchacho, confundido aun desde la esquina de la habitación, sin saber qué hacer mientras la chica extendía un vaso con gaseosa en su dirección, observó al peliblanco en busca de ayuda.
—Lo siento. —Comenzó Sandu llamando nuevamente la atención de la rubia— Él no puede entenderte, y no creo que tenga un nombre.
—¿Qué? ¿Cómo es eso posible? —Cuestiona Amy mirando con preocupación al joven pelirrojo.
Sandu estaba dispuesto a explicar la situación cuando es interrumpido por Cassandra, completamente molesta por todo lo que estaba ocurriendo.
—¿Qué es lo que quieren? ¿Qué información están buscando? —Interroga avanzando por el cuarto hasta quedar frente a frente con el trigueño— ¿y que les hace pensar que la tenemos?
Con su inquebrantable serenidad, Sandu esbozó una diminuta sonrisa.
—Cassandra Archer, hija de Caleb Archer... —Su sonrisa se atenúa al notar la expresión de sorpresa de la pelinegra— Sé que tienes la información que necesito... Ya que lo que necesito es encontrar a tu padre.
Los pobres vecinos de la habitación 306 del hotel, pudieron escuchar bramidos de mujer y uno que otro vaso rompiéndose. Iniciando un debate silencioso de si deberían o no llamar a la recepción y, legalmente, a la policía.
Al final decidieron que lo mejor sería no meterse. Después de todo, luego de escuchar a alguien gritar "Cassandra si no te comportas, vas a verme enojada" los disturbios cesaron inmediatamente.
—Dejame ver si entendí... —Cassandra con el mínimo de paciencia que le quedaba, mantenía sus puños rígidos a cada costado de su cuerpo, siendo retenida sorpresivamente por Amy, alejándose lo más que podía del hombre trigueño— irrumpes aquí como un maldito psicopata, ¡¿y esperas que te ayudemos a encontrar a mi papá?!
—Si. —Responde Sandu, sintiendo cierta diversión por las reacciones ajenas, pero disimulando lo mejor posible.
—Cassy, te lo advierto.
El pelirrojo, ajeno al conflicto que se origina frente a sus ojos, desvió la mirada para poder prestar atención al bulto inerte que estaba en sus brazos...
Inerte.
Cómo si de una gacela se tratase, se levantó lo más rápido posible del suelo y corrió desesperado hacia Sandu, intentando con gestos y respiraciones forzadas hacerle saber de su desesperación.
—¿Qué ocurre? —Cuestiona el trigueño bajo la mirada atenta y preocupada de ambas chicas.
—No... ¡No! ¡Ah! —Eran mínimas las palabras que sabía utilizar, pero al notar que no le entendían, decidió enseñarle al más alto la manta donde cuidaba el bulto, llevando luego su mano izquierda a su propio cuello— Aire... ¡NO AIRE!
—¿Que mierd...?
—No respira... —Interrumpe Sandu a Cassandra, tomando inmediatamente el bulto y, depositando en la cama sin prestar atención a las propietarias del lugar, lo desenvolvió.
—¡Oye que crees que estas...!
La pelinegra nuevamente es interrumpida, pero esta vez al notar lo que se exhibía dentro de ese nido de telas color musgo.
Con un grito ahogado de Amy, y el temblor incesante en el joven pelirrojo, la habitación se sumió en silencio al descubrir el pequeño cuerpo inerte de un cachorro de pelaje carmesí.
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